Lo malo de tener piso propio es que en la práctica no es tuyo sino de tu pareja. Ella decide como se decora, como se distribuyen las habitaciones, donde se ponen los libros, donde va el ordenador, etc. En mi caso decidió pintar la casa de nuevo y no hubo forma de hacerla cambiar de opinión y así ando ahora, moviendo muebles, comprando pinturas (básicamente comprar un color hoy y mañana cambiarlo por otro), y lijando paredes. Todos los muebles han ido a parar delante de la mesa del ordenador, de la tele, he hecho una sentada sobre la mesa de noche para mostrar mi disconformidad pero no ha servido de nada...
Saludos
Karnak.