Autor Tema: Relaton Nómada. Autor Martin.  (Leído 2497 veces)

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Karnak

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Relaton Nómada. Autor Martin.
« en: 21 de Noviembre de 2005, 07:11:25 pm »
 
    A pesar de estar rodeado por centenares de hombres, Marthin Khan no escuchaba nada, después de varias victorias fáciles ante los engendros el ejercito estaba contento y con la moral alta, pero los hombres también estaban nerviosos con lo que se avecinaba, varios exploradores habían informado de que nuestro ejercito estaba cercado por los engendros, por un lado estaba la ciudad enemiga sobre la que, en un principio, pensábamos atacar y por el otro el grueso del ejercito engendro que tenia la intención de acabar con nosotros por la retaguardia, la decisión era muy complicada pero Marthin la había anunciado con seguridad: “Nuestro pueblo es prioritario a una ciudad, romperemos ese maldito cerco”. Una vez tomada la decisión nuestro ejercito se había desplegado con la intención de aguantar los ataques por ambos lados, los exploradores preveían que en unas dos horas la guarnición de la ciudad llegaría hasta el campo de batalla por lo que Marthin había dispuesto el ejercito con el fin de aguantar el envite desde el Sur para luego afrontar el del norte. Era una apuesta arriesgada porque si la guarnición que venia del norte se adelantaba seriamos destrozados.
Al mediodía  la tensión se palpaba en el ambiente, los soldados limpiaban sus armas y los caballeros ensillaban sus caballos, Marthin Khan convocó a los capitanes de tropa, lo que me sorprendió era que un soldado me dijo que yo también estaba convocado. Mi historia con lo nómadas se remontaba al día que Marthin Khan conquistó Engendrion (traducción hecha del idioma engendro), yo había sido capturado meses antes por los engendros cuando en una expansión de estos mi pueblo fue atacado por su ejercito, los grandes hombres del pueblo fueron asesinados, entre ellos mi hijo mayor,  con el fin de demostrar su superioridad, al menos eso creo yo; el resto de los habitantes del pueblo fueron capturados como esclavos, incluso yo que con mis sesenta y pico años no era capaz de aguantar una pala y mucho menos hacer trabajos duros. Una vez visto mi “potencial” fui arrastrado a los calabozos de la ciudad junto con los demás ancianos del poblado, allí ya estaban muchos prisioneros anteriores a nosotros que después me contaron las raras costumbres de este pueblo que nos capturo. En mi celda me dedique a aprendí el idioma engendro a base de llamar la atención de los guardas y de escuchar a los demás engendros en los paseos por el patio del castillo. Un día escuché a los guardas hablar sobre “unos habitantes del prado”, al menos eso traduje yo, que se habían adentrado en los territorios engendros y que varios de estos habitantes habían llegado hasta la ciudad, en un principio creí que se trataban de alguna criatura de las que este pueblo se dedicaba a cazar, pero cuando oí el tambor de llamada supe que se trataba de algo más serio, los guardas se fueron y yo estuve varias horas en mi celda sin saber lo que ocurría, solo oía gritos de engendros y sonidos sordos que correspondían a rocas cayendo. Después de una espera que se hizo eterna alguien entró en los calabozos, lo que más me sorprendió es que fuera un humano ataviado con una gran armadura. Después de que nos liberasen y nos informasen de lo que había ocurrido, mi capacidad de entender a los engendros hizo que el héroe humano, llamado Marthin Khan, se fijase en mi y me cogiese aprecio.
Cuando corrí la cortina de la tienda de Marthin, entré con cautela pensando que igual había sido un error pero Gotrex, el hermano de Marthin me hizo pasar. Una vez dentro y después de haber dado explicaciones a todos los capitanes, Marthin se dirigió a mi: “Rejman, necesito que te ocupes de nuestra familias, eres el único hombre de confianza no guerrero de la horda, además eres inteligente, por lo que llevarás a las mujeres y los niños a Engendrion y los pondrás a salvo, en caso de perder esta batalla te pido que sigas mi legado y lleves a este pueblo a su anterior esplendor”, Marthin Khan terminaba de hablar la reunión se daba por terminada y no se admitían protestas u opiniones a no ser que fueran de Gotrex.
Después de preparar todos los víveres y los carromatos, todas las mujeres, los ancianos y los niños partimos, conmigo a la cabeza, hacia Engendrion. A las dos horas de viaje varios adolescentes de unos 16 años se me acercaron y comunicaron el malestar de la horda por abandonar a los guerreros en la batalla, yo no les entendía, si que era verdad que mi hijo menor y mi mujer estaban entre los la población que se iba y que yo deseaba abandonar aquel lugar cuanto antes, pero aun así el ansia de la guerra de los B´Wa Kell (así se hacen llamar ellos) era inusual. Después de una larga discusión decidimos acampar en la linde de un bosque y enviar a algunos chicos de exploradores para informar de la batalla.
Los chicos volvieron al cabo de una hora diciendo que no habían logrado llegar por culpa de una manada de  lanosaurios, una especie de elefante muy violento, que se habían establecido en la orilla del río. Varios intentos más tarde dieron el mismo resultado por lo que estuvimos hasta el anochecer sin noticias de nuestros compañeros.
Cuando el ya la mayoría del campamento estaba durmiendo uno de los vigilantes informo de que varias unidades de soldados se dirigían hacia nosotros, debido a la oscuridad y al parecido fisiológico entre los engendros y los humanos, bípedos con armas y escudos, no supimos hasta el ultimo momento, cuando los rodeamos, con las pocas armas que teníamos, de quien se trataba.
Marthin Khan venia al frente, estaba magullado pero solo se fijaba en Gotrex, quien tenia una herida en el pecho. De los soldados supervivientes, no había uno que no tuviese alguna herida más o menos grave.
Después de las atenciones sanitarias pertinentes los soldados comenzaron a relatar la batalla, después de un buen rato logramos esclarecer de que disponían de unos seis héroes (unos decían 5 otros 7 u 8, incluso se dijo que tenían hasta 10 héroes) de los cuales uno fue degollado por Marthin Khan y que el resto junto con algunos engendros huyeron a la ciudad. Sobre asaltar la ciudad no se hizo debido al mal estado físico y mental de los hombres después de la batalla. A la mañana siguiente se hicieron tumbas y un funeral para honrar la valentía de los caídos en combate que no eran pocos, la única familia en la horda que no había perdido a ningún ser querido en la batalla era la mía, y aun así yo estaba muy triste debido a que muchos amigos del pueblo a los que yo les había dado clase, hacia muchos años en nuestro poblado cuando yo aun ejercía como profesor, habían fallecido en el combate.
Los cadáveres de los engendros se apilaron en un montón y se quemaron para dejar rastro de sus malolientes cuerpos, incluso el humo que desprendía la hoguera tenia un color extraño.
Ese mismo Marthin anuncio lo que todo el mundo había esperado desde hacia mucho tiempo: “Estoy cansado de recorrer este mundo y de perder a grandes hombres y mujeres en el viaje por lo que he decidido asentarme, para esto utilizaremos la ciudad que conquistamos y fundaremos otra.”. El discurso duró más tiempo, lo que me sorprendió era la capacidad de Marthin para hablar y para convencer a la gente, cuando yo siempre le había oído ordenes directas y sin rodeos.
Al mediodía ya estábamos de camino a nuestro nuevo hogar, yo iba a ser alcalde de aquel sitio donde durante mucho tiempo permanecí prisionero, ironías de la vida.
Muchas mentiras contadas unas pocas veces se convierte en conspiraci?n.? Una mentira contada muchas veces se convierte en realidad.