Rol:El Recuerdo de un Héroe
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La alargada sombra del oscuro Hades se cernía de nuevo sobre la populosa Larissa.
El insigne
Disceplio, Tagus del Ejército Tesalio e invicto comandante de las tropas combinadas larissio-atenienses que, bajo la Liga de Sardes, había derrotado y puesto en fuga a las huestes del rey bárbaro Giges ayudadas insensatamente por las polis malditas de Mileto y Halicarnaso, yacía inerte, ausenta ya toda mínima exhalación de vida, sobre el mármoreo talud funerario reservado para los mas destacados Hijos de Larissa en la Sala de Honor del Palacio Real.
La sobresaliente actuación de la Caballería larissia, hábilmente dirigida por el hoy llorado y recordado Disceplio, hubiera conseguido la captura del indigno monarca lidio de no haberle cubierto la cobarde retirada y aún a costa de sus vidas, las tropas de las polis renegadas de la Jonia, maldecidas por los Dioses y merecedoras de ser definitivamente expulsadas de la Comunidad Helénica.
Ataviado con las más lujosas galas de Stratega del Ejército larissio y asiendo entre sus manos la recia espada, testigo fiel de sus hazañas, el Héroe de Larissa se preparaba a cruzar la sombría
laguna Estigia, a cuyas orillas, esperaba satisfecho el enjuto
Caronte, postrer barquero del Averno, con los óbolos de plata que el propio Rey Jenofonte había depositado con ternura bajo la lengua ya reseca de su compañero de armas.
Sin duda, las nobles acciones del malogrado Disceplio recibirían el favorable veredicto de los tres altos Jueces del Averno,
Minos,
Radamantis y
Eaco, que permitirían al ilustre finado disfrutar de los goces y placeres eternos de los Campos Elíseos.
Las llamas de la pira funeraria ascendían hacia el gris sombrío del anochecer en las afueras de la Polis, y un cántico general, salía de las gargantas de los congregados:
“… Loor a la gloria de Larissa
En quién anhelan reflejarse
Los que hoy empuñan
Por vez primera las armas
Que mantendran nuestro espíritu
Libre, de inagotable valor henchido
Insensible a la desazón y al desánimo
Como el que hoy Larissa entera honra
Y admira como el más noble
De sus agradecidos ciudadanos…”
Una esbelta figura del finado, de noble mármol y con exquisito ciudado esculpida por las hábiles manos de los escultores larissianos, se erigió extramuros de la polis para recordar a todo aquel que ante ella se detuviera, que no hay más alto honor para un heleno que haber vivido por y para su ciudad, sus compatriotas y para honrar valerosamente a los altos Dioses del Olimpo.
Tras las exequias, Jenofonte se dirigió al pueblo, en la concurrida Ágora de la Acrópolis de Larissa:
“… Hoy, cuando el infame persa invade las sagradas tierras de la Hélade y amenaza nuestra propia supervivencia y la de nuestros descendientes, profundo dolor nos causa la pérdida irreparable de nuestro amado Disceplio, el cual, habiendo demostrado su sinpar valía en el campo de batalla, habría hecho añicos el ánimo de los que hoy asolar nuestras tierras pretenden…
…Más no es propio de Larissa, sucumbir al desánimo y al pesimismo y por ende, unidos a nuestros Hermanos de Pidna y Farsalia en la
Gran Alianza Tesalia y al frente de la recién creada
Alianza Sagrada, que integra a la mayor parte de las Polis libres Helenas contra el triste destino que el infame persa prepara con sus huestes, para todos nosotros, vuestro propio Rey se pondrá al frente de un inmenso Ejército de helenos venidos de todos los rincones de la Hélade que, codo a codo y hombre a hombre, bajo la mirada benefactora de los Dioses, se lanzarán valerosamente a la batalla hasta que la última gota de sangre abandone sus esforzados cuerpos y la última de las pérfidas alimañas del innoble Jerjes, sucumba bajo el filo de nuestras armas…
…!! Por la fuerza de Ares, que nos llevará a la Victoria sobre el Infame ¡!...
Las palabras de su Rey enardeció al Pueblo que coreando, atronadores, su nombre, marchó raudo a preparar sus monturas, arneses, armaduras y aperos de combate, a bruñir y hacer relucir sus armas; el destino de todos estaba en juego y así su Rey y la Hélade entera, los reclamaban.[/i]
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