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« en: 27 de Abril de 2008, 08:10:15 pm »
Yo recuerdo la época franquista, tengo edad y experiencia propia para hablar de entonces, aunque siempre referido a mi entorno social, la censura de todo atisbo de información de lo que ocurría en el Estado impedía enterarse de cualquier noticia que no fuese del total agrado del "régimen", al menos hasta que alguien te decía que existía "Radio Paris" donde daban noticias de España en español, y así llegaba a enterarme de hasta sucesos que ocurrían en mi misma ciudad y que los medios locales ocultaban.
Recuerdo cuando en la escuela nos hacían formar y brazo en alto cantar al Cara el Sol, y luego nos repartían un vaso de leche, procedente de leche en polvo, en un intento de suplir la malnutrición de los adolescentes de aquella época, malnutrición debida a la falta de alimentos, y ojo, vivía en una zona de alta producción agrícola, pero solo los ricos y los que chupaban directamente del "régimen" comían bien.
Recuerdo que los libros de escuela se heredaban de hermanos o de primos porque su renovación rompía el presupuesto de una familia media de trabajadores (que en aquella época eran o peones industriales o jornaleros agrícolas). Recuerdo que con la ropa ocurría algo similar, rara vez se compraba algo nuevo y en esos casos buscando siempre ropa capaz de soportar años de uso. Respecto el calzado quien disponía de más de dos pares era afortunado, y desde luego en ese caso se reservaba uno para las grandes solemnidades.
Recuerdo unos años después, ya en los 60, que para poder pagar el piso a 15 años se ajustaba tanto el presupuesto que mi madre compraba la fruta a piezas y el día que se compraba un solo pollo asado para toda la familia era porque había algo especial que celebrar. Recuerdo cuando nunca sobraba pan porque son los retales que se volvían demasiado duros se confeccionaba sopa de ajo, recuerdo que la ternera era artículo de lujo y que la nata de hervir la leche se recogía para usarse en bocadillos.
Recuerdo los balcones y la terrazas con cientos de gasas de las usadas como pañales, la sola idea de usar algo desechable se consideraba una entelequia, ni que decir de usar pañuelos de usar y tirar, menudo despilfarro.
Recuerdo cuando las máximas vacaciones que podía aspirar alguien consistían en una invitación de algún familiar que residiese en otra localidad y que los viajes de recién casados duraban un fin de semana en un hotel o pensión en alguna localidad cercana a la de residencia, y desde luego, para casarse no se necesitaba disponer de una casa nueva, bastaba una habitación en casa de los padres/abuelos, lo que no quitaba que en cuando se daba la ocasión se embarcaran en la adquisición de una vivienda que además se consideraba como el patrimonio aspirable.
Recuerdo que leiamos a Jose Antonio, me toco un maestro falangista que los otros maestros ni siquiera eso, y que Jose Antonio ya hablaba de la disparidad de los pueblos de España, vamos que el multiculturismo parece ser que ya existía por aquella época. También recuerdo los castigos por hablar en valenciano durante el recreo, de como casi 300 años después de los Decretos de Nueva Planta se seguía en el empeño del genocidio cultural de mi pueblo por parte de un Gobierno cuya única legitimidad era la fuerza de las armas.
Recuerdo ir a visitar a un tío guardia civil y acompañarle a controlar los trenes que con miles de jornaleros salían cada año a hacer la vendimia a Francia.
Recuerdo el primer teléfono en la familia, que solo podía usarse para emergencias y controlando el tiempo de llamada. Recuerdo cuando las bombillas se compraban de pocos W para que consumieran poco. Recuerdo cuando no existían discotecas y cuando beber una sola cerveza consumía el presupuesto de un joven para un fin de semana.
Recuerdo cuan para acceder a estudiar un bachiller exigía un examen de acceso y que las plazas eran tan limitadas que ni el 10% de los hijos de trabajadores accedían a esos estudios, y de como habían unas becas que permitían que algunos de nosotros pudiéramos continuar nuestra formación, becas que daban acceso a las llamadas entonces Universidades Laborales, y que apenas eran 15 para todo el territorio nacional, luego llegaron a veintitantas, pero desde luego cubriendo un porcentaje irrisorio de la población, aunque tampoco había mucha más demanda, lo normal era que un niño de 12 años empezase a trabajar con jornadas que siempre superaban las 8 horas, y digo que esto era lo normal porque estadísticamente era lo que hacían, recuerdo que tuvieron que pasar años para que saliera una ley que fijaba en 14 la edad mínima de trabajo pero que nadie se preocupo de aplicar.
Tengo muchos más recuerdos de aquella época, en todos ellos se vivía mucho mejor que ahora, ¿o no?