TURNO 1. No-Muertos.
El general no-muerto no había dudado ni un instante, tras las primeras noticias de un asentamiento desconocido al sur había ordenado a su silencioso ejército reagruparse y disponerlo para la marcha. Pero antes dos de los Héroes más poderosos se unieron en un ritual blasfemo, amontonaron huesos de varios túmulos saqueados y entonaron un poderoso hechizo de invocación. Cuando los últimos versos fueron recitados se desprendió un humo rojo que se elevó por los aires dejando vapores tóxicos en el ambiente. Fue todo lo que consiguieron, los huesos siguieron como estaban: roídos y desperdigados.
Tras este comienzo poco esperanzador las legiones de no-muertos avanzaron implacables hasta los muros de Katamarl un asentamiento ocupado por enanos y humanos en perfecta armonía. Las puertas de la ciudad ya se encontraban cerradas, los informes de los exploradores los habían puesto sobre aviso y ahora sobre las murallas se alienaban 4 catapultas, varias unidades de infantería y arqueros y la milicia urbana reclutada y equipada a toda prisa reforzaba puertas y murallas, cargaba con haces de flechas y disponía de piedras para lanzar bajo las almenas.
Lo que más preocupaba al general no-muerto eran las cuatro catapultas que podrian reducir a astillas a sus unidades de esqueletos, así que ordenó avanzar a los espectros a quienes ni flechas ni piedras parecían afectarles. Los Héroes no-muertos protegidos por hechizos también avanzaron hasta las murallas.
En las almenas pronto descubrieron que ni los arqueros ni las catapultas harían inclinar la balanza a su favor y el terror se apoderó de parte de la milicia que sin volver la vista atrás huyó en desbandada. El resto aguantó dispuesto a pagar cara su vida.
Los espectros llegaron por fin a las almenas y mientras un grupo se encargaba de abrir las puertas y destrozar las catapultas el resto se encaró a los defensores y comenzaron a intercambiar mandobles. Los defensores aguantaron el embate, pero la superioridad numérica de los espectros comenzó a pasarles factura.
Mientras tanto con las puertas abiertas los Héroes no-muertos entraron en la ciudad y atacaron a los defensores sobre las murallas, el resto del ejército se lanzó hacia el pueblo con frenesí asesino.
En las murallas las bajas de los defensores se iban acumulando y el desánimo ya hacía mella en la moral, justo cuando los esqueletos se disponían a traspasar las murallas y todo parecía perdido para los defensores el mago Enano tocó el amuleto que le colgaba al cuello y entonó unos versos. Un enorme crujido procedente de las murallas retumbó por todo el poblado. Los esqueletos pararon su acometida pues parte de la muralla pareció derrumbarse, pero lo que sucedió fue bien distinto, una enorme criatura de piedra maciza se abatió sobre ellos: se trataba de un Golem de Piedra que hasta ese momento había permanecido oculto en la propia muralla.
Los defensores vieron en la poderosa criatura la última esperanza de victoria y redoblaron sus ataques. Pero el general no-muerto viendo que se estaba jugando la victoria entonó uno de sus poderosos hechizos. El Golem tembló mientras parte de su energía era drenada, pero no por eso dejó de atacar a los esqueletos.
Sin embargo lo que cambiaría el curso de la batalla sería la captura de los Héroes defensores, uno de ellos fue arrinconado por varios espectros y golpeado por varios lados fue finalmente desarmado y capturado. Mientras el mago enano tropezó con el cadáver de un miliciano y dió con sus rodillas en el suelo, lo suficiente para que varios espectros cayeran sobre él y lo consiguieran inmovilizar. La caída de los Héroes provocó el pánico entre las tropas defensoras que quedaban y huyeron. Siendo algunas capturadas y otras muertas en la persecusión.
El combate ahora se desarrollaba en la puerta donde el Golem mantenía a raya a los esqueletos, los Héroes no-muertos bajaron hasta la puerta y atacaron al monstruo aprovechando que no disponía de toda su energía drenada temporalmente por el hechizo de su general.
El Golem se debatió durante bastante tiempo, pero el resultado ya no variaría. A pesar de todo antes de ser destruído consiguió eliminar un par de unidades de esqueletos y herir gravemente al general no-muerto.
Al caer la tarde el pueblo de lo que antaño fue una feliz comunidad de enanos y humanos, se había convertido en la tumba de muchos de ellos, y gran parte de las construcciones habían resultado dañadas o destruídas. Mientras el general no-muerto caía en un estado de éxtasis con el fin de recuparar la energía que el golem le había arrebatado, el resto de Héroes recomponían los hechizos que mantenían alzados a las unidades no-muertas y se dedicaron al saqueo de muertos y de vivos.
Saludos
Karnak.