Turno 6
Personaje: Gruntz
Jugador: Karnak
Calificacion: Fuerte
LA VENGANZA.
No sé cuanto tiempo estuve inconsciente, lo último que recuerdo fue un pinchazo en la espalda. No fue muy profundo ya que la cota de mallas aguantó perfectamente y la herida fue superficial, caí al suelo por el impulso y oí al traidor humano que se vanagloriaba de su cobarde acometida. Luego empecé a perder sangre y las tinieblas invadieron mi cabeza. Siento hambre y sed, pero mi furia las apaga. Es como un fuego imparable que solo puede ser apagado con la venganza, con la muerte de ese perro cobarde.
Siento un murmullo cercano a mí. Me pongo en guardia y automáticamente lanzo mi mano hacia el tobillo de la bota donde guardo mi puñal. Jadeos. Comentarios en voz baja. ¿Han regresado a rematarme?. Voces agudas y chillonas, pero permanecen quietas tras las sombras. Suspiros. Me muevo lentamente hacia mi izquierda y mi infravisión rastrea las cercanías. No veo nada. Oigo un movimiento continuo, como el roce de ropa sobre el suelo, frus frus, y más jadeos y más suspiros. "no pares, no pares". Tras la roca, me muevo rápidamente y me arrastro ahora hacia la derecha observo tras la roca.
-¿Qué demonios es esto?. Debo estar en el infierno, porque lo que veo parece un castigo a toda una vida de iniquidad y perversión. Aunque no parece la victima muy descontenta del todo. Es más parece disfrutar. Luego lo veo todo más claro. Es un goblin que acomete por la espalda a un halfling, y que tras cada acometida lanza un alarido de placer. Pero qué...aprieto la daga en mi mano pero me contengo. Mi objetivo es cobrarme la venganza sobre el humano, así que olvido a este par de sodomitas y me arrastro hacia la claridad de una hoguera que veo a unos 15 metros de donde caí.
Me arrastro nuevamente. Sigilosamente hacia la luz. Sofoco el hambre y la sed con más odio. Barro con mi mirada hacia atrás, hacia el lugar donde mi Demonia cayó pero no veo nada. A poca distancia oigo la voz de Sheyla, la dulce ladrona.
"eres un bruto desalmado. Y un cobarde. Atacaste por la espalda a mi querido Orco". (llantos y sollozos). "te odio¡¡¡ te odio¡¡¡". La voz del humano sonaba hueca y cruda: "(risas), olvídalo de una vez Sheyla, tu Orco está muerto y bien muerto. Pero ahora me tienes a mí para calentarte el lecho (risas)". "Ni se te ocurra acercarte a mí. Antes me apuñalo que dejar que accedas a mí después de haber matado a mi Orco".
Ya veía claramente las figuras junto a la hoguera. Se trataba del grupo al que dimos alcance al amanecer, aunque nuestra emboscada no dio resultado y descubrieron inmediatamente que Tiago era un cadáver andante. Ahora descansaban y bebían junto a una hoguera. Los muy estúpidos ni se habían preocupado de comprobar si estaba muerto y ahora lo pagarían caro.
Allí estaba el humano con quien me había enfrentado y que me había atacado por la espalda. Junto a él se encontraba la bella Sheyla, con las manos atadas y el cuello enlazado a un poste del campamento. Al otro lado se encontraba una especie de elfo o infraser similar con aspecto de mago. Y al fondo fuera del círculo de luz se encontraba el cadáver de Tiago, o lo que quedaba de él porque lo habían decapitado. Supongo que querrían asegurarse de que no volvería a la vida. Dioses¡¡¡. Un poco más allá también se encontraba otro cuerpo, éste lo reconocería en cualquier lado. Era la Demonia. Yacía tumbada boca abajo con el cuerpo roto su perfecta espalda brillaba al reflejo de la luz...
El fuego interno me abrasó. Desapareció la sed y el hambre. Solo quería matar. Lancé mi grito de guerra y me abalancé sobre el mago, con un golpe en la cabeza lo dejé aturdido lo suficiente para acometer al guerrero. Este no esperó y se incorporó rápidamente con la espada en la mano. Yo solo disponía de mi daga pero en esta situación no tenía importancia, sólo quería matar y mi propia seguridad no importaba: tendría mi venganza aunque fuera lo último que hiciera en vida. Se lo debía a Lascivia y a Sheyla.
El humano retrocedió y levantó su arma, y le seguí en guardia, sin perderle de vista. Sheyla lanzó un grito cuando me vio. Pero no oí sus palabras, no sentía nada que no fuera al guerrero y sus movimientos. Esperé, esperé una oportunidad.
El enemigo por fin lanzó una acometida, una estocada desde arriba intentando impactar en mi cabeza. No la esquivé, me lancé hacia adelante y rodé por debajo de la espada que cortó el aire. Caí a los pies del guerrero y lo hice caer, me alcé sobre él y lo volví de espaldas. Le cogí por el pelo y levanté su cabeza. Le rajé el cuello como si fuera ganado y dejé que se ahogara en sangre. Me incorporé lentamente contemplando mi presa.
Un grito de Sheyla me hizo regresar a la realidad. Me había despistado con el mago, y éste ahora se había incorporado y parecía ejecutar un hechizo. No hice nada.
Tras él se perfiló una figura. Era Cirian a quien había olvidado. Se erguía en las sombras y tenía su báculo alzado. Junto a él una sombra informe se movió rápidamente. Y ya no vi nada. La fatiga y la herida pudieron conmigo y caí junto a Sheyla. Lo último que recuerdo son sus caricias y sus besos.
MOTIVO 1. Una herida superficial no mata a un orco. Los orcos están acostumbrados al campo de batalla, y siempre van con una cota de mallas. Aunque el golpe del guerrero humano fue muy preciso, la cota de mallas y la constitución de un Orco es suficiente para que la herida producida no fuera mortal.
MOTIVO 2. Los humanos son tontos, esto lo demuestra el hecho de que después de abatir al Orco no comprobara que había muerto. Lo que hace es comer y beber para celebrar su supuesta victoria. Lo que da el tiempo suficiente para que el Orco recupere la consciencia.
MOTIVO 3. La visión de los dos sodomitas, del guerrero humano maltratando a Sheyla, de ésta atada a merced de sus enemigos, del cuerpo de lascivia tirada fue suficiente para que al Orco le hirviera la sangre y canalizara todo su odio en matar a su enemigo. El es mejor guerrero sin duda, pero la herida le resta capacidades. Sin embargo la furia y el odio acumulados son suficientes para poder acometer a su enemigo despreciando su propia vida.
CONCLUSION: El orco se recupera y tras sentir en sus entrañas una furia imparable se lanza contra el guerrero que le abatió por la espalda tras intentar noquear al mago. Su odio es tal que a pesar de su herida mata al guerrero sin darle ninguna oportunidad. Sheyla suspira porque su amor no ha muerto, pero su resistencia ya no aguanta más y cae junto a ella. Aun así consigue vislumbrar a su amigo Cirian que realiza un encantamiento o un hechizo, y le parece ver una sombra borrosa que se mueve a toda velocidad entre las tinieblas. Es efecto del conjuro?, es el alma del guerrero que ha matado?, es Lascivia que regresa con más ganas de beber sangre?.