Cuando llegaron a Invernalia los supervivientes estaba cercana la hora del ocaso. El cielo, cubierto de un iridiscente rojo, hacía presagiar una nueva fría noche, típica de la primavera norteña en la que el día comenzaba a ser soportable, pero la noche mantenía las heladas.
Llegaron harapientos, sucios. En sus rostros se reflejaba el cansancio y los ceños fruncidos indicaban que el viaje había sido poco agradable. Les ofrecieron descanso, fuego, tomar un baño, cambiar sus andrajos por ropas limpias, pero todo lo negaron. Con gran estruendo pidieron primero la presencia de Barth Stark, luego, cuando volvieron a ofrecerles descanso y les solicitaban sosiego, exigieron lo mismo, a grandes voces, con impaciencia.
-Haced el favor de calmaros. El señor de Invernalia yace muerto a la espera de que llegue su hijo para ser enterrado en la cripta.
-Vos sois hombre de su guardia personal, sosegaos y explicadnos porqué no está con vosotros lord Edwin Stark —-el mayordomo de Invernalia y el capitán de la guardia intentaban apaciguar a los recién llegados.
-Traed ante mi a lord Barth y entonces hablaré con él. Hasta que no lo hagáis, guardaré silencio, maldita sea, ¿cómo os lo tengo que decir?
Barth Stark era hermano de Edwin, apenas trece meses menor. Sin embargo, la corta diferencia de edad no les hacía parecidos en nada, ni en lo físico ni en el modo de ser. Mientras a Edwin se le notaba arrojo y una cierta majestad, Barth Stark era un muchacho siempre encogido, silencioso hasta la exasperación y cuya presencia muchas veces, ni siquiera se percibía. Era capaz de pasar semanas enteras sin pronunciar palabra, encerrado en la biblioteca, husmeando entre los libros. Más de uno pensaba, y probablemente con razón, que sufría algún tipo de deficiencia mental. Le costó más de lo normal aprender a hablar, a escribir, y jamás consiguió mantenerse erguido sobre la silla de montar. No profesaba ningún tipo de admiración entre su familia, ni entre los allegados. Se hablaba de que acabaría siendo un septón, o tal vez un maestre, pero cuando se le consultaba sobre el tema, se encogía de hombros y no daba a entender ni su aprobación ni su desprecio. Era mantenido en el castillo casi como una rareza. No molestaba y a fin de cuentas, llevaba sangre Stark.
Finalmente apareció, con gesto taciturno, andar dubitativo y mirada perdida. Todos los allí presentes le miraban sobrecogidos mientras el hombre recién llegado le contaba como su hermano mayor había perecido en el Cuchillo Blanco.
-... y aquí tenéis el anillo de lord Edwin, os corresponde a vos quedároslo.
Nadie dijo nada, tampoco Barth, nuevo señor de Invernalia, pero se palpaba en el ambiente la estupefacción de todos. Si aquel joven tenía que llevar las riendas de su casa y ser el Guardián del Norte, es que las siete caras de Dios se habían vuelto contra Invernalia. Un silencio sobrecogedor, infinito, espeso, recorrió el ambiente. Barth levantó la cabeza y miró poco a poco a todos los allí presentes. Había que ser muy estúpido para no notar en los gestos de todas esas personas lo que podían estar pensando. Barth volvió a agachar la cabeza, a sumirse en sus misteriosos pensamientos, y sin decir nada, regresó por donde había venido, con paso lento, mirando al suelo o tal vez al anillo de su hermano. Tampoco nadie se despidió de él, hizo gesto alguno. Toda Invernalia tenía el semblante compungido, Brandon Stark, Edwin Stark: muertos. Las inmensas posesiones de la casa Stark en manos de Barth Stark, el sombrío, el... imbécil.
La consternación aún no se había diluido, el silencio seguía tan pesado como una montaña cuando se oyó un estruendo en la parte de atrás del patio principal, cerca de los aposentos de Barth, cerca de la biblioteca de Invernalia. Corrieron allí y encontraron a un joven escudero con los ojos abiertos, la espada de madera con la que estaba practicando en el suelo. Le preguntaron qué había pasado, no respondió; le zarandearon una y otra vez, no respondió. Al final, alguien le abofeteó y, por fin, reaccionó.
-Desde arriba, desde la biblioteca. Se ha lanzado al vacío. Lo he visto con mis ojos. Ha caído ahí, dentro de la carreta.
De inmediato miraron en el interior y descubrieron, entre un montón de aperos de labranza, el cuerpo descoyuntado de Barth Stark.
En apenas unos días, había fallecido el señor de la casa Stark y luego, sucesivamente, sus dos hijos mayores.
-Mandad llamar a los gemelos.
El trono de Invernalia, el poder en el Norte, el cargo de Guardián del Norte quedaba ahora en manos de los únicos hijos supervivientes de lord Brandon Stark: los gemelos Beron y Rodwell Stark. Eran dos jóvenes de apenas quince años cuyo destino parecía ser la Guardia del Muro, pero que ahora deberían llevar las riendas en las posesiones de su padre. No se sabía cual de los dos era el que nació primero. Su madre murió al poco de nacer ellos, consecuencia más que probable de su duro embarazo doble. Las comadronas que la atendieron, estuvieron demasiado ocupadas en frenar las hemorragias como para fijarse en cual de ellos vio antes la luz. De todos modos, se pensó entonces, daba igual el orden ya que antes de ellos iban tres hermanos varones. Uno de ellos, Rickard, murió durante su infancia y ahora, con el fallecimiento de Edwin y Barth, uno de ellos se convertía en heredero y, de pronto, aquella vieja cuestión carente de interés se convertía en vital.
Los dos hermanos siempre se habían llevado bien, pero cuando el capitán de la guardia y el mayordomo de Invernalia les notificaron que sus hermanos habían muerto, ambos, por separado, manifestaron su deseo de gobernar. La cuestión quedó aplazada para cuando se hubiese enterrado a su padre y sus hermanos.
En el funeral de Brandon Stark y sus dos hijos, mientras sus cuerpos eran conducidos a la cripta de los Starks, bajo el castillo, se oyó a lo lejos... el graznido de un cuervo. Ese día, los lobos se mantuvieron por completo en silencio, como guardando duelo. ¡Crapppp! ¡Crappppppp! Se oía en la lejanía. Dos veces, dos graznidos...
...Dos frías espadas, tanto como la propia Invernalia, están a punto de batirse. Las gentes han de tomar partido, o tal vez no..
FIN.[/size]