FIN DEL NF NORUEGO
El 3 de Agosto de 1117, el rey Duncan falleció en la aldea de Polmont. Para aquel entonces Edgar ya había sucedido a su padre de facto, y esto tan solo lo convirtió en oficial. Edgar nunca perdonaría a los noruegos, en lo que le quedase de vida, el no haber podido estar con su padre en sus últimos días, pero estaba dispuesto a convertir este sacrificio en la muerte de todos los guerreros que tratasen de ocupar su hogar. Aunque la mayoría de las fuerzas se habían concentrado en Polmont y los alrededores, Duncan había aprovechado bien el tiempo que le habían dado. Había dispuesto pequeños grupos, de 20 a 30 hombres en algunos puntos fácilmente defendibles, bosques, colinas, a los alrededores de Edinburgh. Cuando el enemigo saliese de Edinburgh se encontraría bloqueado en muchos lugares, y sin conocer el terreno, les obligaría a tomar la ruta menos defendida, directa hacia Polmont, donde se encontraba la mayor parte de las guarniciones.
Pocos días mas tarde el príncipe noruego Eskil comenzó a enviar destacamentos en diversas direcciones pues esperaba encontrar gran resistencia dado el tiempo que habían tenido para preparase. Los grupos que envió fueron rápidamente masacrados por el enemigo, y tan solo encontró un punto por el que poder atravesar el cerco. Aunque había soldados, no era una zona tan fácilmente defendible, y la superioridad de sus tropas debería permitirle vencer toda resistencia sin demasiadas perdidas. Así lo hizo, y cuando logro abrirse paso comenzó a tomar algunas aldeas con gran facilidad. No habían demasiados defensores, y los campesinos no eran rivales para sus soldados, así que poco a poco se interno en la región. Eskil no era tonto, y sabia que podía estar metiéndose en una trampa, pero contaba con poder pedir auxilio a las fuerzas que se habían quedado con Gorkstad en Edinburgh.
Sus tropas avanzaban poco a poco, pero según se internaba en la boscosa región, mayor era la resistencia que encontraban. Eskil se había metido en la trampa de los escoceses, y ahora las fuerzas enemigas comenzaron a cerrar la tenaza. Moviendo con habilidad a sus guerreros, Edgar fue situando emboscadas y lanzando ataques rápidos cuando desde un lugar cuando desde otro, obligando a que su enemigo se encontrase con las plazas fortificadas y las torres que habían en la región. Tomándolas al asalto, pues no tenían otra opción, los noruegos lograron hacer caer las defensas escocesas, pero el acoso era continuo.
Cada metro de terreno que ocupaban les costaba muertos y heridos, y después de varias semanas, la moral de los noruegos estaba por los suelos. Para cuando llegaron a Polmont, se encontraron al enemigo fortificado en la aldea, con arqueros situados en los edificios más altos y preparados para darlo todo. Eskil ordeno a sus hombres atacar, y pesarosos le obedecieron. Disparando desde los tejados muchos fueron los que cayeron antes si quiera de llegar a los primeros edificios, y muchos mas los que cayeron presa de guerreros escondidos detrás de puertas y ventanas, que habían estado esperando la llegada del enemigo.
Los noruegos sumaban mas y mas bajas, y ni siquiera sabían si vencían o perdían, pues se hacia imposible llevar la cuenta de los muertos en el bando enemigo. Además, la población ayudaba a los defensores, cobijándoles, e incluso lanzando piedras y objetos contra el invasor. Para cuando llego la noche, los noruegos habían aniquilado a casi todos los defensores de Polmont, pero no lo sabían. Edgar, que se había retirado con algunos de sus hombres para reagrupar a los guerreros que habían quedado rezagados para obligar al enemigo a atacar Polmont, regreso a media noche, para ver que la ciudad había caído. Apenas había algún combate, aislado, pero sus guerreros había caído.
Con todo el odio de su corazón se lanzo en un arrebato de locura contra las fuerzas noruegas, sus hombres eran muchos menos, y Edgar estaba seguro de que no sobreviviría, pero estaba dispuesto a morir si podía eliminar a algún enemigo por el camino.
Para Eskil y sus hombres, la falta de información fue definitiva. Cuando vieron que el enemigo se lanzaba de nuevo sobre ellos, los noruegos, cansados de sangrar y luchar se retiraron desordenadamente. Eskil trato de mantener a sus hombres firmes, pero la flecha de uno de los escasos enemigos que quedaban en la ciudad atravesó su hombro tirándole al suelo. En medio del caos, los guerreros encargados de proteger al príncipe, le recogieron, y huyeron del lugar, para no detenerse hasta llegar a Edinburgh.
Si Edgar hubiese contado con mas soldados podría haber inflingido grandes bajas a las tropas en retirada, pero aunque el enemigo lo desconocía, a penas le acompañaban un centenar de soldados. Y no pudieron más que matar a algunos rezagados.
Aunque los heridos fueron muchos, en ambos bandos, los noruegos solo sufrieron medio millar de bajas, mientras que los escoceses perdieron mas de la mitad de sus guerreros, pero incluso así la victoria sabia a gloria, y Edgar y sus hombres, eran héroes, pues habían salido victoriosos contra todo pronostico. Las celebraciones solo duraron un par de días, y pronto comenzó el trabajo de reconstrucción. Los noruegos habían sido vencidos, pero sin duda volverían, y controlando Edinburgh no les seria difícil hacerlo.
Gorkstad recibió en Edinburgh a los suyos, y fue informado de que Eskil había sido herido pero se recuperaría. Su fracaso en Lothian cambiaba sus planes, pero con Eskil herido y sus hombres desmoralizados, lanzar un nuevo ataque parecía una locura, así que decidió esperar a poder contar con todos sus guerreros, y quizá refuerzos. Escocia solo había retrasado su destino.
La campaña de Hebrides, realizada por el aliado Borge fue un éxito, aunque sufrió algunos retrasos respecto a lo planeado. El Norvergo Gohr regreso a Galway sin incidentes, aunque bastante mas tarde de lo previsto, lo que causo gran preocupación dado que portaba el oro regalado por Dinamarca. Borge tomo Hebrides sin bajas. Tras la invasion, las islas pasaron a poder del Duque de Norverg, y Gohr que habia acompañado a Borge durante la campaña, dejo las tropas que le acompañaban para mantener el orden en la zona.
En 1119 se supo que el emisario Erigan, enviado a Jamtland había fallecido victima de un malentendido con el padre de una joven de la localidad. Los nobles de la región declararon su desagrado por los noruegos y prohibieron la entrada en sus tierras de cualquier emisario bajo pena de muerte.