Vemos que el Kaiser dirime bien el asunto, y también nos oponemos a esta medida. No sólo ya por un interés económico, si no por un deber moral. Ahora que esos incivilizados se han separado del decante imperio español, ¿quién podrá tener la conciencia tranquila si les dejamos alejados de la luz de la civilización que sin duda como protectores les llevaremos?. Es su bienestar Excelencias, no el nuestro el que preocupa.
Por tanto, Francia se reitera en su posición de ocupar, junto a posibles aliados, las islas Filipinas, y aconseja al resto de potencias que no hagan un gasto y esfuerzo inútil para sus naciones y lo dediquen al libre comercio en esta época de paz y prosperidad económica.
Presidente Trencavel de la III República Francesa