- ¡Contramaestre!
- ¿Sí, mi señor?
- ¿Sería usted tan amable de explicarme qué es lo que está sucediendo en esas inmundas pateras que perseguimos?
- Mmmmm. La verdad es que nos tiene algo desconcertados, mi capitán.
- Inténtelo, se lo ruego. Inténtelo.
- Bien, señor. Lo intentaré. Parece ser que los navíos, por llamarlos de algún modo, tratan de huir de nosotros. De forma incomprensible para nosotros lo hacen contra al viento, lo que supone que su velocidad de avance tienda a cero. Según alguno de nuestros timoneles, están tratando de contrarrestrar el viento en contra soplando ellos mismos hacia sus propias velas, lo que proporciona una estampa tremendamente ridícula. Por último, algunos orcos se han lanzado al agua, ignoramos si desesperados, aterrorizados o con algún proposito concreto. Tal vez, como dice el cocinero, para tratar de empujar los navíos, señor.
- Ja, ja, ja, ja, ja. Para empujar los navíos dice. Ja, ja, ja, ja. Eso ha tenido gracia. Ración extra de ron de algas para el cocinero por su ingenio. En fin, hundamos de una vez esas chalupas y sigamos con nuestra patrulla.
- De inmediato, señor.
Alarico.