Autor Tema: De una ida y una vuelta, un cuervo y un faisán. Autor Javier. Minotauros  (Leído 2783 veces)

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Karnak

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De una ida y una vuelta, un cuervo y un faisán. Autor Javier. Minotauros
« en: 21 de Noviembre de 2005, 06:55:30 pm »
    Éomund tranquilizó a los voluntarios del norte mientras las tropas del Thane Osmund de Gavle se acercaban a la colina donde había formado a sus cien guerreros en un muro de escudos.
Tras su marcha hacia el sur éste era el cuarto combate que afrontaban, y pese a que los otros tres se habían saldado con victorias casi sin bajas nunca se habían visto frente a una oposición tan numerosa y decidida, ante ellos se aprestaban al combate casi quinientos guerreros del Fyrdd y Carls que habían salido a combatir abandonando la seguridad de los muros de su ciudad alentados por la llegada de un centenar de Carls del Jarl Erik.

Los miembros del Fyrdd del norte al mando de Éomund formaban el centro del despliegue norteño, flanqueados a la izquierda por los clientes y Carls del Thane Olaf y a su derecha por los Carls del Thane Aetheldric y sus clientes, guerreros más curtidos y experimentados que los componentes del Fyrdd de Éomund que aguardaban el ataque de los guerreros escogidos del enemigo, que según suponían los norteños tratarían de romper el centro del muro de escudos lanzando sus mejores guerreros en ese punto siguiendo las tácticas que se empleaban en las batallas en el sur por el trono de Minosia.
El Thane Olaf había exigido ocupar tal posición y había discutido agriamente con Ragnar cuando éste se la había negado, en algo que ya se había convertido en normal desde la partida de Ragnarsholm hacía ya dos meses. Olaf era un gran guerrero y un valiente líder, y su apoyo a Ragnar era fuerte tras sufrir el injusto dominio de Hans como el resto de norteños, mas su preocupación por destacar y mostrarse ante sus clientes como una alternativa al joven Jarl hacía que ambos discutieran constantemente aunque por fortuna tales discusiones se aparcaban en el momento de iniciarse la batalla y Olaf de momento se ceñía a los planes de batalla elaborados por Ragnar, siendo una pieza clave en las victorias que habían tenido hasta la fecha.

“Tranquilos, manteneos firmes....” comentaba Éomund con voz sosegada a los nerviosos milicianos mientras paseaba tras el muro de escudos “Afianzad los escudos, que no se separen de los del lado... Lanceros, asegurad las lanzas y preparaos... Arqueros, elegid bien el blanco, quiero que concentréis el fuego en los Carls de Erik”
Ante ellos a un centenar de metros de distancia los Carls de Erik formaron una cuña en el centro del despliegue del Thane Osmund mientras los Carls del Thane y el Fyrdd de la zona se apiñaban con escaso orden a sus flancos y retaguardia.
El estandarte de Erik ondeó amenazante entre las filas enemigas, y dio un par de giros indicando el inicio de la batalla. De las filas sureñas partió un rugido atronador mientras los guerreros cargaban al frente aullando y profiriendo insultos a los norteños, que impávidos y silenciosos aguardaron la llegada del enemigo.
Varios de los guerreros sureños cayeron víctimas de las saetas lanzadas por la treintena de arqueros norteños que formaban tras el muro de escudos, mas la carga siguió imparable y llegó a la ladera de la colina, donde los aguardaba el muro de escudos que recibió el impacto sin romperse.
Las hachas y espadas batían el muro de escudos, buscando una brecha por donde romperlo y abrir la formación, y el peso de la masa sureña hacía que los norteños retrocedieran lentamente, mas las lanzas y hachas blandidas por los guerreros de segunda fila causaban estragos en la masa enemiga y la concentración en el centro del despliegue facilitaba el combate de los extremos de la línea norteña, donde los guerreros de Olaf y Aetheldric hacían retroceder lentamente a sus rivales mientras cerraban hacia el centro, de tal forma que formaron una V que comprimía todavía más las fuerzas enemigas y las privaba de movilidad.
Perdida la inercia de la carga y con el muro de milicianos aún firme Ragnar decidió que era el momento de cerrar la trampa y ordenó a sus reservas de guerreros escogidos que partieran al combate desde la parte posterior de la colina. Una veintena de sus Carls escogidos partió desde la retaguardia a reforzar a las tropas de Éomund mientras él guiaba al resto de sus cien guerreros montados hacia la retaguardia enemiga.
Tras bordear la colina al galope los guerreros de Ragnar desmontaron a una cincuentena de metros de la retaguardia enemiga, cargando con fuerza contra ella y desbandando rápidamente a los miembros del Fyrdd que la formaban, que al verse atacados por un enemigo que parecía salido de la nada rompieron su formación y se dieron a la fuga sellando la suerte de sus camaradas, que se vieron totalmente rodeados por los norteños sedientos de sangre que se abrieron paso entre sus filas. Y tal era el empuje de los guerreros que formaban el Hirdh de Ragnar que éste se vio rápidamente sobrepasado por ellos y tuvo una escasa participación en el combate, algo destacable por lo poco habitual.

Apenas veinte minutos después de la carga de los Carls de Erik la batalla había terminado. El Thane Osmund y sus Carls se habían rendido en masa al verse rodeados, y los Carls de Erik habían sido exterminados sin piedad pese a sus intentos de rendición, sin que sobreviviera ni uno de ellos. Y es que los norteños aún tenían frescas las heridas y humillaciones sufridas a manos de los seguidores de Erik durante su breve dominio del norte.
Con apenas una decena de muertos y una treintena de heridos, en su mayor parte del Fyrdd al mando de Éomund que había soportado lo más duro del combate, Ragnar había logrado exterminar a los cien Carls de Erik y a otro centenar de guerreros de Osmund y del Fyrdd de la zona, asegurándose el control de la misma y manteniendo a su contingente de trescientos cincuenta guerreros prácticamente incólume.
Con éste ya eran cuatro los Thanes de Erik que eran derrotados en apenas mes y medio, y por lo que se comentaba del sur Gunther continuaba resistiendo el envite del Jarl una vez recuperado de sus heridas y el apoyo a Erik disminuía por todo el país, con lo que en breve debería volverse hacia el norte para defender sus dominios o perder sus aspiraciones al trono.

Osmund y sus Carls fueron llevados ante Ragnar, que se encontraba en la cima de la colina departiendo con los heridos e interesándose por su estado mientras a su alrededor sus guerreros procedían a recuperar las armas y armaduras de los caídos en la batalla, que una vez reparadas servirían para equipar mejor a los norteños.
El Thane de Erik y sus guerreros esperaron nerviosos a que Ragnar, aún protegido con su cota de mallas y cubierto con la sangre de los guerreros que habían osado enfrentarse a él, se girase hacia ellos y decidiese su destino. Un puñado de los Carls mostraban resolución y firmeza en sus rostros y porte, y sabiendo del talante de Ragnar Éomund supo que a ésos se les ofrecería la oportunidad de unirse a los Carls del Jarl del Norte, mientras el futuro del resto era incierto.
“No tengo demasiado tiempo libre para perderlo en tonterías” comentó Ragnar a los prisioneros “así que iremos al grano. Escoged a una decena de los vuestros para que convoquen el Atherling de la zona. Hablaré a los minotauros libres de la zona, expondré mis reclamaciones y condiciones y dejaré que decidan. Hasta que se celebre el Atherling el resto quedaréis bajo la custodia del Thane  Olaf, no le creéis problemas si no queréis arrepentiros. Éomund, encárgate tú de los detalles”
Con estas palabras Ragnar abandonó la colina, mientras los minotauros del sur esperaban las indicaciones de su perplejo Thane. Mas antes de que Osmund pudiera decidir qué Carls enviaba como heraldos Éomund se le adelantó y señaló a una decena de los Carls más resueltos de entre los prisioneros, a los que se les asignó un par de norteños armados como “escoltas”, partiendo los emisarios prestamente.

Tras dejar a los prisioneros al cargo de Olaf Éomund se dirigió hacia el pequeño grupo de árboles donde Ragnar había instalado a su Hirdh, y vio cómo los guerreros observaban preocupados la larga herida en el costado que limpiaba el diestro Arnulfo mientras Ragnar permanecía impasible pese al dolor que el contacto del paño sobre la herida debía producirle.
Tras limpiar la herida y colocar nuevos emplastos sobre ella Arnulf procedió a vendar con fuerza el pecho de Ragnar, que esta vez no pudo evitar emitir un gruñido de dolor al sentir cómo apretaban la herida. Gruñido que fue recibido con preocupación por Éomund y los miembros del Hirdh, al ser la primera muestra de dolor que Ragnar mostraba desde que diez días atrás en la toma de Vadersholm el Thane Morgen había logrado herirlo antes de perecer. Definitivamente la herida estaba empeorando y únicamente una temporada de reposo lograría que se cerrase definitivamente.
Mientras Aetheldric conversaba quedamente con Ragnar varios de los miembros del Hirdh se acercaron a Éomund, repitiendo lo que se había convertido en una letanía entre los guerreros escogidos de Ragnar en los últimos días: Ragnar estaba herido y se forzaba demasiado, era hora de volver al norte para que se recuperara, ya habían asestado un gran golpe a la reputación de Erik y continuar avanzando era arriesgarse a verse copados en territorio enemigo, .... Ausentemente Éomund aseguró a sus camaradas que intentaría convencer a Ragnar, a sabiendas en su fuero interno que tanto Ragnar como Aetheldric únicamente se detendrían cuando vieran la cabeza de Erik clavada en una lanza. Mas como realmente opinaba la mismo que los preocupados miembros del Hirdh se dirigió hacia su amigo y señor dispuesto a librar otra vez un combate perdido de antemano.

Godfried y sus hermanos acompañaban a su padre Rutgar a la reunión en el pueblo tras la visita de los norteños y el Carl de Osmund, y observaron con curiosidad cómo los norteños habían montado un campamento en las afueras del pueblo en vez de instalarse en las mejores casas del mismo como era la norma entre los Carls de Erik. Bien es cierto que el campamento no mostraba un excesivo orden y las tiendas no estaban demasiado alineadas, mas se encontraba en la cima del único altozano de las cercanías y se podía ver sin demasiado esfuerzo como una veintena de guerreros mantenían guardia constantemente, pese a encontrarse en territorio que podía considerarse seguro tras su reciente victoria sobre las tropas de Osmund y Erik.
Evidentemente Rutgar y sus hermanos no prestaron atención a tal detalle, y Godfried sonrió divertido al escuchar por centésima vez a su padre farfullar enfadado algo referente a la pérdida de un día de trabajo y que los campos los necesitaban. A Godfried le había costado mucho trabajo convencer a su padre de que debían asistir a la reunión, y pese a que Rutgar no veía la importancia de su asistencia al final consintió en acompañar a su hijo al Atherling, donde Godfried esperaba poder hacer servir la reputación de su clan, el único clan poderoso del valle que no estaba al servicio de ningún señor, para influir en el futuro de la zona y a poder ser dejarla en manos de alguien menos inepto que Osmund.
Los numerosos vecinos de Gavle se apartaron para dejar pasar a los recién llegados mientras saludaban con alegría a los Rutgarsson, a los que nadie esperaba, y en pocos minutos los recién llegados pudieron presenciar desde las últimas filas de los curiosos reunidos como en la pequeña plaza ante la casa larga de Osmund un guerrero norteño manco discutía con varios de los jefes de clan alineados con Osmund, para finalmente girarse y dar instrucciones a un grupito de norteños equipados con viejas y remendadas cotas de malla que se dirigieron a la salida del pueblo mientras los lugareños se apartaban para dejarles pasar.
Godfried indicó a su hermano Sven que quería acercarse más a la primera fila de curiosos, y en pocos momentos y gracias a la gran corpulencia de sus hermanos, que sacaban casi dos manos a los minotauros más altos de la zona, pudo observar desde la primera fila a los norteños y a Osmund y sus cliente.
“Osmund tiene una cara como si le molestase un flemón” comentó riendo Sven al ver la cara de disgusto del Thane mientras conversaba con el alto guerrero manco que parecía llevar la voz cantante entre los norteños “ese tal Ragnar debe estar apretándole las clavijas a base de bien.... Ya era hora que alguien lo hiciera, por cierto....”
“Ése no es Ragnar” comentó distraído Godfried mientras observaba a los norteños para acabar fijando su atención en un joven y enorme guerrero que se tocaba con disimulo el costado cada varios minutos mientras asentía a los comentarios de varios de los norteños que se movían a su alrededor “debe ser su heraldo o uno de sus clientes de confianza. Yo diría que Ragnar es ése de ahí...” indicó Godfried mientras con la cabeza le indicaba a Sven el joven guerrero.
“¿Estás de broma? Fíjate en él, no es más que un mocoso... Si hasta tú has visto más veranos que él...” comentó Sven frunciendo el ceño tras observar al norteño.
“Ya me he fijado” respondió sonriendo Godfried “y de hecho, si quieres, me apuesto mi arco contra tu daga a que no me equivoco. Ya es hora de que cambie el cuchillo que tengo por algo como esto...” dijo mientras acariciaba la empuñadura de la daga de su hermano, que súbitamente inquieto musitó un insulto a Godfried y aceptó su opinión mientras Godfried reía con indisimulada alegría ante el súbito cambio de opinión de su hermano mayor. Hacía mucho que sus hermanos habían aprendido a no apostar contra él y a seguir sus consejos, y de hecho la decisión que tomasen los Rutgarsson hoy dependería más de la opinión de Godfried que de la de su padre o sus hermanos mayores. Algo que no dejaba de extrañar a los que no los conocían en demasía, ya que Godfried era con mucho el menos corpulento y alto de sus hermanos y primos, y excepto en el tiro con arco no destacaba en ninguna habilidad marcial a diferencia de sus parientes, considerados los mejores guerreros de la zona en el uso de las largas espadas que eran el arma favorita de los Rutgarsson.

                                                                                                                                                                                    (...Continúa....)
« Última modificación: 21 de Noviembre de 2005, 07:04:15 pm por Karnak »
Muchas mentiras contadas unas pocas veces se convierte en conspiraci?n.? Una mentira contada muchas veces se convierte en realidad.