LA GUERRA ORIENTAL
Nota: Lleva a la confusión las referencias al reino de Liao, y al Khanato de Liao. Cabe decir que el Khanato de Liao es uno de los khanatos que se encuentran bajo el mando del Khan de Liao, mientras que el reino de Liao ahora civilizado, tiene su origen y su nombre en la región de Liao, de donde proviene el Khan de Liao Issik Kul. Las referencias al Gran Khan por tanto no deben entenderse como referencias a Issik Kul, sino a su señor, el Gran Khan de Kerait.
En el invierno de 1084, Qassar supo que el junto con los casi 15.000 guerreros de las numerosas tribus unidas a Liao, acudirían junto a su señor Issik Kul a la lejana región de Yun.
Como la mayoría de los guerreros, dedico el resto del invierno a prepararse para los años que vendrían, es decir, a injerir grandes cantidades de alcohol y asegurar su descendencia con un buen numero de mujeres que le proporcionasen hijos sanos y fuertes.
Cuando los meses mas duros del invierno pasaron, y las tropas estuvieran listas, Qassar partió junto al resto de guerreros y habitantes de la estepa hacia el sureste. La marcha comenzó en Marzo de 1085, y aunque sabían que habrían de caminar una distancia enorme, y que no llegarían a su destino hasta bien entrado el verano, tanto Qassar como sus compañeros se sentían animados por las promesas de botines y riquezas que había hecho Issik Kul cuando les informara de sus intenciones.
Qassar era un hombre alto y regio, de oscuros cabellos que caían rebeldes enmarcando su joven rostro, y aunque apenas contaba 15 inviernos, era hábil y diestro con la espada, lo que le había ganado el respeto entre muchos de los guerreros de su clan. Y pese a que Qassar nunca había visto a Kul de cerca, sentía un gran respeto por el, pues se decía que no había nadie capaz de hacerle frente en el combate, con o sin armas, aunque nadie lo diría por su aspecto. Issik Kul era mucho mas bajo de la media, y no tan corpulento como la mayoría de los compañeros de Qassar, pero había algo en su mirada que helaba la sangre de quienes se atrevían a plantarle cara.
Durante cuatro largos meses el gigantesco contingente avanzo y avanzo, hasta llegar a Yun en los últimos días del mes de Julio. Qassar había esperado encontrarse con los guerreros de Garrochan, pues ansiaba entrar en combate, pero esto no sucedió, y llegaron hasta la frontera de Yun sin conflictos ni retrasos. Fue en esos días cuando Qassar vio por primera vez a los guerreros del reino de Liao. Sabia que en su origen aquellos hombres habían nacido en el mismo lugar que el, y que tiempo atrás habían tomado las tierras que ahora ocupaban, pero también sabia como todos sus compañeros que los guerreros del rey Yelu habían perdido hacia mucho tiempo su bravura y coraje, y que ahora se parecían tanto a los débiles chinos del sur, que era difícil diferenciarlos.
Pese a esta opinión, Qassar se vio impresionado por los pocos guerreros con los que se encontraron. Aquellos hombres llevaban ropas similares, y todos llevaban unos mismos símbolos gravados en sus escudos. Aquellos detalles llamaban mucho la atención del joven, pues el como todos sus compañeros, se bestia con las pieles de los animales que el mismo cazaba, y llevaba consigo las armas que había heredado de su padre, y que eran distintas a las de cualquier otro.
El grupo se detuvo a una orden de su líder, como si este les controlase, y permanecieron firmes detrás de el. El hombre que les lideraba, cuyo nombre supo mas tarde Qassar que era de Zhu Wen, saludo amablemente a Issik Kul, y aunque los pormenores no llegaron al joven, supo que aquellos guerreros acababan de tomar Yun, para ofrecérsela a Issik Kul, pues se rumoreaba que el Gran Khan de Kerait había ofrecido al rey de Liao que se fuesen de aquellas tierras, y así evitasen la muerte.
Evidentemente el rey Yelu había aceptado aquella oferta, y ahora sus soldados besaban las sandalias de Issik Kul con aquel gesto. Los bárbaros siguieron su camino, y Qassar vio alejarse a los guerreros uniformados.
En los primeros días de Agosto de 1085, comenzó la buena vida para Qassar y sus compañeros, encargados de proteger a las mujeres y niños, mientras hacían de aquellas tierras su nuevo hogar. El joven guerrero pudo saquear a su antojo, con la excusa de que tomaba lo que era suyo, y pocos de los nativos de Yun se resistieron, pues bien sabían que la muerte les aguardaría de hacerlo.
Durante los siguientes meses, la vida fue una fiesta para Qassar, comer y beber hasta hartarse, e ir de aldea en aldea, cogiendo lo que quería, y matando a los pocos que osaban oponerse. Pero en la mayoría de los casos no tuvo ni que sacar la espada, aquellos hombres, eran tan cobardes, que ni tan solo se enfrentaban a el mientras se llevaba a sus esposas o hijas para desahogar sus instintos.
La buena vida se prorrogo hasta Julio de 1086, y por las noticias que llegaban, lo mismo ocurría al norte, en Hsuing’un, donde los guerreros de Chitin habían colonizado la región del mismo modo que habían hecho los guerreros de Issik Kul en Yun.
Con la moral muy alta por tantos meses de libertinaje, Qassar emprendió gustoso el camino hacia Bao Ding, cuando Issik Kul lo ordeno, y en Octubre llegaron a la región, donde los habitantes decían pertenecer al gran Imperio Song. Qassar había oído numerosas historias sobre el imperio Song, y ninguna le hacia merecedor del apelativo “Gran”.
Si el joven bárbaro se había sentido impresionado por la actitud de los guerreros de Liao, no paso lo mismo en este lugar. Los soldados del imperio iban todos uniformados, portaban estandartes y lanzas, pero un sencillo vistazo dejo claro que aquellos hombres no constituían ninguna amenaza para los bravos guerreros de las estepas. Su aspecto famélico, y desaliñado contrastaba con los uniformes, dándoles un aspecto mas patético que solemne.
Pese a que muchos de los hombres de Issik deseaban actuar en Bao Ding como habían hecho en Yun, Issik Kul lo prohibió, y el mismo mato con su diestra espada a los dos primeros guerreros que trataron de violar a una provinciana.
Qassar sabia que aquellas gentes les dejaban pasar por aquel territorio porque sus dirigentes habían pactado con el Gran Khan, y por ello Issik Kul respetaba sus vidas y sus casas. Los guerreros y los refugiados que les acompañaban pasaron el crudo invierno a la intemperie, pues Issik Kul los reunió en un valle alejado de las aldeas de la región para evitar contratiempos.
Pero ni el miedo ni el respeto pudieron evitar que como muchos otros Qassar se ausentase del campamento con algunos amigos, para acudir a las granjas que encontraban mas alejadas de cualquier poblado, y disfrutasen de lo que allí encontrasen. Pese a las violaciones y robos, se puede considerar que la estancia de los guerreros en territorio chino fue apacible.
En Marzo de 1087 Qassar y sus compañeros volvieron a ponerse en movimiento. Saber que se dirigían a la provincia de Lu’an donde volverían a disfrutar como habían hecho en Yun, animo el paso de los guerreros nómadas, que deseaban abandonar Bao Ding para volver a disfrutar del libertinaje.
En Abril de 1087 Qassar junto con algunos guerreros fue enviado a la vanguardia. Las tropas de Issik Kul se encontraban en la frontera de Lu’an, y el Khan de Liao, excesivamente cauto en opinión de sus hombres, deseaba que los exploradores asegurasen que todo seguía bien.
El grupo de Qassar cruzo la frontera el 5 de Abril, y durante 2 días y 2 noches exploraron la zona. Regresaron sin señales de ningún enemigo, y con muestras de lo que les aguardaba a los demás, pues el segundo día habían llegado a una aldea donde abandonándose a sus instintos, habían tomado un adelanto de lo que les esperaba en los próximos días.
Qassar supo mas tarde que de los muchos grupos enviados, algunos no habían vuelto, pero sin duda se estaban aplicando a la tarea de saquear alguna aldea alejada, y habían olvidado regresar. Los ánimos del ejército seguían altos, y cada vez más deseosos de llegar a la primera aldea, y abandonarse al pillaje como hacían los malditos bastardos que habían aprovechado sus labores de exploración para ser los primeros.
Sin embargo pronto descubriría Qassar, como los demás, que la suerte de los desaparecidos no había sido la que todos creían.
No bien llevaban los hombres de Issik Kul dos días en Lu’an, cuando el grupo de Qassar encontró el primer poblado. Con la avidez que solo muestran los bárbaros de las estepas, los guerreros se lanzaron hacia la aldea para comenzar la rapiña. Las puertas y ventanas estaban cerradas, y las calles vacías. Sin duda los habitantes de la zona habían recibido el aviso, y se escondían ahora intentando salvarse de su destino. Bueno pensaba el joven, al menos seria mas divertido tener que buscar, que ver y coger.
El guerrero avanzo confiado junto a sus compañeros, y cuando llegaron a las primeras casas, las encontraron vacías. Los aldeanos debían haberse ido con sus pertenencias, pero no podían haberse llevado todo, así que Qassar se dirigió al centro de la aldea junto con otros guerreros, pues en el centro seguramente se encontrarían las casas más ricas.
Cuando Qassar oyó los primeros gritos, pensó que alguno de los guerreros había encontrado ha algún rezagado y daba buena cuenta de él, pero pronto descubrió su error. Qassar se encontraba junto con dos hombres tirando abajo la puerta de la que parecía la casa de un tendero, cuando vio al primer soldado enemigo. El hombre había salido de su escondite en una casa vecina, y cargaba hacia el con su lanza en ristre. Qassar centro su mirada en su objetivo, y como un tigre salto hacia un lado mientras con la espada golpeaba la lanza del guerrero chino, que se partió con un crujido. Desarmado, el soldado vestido de verde trato de alejarse de Qassar, pero este lo alcanzo en un par de zancadas, y lo degolló de un certero golpe. En los segundos que habían transcurrido Qassar a penas si se había percatado de lo que ocurría a su alrededor, pero ahora, libre de su rival, pudo darse cuenta de que se encontraba rodeado de guerreros con el emblema del imperio. Todo el pueblo era un hervidero de soldados vestidos de verde, que superaban al menos en 5 veces a los guerreros bárbaros.
Haciendo girar su espada sobre su cabeza, Qassar se abrió paso hacia el lugar donde cuatro de sus compañeros combatían contra más de una docena de soldados.
En su camino desparramo el estomago de un soldado y corto el brazo de otro, pero pronto nuevos soldados aparecían para ocupar el lugar de los caídos.
Uno a uno los guerreros nómadas junto a él fueron muertos o heridos de gravedad, y Qassar se vio de nuevo solo. Las lanzas enemigas cortaban el aire a escasa distancia de su cuerpo, y algunas llegaron a causarle heridas superficiales, pero en el fragor de la batalla el joven de diecisiete años ni se di cuenta. Los guerreros enemigos trataban de cerrarle el paso, y le empujaban hacia una de las cabañas. Qassar sabia que era una ratonera, pero no podía escapar en ninguna dirección, en un intento desesperado, se lanzo contra dos de los soldados enemigos, matando a uno con su arma, peor no pudo evitar la lanza del segundo que se le clavo en el costado, y Qassar cayó a tierra sangrando profusamente.
Sobre como Qassar escapo a aquella masacre, ni el mismo llego a saberlo. Sin duda sus enemigos debieron creerle muerto, y al abandonarle junto a sus compañeros, permitieron que el joven escapase al recuperar la consciencia.
De cualquier manera, Qassar escapo de la aldea, y regreso tan rápido como pudo en busca de Issik Kul. Al encontrarle, le informo de la trampa, pero el Khan de Liao no se sorprendió, pues noticias similares habían llegado de los escasos supervivientes de muchos de los grupos que habían asaltado la región.
El imperio les había engañado, y ahora junto con Liao, presentaban frente común a sus tropas. Gran parte de los guerreros de Issik Kul habían perecido en emboscadas similares por toda la región, pero el Khan de Liao no se iba a dejar vencer con tanta facilidad. Durante tres días y tres noches reagrupo a sus hombres, y trato de salvar a cuantos pudo. Qassar participo en una batalla en una de las numerosas aldeas de la región, en la que la súbita aparición de los guerreros de Issik Kul frustro la trampa tendida a otra de las partidas de guerra del Khan. Al terminar el día, la ciudad quedo adornada con las cabezas de mas de 300 soldados imperiales clavadas en sus propias lanzas alrededor del poblado.
Qassar ahora luchaba a caballo. Las numerosas bajas sufridas habían diezmado la caballería nómada, y ahora muchos de los guerreros que habían llegado a pie, luchaban sobre los lomos de los jamelgos de sus compañeros caídos.
Tras reagrupar a todos los hombres de que pudo, Issik Kul supo que las perdidas eran de mas de 5.000 guerreros hasta el momento, aunque muchos se fueran heridos o hombres obligados a huir. Sin embargo no contaba con tiempo para buscarlos a todos, debía asestar un golpe al enemigo cuanto antes.
El joven Qassar sabía como el propio Khan y todos sus guerreros, que sin el factor sorpresa la situación no hubiese sido la actual, pues nadie podia parar a los numerosos y brutales guerreros de Liao. Así que nadie se inmuto cuando recibieron la orden de buscar y aniquilar a todos los enemigos que había en Lu’an, pese a desconocer su numero.
Qassar fue enviado al frente de un destacamento de jinetes en busca de los puestos enemigos, y durante la siguiente semana una tras otra fueron destruidas todas las fortificaciones que se encontraron en la región. Los nómadas fueron especialmente brutales, no solo matando a todos los que se encontraban, sino cometiendo actos de una barbarie tal, que las palabras eran insuficientes para describir el horror causado.
Poco a poco los guerreros del Khan avanzaron, arrasando todo a su paso, hasta la mañana se acercaba el final del mes de Mayo de 1087, cuando una noche, los grupos de guardias que vigilaban en torno al campamento nómada, comenzaron a dar voces de alarma. Faltaban aun varias horas para el amanecer, pero incluso con la poca luz de las estrellas, Qassar pudo ver que la llanura en la que se encontraban estaba completamente rodeada por miles de guerreros de Song y el reino de Liao. Jamás en su vida Qassar había visto a tantos guerreros juntos, había decenas de miles, por lo menos 6 u 7 enemigos por cada uno de los guerreros de Issik Kul.
Con una calma sobrenatural, los guerreros del imperio y del rey Yelu aguardaron el amanecer, y con los primeros rayos de luz pudo el joven observar los numerosos estandartes que portaban. Uno de los guerreros que se encontraba junto a el, mucho mas mayor que Qassar, que había participado en numerosas batalla antes de esta, llamo la atención de todos sobre uno de los estandartes que portaba el enemigo. “Ese es el estandarte del mismísimo emperador”
Cuando en los años venideros Qassar contó a sus hijos lo que sucedió aquel día, jamás fue capaz de hacerles ver la grandeza de aquella batalla. No importaba como se explicase, pues difícilmente podían nadie que no hubiese estado allí, imaginar tal numero de guerreros y la gran matanza que aquel día vieron las tierras de Lu’an.
Los guerreros de Issik Kul, totalmente rodeados y ampliamente superados en número, no pudieron aprovecharse de ninguna de las numerosas ventajas que ofrecia su amplia caballería. Los nómadas cargaron contra el enemigo con valor, y sin demasiados esfuerzos lograron una y otra vez romper la moral de los regimientos chinos, que sin apenas combatir se retiraban a las primeras bajas, pero cada vez que uno de los regimientos se retiraba, dos mas lo sustituian.
Qassar, que estuvo entre los que lucharon con la poderosa caballería de Liao, jamas volvio a pensar en aquellos guerreros como afeminados o cobardes. Los hombres del rey Yelu lucharon con tal habilidad, que no solo derrotaron una y otra vez a las tropas del Khan, sino que inflingieron diez veces las bajas que sufrieron.
La batalla se prolongo durante varias horas, hasta que hacia el medio día, cansados y desalentados, Issik Kul no logro mantener a sus hombres mas tiempo bajo su mando, y los barbaros que aun podian correr, comenzaron una desesperada carrera hacia Bao Ding. La carga desesperada de los guerreros nómadas permitio que muchos escapasen al batirse en retirada varios miles de guerreros chinos, pero muchos mas fueron los que cayeron perseguidos por las fuerzas del rey de Liao.
Qassar logro escapar en el reducido grupo que huyo en último lugar, junto a Issik Kul, y a principios de Junio llegaron a la frontera de Bao Ding, tras tres días de incansable persecución por parte del enemigo.
En Bao Ding, tratando de mantenerse alejado de las fuerzas imperiales que vigilaban la región, Issik Kul trato de reagrupar a sus guerreros, pero fueron encontrados por Zhu Wen y sus guerreros. Qassar se arrepintió de no haberles dado muerte cuando dos años atrás los encontrasen en Yun, pues Zhu Wen y sus hombres aniquilaron a los escasos supervivientes, e hirieron de gravedad al Khan de Liao.
Solo Qassar, que en un acto heroico logro rescatar al Khan de los enemigos que trataban de rematarlo, y una docena de guerreros mas, lograron salir de Bao Ding con vida. Todos los hombres que habían huido de Lu’an fueron cazados como bestias por Zhu Wen y sus guerreros, y Issik Kul junto a los supervivientes, se vieron obligados a seguir corriendo hasta que se sintieron a salvo de nuevo en Kerait.