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« en: 31 de Marzo de 2006, 08:31:44 am »
el turno fue enviado por Kopr en Maya. su argumetno sucede
Turno 12
Kor
Ni un dia mas los provenientes de la Isla Tachi se quedarian en ese decrepito lugar y déjenmelo decirlo asi; olia mal, era una sensación nauseabunda la que corrohia sus cavidades. Si bien Kor pretendia saborear aquellos dias observando como la nada pasaba entre sus dedos, les era imposible no pensar en aquello que sucedia en Gavan.
Las plazas desiertas, las posadas, las casas, los palacios, ya nadie quedaba ahí exceptuando el puerto que era lo unico que alli verdaderamente tenia vida. Nadie se quedaba, todos iban y venian tan rapido como la luz penetra en las pupilas, pero ello no los salvaria de una muerte certera, y es que en Gavan no existia ya la gente de medicina.
El posadero les habia recomendado irse a Nost, pero ¿porque un alma se atreveria apear la verdad?, se preguntaba el mestre cuando miraba aquel solitario detrás del mostrador y es que el apego que aquel sentia por esos trastos, era mas fuerte que la enfermedad, ¿o un gran remedio para un gran mal?, daba igual, ellos se encontraban en camino hacia el nuevo rumbo que marco el destino.
Mientras tanto Kor recorria el puerto en busca de un nuevo trato con algun comerciante de la zona...
Habia pensado en el navio que esperaba anclado, en sus insignias, en sus tallas unicas y que todo lo que representaba era solo pasado, ya no le serviria de mucho alli estancado. Recorria con los ojos abiertos la calle del puerto hasta que se topo con una mujer de cabellos rubios con una mirada segura. Ella estaba frente a la embarcacion mirando los caracteres en la madera tallada.
Miraba Kor a sus verdes oyuelos - ¿Qué atrae tanto la vista de esta bella dama, una vieja leyenda?-Le disparo sin importar como su corazon multiplicaba los sonidos.
-¿Sabes que significan esos caracteres? – Le respondio esa espléndida figura como no existia en aquel lugar.
Kor sintio como si una mano suave acariciara su golpeado cuerpo y un ardid que curaba fácilmente aquellas marcas que en batalla habia adquirido. El lamia el jugo que por dentro corria cuando esas palabras fueron desatadas.
-Dime como te llamas y yo te contare esa vieja historia de mi pueblo.
-Soy Ambar, dócil forastero – Las palabras que lanzaba esa mujer eran casi como una espada que clavada lleva a los heroes al final y que una vez alli, el dolor se disipa, la gloria vive eternamente mientras el cuerpo se desvanece.
-Kor de Tachi, una isla perdida en el tiempo y esa leyenda habla de cómo un ojo incrustado en una espada puede traer paz a un reinado milenario que gobierna las aguas, fue tallado por Gong En Rim, maestro en esas artes.
-Nunca he oido sobre esa Isla, pero ¿A que se debe tu visita?, morador del mar.
-Necesito ir a Nost, ¿Sabes como llegar?
-Te advierto que Nost no es un lugar seguro para quien no conoce.
-Entonces dime quien conoce y yo pagare lo que sea necesario, pues el tiempo apremia en esta delicada situación.
-Me ofresco como su guia, pero a cambio de un trato justo.
-Dime cuales son tus intenciones y si es digno lo aceptare.
-Yo os llevare por lugar seguro hacia Nost, pero seras mi escudo una vez establecidos alli.
-Que asi sea, bella dama, pero ahora dime como llegaremos hasta alli.
-Tu navío no sirve de nada aquí, ya que la ciudad se encuentra demasiado al norte e ir por mares desviaria tu propósito. Ademas si deseas pasar por ciudades donde la niebla es eterna, esa seria una buena opcion. ¿Lo quieres en verdad?
-No temo al tiempo que concede, ni al destino que quita – Kor no sentiria humillación alguna, puesto que en verdad, los peligros que habia pasado y los que vendrían los tomaba como una paso mas hacia donde el se dirigia – hermosa daga que mis ojos reconocen como guia.
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