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Suspiras. Sería una tontería marchar sin prepararse bien, piensas. Te levantas y guardas la carta en tu sosten y tus lentes en un bolsillo del hábito. Echas un vistazo a la celda. Solo un jergón, una mesa con una lampara de manteca y unos legajos de papel. Sonries pensando que tendrás que abandonar a su suerte el doble fondo del suelo, tan útil. Ahí guardas algunas sustancias que te traerían problemas dentro de la abadía y que te sacarán de muchos apuros fuera de ella. Ya harás tu equipaje luego, piensas.
Sales echando el cerrojo con la llave que cuelga de tu cuello. La abadía es una construcción oscura de granito. En los sótanos se encuentran las celdas de las internas, la bodega y los calabozos. Tus pasos resuenan mientras piensas que debes hacer.
Crees que es una buena idea pasarte por la cocina por provisiones. Annah te pasaría cualquier cosa solo por un poco de "polvo de alegría". Sonries. Esa muchacha rechoncha es una de tus mejores amigas, pero la muy bruja no da nada gratis. Tus pasos resuenan en el pasillo. Como la primera visita a la biblioteca. Entonces las hermanas escribientes te ofrecieron cualquier ayuda para documentarte o estudiar. Quizás ahora puedas consultarlas en busca de informacion útil para el viaje o pedir prestado algún tipo de mapa. Piensas en las hermanas que dedican su vista y habilidad en copiar los miles de volúmenes de ciencia pagana y religión mística.
Algo te agarra por el hombro y gritas desprevenida. Te vuelves rápidamente, con el corazón acelerado. Es una monja menuda y vieja, parpadeas un poco desconcertada. Entonces reconoces una pizarra colgando del cuello por una cinta de seda negra. Ágata, la monja que hizo un voto de silencio en su juventud, te ha dado un buen susto. Su arrugada cara parece estar angustiada y tira con ansiedad de tu hábito. Tratas de relajarte, pero la anciana te agarra ahora con sus dos huesudas manos y tira con más fuerza. Te zafas de ella y con paciencia preguntas:
- ¿Qué ocurre, hermana?
La anciana saca una tiza de entre sus ropas y empieza a escribir en su tabla pintada de negro. "Ten cuidado en tu misión. Quiero ayudarte", te enseña. Viendo tu sorpresa, sonríe monstrando sus desnudas encías. "Lo sé todo sobre el emperador" añade. Ágata te muestra solo un segundo el mensaje y empieza a frotar con ansiedad la tabla con un trapo sucio. Parece como si una horrible blasfemia estuviera escrita ahí.
La miras asombrada. No entiendes como aquella mujer conoce tu misión con tanto detalle. Ágata es para todas solo uno más de esos personajes oscuros y olvidados que habitan la abadía. Pasaba los días rezando en el templo, con la cabeza agachada y moviendo lentamente los labios. Nadie se relacionaba con ella, como si se tratara de otra estatua más. Piensas que salvo a la hora de la comida y despues del toque de queda no la has visto en otro lugar. La examinas atentamente. Su interés por ayudarte te hace dudar. ¿Te puedes fiar de una desconocida, aunque sea una compañera?. Aun esta frotando la pizarra que le sirve para comunicarse, como si no hubiera nada más importante en el mundo. Te acercas a ella y le susurras
- ¿Qué sabes sobre su Majestad que deba conocer?
Ella sonríe monstrandote aún más sus encías, pero no escribe nada. Parpadeas esperando algo y miras por encima de ella por si viene alguien. La vieja asiente con la cabeza frenéticamente, parece muy emocionada. Sientes pesado algo caer en tus bolsillos. Metes la mano para comprobar de que se trata. Miras y ves dos monedas de oro y un pequeño puñal. Preguntas a la monja porque te los ha dado, pero ella solo sonríe de nuevo y te aprieta las manos. Se diría que brillas por la forma en que te mira. Te sientes incómoda a la par que intrigada. Por fín te suelta y vuelve a colgar su tablón del cuello. Te mira sonriendo por última vez y se aleja en dirrección a las celdas.
¿Qué será lo más conveniente?
Si es seguir a Ágata para que te dé más detalles sobre el emperador y la misión y de paso averiguar como puede estar al tanto de ese tipo de conocimientos; ve a la sección 6
Si es dirigirte hacia la biblioteca en busca de mapas o cualquier información útil antes de que las encargadas cierren la puerta de acceso al resto de la comunidad; ve a la sección 2
Sí es subir hasta las cocinas a proponer un intercambio a Annah, conseguir provisiones extras para tus pociones y de paso interrogarla sobre la monja muda; ve a la sección 7