Emirato de Castilla
(Sunni Islam Civilizado Nación Abierta)
Emir Aramei
15 de Julio de 1113, Residencia del Emir, Sarakusta
La mañana del día de su muerte, Aramei salio al balcón de su alcoba como todas las mañanas. Desde el balcón, se observaba el barrio de los comerciantes de Sarakusta. Mas allá la muralla sur, y un poco mas allá, las ricas tierras de Zaragoza. Su vista ya no llegaba tan lejos, como cuando era joven, pero él sabia que todo eso se encontraba delante de sus ojos, y esto le bastaba.
El emirato había crecido bajo su gobierno, sus súbditos vivían sus vidas en paz y armonía, y aunque la oscuridad amenazaba ocasionalmente el emirato con sombras de guerras, asesinatos o traiciones, ninguna de estas maldiciones había llegado jamás a ser real, o al menos no habían perturbado la paz y la prosperidad del Emirato.
El emir se vistió, y desayuno con su familia. A media mañana acudió a la sala de audiencias y allí se desplomo de repente. La vida se le fue sin más, sin dolor ni sufrimiento. Abandono este mundo en paz, tal y como había vivido. Y la paz se fue con el.
Tras la muerte de Aramei, Abd Hakkim se convertía en el nuevo Emir de Castilla, aunque su nombramiento pronto se vería ensombrecido por el curso de los acontecimientos.
14 de Agosto de 1113, Sala de Audiencias del Emir, Sarakusta
Hacia ya varios días que Abd Hakkim recibió las primeras noticias sobre los alzamientos en Talavera, y en Balansiyya. En Balansiyya, los representantes del gobierno castellano habían sido expulsados. En un principio el Emir se pregunto como no habían podido los cordobeses mantener el orden pero este día iba a entenderlo, con todas sus implicaciones.
La noticia que llego a Sarakusta este 14 de Agosto fue la que mas preocupo al nuevo Emir, puesto que las noticias que llegaban eran que las fuerzas del mercenario Amir Mahmud, habían acudido en auxilio del príncipe cordobés Yahya, que se estaba enfrentado a Jhamal al-Sadr a poca distancia de la frontera de Zaragoza.
14 de Agosto de 1113, en una pinada a dos días de la frontera con Zaragoza.
Yahya lamentaba ahora no haber encontrado otra forma de solucionar el conflicto, pues se había saldado con demasiadas vidas, mas de dos mil hombres yacían esparcidos por el campo de batalla, y aunque prácticamente todos eran castellanos, y muy pocos cordobeses, para pesar de Yahya todos eran buenos creyentes, hermanos, musulmanes.
Rememoro los acontecimientos ocurridos desde que hacia a penas una semana recibiesen la noticia de la muerte de Aramei y el nombramiento de Abd Hakkim. Como pronto Jhamal había querido viajar a Castilla a presentar sus respetos al nuevo emir. Como a Yahya no le gusto lo que vio en los ojos del noble castellano, y pidió que esperase a escribir una vez llegasen a Córdoba.
Yahya trato de disuadir de todas las formas que se le ocurrió, e incluso trato de convencer a los soldados de Jhamal al-Sadr de que no acompañasen a su señor. Pero los castellanos fueron demasiado orgullosos, incluso cuando Yahya informo a Jhamal que en virtud del tratado con Castilla no dejaría que este o sus hombres entrasen en Zaragoza, los soldados castellanos se negaron a detenerse.
Ni siquiera cuando Amir Mahmud acudió desde Balansiyya consiguió Yahya que los castellanos replanteasen sus objetivos. Entonces, el 13 de Agosto, cuando ya no quedaban más opciones, se desato el conflicto. Valientes y orgullosos los castellanos, se veían superados en más de 4 a 1, y Jhamal era probablemente el mayor patan que había comandado soldados. Fue una masacre.
La colaboración de Amir Mahmud y sus mercenarios fue innecesaria aunque agradecida. Y ahora solo quedaba enterrar a los muertos.
2 de Mayo de 1114, Zaragoza, a dos días de Sarakusta.
Alberto Ibn Shiba había tomado el control de las fuerzas que se encontraban en Castilla vieja, y pronto tomo también el control de la región. Tras eso se lanzo sobre la ciudad de Burgos, y no le fue difícil unirla a su causa.
Las montañas y el invierno impidieron que siguiese avanzando y tuvo que pasar el invierno en Castilla Vieja, no obstante ahora Sarakusta estaba ante el, y pronto seria el nuevo Emir de Castilla.
La fortuna sonreía a Alberto, en Burgos había logrado unir a su ejercito a los recientemente reclutados soldados que Aramei asigno a la guardia de la ciudad, y ahora en Castilla, las obras iniciadas por el fallecido Emir dejaban ante el una ciudad sin murallas.
Zaragoza cayó ante él con poco esfuerzo. Pese a que Abd Hakkim había tratado de ganarse la lealtad de su creciente ejército, no lo había logrado, y ahora contaba con el apoyo de los fuertes de Zaragoza, y de la caballería pesada que también se encontraba en el lugar.
Ordeno a sus fuerzas que se prepararan para el asalto, y ofreció 20 monedas de oro para quien le trajese la cabeza de Abd Hakkim.
Abd Hakkim no iba a permitir un conflicto por las calles de Sarakusta pues sabia que seria una carnicería. Así que tomo una difícil decisión, y salio a enfrentarse a su rival a campo abierto. Sin murallas no iba a haber tanta diferencia.
17 de Junio de 1114, Zaragoza, a un día de Sarakusta.
Tras un mes de combates, las fuerzas del emir estaban prácticamente vencidas, de los 4.000 soldados que habían atacado a las fuerzas del traidor Alberto, tan solo 400 seguían luchando, muertos y heridos sumaban el resto. En frente, Alberto controlaba prácticamente toda Zaragoza, y sus fuerzas aun contaban con la mayoría de los fuertes intactos y suficiente caballería para barrer del mapa a los leales al Emir.
Pero ese día, cambio la suerte de Alberto, porque el 17 de Junio de 1.113 llegaron las fuerzas de Amir Mahmud para unirse a las del emir de Castilla.
Yahya había proseguido su regreso hacia Córdoba, sin saber lo que se avecinaba, pero Amir prosiguió patrullando Valencia y enviando exploradores a las regiones cercanas. Cuando supo del avance del ejército rebelde, envió un mensajero a Córdoba, y sin esperar su respuesta acudió en auxilio del Emir, amparado en los acuerdos entre ambos reinos. Amir no era un mercenario, era un gran mercenario, y su reputación se basaba en que en momentos clave sabia actuar.
Cuando se unió a las fuerzas del Emir, este agradeció la ayuda, y comenzó a dar órdenes, pero el mercenario negó con la cabeza. “Mis hombres” dijo “me obedecen a mi y a quien les paga, si queréis nuestra ayuda, poned a vuestros hombres bajo mi mando”. Abd Hakkim hubiese hecho cortar la lengua de cualquiera que demostrase tal desparpajo al dirigirse hacia el, pero la situación requería paciencia y diplomacia, y ponerse bajo las ordenes del mercenario no parecía tan mala idea, pues era evidente que estaba mas curtido en el arte de la guerra que el Emir mismo.
El carismático y capaz mercenario no tardo en tomar el mando de todas las fuerzas y lanzarlas en una serie de ataques rápidos contra las fuerzas enemigas. Amir no esperaba vencer, pues los fuertes daban demasiada ventaja al enemigo, pero si ganaba tiempo para que llegasen más tropas de Córdoba debería ser suficiente.
7 de Julio de 1114, Zaragoza, campamento de las fuerzas rebeldes de Alberto.
Un mes de combates mas, y Alberto había perdido su superioridad estratégica, y numérica. Amir Mahmud había demostrado ser un experto en tácticas, tendiendo emboscadas, lanzando ataques de distracción, mientras sus tropas tomaban fuertes desprotegidos y aldeas en puntos estratégicos.
Pero Alberto había llegado demasiado lejos para retirarse, y aun podía vencer. A lomos de su caballo paso rápida revista a sus tropas, trataría de usar algo de lo que había aprendido de su rival en las últimas semanas. Un pequeño grupo asaltaría uno de los fuertes que ahora controlaban los leales al emir, mientras que el resto de sus fuerzas se dirigirían a Sarakusta para tomarla al asalto. Si lograba someter la capital, sometería el emirato.
Pero sus planes se vieron trastocados por el destino. Una aparatosa caída de su montura mientras revisaba las tropas, dio con su cabeza contra una piedra matándolo en el acto.
La noticia corrió como la espuma, el segundo al mando de Alberto tomo el mando, pero no tenia las ansias de su líder, ni sabia que hacer.
Al día siguiente una comitiva encabezada por Abd Hakkim ofreció el perdón a todos los que jurasen lealtad al emir en ese momento, nadie lo dudo, todos hincaron sus rodillas en el suelo y la paz se restableció.
Castilla Vieja y Burgos se declararon independientes tras la muerte de Alberto. Pero Abd Hakkim había combatido demasiado y prefirió esperar a que tras unos meses, quizá se pudiese arreglar la situación por otras vías. Ahora era el momento de celebrar que el Emir seguía siendo el Emir, y Amir Mahmud, que se quedo en Zaragoza atento a cualquier eventualidad, recibió todo tipo de reconocimientos por parte de Abd Hakkim.