Autor Tema: Una ciudad muerta  (Leído 2052 veces)

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dehm

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Una ciudad muerta
« en: 22 de Noviembre de 2006, 03:34:13 pm »
Las puertas colgaban de los goznes mientras el viento las sacudía y las altas murallas contemplaban silenciosas como de nuevo sus enemigos se abatían sobre ellas. En frente de la corta meseta sobre la que se alzaba la ciudad apareció el primero de los engendros que avanzó sigilosamente entre la maleza mirando a uno y otro lado, oteando lo alto de las almenas, donde podrían haberse ocultado posibles enemigos.

Tras unos minutos de intensa observación lanzó un gutural alarido y emergieron casi un centenar de engendros que siguieron al primero que ya avanzaba hacia la ciudad deseoso de poder saquear algún que otro edificio que se hubiera salvado de su primera visita. El silencio predominaba por las calles y las casas presentaban un aspecto siniestro, ventanas ciegas y oscuras miraban a los engendros, un frío intenso, algo normal en las altas colinas  de la zona, salía de las puertas que poca seguridad habían ofrecido a los que en ellas vivían casi hacía ya dos ciclos, mientras los engendros decidían, mediante una prueba de fuerza entre varios de sus posibles líderes, donde pasarían la noche, aunque desde luego casi todos intuían que lo harían en la antigua casa del alcalde de la ciudad, de robustos muros de piedra y excelente tejado, que habría de asegurar su seguridad hasta el día siguiente.

Sin embargo en mitad de la plaza de la ciudad algo comenzó a ir mal. Un pié arrastrando gravilla en un callejón, un brillo metálico asomando un poco más allá... y pronto asomaron los primeros enemigos. Avanzaban en espectral silencio, tétricos, más allá del miedo o del dolor, todos ellos anteriormente humanos, y todos ellos deseosos de acabar con cualquier vida, con cualquier calor.

Los primeros engendros tuvieron tiempo de montar sus arcos y lanzar sus flechas que en su mayoría fallaron, las pocas que dieron en su blanco no afectaron en nada a sus portadores, cuyos miembros hacía tiempo que se habían podrido y que nada debían temer de tales armas. Con un grito de furía los engendros se lanzaron sobre sus enemigos mientras los No Muertos lanzaban un silencioso grito de guerra antes de caer sobre ellos.

Los engendros se enfrentaban a un número parecido de oponentes pero su fuerza era superior a la habitual y sus armas empezaron a descargar golpes y machacar miembros, cuerpos y armaduras. Pronto el centro de la plaza fue un montón de huesos y carne podrida mientras aquí y allá había algún engendro con un arma en sus entrañas o moribundo. Los No Vivos siguieron sin embargo atacando y el cansancio que hacia ya mella en la primera línea de engendros pasó su factura cuando las lanzas de una veintena de cadáveres andantes la atravesó.

Sin embargo no bien habían dejado las lanzas para tomar las herrumbrosas espadas el resto de los engendros cayó sobre ellos y acabó el trabajo de los primeros no dejando escapar un sólo testigo de su combate. Tras saquear cadáveres de propios y ajenos siguiendo hacia el edificio donde podrían descansar de la larcha marcha de los últimos días.
:klaskan: Árbitro de Klaskan, Capitan O'dehm, Seleuco de Babilonia, Miguel VIII Paleólogo de Bizancio, Dehmente el Hafling, Emperador Song.

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