A las potencias civilizadas:
Una vez más, la intolerancia fanática de los mahometanos amenaza nuestras fronteras meridionales, por lo que, una vez más, nos vemos obligados a acudir a los escabrosos pasos del país afgano para calmar y templar ánimos. Esta vez, es a nuestros grandes amigos británicos a quienes solicitamos la neutralidad en el asunto, pues nada hay, salvo pastores de cabras y ocasionales agricultores de opio, que pueda interesarles. Rusia, considerando que Afganistán es una cuestión que afecta sóla y únicamente al Imperio del Zar, intervendrá militarmente y demostrará al mundo cómo debe hacerse una campaña de estas características, en la que no hacen falta un gran número de carruajes blindados ni autogiros de última hornada, sino sólo una buena planificación y tesón.
En otro orden de cosas, sepan que a Rusia le sobra una libra, por si alguno de los presentes tuviera necesidad de ella.
Atentamente,
Nikita Ustinov.