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Karnak

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Relato Enano. Autor
« en: 19 de Octubre de 2005, 07:11:57 pm »


 
Relato Enanos

Hace tanto tiempo que me escondo que casi hab?a olvidado el lenguaje humano, en medio de esta oscura noche he decidido volver, volver al lugar que me acun?, al lugar en el que crec? y donde morir?, Kadran.

Sus puertas y murallas imponentes para quien las mira desde fuera, acogedoras para los que viven en su interior, de calles estrechas y sinuosas, puedes llegar a avenidas abarrotadas de curiosas gentes, gentes tan diversas y extra?as como los minotauros del norte, con sus inmensas cornamentas y su orgulloso porte, hermosas sylfhydes, con su encantadora y embaucadora voz, tambi?n es hogar de los enanos de las Colinas, con sus luengas barbas reposando sobre una gran jarra de cerveza fresca, y donde conviven los Maellys, primos lejanos de los elfos, que aun conservan su agilidad y poco respeto por las otras razas ?inferiores?, como dicen ellos.

La noche era tranquila, y solo interrump?a su quietud el sonido proveniente de las tabernas y sus alborotadores clientes, la Avenida principal estaba plagada de ellas, con sus carteles, colgados por viejas y oxidadas cadenas ligeramente mecidas por el viento. No tenia ruta, sino que me dejaba arrastrar por  el duro suelo de la ciudad, cuando quise darme cuenta, llegue frente a ella, el lugar que hab?a estado evitando todo este tiempo, un terrible sentimiento de culpa se apodero de mi recorriendo mi cuerpo, estaba ante la tumba de Selene, estaba ante la tumba de mi esposa
Caigo de rodillas ante ella, el dolor es tan fuerte y lacerante cuando la culpa corroe tus entra?as d?a tras d?a, mes tras mes, a?o tras a?o... han pasado ya 16, 16 a?os....

El sol brillaba, como era normal en los meses de est?o la gente acud?a a sus quehaceres sin prisas, pues era ?poca de reposo, ya que los campos hab?an sido ya recogidos, por aquel entonces tendr?a 98 a?os y era un forastero en la ciudad, mi padre me hab?a recomendado que viajase y viese mundo: ?Tienes que hacerte un hombre de mundo para poder asentarte despu?s? dec?a sonriente mientras mostraba los pocos dientes que le hab?a dejado la edad, as? que segu? sus consejos y  vague de aqu? para all? como lo hac?an los gwithins por aquella ?poca.
La primera vez que vi las murallas sent? terror, terror por pensar en lo que habr?a hecho que fuesen necesaria semejante estructura, pero me arme de valor y entre, no estaba acostumbrado a tanta concentraci?n de gente ya que proven?a de una peque?a aldea muy al oeste de aqu?, me mareey ca? desmayado, lo siguiente que recuerdo es la visi?n mas hermosa que jam?s pude contemplar, aun hoy me acuerdo de sus ojos, marrones como la mas noble de las maderas de un joven roble, con una luz en su interior capaz de iluminar al ser mas oscuro, sus cabellos rizados ca?an gracilmente sobre sus hombros  cuan hojas de oto?o, sus labios, en fin, que voy a decir de lo que a mi se me antojaba una divina aparici?n, me tendi? la mano y sonriendo me ayudo a levantarme, su piel fina como la arena y blanca como la nieve era calida y suave, sin mas y despu?s de dedicarme una sonrisa, salio corriendo calle arriba, intente seguirla pero la multitud me imped?a  avanzar, finalmente desist? y decid? entrar en una posada, quien ser? aquella chiquilla?, cual seria su nombre?,  volver? a verla alguna vez?, miles de preguntas se agolpaban en mi embotada cabeza, me sent? en una mesa apartada y cual seria mi sorpresa...La muchacha se hallaba en la taberna! sin dejar de llamarla llame al posadero, un enano rechoncho y con fuerte olor a sudor y unos modos un tanto rudos, en seguida calme mi sed, pero en esos instantes otra sed recorr?a mi cuerpo, una sed que te quita el aliento, te reseca la boca y acelera el coraz?n, la deseaba a ella, y la quer?a a mi lado, no parar?a hasta saciar esa sed.

Decidido, y algo bebido, me levante para ir a cortejarla, pero de pronto un estruendo se oy? en el exterior, sobresaltado me asome a la puerta  y vi. la gente correr gritando atemorizada, al parecer los orcos de Osten, un reino vecino, se hab?an decidido a atacar Kadran, esto era tan solo un aviso, en el que murieron unos pocos guardias y civiles bajo una breve pero mortal lluvia de flechas.
Tal como aparecieron los asaltantes desaparecieron, el aviso ya estaba dado, y el miedo de los ciudadanos hab?a sido despertado.
Pasada la agitaci?n del momento me volv? dispuesto a hablar con a muchacha, pero hab?a desaparecido, busque entre los clientes pero ni rastro, se hab?a esfumado.

Estando mis reservas de alimentos baja decid? buscar un trabajo con el cual poder ir tirando, fue duro pero al final fui acogido por el herrero, gracias a mis dotes como forjador. Al principio era un trabajo mon?tono, traer cubos de agua, limpiar la herrer?a y la chimenea que manten?a el fuego vivo,  recoger las herramientas del maestro llevar trastos de un lado  para otro, pero al menos la paga era buena, Iosef, el maestro herrero resulto ser un hombre agradable y con el tiempo llego a convertirse en mi confesor, con sus enormes manazas y sus largo bigote gris, escuchaba cada tarde mis devaneos e ilusiones. Un d?a despu?s de colocar unas herraduras a un caballo, la volv? a ver, era ella, estaba seguro, esos ojos, sus cabellos, me dispuse a salir corriendo tras ella pero una mano me detuvo y me dijo: ?No vayas por ella si no es con una bolsa de oro en cada mano? extra?ado y sin comprender  me gire, la esposa de Ioseph me desconcert?, porque habr?a dicho aquellas palabras?, Mas tarde supe la raz?n, su padre el posadero no aceptar?a a un cualquiera como esposo para su tesoro, Selene, as? se llamaba ella, un nombre digno de los dioses...

Me pasaba el d?a pensando en ella, y al atardecer la iba a ver por las ventanas de la posada, no podr?a aguantar m?s esta situaci?n.
Me acuerdo de aquel d?a como si fuera hoy, como siempre intentaba verla a trav?s de los sucios ventanales, cuando de repente una vocecilla dulce y melodiosa me susurro al o?do ??Acaso me buscas a mi??, casi me ca? del susto, ella me hab?a hablado!, me dijo que la siguiese y dando saltitos se dirigi? hacia la Puerta Sur, hacia el bosque de Llyer.

A pesar de que corr? como alma que lleva el diablo, no consegu? alcanzarla, era como una gacela ?gil y r?pida, y sus movimientos gr?ciles y hermosos, al llegar sin aliento al bosque me percate de que no la ve?a por ning?n lado, donde se hab?a metido?, un golpe me hizo caer de rodillas, ella ri?, y yo me levante y comenzamos a jugar  por todo el bosque hasta quedar rendidos, descansamos bajo un viejo roble el cual daba cobijo de los fuertes rayos del sol, ella se durmi? apoyada en mi hombro, yo le acariciaba el pelo mientras escuchaba su suave respiraci?n, y all?, en medio del bosque, la bese, no fue un beso de amor, mas bien de ternura, y en ese justo momento, supe que mi destino y el suyo estaban entrelazados como las ra?ces de los ?rboles lo est?n a la tierra.
As? transcurri? mi juventud, breves escapadas al bosque, juegos agotadores y besos bajo el viejo roble.
Varios cambios hab?an acontecido en mi vida y en la suya, nos am?bamos y eso bastaba, entonces llegaron tiempos dif?ciles, los ej?rcitos orcos y los de la ciudad estaban listos, ya que estos a?os se hab?an estado preparando a fondo y solo hab?an acontecido escaramuzas y peque?as batallas; pero eso ya se acabo, se avecinaba la Guerra Total.

Con gran pena en mi coraz?n me aliste al ejercito para defender la ciudad, Selene lloraba desconsolada, ella no entend?a porque lo hacia, lo hacia por ella, por nuestro futuro y.. por el futuro de nuestro hijo; si, finalmente Mirek, padre de Selene acepto mi amor por su hija y nos casamos.
Al cabo de 5 meses de duro entrenamiento con las armas que salvar?an la ciudad, llego el momento de la despedida, Selene, mas p?lida de lo normal lloraba amargamente mi partida, le promet?  que cuando acabase esta maldita guerra construir?a una casa bajo el viejo Roble donde vivir?amos los tres felices para siempre, pero al parecer esto no alivio su pena. Y partimos, unos 700 hombres
 a pie y 200 a caballo, la flor y nata de la ciudad dirig?a el ejercito a trav?s del paisaje mon?tono y aburrido de valles y campos sembrados.
Transcurri? mucho tiempo, muchas veces cre? que morir?a bajo la espada enemiga, pero siempre sal? victorioso de las terribles batallas que libramos.
Ascend? hasta llegar a ser considerado un h?roe por los soldados, provocando el celo de los dem?s nobles. D?a tras d?a, batalla tras batalla, fue transcurriendo el tiempo y yo solo echaba de menos mi hogar, mi esposa...mi hijo, ahora Selene estar?a encinta, solo faltaba un mes para que naciera, cuanta alegr?a nos traer?a nuestro hijo!.
Al fin llego la hora del regreso, de los 900 hombres que partimos aquella lejana ma?ana, solo regresamos 200, y algunos  no aguantar?an el viaje de regreso.

Al llegar a la colina, un escalofr?o recorri? mi espina dorsal, un grito salio de mi garganta, la ciudad estaba siendo atacada, una peque?a horda se hab?a dirigido por el lado sur y ahora estaban entrando en la ciudad, sin mas me dirig? a mis hombres, esta es la ultima batalla que vamos a librar, est?n en juego nuestras vidas, nuestros hogares, nuestras mujeres... nuestros hijos, as? que no vamos a tener piedad, no vamos a desfallecer, vamos a demoler sal enemigo, vamos a acabar con el de una vez por todas!!?.
Cientos de voces se oyeron gritar en la colina, mientras en la ciudad los crueles enemigos aterrados por lo que se les avecinaba, comenzaron a sembrar el caos por la ciudad llev?ndose por delante todo lo que pudiesen antes de perecer.
Dirigiendo la salvaje carga y al frente de los restos del ejercito, me encontraba repartiendo muerte a diestro y siniestro, me dirig? como pude a donde cre?a que se encontraba Selene.
Al fin la divise entre un grupo que hu?a de unos orcos.
La fr?a imagen que ahora veo acaba conmigo, ese fue el momento que mi alma abandono este maldito cuerpo, Selene, con la barriga propia de su estado, no pudo huir...un orco...de ojos fr?os y alma imp?a hacia un tajo en la barriga de Selene, el feto cayo, envuelto en sangre.  Selene tambi?n cayo, pero su mirada, su ultima mirada fue para mi, llena de anhelo y compasi?n, grite, grite tanto que la vista se me nublo, una neblina roja, sabor a sangre y a bilis en los labios, euforia, ira... mis movimientos  eran r?pidos como una danza macabra de muerte y destrucci?n , los enemigos, demasiado lentos parec?an torpes, somnolientos, supongo que a eso es lo que llaman frenes?, el estado puro del guerrero, del cual solo se sale por desfallecimiento, muchos enemigos ca?an, algunos ciudadanos tambi?n, no me importaba.
Solo divisaba grotescas sombras que me amenazaban, y al final casi, ca? en el estado que tu mente dormita y tu cuerpo desfallece, me desmaye sobre la monta?a de cad?veres que hab?a provocado mi ira.
Lo que sigue es un breve y borroso recuerdo carente de importancia, la aniquilaci?n del enemigo, la reconstrucci?n de la ciudad...
Al principio dije que era la ciudad donde nac?, mi alma naci? al conocer a Selene, creci? para adorarla, vivi? para servirla, y muri? con ella, ahora es el turno de que muera mi cuerpo para poder acudir a ti, m? amada.
No huir? mas de mi destino, por fin tengo el valor que tanto tiempo hab?a perdido...adi?s...Kadran.
Al amanecer, nadie pregunto su nombre, nadie dijo nada, solo enterraron al salvador de la ciudad junto a su esposa.
Muchas mentiras contadas unas pocas veces se convierte en conspiraci?n.? Una mentira contada muchas veces se convierte en realidad.