Detras de un arbol escondia sus cabellos
mientras mis ojos la acariciaban
como si de las manos del viento se tratara.
Aquel bosque te acobijaba
bella dama, que con tus ropas blancas
y descalza deambulabas.
Supe por fin, cuando me acerque,
que de una princesa se trataba
pues en aquel manantial con agua turquesa
tu rostro iluminado se prendia.
Aethon rebuznaba quieto
y yo hijo del incorporeo
preocupabame por los sonidos,
-Que nada desvele aquel dulce sueño-
el primogeneo de las profundidades pensaba
mientras callaba a su compañero.
-Princesa de los bosques,
que relajada descanzas entre las raices
que atrae mi duda al mirarte
y los fuegos eternos de Sargonnas
al querer poseerte,
dime como te llamas-
-Brillo de Nube, me dicen
quienes me conocen.
Recuerdos de Seth
Ciudad Muerta