A bocados rompí la luna para que dejara de alumbrar y la oscuridad se alió conmigo. Como un fugitivo recorrí las calles escondiéndome de las miradas inquisidoras. Sin saber a donde ir anduve por la ciudad. Los adoquines retumbaban a mi paso y aullaban historias lejanas a cada pisada. Nunca había oído la conversación de las pisadas, ¿tu?.
Ese día me hablaron de tiempos lejanos, de sueños, de misterios. Parece mentira que esas voces se puedan acallar, que tantas cosas puedan quedar silenciadas por el bullicio. Parece mentira que no sean capaces de comprenderlas…
Aunque, estoy pensando, esas voces… No estaré loco, ¿verdad? ¿No seré uno de esos que se entretiene en ver lo bello de las flores del cementerio? ¿De esos que tiene conversaciones consigo mismo? ¡¡No, yo no soy de esos!!
Pues entonces, ¿qué haces, gilipollas!!!??