Estimados Padres Conscriptos:
Es un inmenso placer para mí anunciar al Senado y al Pueblo de Roma nuestra victoria totalmente aplastante contra los bárbaros Ilirios. Que ésta sea la primera de todas cuantas esperan a nuestra gloriosa Urbe! Que sepan los bárbaros que no podrán jamás doblegar nuestro espíritu!
La masacre entre nuestros enemigos ha sido completa, mientras que, tal y como deseábamos, nuestras legiones no han sufrido ni una pérdida. No cabe duda de que nuestros soldados son los mejores del mundo, Augustos Padres.
Y, sin duda, lo demostrarán en la siguiente legislatura. Con nuestra fuerza, y nuestro tesón, unidos, estimados colegas, llevaremos la guerra hasta aquellos que nos amenazan y los arrasaremos.
Solicito formalmente, para dar gracias, a nuestro dignísimo Pontífice Máximo que queme la sangre de los becerros recién nacido que mi familia dona ante el Altar del grandísimo Marte, con cuya ayuda hemos logrado la victoria, y para implorarle por las que están por venir.
Vale atque vale.