Estimados Padres Conscriptos, Honorables Miembros de esta Augusta Cámara:
Hondamente honrado por la confianza depositada en mí para ocupar la Alta Magistratura de Roma, os agradezco, en primer lugar, vuestro unánime apoyo. Quiero comenzar esta legislatura señalando las diferentes circunstancias en que nuestra amada Urbe se encuentra con respecto a años pasado. Por un lado, los peligros extranjeros han sido contenidos gracias al tesón y la valentía de nuestras legiones, sabiamente comandados por capacitadísimos generales, y los inminentes riesgos que llegaron a hacer temblar los corazones de más de un romano han sido casi conjurados.
Y digo casi porque estoy plenamente convencido de que antes de que los primeros hielos comiencen a cubrir la cumbre del Vesubio, el eminente Fabio Dehmius logrará apresar al rey bárbaro Filipo y traerlo cargado de cadenas en un desfile triunfal hasta nuestro Foro.
Habremos, pues, de girar nuestros ojos hacia la política interior y provincial de la Ciudad, ya que las mencionadas circunstancias nos permitirán realizar una reorganización y saneamiento de la vida civil que permita optimizar el funcionamiento de la maquinaria estatal.
A tal fin, pues, irán encaminadas las propuestas que desde mi cargo sean hechas, y que espero gocen del beneplácito de todos vosotros.
Sin más, quiero proponer para el cargo de Censor al Honorable Aemilio Asenius, convencido de que se trata de una persona íntegra que sabrá desempeñar sus funciones con equidad y justicia.
Vale atque vale.