El choque de más de dos centenare de jinetes contra la infantería y los cabalgalobos de los orcos fue estruendoso, lleno de gritos y amenazas, choques de armas y relinchos de caballos heridos o gruñidos de lobos pisoteados pero cuando el polvo se levantó el aparentemente cruento choque demostró haberlo sido mucho menos.
Aquí y alla yacían algunos orcos, en otro de los flancos una unidad montada orca había sido atravesada por las lanzas humanas hasta quedar completamente deshecha mientras que la respuesta orca apenas si tuvo consecuencias. Por encima del grupo de combatientes llovían flechas, buscando donde herir o matar.
Sin embargo aunque los humanos lograban herir y abatir de las cumbres cercanas a los orcos, éstos no cejaban en lanzar toda suerte de proyectiles y pronto los humanos muertos por los mismos fueron muy numerosos y en la colina que dominaba el campo de batalla más de medio centenar de hombres murieron por los venablos y flechas orcas.
Mientras tanto en el centro del combate los héroes orcos derribaban a todo humano que osaba atacarles abriendo brechas en las apretadas filas humanas que pese a tener cierta ventaja númerica en el lugar perdían más hombres que bajas provocaban. Sin embargo la caballería humana fue imponiéndose a sus homólogos, menos numerosos, y pronto no hubo ningún orco montado superviviente, mientras que los humanos comenzaban a repartir espadazos y golpes entre los infantes orcos provocando gran mortandad.
Aunque los humanos iban y volvían sembrando el caos pronto fue obvio que la guerra entre los diferentes grupos de arqueros y armas de asedio era favorable a los orcos que barrieron las colinas de hostigadores enemigos hasta que no hubo más que lucha cuerpo a cuerpo.
En esos momentos cruciales las flechas comenzaron a caer sobre los humanos con mayor candencia mientras que muchos apenas eran heridos otros miraban hacia las alturas con enojo y rabia pues se sabían en peligro y los orcos no cejaban en su pulso. En el campo de batalla yacían cerca de cuatrocientos orcos pero a su lado, en la hierba o las colinas, había casi quinientos humanos.
Los ánimos comenzaron a flaquear y aunque Kiel ordenó mantenerse en combate dió órdenes a su preciada caballería de retirarse hacia la retaguardía mientras la infantería sostenía una enconada lucha para poder tapar su retirada. Pocos minutos después los orcos estaban remantando a los humanos heridos supervientes que se habían llevado por delante aún medio centenar de enemigos... pero lo habían pagado caro pues para ello y para cubrir a la caballería habían caído casi centenar y medio de humanos.
La victoria de los orcos era grande pero en la lejanía se perdían aún casi doscientos jinetes con dos avenzados líderes.
Nota: Semanas después de la batalla los orcos recibieron una sorprendente noticia, al parecer casi la mitad de las tropas que habían logrado retirarse del combate se habían deshecho en pequeñas cuadrillas y grupos que se escondían o entregaban a las tropas de la horda que los buscaban. Sólo poco más de un centenar de hombres acompañaba aún a sus líderes que pronto enviaron una misiva proponiendo un armisticio que les permitiera sobrevivir.