Khanato de Kuban
(Paganos asiáticos Nómada Nación Abierta)
Vlad, Gran Khan de Kuban
Diplomacia:
Los genocidios cometidos por bizancio en las antiguas provincias de Khazar habían provocado gran cantidad de migraciones de aquellos que habían logrado escapar a la muerte. El resultado fue que las provincias cercanas bullían de guerreros deseosos de vengar la muerte de sus familias, y los recursos de estas regiones se agotaban con rapidez, insuficientes como eran para alimentar a una población que crecía cada año.
De entre estos guerreros apareció Vlad, un joven de origen eslavo muy hábil con las armas, que a la temprana edad de 13 años había logrado convertirse en un poderoso jefe. En 1077 el joven Vlad con 16 años había logrado imponerse a todos los jefes de la región de Kuban, y uniendo a las tribus se preparo para una gran migración hacia tierras mejores. Pero Vlad sabía que si había de triunfar en su migración requería de más fuerzas que le fuesen leales, y por esta razón se lanzo sobre las vecinas regiones de Patzinak, Torki, Levedia, Polovotsy y Crimea. Libro algunos combates infructuosos, y en algunas zonas solo logro derecho de paso para sus fuerzas, pero la campaña aumento enormemente las fuerzas del gran Khan, que en 1079, comenzó a estudiar cual seria su destino.
Emirato Buhwayida de Bagdag
(Chi’i Islam Civilizado Nación Abierta)
Abd al-Rahman, Emir y Protector de Bagdag
Diplomacia: Circis T, Edessa NT
En 1075 la situación política del emirato se mostraba estable frente a los años anteriores, las revueltas habían cesado, y aunque aun se apreciaba el malestar que causaban las diferencias religiosas, Abd al-Rahman podía atender a otros asuntos importantes. El emir dirigió su mirada a cierto asunto que le producía resquemor desde hacia varios años, y este asunto no era otro que el emirato de Persia.
La presencia de un potencial enemigo en la frontera del emirato era una razón de peso para tomar cartas en el asunto, pero la razón que marco la decisión del emir de actuar, fue la realidad de que dicho emirato se debía a una rebelión de un general contra el emperador Ossowa, una rebelión que no había sido castigada, y que de no serlo, se convertiría en un ejemplo que el emir no deseaba.
Abd al-Rahman despacho mensajeros a los generales Hussein y Awad dándoles instrucciones de atacar al emirato de Persia desde dos flancos. El plan del emir era un ataque relámpago que debía sorprender al enemigo desde dos frentes. Además Umar, heredero del emirato, debía cubrir sus acciones desde Diyala, e incluso Tariq de Selucia apoyaría las acciones tomando la ciudad de Hamadan.
La primera parte del plan se ejecuto con gran brillantez, y pronto las regiones de Media y Zagros fueron ocupadas con pocas bajas por las fuerzas bagdagies. En Octubre de 1075, cerca de 8.000 jinetes cruzaron las fronteras Persia, y se lanzaron sobre la región cogiendo por sorpresa a Ehluj, que se encontraba con todas sus fuerzas en la región, pero no esperaba ninguna agresión.
La fuerza bagdagí compuesta exclusivamente por unidades a caballo, actuó con gran rapidez, tomando la franja sureste de la región, pero los informes sobre el enemigo no hablaban de los mas de 12.000 soldados del emirato que pese a no estar preparados pronto plantaron cara al invasor. Mientras la infantería recuperaba y aseguraba las posesiones del emirato, la caballería persa golpeaba una y otra vez al invasor. Los persas eran jinetes consumados y su habilidad superaba la de los bagdagies. Esto junto con la superioridad pronto arrincono al enemigo contra las montañosas fronteras, y tras varios enfrentamientos cruentos las fuerzas de Bagdag se vieron obligadas a retirarse a la carrera.
Retirarse a trabes de la cordillera, que era desconocida para los atacantes tuvo un alto coste, y gran cantidad de las fuerzas de bagdag cayeron en pasos cerrados y desfiladeros estrechos, que permitieron a Ehluj causar grandes bajas al enemigo. Con menos de un millar de muertos, Ehluj elimino a más de dos mil bagdagies antes de que estos se replegasen en Media.
Durante la retirada el general Awad quedo atrapado junto con un grupo de guerreros y cayo ante los persas, pero durante la refriega el disparo afortunado de un soldado bagdagí causo una grave herida a Ehluj. Retirado del frente por su guardia personal, Ehluj hizo llamar al general Umah, que se encontraba en Dasht’kavir tratando de lograr un acuerdo con las gentes de la región. Umah acudió presto ante su señor, malogrando sus esfuerzos diplomáticos, y cuando llego al emirato fue informado de la muerte de Ehluj a causa de la fatal herida recibida en el combate.
Con la muerte del emir sin herederos, Umah tomo el control del emirato, pero la ciudad de Hamadan, que se encontraba bajo el asedio del enemigo.
El gobernador de la ciudad se rindió ante Tariq, puesto que aunque pudiesen haber resistido mucho más tiempo al asedio, no sentían especial lealtad hacia el emirato persa, con lo que no tenían razón para seguir resistiendo.
Tras la retirada bagdagí, Umah reagrupo su ejército y preparo las defensas de la única región que se mantenía leal. Por otro lado, Hussein mando mensaje urgente a Umar, explicándole el resultado del combate, y este pronto comenzó a desplazarse hacia Media. Para cuando llego a la región, en Agosto del 76, Hussein había logrado reagruparse, y Tariq ocupaba Hamadan. Umar entrego dejo en la ciudad mil soldados que trajo desde Diyala a para guarecer la ciudad, y tomando el mando del ejercito de Hussein, pues su rango era superior al del general, lanzo una nueva ofensiva contra Persia.
Esta vez, el ejército de Bagdag se componía de más de 20.000 efectivos. Y si los informes de Hussein eran correctos, el enemigo apenas superaba la mitad de soldados. Pero esta vez les esperaban, así que Umar se tomo su tiempo avanzando lentamente, e intentando asegurar cada posición que tomaba. Cuando sus fuerzas comenzaron a cruzar la cordillera, se encontraron con las fuerzas enemigas, que como era de prever les esperaban.
En esta ocasión cruzar los pasos montañosos seria mucho más arduo, y cada vez pagaban un precio más alto. Los atacantes avanzaban lentamente, tratando de separarse y de evitar emboscadas, y en esto la infantería bagdagí hizo un gran papel, cubriendo a las unidades de caballería, y luchando de igual a igual frente al enemigo. Pero tras pocas semanas en las montañas, apenas si habían avanzado, y a cada paso encontraban resistencia. Umar, no deseaba que le ocurriese lo mismo que a Hussein, y finalmente decidió ordenar la retirada, de forma ordenada, y regresar a Media. No llegaron a haber combates serios, sino simples escaramuzas que aunque causaron en conjunto numerosas bajas, no habrían sido decisivas para el resultado de la batalla, y esto hizo que el emir de Persia y sus hombres celebrasen no solo echar al invasor, sino la cobardía del enemigo.
Si la campaña contra Persia no fue como esperaba Abd al-Rahman, si fue de su agrado el resultado de las medidas que tomo durante estos años. La religión Mutahid, otrora religión oficial del emirato, paso a ser la religión nominal del emirato, el gobierno era mayormente Mutahid, pero desapareció toda diferenciación en base a la religión de cualquier súbdito del emir, y el propio emir se aseguro de contar en la cohorte con consejeros que representasen las distintas facciones religiosas de sus tierras. La abolición de la servidumbre, y la libertad de comercio, junto con el aumento de la circulación de moneda del emirato fortalecieron la economía de Bagdag, y la Gran Biblioteca fue ampliada.
Tras la fundación de la gran Biblioteca, en Bagdag se habían recopilado obras magnificas de muchos lugares de oriente, e incluso algunas obras europeas, pero nada causaría mas expectación que la comitiva que llego a trabes de Siria a tierras del emirato.
Un grupo de monjes cristianos que llegaron a Bagdag tras varios años de un viaje que comenzase en 1075 en Roma. Los enviados del papado, portaban con ellos un regalo personal de Severo a la gran biblioteca, una de las dos copias existentes de “el evangelio de San Marcos”, un ejemplar del siglo III. El volumen en cuestión pasaría quizá desapercibido ante los profanos, sin embargo su valor era incalculable, y sin duda inaccesible aun para los reyes de muchos reinos.
Tras la entrega del valioso volumen al emir, los monjes solicitaron permiso para quedarse en Bagdag a estudiar en la gran biblioteca. Los hermanos explicaron que deseaban observar la magnifica obra, y la magnificencia del monarca del que tantas historias llegaban a Roma. Aunque al emir no le agradaba tener clérigos católicos en sus tierras sin previo aviso, decidió que no seria un gran ejemplo para el mundo si discriminaba en función de su religión aun a cristianos, y las leyes promulgadas para acercar a la comunidad sunni y shi’i eran aplicables a cualquier religión distinta del Mutahid.
En 1079, tras varios años atendidos en la cohorte de bagdag, Abdulabi y su grupo de aprendices llegaron a la conclusión de que se trataba de una enfermedad poco común, y hereditaria. Lo único que era posible hacer al herbolario era recetar algunas hierbas que aliviarían los síntomas esporádicos de la enfermedad, pero no conocían cura alguna para este mal.