Mientras escribo estas líneas en el ordenador, siento que al otro lado de la ventana, donde la luna gibosa se destaca obscenamente en el cielo, se ha levantado un frío viento que agita las ramas de los árboles como insinuando ángulos imposibles ideados por alguna mente terriblemente horrenda, nacida hace muchos eones y completamente ajena a eso que los humanos llamamos cordura y que no es sino ignorancia. Hace demasiadas horas que un terror numinoso me mantiene atenazado, impidiéndome hacer frente a los hechos. Pues esta mañana he recibido la noticia de que un viejo amigo ha sido hallado muerto en extrañas circunstancia después de pasar varios días encerrado en su casa del pueblo hasta que los vecinos extrañados llamaron a la Guardia Civil. Su madre ha acudido en persona para entregarme un sobre sellado que dejó para mí, y no pude evitar que un hediondo escalofrío recorriera mi médula espinal al recordar los nefandos temas de los que él me había hablado la última vez que nos vimos, antes del verano, cuando me confesó que había comenzado unas valientes investigaciones acerca de secretos más antiguos que la propia humanidad. La lectura de la carta contenida en el sobre y otros documentos de diverso tipo que la acompañaban me produjo una vivísima impresión, puesto que contenían referencias a arcanos misterios que no podría describir aquí sin atentar contra una serie de profundas y falsas convicciones que mantienen a los no iniciados aletargados en un feliz desconocimiento. Todos creen que estaba loco, pero yo les demostraré que mi amigo no ha muerto en vano. Es por eso que he decidido iniciar la búsqueda del Necronomicón, ese libro nauseabundo concebido por el escritor maldito Abdul Alhazred, con el fin de justificarle póstumamente.
Mas conociendo los peligros de tal empresa, he resuelto llevarla a cabo a través de un personaje ficticio para tratar de pasar desapercibido a ojos de los oscuros poderes que rigen nuestro mundo desde las sombras y que sin duda intentarán hacerme fracasar. De este modo he creado a Begoña García Lebrato, intrépida investigadora y doctoranda en Sociología en la Universidad Complutense, de 24 años y residente en Asturias. Su primera labor será la de intentar contactar con Rafael Llopis y/o Francisco Torres Oliver, estudiosos de la obra de Lovecraft que por lo que sé han conocido de primera mano referencias bibliográficas acerca del Necronomicón. Para ello se dirigirá a la Editorial Alianza, que ha publicado algunas de sus traducciones de relatos cthulhianos. Quién sabe qué blasfemos descubrimientos nos aguardan...