Traición! traición! traición! gritan desde las almenas.
Los soldados que defienden las puertas las abren y tirando las armas se rinden a los primeros asaltantes pero algunos ciudadanos aprovechan esos primeros momentos para volver a cerrar las puertas tras los traidores que son muertos por los atacantes en su furia. Mientras por toda la ciudad la población huye aterrorizada. El enemigo ha atacado con todo el peso de su ejército mientras los héroes están ausentes de la capital... y la lucha, aunque encarnizada parece estar a favor de los asaltantes que no dudan en usar cualquier posible brecha para repetir sus ataques.
Pasan sin embargo un par de días antes de que monten las armas de asedio que deberán derrumbar las murallas mientras entre la población un héroe decide tomar el mando de la defensa y expulsar al enemigo. Las espadas se afilan, las flechas se empechan y los escudos son remendados mientras el aire se llena de la tensión previa a toda gran batalla, aquella donde se deciden los destinos de las naciones... aquella donde se triunfa o se es derrotado.
Nota: y que curioso... la situación tiene el mismo relato para tres razas...