13
Permaneces inmovil hasta que los golpes en la puerta terminan. Continúas mirando al sobre como si fuera el objeto más extraño del mundo. Lo recojes pero no estás en condiciones de recibir más ordenes de nadie. Lo acercas sin dudarlo a la llama de la vela y te calmas mirando como se prende fuego.
Notas entonces que tienes una migraña terrible. Llorar siempre te provoca dolores de cabeza. Y la jaqueca, lo sabes, te impide pensar con claridad y te vuelve totalmente paranoica.
"Floja, eres una floja, no puedes desmoronarte ahora. Tienes que tomar una desición. YA"
No te dejas pensar. Te abrumas con tus autoexigencias.
"¡BASTA!, marchare..." te imaginas en tu cabeza la furia de la Abadesa si te encontrara todavía allì. Una prisa inexplicable te embarga.
Preparas rápidamente un pequeño macuto con lo mínimo indispensable. Sabes que te gustaría llevar muchas más cosas, pero hay algo que es cierto: la carga que ahora parece ligera, al cabo de unas horas de caminata te parecerá de plomo sólido.
"Sabes que no me las arreglaré sola con tan poco. No a mi edad" -te dices a tí misma.
"Tampoco quieres ir de aquí para allá cargada como una mula de ..." - de pronto un mecanismo se detona en tu cabeza.
"¿Una mula... por qué no lo pensé antes?" - te dices mientras te detienes en el medio del pasillo, en la oscuridad como si hubieras descubireto la rueda.
"Claaaaro! Sería sencillo, mira: bajas al establo, fuerzas la puerta, o le robas la llave a Sor Ethel, tomas un animal, consigues sacarlo sin que se arme ningún alboroto que despierte a la abadía entera, fuerzas la salida al exterior sin que nadie te vea ni te escuche, te robas el animal, lo montas a pelo como un joven de 20 años y sales como si nada..." Una punzada de dolor en tu cabeza te atormenta aún más...
Te das cuenta, entonces, de la vital importancia que tiene la discreción. Estabas a punto de salir por la puerta principal, pero estabas cometiendo una imprudencia extrema. Primero por tus antecedentes, nadie en la Abadía se creería lo de la misión y pensarían que volviste a las andadas. Y por otro lado, cuanta menos gente se entere de lo que estás por hacer mejor para tí, nunca se sabe hasta que oidos indeseables pueden llegar los rumores...
"Entonces salir por alguna de las puertas queda descartado."
"No, descartado, no. Pero sería mejor escabullirte sin que nadie te vea."
"Si consigo bajar por el castaño que se asoma por la terraza del ala este..."
"Suena lógico. Si la rama aguanta tu peso y consigues aferrarte con tus manos artríticas sin caerte. Logras no despertar a los perros de la Hermana Bernarda, y consigues llegar al tronco y bajar por él sin caerte y romperte la cadera - o alguna cosa aún peor - entonces sí, estarás afuera..."
"¿PERO ENTONCES QUE QUIERES QUE HAGA?. Nada te viene bien"
"TU SABES QUE LA ÚNICA POSIBILIDAD ES RECURRIR A YA SABES QUIEN..."
Te estremeces de sólo pensarlo, y hasta te enfureces contigo misma por mencionarlo como una opción posible. Sabes que es una criatura engañosa, y que cada vez que hiciste trato con él las cosas terminaron muy mal. Pero hay un pensamiento que ahora retumba en tu cabeza y no te deja pensar en nada más:
"Es tu única esperanza. Es tu única esperanza. Es tu única..."
Si consideras que lo mejor es robarte una mula, entonces vete al establo en la sección 11.
Si por otro lado crees que puedes bajar por el castaño, entonces trepate por la sección 14.
Si decides que eres capaz de enfrentar a "ya sabes quien" encuentralo en la sección 15