GUERRAS HINDÚES
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Rajputado de Punjab(Hinduismo Civilizado Nación Abierta)
Rajyavardhana, Rajá de Punjab
Diplomacia:
A inicios del año 1100 era evidente que el pequeño rajputado de Punjab se encontraba bajo un gran peligro. Las noticias llegadas del norte hablaban de una gran derrota de la hasta el momento temible e invicta caballería turca a manos de la creciente horda nómada de Gaochán; numerosos aventureros y diplomáticos de incógnito se dirigieron a la zona donde se encontraba acampada la horda, dirigida por un temible guerrero de largas trenzas y ojos rasgados llamado Kemal Khan. La intención de los hombres de Punjab era averiguar el destino de la horda, sondear a los líderes y hasta sobornar a quien se dejara hacer con el objeto de conseguir información fidedigna que permitiera al gran Rajá Rajyavardhana trazar una estrategia defensiva.
Quizá fuera durante los mismos días en que la enorme horda de guerreros se enfrentaba en dura batalla a los hombres del Sultán cuando se comenzó a fraguar un plan en las cancillerías de la India. Tras la primera derrota del turco contra los nómadas de Saraba, años atrás, ya resultó evidente para muchos de los hasta entonces confiados Rajás que un envite imprevisto de cualquiera de aquellas gigantescas hordas sería la perdición para cualquiera de ellos; ninguna de las naciones del subcontinente hindú, con la posible excepción del Rajputado de Chola cuando aún era grande y temible, podía presentar batalla en condiciones de victoria contra quienes habían derrotado al mejor ejército del mundo de aquel entonces.
El resultado de aquella segunda batalla perdida por el Turco en las Llanuras de Kashgar decidió a los líderes hindúes a aparcar temporalmente cualquier diferencia en pos de un objetivo común: no serían lo bastante fuertes por separado, pero en conjunto quizá lograsen sobrevivir.
Cuando se alcanzó un principio de acuerdo y todos los Señores de la India se comprometieron a aportar tropas, comenzaron a descubrirse los diferentes problemas que surgían sin cesar: los ejércitos eran demasiado heterogéneos en calidades y equipamientos; los líderes se negaban a combatir bajo el estandarte de otra nación; la ineficacia o falta de preparación de un gran Señor de casta noble ponía en peligro el funcionamiento de todo el conjunto; la sincronización para llevar tropas hasta un lugar desde el que poder reaccionar a cualquier internada por parte de una horda era casi imposible...
Era necesario al menos conocer el lugar y el momento del ataque de la horda. Y para eso era necesario conseguir conducirla hasta una trampa.
Fue el Rajá Rajyavardhana de Punjab el encargado de asumir la mayor parte del riesgo; pretendiendo contratar los servicios del Khanato de Gaochán, o al menos aprovechar su fuerza contra su supuesto enemigo Tarain, el Rajá se comprometió a permitir el paso de la horda además de facilitarle guías que mostrasen los antiguos caminos a los nómadas. Acto seguido, un mes después de la salida de la horda de las fronteras de su nación, el ejército al completo partiría hacia Tarain a las órdenes del gran General Jur-Ehdana, auténtico héroe nacional y reconocido maestro de la estrategia. Rajyavardhana ordenó el reclutamiento de gran cantidad de guerreros y, paciente, aguardó la llegada de los jinetes nómadas de Gaochán.
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Reino de Tarain(Hinduismo Civilizado Nación Abierta)
Tatyardanhana II, Señor de Tarain
Diplomacia:
El temor hacia la posible llegada a la India de la enorme horda de Gaochán acongojaba al Señor de Tarain desde que años atrás la marea nómada comenzara el ataque y saqueo del Tíbet. Tatyardanhana II temía que la horda venciera de un modo fatal al Sultán Turco y sus tropas, y que luego desviara su mirada hacia el sur. Coincidiendo en sus temores con los Rajás de las otras naciones hindúes, fue sencillo tomar después la decisión de formar un frente común... y de no esperar a que la horda atacara, sino tratar de atraerla para así poder decidir el lugar del combate y poder librarlo en las mejores condiciones.
Las inversiones destinadas a mejorar las tácticas y eficiencia en el combate de la caballería, el reclutamiento de nuevos regimientos y las mejoras en equipamiento de todas las tropas de Tarain fueron enormes, llevándose la práctica totalidad del presupuesto del reino. Pero las cosas empezaron mal, como un preludio funesto a lo que aguardaba en el futuro, puesto que aunque el dinero estaba preparado para comprar el nuevo equipo y mejores armas y armaduras para los ejércitos, todos los generales, Príncipes y demás mandatarios con capacidad de mando estaban demasiado ocupados en tareas de defensa, y ninguno quiso responsabilizarse de esta tarea por miedo a dejar un flanco descubierto. Así que el dinero no se gastó y las mejoras nunca llegaron.
Tatyardanhana II, una vez confirmada la llegada de la horda, quedó gobernando a su pueblo tras las fuertes murallas de la ciudad de Delhi, mientras el resto de sus ejércitos –una parte a las órdenes del heredero Dil'Bajadur, destinado a defender Tarain, y la otra bajo el mando del General Gupta, quien se encargó de la defensa de Chitor–, se situaron por todo el territorio con la única orden de contener la embestida de la horda a cualquier precio.
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SE CONCENTRAN LAS TROPASLos grandes líderes de la India comenzaron a congregarse con sus ejércitos a lo largo del año 1100 en la más importante de las regiones del Reino de Tarain. En Marzo, tras la muerte del hasta entonces heredero el Príncipe Shinto de Uttar Pradesh, su hijo Mahudi le sucedió en el cargo; el nuevo Heredero llegó a Tarain junto a su tío, el gran Rajá Sampatri de Uttar Pradesh –quien parecía destinado a comandar el grueso de las tropas–, varios meses después.
En Abril del mismo año llegaba a la zona el General Hanhu de Rajput, conocido como "El Grande de Janpuor", junto a las tropas del rajputado. Con él llegó el también general Datamara, con la misión de promover y sellar el necesario acuerdo de no agresión sin el cuál no podrían luchar juntos con efectividad. Dicho tratado no se firmaría hasta el mes de Marzo de 1101, justo a tiempo para el combate.
En Junio tuvo lugar la muerte del Señor de Jats, noble guerrero del Reino de Tarain, aunque pronto su hijo tomó el relevo al mando de sus tropas; ya en Septiembre llegaban los hombres del Rajputado de Nasik bajo las órdenes del heredero, Príncipe Jagannat, y su padre el Rajá Bhoja, quien murió tristemente en el mes de Diciembre durante unos ejercicios de entrenamiento siendo sucedido por su hijo sin ningún problema. El Rajá Bhoja fue el primer gran Rajá en morir, pero no habría de ser el único.
Así pues, a finales del año de 1100 todos los Principales de Rajput, Nasik, Uttar Pradesh y Tarain aguardaban la llegada de la horda, así como la de los ejércitos de Punjab que habrían de seguirla cerrando el cepo. La trampa estaba lista, el cebo en su lugar. Más de 45.000 guerreros hindúes, en la mayor concentración militar que el subcontinente jamás había conocido, esperaban ansiosos al ratón.
Un ratón de más de 50.000 guerreros nómadas veteranos de la batalla de Las Llanuras de Kashgar contra el Sultanato Turco.
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Khanato de Gaochan(Budismo Chino Nómada Nación Abierta)
Kemal Khan, Señor de Gaochan.
Diplomacia:
Tras la victoria sobre el sultanato Turco y su famosa caballería de élite, el guerrero Kemal Khan, adorado como a un dios entre sus hombres, tenía ante sí todo un abanico de posibilidades entre las que elegir su próximo movimiento. Aunque su primera prioridad fue realizar grandes inversiones en mejorar la calidad y las tácticas de las armas de infantería y caballería, el Khan prestó toda su atención a la llegada de jinetes a caballo llegados de las estepas, quienes prometían la ayuda de las grandes hordas de Saraba y Kerait si al final Gaochán decidía dar el golpe definitivo contra el Sultán y su famosa caballería. En el lejano Oeste aguardaba la taimada Europa, y al sur todo un continente de hindúes enfrentados entre sí, repleto de riquezas y ricas tierras de cultivo. Y, por supuesto, el Sultanato, en apariencia débil en su moral tras la derrota y prácticamente a sus pies.
Mucho debió meditar el Khan acerca de su futuro; emisarios que hablaban de guerras fratricidas en la India, así como de tratos de favor por parte de las naciones hindúes a cambio de los servicios que pudiese prestar el Khanato como guerreros, llegaban a diario al campamento. También llegaban las amenazas del Sultán, al parecer en mucha mejor situación de lo que Kemal podía imaginar al haber recuperado gran parte de sus tropas y recibido el apoyo moral y económico tanto de sus religiosos como de los vecinos reinos musulmanes. Entre todo aquel barullo de enviados y emisarios, diplomáticos camuflados y simples propagadores de rumores, el Khan decidió al fin partir al sur con la intención de entrar en la India a sangre y fuego: si había podido derrotar al gran ejército turco, ¿qué no podría lograr en aquellas tierras vírgenes de guerra con su gran horda sedienta de más honor y riquezas?
Sin más preámbulos, despidiendo con cortesía a los jinetes llegados desde las tierras ocupadas por el Khanato de Saraba y el de Kerait, y quienes le advertían de que la empresa India llevaba el aroma del veneno impregnado en todos sus poros, Kemal Khan ordenó la partida hacia sur. Tras cruzar el Himalaya, y merced a la ayuda prometida por parte de Punjab –cuyo Rajá proporcionó guías suficientes como para que el tránsito por el territorio desconocido fuera rápido y tranquilo–, el Khanato de Gaochán arribó al fin a la frontera con Tarain, entrando en tierras enemigas al galope, listos los hombres para la batalla.
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LA BATALLA DE TARAIN Fue a finales del mes de Marzo del año 1101 cuando Gaochan atacó al fin las tierras de Tarain.
Como ya se ha contado, el conglomerado de tropas hindúes sumaba más de 45.000 guerreros, descansados y bien situados en los numerosos fuertes y posiciones defensivas, armados con suficiencia y equipamiento pesado y dirigidos por la flor y nata de la clase noble de toda la India. Frente a ellos, los 50.000 guerreros nómadas del Khanato de Gaochán, los victoriosos frente al turco, comandados por el gran Kemal Khan "El de Largas Trenzas". Pese a la confianza acumulada de meses de entrenamiento, pese a que los hindúes jamás habían logrado unir un conjunto militar tan descomunal, cuando desde las fortalezas de Tarain vieron llegar a la terrible nube de nómadas que integraban la famosa horda guerrera de Gaochán el miedo recorrió las filas indias como un gigantesco escalofrío.
La entrada se produjo por la frontera con Sahis, guiadas las tropas del Khanato con eficiencia por los guías proporcionados por el vecino rajputado de Punjab. Sin solución de continuidad, sin que Kemal Khan supiera todavía contra qué se estaba enfrentando en realidad, la horda se lanzó al ataque como un solo hombre.
Los primeros combates fueron desastrosos para la coalición hindú; lastrada la efectividad en las órdenes por la desastrosa presencia y continuas intervenciones desafortunadas del Príncipe Dil'Bahadur de Tarain, resultó terriblemente difícil a los generales y nobles hindúes contrarrestar la carga negativa que suponía para la moral de las tropas la presencia del heredero al trono de Tarain. Dil'Bahadur, conocido como "El de Corazón Dorado" por su pueblo, era no menos conocido entre sus tropas por su notoria ineficacia como guerrero y líder, así como por sus continuas meteduras de pata en las relaciones con los otros mandos. Además de la carga nefasta del Príncipe Dil'Bahadur, pronto se hizo evidente que las esperadas tropas del Rajputado de Punjab se retrasaban. Pasó un mes de combates, y luego dos, y los hombres de Punjab nunca llegaron a Tarain. ¿Los habrían traicionado?
Aun con ello, la superioridad en equipamiento de los hindúes se impuso a la poco significativa superioridad de fuerzas de Gaochán; pese a que la habilidad de la caballería nómada era tremendamente superior a la de sus enemigos, las armaduras en las monturas de los defensores, unida a las de sus jinetes, equilibraban con mucho las cosas. Y si bien el combate pareciera igualado, lo cierto es que poco a poco las fuerzas del Khanato eran mermadas sin descanso.
Tras unos pocos meses de combates y treguas no declaradas, más de 90% de los guerreros nómadas habían sido ya aniquilados, capturados o se encontraban en franca huida del campo de batalla ante la confirmación de que el enemigo se había demostrado mucho más fuerte de lo que jamás habían esperado. Los hindúes, con un conjunto de bajas de apenas el 15% del total inicial, pese a ganar con suficiencia la Batalla de Tarain sufrieron un enorme problema de coordinación entre mandos que condujo a la coalición al borde del desastre: la gran desinformación existente entre los diferentes miembros de la plana mayor, unida a la disparidad de opiniones acerca del resultado de la batalla y las numerosas y contradictorias informaciones sobre el número de bajas del enemigo convencieron las tropas de que, en realidad, era Gaochán quien estaba ganando la guerra. En un suceso absurdo sin igual en la historia escrita de la humanidad, el gran ejército vencedor de la Batalla de Tarain se lanzó a una huida desbocada, carente de la menor organización, que trajo como consecuencia el sufrimiento de enormes bajas en los ejércitos hindúes.
Las tropas hindúes se reagruparon en la región de Uttar Pradesh, salvo las pertenecientes al Reino de Tarain que huyeron en direccion a Chitor. Finalmente, la coalición defensora perdió unos 10.000 soldados entre las batallas y la terrible retirada. Pero cuando al fin se confirmó el resultado real del conflicto la alegría se disparó entre los hombres y nobles hindúes. Habían vencido a la gran Horda de Gaochán, la cuál se retiraba a duras penas hacia la región vecina de Sahis. Fue entonces cuando los nobles y generales se preguntaron por primera vez en mucho tiempo por el ejército del Rajputado de Punjab, el cuál nunca había llegado al combate. ¿Qué había pasado?
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LA MASACRE DE SAHIS.Cuando el último hombre de la horda de Gaochán cruzaba las fronteras con Tarain, en Marzo de 1101, para iniciar el ataque que acabaría en fracaso, los guerreros de Punjab se prepararon para seguir a los nómadas cerrando la trampa a sus espaldas. Al mando de los ejércitos de Punjab se encontraba el famoso General Jur-Ehdana, tan hábil estratega como diestro guerrero.
Y entonces, el General Jur-Ehdana murió.
Nadie en todo el ejército del rajputado se atrevió a substituir al General caído; la responsabilidad de defender con sus habilidades el futuro de toda una nación era demasiada para los generales y nobles de Punjab, y para consternación del Rajá sus ejércitos se quedaron acampados en Sahis sin dar un solo paso al frente, poniendo en terrible peligro todo el plan de la coalición hindú. Quién sabe qué habría podido pasar si la suerte de los combates hubiera sido propicia para Kemal Khan, en lugar de sonreír a los defensores de la India, si en el momento de mayor trance la falta de los guerreros de Punjab hubiera sido el factor desequilibrante en la Batalla de Tarain.
Pero la historia fue otra; en Junio del año 1101 el gran Kemal Khan, vencedor en las llanuras de Kashgar, azote de los tibetanos, murió durante la retirada al caer de su caballo muerto y ser arrollado por sus propios hombres. El resto de los líderes de confianza del Khan habían muerto durante la batalla, y cuando Kemal Khan murió apenas quedaban dos capitanes menores en pie, entre los cuales destacaba un fiero guerrero llamado Berk.
Berk tomó el mando de las diezmadas tropas de Gaochán durante la retirada, a sabiendas de que a la menor oportunidad debería luchar contra el otro guerrero y quizá hasta dividir lo que quedaba de la horda en dos con tal de lograr sobrevivir a una purga intestina que, en las circunstancias en que se encontraban, sería peor que otra batalla contra el enemigo. Pero aquella lucha entre iguales jamás tuvo lugar: cuando los restos del Khanato llegan a Sahis, descubrieron consternados que los ejércitos de Punjab no habrían podido acudir a la Batalla de Tarain... pero sí se encontraban ahora listos para el combate en perfecta formación. Apenas sumaban unos 8.000 hombres, pero con su horda recién salida de una batalla, Berk apenas logró dar contadas órdenes antes de verse de nuevo rodeados por aquel nuevo ejército, fresco de combates y ansioso por bañar sus armas en sangre nómada. Los pocos hombres de Gaochán que lograron escapar de la provincia de Tarain dejaron su piel en Sahis. Ninguno sobrevivió.
Para el Rajputado de Punjab las cosas acabaron mucho mejor de lo esperado. Pese a la muerte del Rajá Rajyavardhana, en el año 1102, la ascensión al trono del Príncipe heredero Darlana fue incruenta y relativamente tranquila. Y como único coste de la temida campaña contra los nómadas, apenas medio millar de hombres murieron durante los combates en Sahis.
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LA TERRIBLE SUERTE DE DIL BAHADURLas muertes de los Rajás de Punjab y Nasik no habrían de ser las únicas entre la clase regente de las naciones hindúes en aquel convulso periodo de tiempo.
Tras la Batalla de Tarain donde se había puesto punto final al largo caminar de la temida horda nómada de Gaochán, las tropas del reino estaban muy animadas; pero el ánimo duro poco tiempo. Las pérdidas humanas, aunque grandes en conjunto, eran mucho mas reducidas de lo que hubiesen podido esperar; así que el Príncipe Dil Bahadur –quien se había distinguido durante la batalla por su ineficacia– y el General Gupta no tuvieron problemas en reagrupar a sus tropas durante los meses de Junio y Julio; Ya en Agosto, Dil Bahadur regreso a Tarain a continuar con su labor de defensa del reino.
Entonces, su padre Tatyardanhana II, falleció.
Los acontecimientos se precipitaron; los señores de Ajmer y Jats, recordando aún demasiado vívidamente las burdas intervenciones del Príncipe Heredero durante la batalla contra la horda, no tardaron en abandonar a su suerte al nuevo Rey. La región de Chitor se rebeló también, pero el General Gupta impuso la fuerza de las armas sobre la misma rindiéndola con rapidez, y posteriormente sobre la ciudad de Culcat. Pero no se detuvo allí: con el respaldo de los nobles de la región y el grueso de los ejércitos, Gupta avanzó sobre Tarain dispuesto a librar al reino del patán redomado que había asumido el mando por derechos de sangre, cogiendo por sorpresa a Dil’Bahadur en su intento de usurpar el trono.
La absoluta falta de carisma de Dil Bahadur le salió muy cara, y aunque logró mantener leales junto a sí a los numerosos fuertes de la región, su ejército personal le traicionó uniendose al General Gupta. El nuevo Rey Dil Bahadur escapó a sus propios soldados no sin sufrir terribles heridas, poniéndose al frente de las escasas defensas aunque bien sabía que poco podía hacer ante la evidente superioridad de su enemigo. Resistió durante meses los ataques de Gupta, hasta que el último de sus leales soldados fue aniquilado, y se retiró entonces hasta la ciudad de Delhi. Era Mayo de 1102.
El inevitable asedio de Delhi dio comienzo en Julio de 1102, con la región completamente controlada por el enemigo. Dil Bahadur no podía sino rezar tras los fuertes muros de la ciudad...
Y, milagrosamente, las plegarias de quien era conocido como "el de Corazón Dorado" fueron escuchadas por los dioses.
El Rey Dil Bahadur estaba dispuesto a negociar la rendicion de la ciudad en un intento de salvar su vida cuando se hizo evidente que las existencias de alimentos ya se habían acabado. Pero de pronto, en Enero de 1104, quizá el mismo día en que iba a rendir las defensas, el asedio se rompió.
Pocos días mas tarde llegó la noticia de que el General Gupta había muerto en su tienda de campaña, sin recibir una sola herida o haber quejado de mal alguno. Las perdidas habían sido enormes en ambos bandos, pero ahora Dil Bahadur pudo al fin recuperar el control del ejército el cuál, aunque a regañadientes, reconoció la legitimidad del Rey. Así, la guerra civil en Tarain terminó tal y como había empezado: de repente.
Aunque la región de Tarain fue recuperada por la corona, Chitor seguía albergando sentimientos independentistas y se negó a regresar al seno del reino. El Reino de Tarain se vio reducido a una sola región cuando la ciudad de Jatpur decidió también revelarse.