Quién sabe qué fantasmas ha despertado mi búsqueda. El polvo de los libros me hace estornudar mientras repaso todo volumen que cae en mis manos y que me permite conocer mejor lo acaecido en Salem. La historia contiene tantas versiones y tan diferentes que es difícil saber que pasó en la población en los años inmediatamente posteriores a la caza de brujas que llevó a la muerte a tantos inocentes y según preveo a algún culpable, pero demasiado tarde para evitar el mal hecho.
La relación Lovecraft - Salem es un hilo de una madera tan grande y enmarañada que tengo miedo de romper el algodón del primer tirón de modo que he pasado varios días en la biblioteca municipal, un lugubre y triste edificio situado a escasos segundos de mi vivienda donde al parecer reina ya la normalidad. En las amarillentas páginas de los tomos consultados no he podido entrever nuevos resultados que arrojen luz a mi búsqueda. Sin embargo la sucesión de hechos y la relación entre los mismos parece tan evidente que es difícil no ver una sombra sobretodos ellos, una sombra cuyas tinieblas nos cubren aún hoy en día.
Las paredes de la sala donde consulto dichos libros son amarillentas, en sus esquinas cuelgan telarañas que prometen tranquilidad y silencio apenas movidas por el susurrar de un ventilador de aspas que se mueve en candencioso ritmo.
La sensación es extraña. He retrocedido siglos para encontrar la verdad de lo acaecido apenas hace unos pocos años. Sin embargo aún a pesar de mi experiencia en la búsqueda en libros y tomos y la capacidad de ver detalles importantes en cientos de páginas me encuentro estancado. La información sobre Lovecraft es amplia pero no llega a los niveles que yo necesito y la corroboración de su árbol genealógico exigiría un viaje a los Estados Unidos que aún ahora mismo no me parece suficientemente importante como para alejarme de las pruebas que aquí tengo en abundancia. Sin embargo si es preciso deberé viajar, pero quiero hacerlo por alguna razón más que estudiar los registros de bauticios y natalicios de las iglesias de la zona.
El estudio está estorbado parcialmente por la ausencia de control en la identidad de sus ciudadanos que sucede en los estados federales donde el documento de identidad no existe y en verdad uno podría perderse en los evos del tiempo y aún desaparecer en las esquinas de la vida sólo con saber moverse en los ambientes necesarios. El carnet de conducir o el documento de la seguridad social son en muchos casos los únicos datos verídicos sobre la identidad de una persona, uno entre un millón, qué fácil cambiar de vida en un estado que da tal libertad para identificarte como desees.