No os preocupeís por Austria, cuando sus ejércitos pierdan la guerra, el oro contenido en las arcas del palacio de Viena irá a manos Florentinas... Es una promesa
Al ateo Archiduque de los Austríacos:
Eso será en el improbable caso de que el florentino siga vivo antes de que las execrables ciudades austríacas caigan, imposibilitándole así su gobierno. Cosa improbable, pues las armadas y tropas inflamadas de Fe y Verdad marchan conquistando sin oposición.
Sin duda le pesará ahora a usted, Archiduque, el no haber aceptado hace ya mucho, casi una vida, el no haber aceptado la mano que le tendí contra Milán. Tiene el castigo que se merece, señor.
En cuanto al malicioso Señor de Florencia:
Habría hecho usted mejor en mostrar mayor capacidad de diálogo y sumisión a la Santa Madre Iglesia, aceptando el generoso tratado de paz que le propuse. No mienta y reconozca que la perfidia natural de los toscanos se interpuso entre usted y yo.
Y no intente manipular con sus palabras, diciendo cosas que no hay ni ha habido nunca, creando, o queriendo crear, una situación de tensión entre los estados.
Queden todos en paz; mi bendición para algunos.