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Temas - Karnak

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General / Que viene el Delta.
« en: 28 de Noviembre de 2005, 12:43:31 pm »

   Como no podíamos ser menos que los yankis y sus superhuracanes y los catalanes con sus ciclones, nos hemos montado una tormenta tropical en las Islas a la que vamos soplando continuamente a ver si llega a huracán.  Se ha llamado Delta porque ya no quedaban letras del alfabeto.
 
   Por lo pronto se han suspendido las clases y se ha puesto a todo el mundo en alerta Def-Con 2...perdón quería decir alerta naranja.

   A ver si pasa de largo la tormenta y no causa ningún desatre que ya lleva vientos de 125 km/h.

   http://www.inm.es/web/infmet/satel/sglomg.html

   Saludos
   Karnak.

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La mazmorra de Earwitz / Para el Orco y la Demonia.
« en: 24 de Noviembre de 2005, 08:47:56 pm »

   Si los moñas y los malos malos tienen su foro pues mi grupo no va a ser menos.  A ver si la demonia se pasa por aquí y me rasca la espalda con ese tenedor tan grande que tiene.  Guapa, salerosa. 

   Saludos
   Karnak. El Orco.

  P.D. El cara pasmada del medio elfo raro que presume de ser el novio de la demonia que se pase también. 

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2 Concurso de Relatos de Klaskan / Relato Saurio. Autor Figor.
« en: 21 de Noviembre de 2005, 07:33:26 pm »
   ¡Ufff! Parece que los he despistado, pero... ¿Por cuánto tiempo?, se preguntó Verselis, dejándose caer entre un par de cubos de basura y respirando atropelladamente en un intento de recuperar el aliento. Un buen momento para planear el próximo movimiento, pensó, sin dejar de echar nerviosas miradas a la entrada del callejón, esperando ver aparecer de un momento a otro a los matones a sueldo de Umbrax. Umbrax, que Seth maldiga su nombre hasta la eternidad. No parecía tan listo cuando Verselis empezó a trabajar para él. ¿Cuánto tiempo hace ya de eso? ¿Tres, cuatro ciclos? ¡Bah! Que mas da, tarde o temprano, algún día tenía que enterarse… aunque ojalá hubiera sido mas tarde, al fin y al cabo, tampoco es para tanto. ¿Qué es lo que le he escamoteado?, se preguntó mientras su respiración se volvía poco a poco mas acompasada ¿Un par de monedas en cada entrega? Bueno, tal vez fueran tres o cuatro, incluso cinco en alguna ocasión, pero ¿Qué significa eso para él? Tiene docenas de agentes a su servicio, y somos nosotros los que hacemos todo el trabajo, ¿por qué ha de sacar él tanta tajada? No, no es justo que sea mi cabeza la que quieran hacer colgar de la viga mayor del Puente Mayor…

   Lentamente, tras conseguir un ritmo de respiración mas pausado que evitara delatarle, salió de su escondite y avanzó silenciosamente por las oscuras calles que serpentean y se entrecruzan una y otra vez, por el día bulliciosas, llenas de saurios dedicados a sus quehaceres diarios, pero ahora solitarias y amenazadoras. Muchos de los habitantes de Meraska podrían incluso perderse entre ellas, pero Verselis no, él conoce estas calles como la palma de su mano, y aunque podría parecer que su rumbo es errático, nada más lejos de la realidad, ya que sus pasos se dirigen a un punto muy concreto del centro de la ciudad. En una calle aparentemente como las demás, empieza a trepar rápidamente por una reja y se desliza hacia dentro del edificio por una desvencijada ventana. Antes de desactivar la ingeniosa trampa de alambre que ha preparado contra visitantes no deseados, deja transcurrir unos segundos de tensa espera, pero tan sólo escucha el corretear de las ratas y el crujir de la madera. Perfecto, el sitio está limpio, piensa, agradeciendo a Ssshish su buena suerte. Rápida pero minuciosamente, se dedica a recoger sus cosas mientras lamenta una vez más la pérdida de su otro escondrijo, el del Puerto.

 Realmente era una buena idea el pasar allí la noche para luego embarcar en cualquiera de los mercantes que salían a primera hora; sí, bueno, los esbirros de Umbrax ya estaban sobre su pista desde la puesta de sol, al no acudir a la cita en la que con toda seguridad pretendían tenderle una emboscada, pero allí no debían haberle encontrado, aquel era un lugar seguro. ¿Cómo demonios habrán dado con él? Tal vez me siguieron o tal vez alguien les dio el chivatazo, esta visto que la vida fácil le agarrotaba su instinto. Hace unos pocos ciclos, nadie hubiera logrado encontrar ninguno de sus sitios seguros pero ahora… En fin, tampoco importa demasiado, no han logrado cogerle ni… ¡Maldita sea, sí que importa! ¡El dinero estaba allí!

Tras asegurarse que se lleva todo lo importante, sale de nuevo a la calle maldiciendo entre dientes una y otra vez. ¡Que estúpido, mira que haber dejado allí el dinero…! Pero lo cierto es que no tuve elección, apenas tuve tiempo para salvar mi propio pellejo. Bueno, ya nada puede hacerse, será mejor pensar en otra cosa. Lo importante ahora es: ¿Qué voy a hacer a continuación? Meraska es muy grande, pero no puedo seguir escondiéndome siempre bajo sus piedras, y mucho menos hacer frente yo solo a Umbrax, así que parece que la mejor opción que me queda es abandonar esta ciudad durante una temporada… Bueno, al fin y al cabo ya empezaba a aburrirme, no había retos para alguien de mi nivel. Pronto será de día, y habrá un gran trasiego de gente entrando y saliendo por las Puertas del Este, así que si consigo algo de dinero de algún paleto incauto, podría ser el momento ideal para escabullirme entre la muchedumbre. Eso, claro está, que Umbrax o alguno de sus matones no me encuentre antes…


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2 Concurso de Relatos de Klaskan / Resurgimiento. Autor Azaghal. Engendros.
« en: 21 de Noviembre de 2005, 07:27:06 pm »

    RESURGIMIENTO


En los momentos en que la raza Engendro había sido empujada a abandonar la ciudad de su origen, en los momentos oscuros después de la caída .. hubo un personaje un tanto singular .... algo de eso, se narra ahora.

Reyr, El Engendro Cantor, miro hacia las planicies y no pudo evitar un hormigueo de pesadumbre al ver las restos humeantes de Azagh, su ciudad natal.
Y en una súbita oleada de recuerdos, comenzó a cantar con sus peculiares voces, productos de una extraña mutación, ya que era poseedor de lo que se llamo "cámaras de sonidos", que podrían abarcar un amplio espectro de sones y por ende, podía reproducir cualquier sonido que se hubiera oído en la naturaleza; merced a eso, sus melodías eran apreciadas y jamás interrumpidas.
Cantó a aquellos escombros ahora expoliados y que en otros tiempos fueron su hogar en la infancia, en la adolescencia y aunque ahora ya despuntaba como un engendro maduro ... sentía que toda su vida la hubiera pasado allí y le hubieran desgarrado su anima entera.
Mientras hacia surgir la canción, numerosos engendros se agolparon alrededor de el, pues era tal su arte, que hacia olvidar el paso del tiempo y de las estrellas, no importa q hiciera calor o frío.
Al terminar el tiempo del son, sintieron como sus añoranzas fueron limpiadas y sus heridas curadas, pues la melodía era cuasi mágica y al q lo escuchaba se le hacia armonizar con la existencia del plano; Despertados del ensimismamiento, se fueron a sus quehaceres diarios.
El cantor, al final del día, regreso a su morada y cansado ya, se durmió, esperando el despertar del nuevo día. A la medianoche, cuando soñando estaba, se interrumpió la sobrevela y la causa eran unos ruidos en el alfeizar de la ventana, como cuchicheos en la oscuridad, lo q obligo al Cantor, a acercarse y a mirar, pues sabia con seguridad q seria alguien q quería hablar con el ..
Llego somnoliento al alfeizar, y al llegar, pronto sintió una aura de poder, se recordó como un chiquillo desvalido ante un carnívoro, y a duras penas dijo chasqueando en el lenguaje gutural:
- ¿Quienes sois? y ¿que queréis?
Y una voz susurrante, cargado de premoniciones y de fuerza, respondió:
- Soy tu nuevo caudillo; aquel que tras la muerte de Azizal ha sido designado como gobernante de la Horda ... para guiarla a su nuevo destino ...
- Señor ...
- Y lo que quiero, es simple, ahora que hemos sido derrotados, que hemos sido despojados de nuestra capital y que hemos visto morir a nuestro líder, es cuando tenemos que levantarnos y empezar a caminar sobre las lecciones aprendidas ... sobre los huesos de los muertos, sobre las cenizas de nuestros hogares ya extintos ...
- Y señor, como podría yo ayudar ..
- He pensado largamente, necesitamos nuevos horizontes, nuevos retos, nuevos caminos que andar ... pero ahora necesito de la moral y de la fuerza de mi pueblo, y nadie mejor que para eso ... que los salmodistas, los vigilantes, los sabios, los guerreros de la Guardia, las demostraciones de valor y de fuerza, entre varios que nombro ... y tu, el cantor, te encargaras de insuflar la energía perdida, con tus cantos que recuerden la grandeza de antaño y el tiempo por vivir ... q hagan despertar la esperanza entre los eriales del alma perdida de nuestro pueblo ...  Os encomiendo esta misión, pues se de vuestras dotes y de vuestra magia, así como sugeriré a otros la ayuda necesaria ... puedo contar con vuestros cánticos? ..
- Señor, no se si estaré a la altura, pero haré lo q este en mi mano ...
- Gracias Reyr, el tiempo de la verdad ha llegado ... y ahora tengo cosas q hacer ...
Y dicho eso, se oyó un revoloteo de alas en la noche negra, y el cantor, supo q ahora tenia una misión ardua y difícil, se sintió capaz de hacerlo, pues era por el bien de los suyos, de su nación, de su raza ...
Al día siguiente, cuando se encamino a la plaza de la capital para hacer efectivo la misión dada por su líder, sintió vibraciones distintas a los días anteriores, ya no había pesimismo ni frustraciones, y si una cierta esperanza, y un débil resplandor en los ojos del pueblo.
Vio a los salmodistas, recitar la tradición oral de las historias antiguas, de las epopeyas bárbaras ... vio a enormes guerreros, hacer demostraciones de habilidades y de fuerza sin parangón ... vio una febril actividad y se alegro, se sintió orgulloso de ser lo q era.
Mientras llegaba a la plaza, y se ponía en lo alto de un montículo, le llego el ansia de cantar e imbuido de frenesí, empezó a mover sus peculiares cámaras de sonidos ....
Canto como nunca lo había hecho, canto embargado por la memoria de los suyos, mas allá de toda dimensión, y mientras cantaba, se entretejió la historia de la raza, lo que fue, lo que es y lo que será ... y a muchos que en esos momentos estuvieron escuchando la Melodía del Cantor, se vieron envueltos en visiones, del pasado, del presente y del futuro ... cual es cual? ... eso no lo saben discernir, pues hay cosas q se han perdido y volverán, hay cosas que son y que no saben, y las cosas que serán, no son sabidas ahora ... pero las visiones están recogidas en la tradición oral de la Melodía del Cantor, y eso es otra historia para contar ...
Canto desde el Alba hasta el Anochecer, con una fuerza q extrajo de su cuerpo, y en el q agoto todo el vigor de sus cámaras de sonidos ....
Al acabar, se tumbo placidamente en el suelo, y se durmió .... y hasta ahora no se ha despertado ....
Se le llama el Durmiente ahora, guardado y cuidado en una sala, al efecto para el,  por sus guardianes, los Guardianes del Cantor ...
Se dice, q cuando la Nación Engendra vuelva a ser lo q fue, o incluso mas allá, se despertara y sus cantos alegraran el corazón del pueblo ...

Y así se narra el DIA del Resurgimiento ... en la memoria de los engendros q lo saben ...

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     El desfiladero de Gildor-Dum

Aquel día todo parecía ir más rápido.  Nos levantamos con el alba y avanzamos con rapidez hacia lo que sabíamos no solo era nuestro destino si no el de todo nuestro pueblo. Mis compañeros, al igual que yo, estaban inquietos. El día era claro y luminoso, las montañas nos rodeaban y  la brisa de la mañana era particularmente silenciosa.

Yo, Telmar Alta Roca, hijo de Koelmar que era hijo de Falder, era el teniente al cargo de la segunda unidad de infantería del ejército de los Khazâd-Dawi. Con sesenta valientes enanos a mis órdenes acompañábamos a nuestro general Gildor Puño Encendido en la vanguardia del ejército.

Llame a los tres alférez de mi división

¡Tolber, Droman, Dater!. Venid aquí 
¡Señor! ¡Señor! ¡Señor!! – Me respondieron
Levantad el campamento, ¡rápido!, continuamos la marcha – Les dije secamente con  tono imperativo para recalcar mis palabras, aunque sabia que todos conocíamos la situación

Tras varios días de dura marcha sabíamos que podríamos no alcanzar nuestro objetivo, y no hacerlo significaba dejar a merced del enemigo una de nuestras bellas ciudades.  Este era nuestro primer intento de combatir con los Orcos que amenazaban nuestro pueblo y no podíamos fallar.

Nuestro general había decidido cortar el avance Orco en un estrecho paso entre las montañas pero el riesgo que asumíamos con esta acción era que los Orcos llegaran antes que nosotros al desfiladero.  De no llegar antes que el enemigo todos sabíamos que los Orcos accederían al frondoso bosque de Gazan-Thingas y estarían a las puertas de una indefensa Karad-Zorn.

Tras unos pocos minutos en los que el ruido de los ronquidos de mis soldados se transformaron en una especie de murmullo, en el que se entrelazaban sonidos de hachas golpeando los escudos, bostezos y cinchas ajustándose, mis tres batallones estaban listos y preparados.

¡En marcha! ¡Hoy es el gran día!

Mi unidad fue la primera en partir. Tras nosotros avanzaba en una larga hilera entre las montañas el resto del ejercito del Reino de los Khazâd-Dawi, o como nos llaman en lengua común el Reino de los Dos Enanos.  La imagen era esplendida y el orgullo que se mostraba en la cara de nuestro general Gildor era comprensible, todo un ejército de Enanos se desplazaba por las montañas con una rapidez nunca vista. Pero el semblante de Gildor mostraba también un gesto de preocupación.

Señor. Con su permiso – Le dije en un tono de voz no en exceso alto para evitar preocupar a los soldados.
Dígame Teniente
Bien Señor, permítame decirle que todos nosotros confiamos en usted y personalmente estoy seguro de que pillaremos a esos bichos.
Orcos teniente, son bichos rastreros y de poca inteligencia pero al enemigo hay que respetarlo. Un exceso de confianza nunca es bueno. Y gracias por su confianza.- Me respondió nuestro general, que era Enano de buena cuna y educación y que lo demostraba por la brevedad en sus palabras


Gildor dirigía a nuestro ejército desde hace ya varios ciclos y su insistencia en una alta preparación daba ahora sus frutos. El avance por las montañas a la velocidad que se realizaba no hubiera sido posible en un ejército desorganizado.

Tras varias horas de marcha, en la que la conversación brilló por su ausencia, alcanzamos nuestro destino. El desfiladero se hallaba bajo nuestra posición y no había rastro del enemigo. La cara de preocupación de Gildor era ahora manifiesta. Si hubiéramos llegado tarde, aunque solo fuese por unas pocas horas, perderíamos una de nuestras ciudades con casi total seguridad.

Tolber, uno de mis alférez, se me acercó.

Señor. ¿se sabe algo? ¿Han pasado los bichos?- Pregunto Tolber.
Ni idea Tolber, el General ha enviado a un explorador. Pronto sabremos algo.- Intentar que Tolber les llamara Orcos era una tarea demasiado ardua para ese día.

Keldar Sendalejana, uno de nuestros mas conocidos exploradores, bajo al desfiladero. Desde la altura se le vio moverse por el terreno de lado a lado. De vez en cuando volvía sobre sus pasos, algunas veces arranco una o dos ramas de árboles secos y las observaba durante un rato, y otras veces se tiraba en el suelo con la oreja pegada a las rocas. Quien le conociera sabia perfectamente que buscaba restos del paso de las tropas enemigas.

Mientras Keldar subía de nuevo hacia la posición que ocupaba Gildor el silencio se hizo casi absoluto. Los pasos de Keldar eran audibles desde la distancia y parecía que nunca nadie hubiera roto el silencio en aquellas tierras Tras unas breves palabras Gildor se volvió hacia nosotros, se bajo la visera de su casco de guerra y alzando la mano con el hacha de guerra en ella nos grito lo que todos deseábamos oír. 

“Baruk Khazad!!!!”  (Hachas de los Enanos!!!!)

Nuestro respuesta rompió todo el silencio acumulado y resonó como fuerza en el angosto desfiladero:

“Khazad ai-mênu!!!!!!!” (Los Enanos están sobre Vosotros!!!!)

Este grito era conocido por todos. Durante generaciones había marcado el principio de todas las batallas en las que los Enanos habíamos participado. Gildor nos había informado de forma clara que habíamos llegado a tiempo y que el combate empezaría pronto.

Por lo que luego me enteré Keldar, el explorador, había informado a Gildor que gracias a nuestro esfuerzo el enemigo no había alcanzado aun el desfiladero, pero que el ruido de las rocas indicaba que se hallaban mas próximos de lo que cabria desear y que su numero era muy superior al nuestro.

Oí un murmullo a mis espaldas y al girarme vi a Kabol que se aproximaba y con un ligero movimiento de cabeza le mostré mi respeto.

   - Mi buen Uzbad, A sus órdenes. – Dije mientras me hacia a un lado

Kabol Hacha de Piedra, Dawi-Khuzûd-Uzbad (Señor de los Dos Enanos) se acerco a Gildor y como todos esperó sus instrucciones. Todos sabíamos que Kabol había dejado en manos de Gildor el destino de esta batalla. Sabia que todos confiábamos ciegamente en nuestro general y que incluso si el nos lo pidiera le seguiríamos a una batalla en el mar (por mucho que en el mar un enano no iba a flotar hicieras lo que hicieras).

Con su habla característica Kabol nos miro, y esa mirada evito unas cuantas palabras.

   - Señores. El enemigo esta cerca. Sabéis lo que hay que hacer. – Fue todo lo que nos dijo.

El despliegue en el desfiladero fue rápido. Todos conocíamos las técnicas de combate de Gildor ya que este nos las había hecho practicar una y otra vez.  Desde mi posición inicial junto a Gildor alcanzaba a ver casi la totalidad de nuestro ejército.

Nuestro buen Uzbad Kabol y el explorador Keldar avanzaron por el oeste, junto a varias unidades de infantería. Llegaron  hasta unas montañas que les protegerían del ataque Orco en los momentos iniciales. Junto a Gildor nos colocamos el grueso de unidades de infantería y gran número de arqueros y ballesteros. 

Mas ballesteros y arqueros se distribuyeron al Este y al Oeste del angosto campo de batalla preparando así un cerco de flechas al enemigo.  La milicia se posiciono en la retaguardia arropada por las unidades de infantería. Y en el centro del escenario del próximo combate se coloco el cebo de la trampa que Gildor preparaba. Una solitaria unidad de valientes lanceros clavó sus armas en el suelo, prepararon sus escudos y esperaron la llegada del enemigo.

Cuando vi los primeros Orcos hice que mis hombres hicieran sonar sus  Khrums (Tambores de Guerra enanos).

¡Señores, que se sepa que los Enanos hemos llegado! – Les espeté con intención de azuzarles el ánimo.

Pero el ruido pronto se acalló.

Las primeras unidades Orcas que se aproximaban consistían en múltiples jaurías de lobos gigantes que azuzados por sus cuidadores avanzaban en un aparente caos. Tras ellos se divisaba lo que se podría denominar una nube de tormenta de color verde.

Mis hombres a la vista de tal cantidad de enemigos callaron. El ejército Enano enmudeció y los únicos ruidos que se oían eran las hachas al rozar contra los escudos y los arcos y ballestas tensarse.

Justo en ese momento un cuerno de batalla resonó en el desfiladero y los ojos de todos los Enanos se dirigieron a las montañas.

Mirad ¡Ese es  Kratel el herrero del valle! – Oí decir
Y aquel es mi sobrino ¿Qué diablos hace aquí? –Dijo otro de mis soldados.

Una unidad de milicia Enana había aparecido sobre las montañas con evidentes signos de haber corrido mucho durante los últimos días. Luego supe que un noble Enano llamado Durlan, miembro del ejército y que debido a que una antigua herida se había retirado,  se había dedicado a reclutar a los Enanos de granjas y aldeas más lejanas. En un titánico esfuerzo ahora, en el momento justo, llegaban a la batalla.  Si bien esta unidad no significaba un cambio significativo en la distribución de fuerzas, el animo de los Enanos, que en un primer momento había flaqueado ante el ingente volumen de Orcos, volvió a subir y en un gesto típico de nuestro pueblo todos empezaron a golpear sus escudos con las hachas incitando al enemigo.

El comienzo de la batalla fue nefasto. Los Orcos con sus arqueros y ballesteros sesgaron la vida de muchos buenos Enanos, algunos de ellos buenos amigos y familiares,  y las bajas Orcas eran escasas ya que nuestras flechas parecían no querer dar en el blanco.  Tras este mal comienzo Gildor tomo la decisión que todos esperábamos. Con un toque de cuerno que recordaré toda mi vida indico el avance del ejército.

¡A la carga! “Baruk Khazad!!!!”  – Grité a mis soldados
“Khazad ai-mênu!!!!!!!” – Se oyó por todo el desfiladero

El combate fue encarnizado. Mas tarde me enteré que la batalla en estos momentos se libraban en tres frentes. En dos de ellos los éxitos de los Enanos eran notables y caían muchos mas Orcos que enanos. Por el contrario en el flanco en el que Gildor se  encontraba ya era de por si un logro que no fueran arrasados. Solo la presencia de Gildor, y heroica defensa, evito que los Orcos consiguieran cercarnos en esos primeros momentos.

Gildor por el Este luchaba contra varias unidades de lobos que atacaban a nuestros ballesteros. El combate era encarnizado. Gildor, con la poca compañía de una unidad de ballesteros que en la corta distancia usaban sus dagas, se enfrentaba a un numeroso grupo de lobos e infantería Orcas. Intente en vano dirigir desde el flanco central alguna de las unidades de infantería para apoyar a Gildor.

Tolber, Droman. ¡Al este!, Gildor esta en apuros – Pude decir mientras cortaba la cabeza de mi sexto Orco

Fue inútil, las unidades Orcas si bien algo diezmadas por nuestro decidido avance, aun mostraban un sólido frente infranqueable. Droman cayó muerto a mi lado bajo los mordiscos de Orcos y lobos por igual. Entre hachazo y hachazo pude ver como Gildor aun  resistía, aunque era claro que la sangre empezaba a manar de múltiples heridas.

Tras un buen rato, en el que los Orcos supieron cuan afilada puede estar un hacha Enana, conseguimos al fin abrir una pequeña brecha y con un reducido grupo de soldados me acerqué a Gildor que resistía los continuos ataques. La visión de Gildor helo mi alma, su cara desencajada era un mar de sangre.  Sus ojos parecían dos brasas fijas en el enemigo. Obviamente su resistencia estaba ampliamente superada, Ya no sabia lo que hacia y luchaba con todo aquel que se acercara a el. 

No fue fácil retirar a Gildor del campo de batalla. Una herida en mi pierna derecha aun me recuerda los días de lluvia ese triste momento. Junto con Tolber y tres de mis soldados conseguí desarmar a Gildor y a la fuerza apartarle a la fuerza de primera línea de la batalla.

Una vez lejos del combate la cordura fue regresando al rostro de Gildor. Convencerle de que no podía regresar al campo de batalla fue otra ardua tarea. Pero la debilidad que le había causado sus enormes heridas dejaban claro, incluso para el, que debía retirarse.

Dejadme, aun quedan Orcos con cabeza – Llegó a decir
Malditos – dijo en algún momento mientras intentaba infructuosamente levantarse. Las heridas empezaban a enfriarse y sus fuerzas se vieron completamente superadas.
Señor, permítame, Kabol sigue en pie y su posición es fuerte. Vos no esta en condiciones de continuar. Deje que nuestro buen Uzbad tome el mando. – Le imploré, viendo que si no conseguía convencerle no duraría mucho en combate.

Su mirada, como siempre, me dejo clara su decisión.

Yo mismo toque el cuerno de batalla que indicaba el cambio de general. Nuestro buen Uzbad Kabol tomaba a partir de ese momento las riendas del ejército.

Pero el destino deparaba aun uno de sus negros designios para nuestro querido general.

Mientras observaba como Gildor se alejaba, ayudado por uno de los soldados, una flecha lanzada por una unidad Orca paso a mi lado. Si cierro los ojos aun soy capaz de recordar el ruido de esa nefasta flecha. Cuantas veces no me he perdonado haber dado antes un paso hacia la derecha y haber detenido yo con mi cuerpo el disparo que sesgo la vida de Gildor. 

Me acerque a Gildor y,  aunque el ruido de la batalla debía ser ensordecedor, escuche claramente sus últimas palabras. 

Gildor me miro, torció por última vez su gesto al observar la gran flecha que le salía del pecho y me dijo. – ¡Por el gran herrero!, ¡No deben pasar!  - Tras esto vi como el alma de Gildor abandonaba su cuerpo para volver a las profundidades de nuestra amada tierra.

No recuerdo cuanto tiempo transcurrió pero se que cuando me levante tenia en mi mano el hacha de batalla de Gildor.

Mi corazón se partía. Nuestro querido general había muerto. Pero no es para un Enano la lágrima y el llanto. La venganza tiene mejor sabor.

En ese momento, toda la incertidumbre que había inundado mi ánimo desapareció. Mi objetivo en esta batalla fue por fin claro. Debía matar tantos Orcos como pudiera. El deseo de sangre Orca domino mis pensamientos. Mire a mis soldados y vi en su rostro reflejado el mismo odio que invadía mi corazón. Todos preferiríamos morir a apártanos del camino de los Orcos. Antes podía haberlo dudado, pero ahora tenía la certeza. La victoria seria nuestra costara lo que costara. Y ya sabíamos que el precio a pagar era muy alto.

La noticia de la muerte de Gildor se extendió por el  campo de batalla como un fuerte viento inunda un valle y a partir de ese momento se desencadenó una furia y una rabia que solo el pueblo Enano es capaz de transmitir. El odio y la furia son en ocasiones el mejor arma.

Si bien el resto de la batalla no fue fácil el número de sucios Oros que caían delante de nuestros pies era muy superior que el de Enanos que valientemente dejaban sus vidas. De esos momentos, que aun recuerdo con  nitidez,  la imagen que perdura en mi memoria con más fuerza es como la sangre Orca corría en un suelo rojo enfangado.

Lobos, cabalgalobos, infantería y milicia Orca fue siendo una a una derrotada. Los Orcos fueron superados por la fuerzas Enanas y, tras un desesperado intento de paliar nuestro feroz ataque con armas a distancia, terminaron batiéndose en retirada. 

Habíamos conseguido una importante victoria pero el precio fue muy alto.  El número de bajas Orcas casi triplicaba las nuestras. Pero la vida de un Enano vale mucho mas que la de tres Orcos.

Tras la batalla en el que ahora se recuerda como El desfiladero de Gildor-Dum (El desfiladero de La oscuridad de Gildor en lengua común) se levantó un túmulo que recordará por siempre a nuestros compañeros caídos.

Como es costumbre los cuerpos Orcos fueron decapitados y sus cráneos labrados por manos expertas. Son ahora bellas jarras donde brindamos con Grizdal (Cerveza que ha sido fermentada durante al menos un siglo) por nuestros amigos perdidos.

Tras el pertinente homenaje a los caídos los Orcos retirados fueron perseguidos y nos enfrentamos a ellos en una segunda batalla. Dejaré para otra ocasión el relato de aquella sorprendente gesta en la que no se perdió ni una unidad Enana. Solo decir que, como bien saben los historiadores, no solo los sucios Orcos fueron totalmente aniquilados, si no que se encontraron inesperados amigos en el camino. 

Desde entonces reina la paz en el reino de los Khazâd-Dawi pero aun afilamos nuestras hachas por si algún Orco u otro enemigo de nuestro pueblo se le ocurre acercarse de nuevo a nuestras tierras.

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2 Concurso de Relatos de Klaskan / Relato Atlante 2. Autor
« en: 21 de Noviembre de 2005, 07:23:33 pm »

   
     Anferes se desplazaba cuidadosamente por las ruinas de la ciudad. Esta era enorme, de una proporción como el mundo no había visto desde hacía siglos. Su objetivo era el templo, el lugar más sagrado de la urbe, según antiguos manuscritos en el se hallaba el afamado Báculo de Msina ,un arma de un poder sin igual. La destrucción había sido totalmente inesperada, la mayor parte de los edificios se encontraban aún en pie y los cadáveres se apiñaban en las zonas donde se habían encontrado reunidos.
   Después de atravesar una larga avenida guardada por estatuas de antiguos guerreros pudo ver ante el su objetivo. El edificio era soberbio, un cuadrado perfecto en cuyo centro se alzaba una cúpula semicircular. Todo el frontal se encontraba decorado con escenas del culto de este antiguo pueblo y con un simple vistazo pudo apreciar porque estos seres eran tan odiados y temidos. Aún en este tiempo su recuerdo se encontraba grabado de manera indeleble en la mayoría de las razas en forma de leyendas y canciones. El friso representaba a una larga columna de gente de todas las razas conocidas (enanos, elfos, humanos, orcos y demás) todos atados con pesadas cadenas, mientras a los laterales unos entes de apariencia humana embozados fustigaban sin cesar con látigos a estos pobres prisioneros. En el cielo unos seres con alas de murciélago, manos y pies terminados en garras y una gran cornamenta de carnero que les sobresalía del cráneo caían sobre las espaldas de sus victimas, sin embargo lo peor era su rostro, ya que este era deforme y sin rasgos concretos, solamente en una cosa se parecían todos ellos y era en sus ojos que transmitían una gran malignidad. Al final de la columna de prisioneros había una representación del templo, el parecido era magistral y la sensación que transmitía era que a pesar de los horrores del exterior lo peor se encontraba en su interior.
   Anferes penetró  en el templo a través de los grandes portones que antiguamente lo custodiaban pero que ahora se encontraban abiertos de par en par. Al entrar tuvo la sensación que todos los ojos de las paredes le observaban, tanto de victimas como de verdugos, y no pudo evitar un escalofrió a pesar de saber que era totalmente imposible.
   El interior del templo estaba formado por un mar de columnas que parecían no tener fin.. Lentamente y notando cada vez un mayor desasosiego Anferes avanzó. No se sabe si por la impresión que producía el lugar o por alguna otra causa, la marcha la realizaba con todo tipo de precauciones ocultándose entre las columnas y observando antes de dirigirse a la siguiente. Esta forma de avanzar seguramente le salvó la vida ya que en un recodo pudo ver una figura inmóvil. En un primer momento la confundió con una columna caída pero una comprobación adicional le permitió reconocerla como una gran sierpe. Lentamente comenzó a rodearla mientras con cuidado comenzaba a concentrar sus poderes.
   No se sabe que sentido hizo que la serpiente volviese a la vida y alzase su rostro hacía el, pero Anferes no se detuvo en averiguarlo y con su poder formó una lanza de puro hielo que lanzó con un gesto hacia el cuerpo de su rival. Un aullido como un chirrido salió de la boca del monstruo herido que intentó abalanzarse sobre él;, por suerte la lanza de hielo la mantenía fuertemente clavada al suelo por lo que su intento fue infructuoso ya que quedó corto. Anferes se alejó con rapidez ya que sabía que la lanza no duraría mucho y esperaba haber terminado antes de que esto sucediese, ya que debía reservar sus poderes por si surgían otras sorpresas.
   Los gritos de la serpiente le seguían mientras continuaba su camino, ya sin ningún rastro de prudencia, ya que el momento del sigilo había pasado. Después de unos momentos que le parecieron eternos vio ante él su objetivo, justo bajo el centro de la cúpula se alzaba un altar y clavada en su centro una larga vara de la que emanaba un rayo de luz. Rápidamente se dirigió hacia ella, pero cuando se encontraba ya a pocos metros sintió un fuerte dolor en la pierna. Al bajar la mirada pudo ver la causa, una pequeña y alargada serpiente había surgido de unos agujeros circulares que surcaban el suelo y le había mordido. El dolor era espantoso, el ser aunque pequeño tenía un gran numero de dientes, todos ellos afilados. Con un golpe seco de su vara consiguió apartarla de él, pero para su desesperación, vio que había infinidad de estos agujeros en la sala y de ellos surgían cada vez más de estas serpientes.
   Con rapidez, Anferes comenzó a lanzar ráfagas de agua a gran velocidad contra sus oponentes. Toda serpiente alcanzada por ellas era arrojada con gran fuerza contra alguna de las columnas donde era aplastada, sin embargo eran demasiadas, y poco a poco empezaron a rodearlo. Recibió dos nuevos y dolorosos mordiscos y su sangre empezó a teñir el agua de rojo. Con sus últimas fuerzas decidió jugárselo todo a una sola carta, concentrando una fuerte ráfaga de agua a sus espaldas se vio impulsado con fuerza hacia delante. El impacto fue tremendo y por un momento parecía que iba a perder la conciencia, concentrando los últimos jirones de su voluntad se alzó lentamente. Al parecer su plan había dado resultado y se encontraba junto al altar, sin embargo después de la sorpresa inicial, sus contrincantes parecían totalmente decididas a acabar el trabajo. Mirando rápidamente a su alrededor pudo ver que lo tenían totalmente rodeado, ningún resquicio se podía ver por donde huir. Con rapidez cogió aquello por lo que había venido aquí, nada más tenerlo entre sus manos pudo sentir su poder que parecía llenarlo como si no hubiese sido hasta entonces más que recipiente medio vacío. Podía pensar con mayor claridad que nunca antes y supo que sus poderes de hechicería eran ahora mucho mayores. Sin importarle que las serpientes siguiesen avanzando busco aquel punto en su interior donde se encontraba su el poder y llamándolo este respondió con fuerza permitiéndole realizar un nuevo y más poderoso conjuro.
   Ante su vista el agua empezó a alejarse rápidamente de el hasta formar una circunferencia de aire a su alrededor, por todos lados las serpientes caían  y se retorcían en el suelo ya que al ser criaturas marinas no sabían como desplazarse por el suelo.
              Anferes empezó a correr entre ellas esquivándolas con facilidad y poco tiempo después logró alcanzar la puerta del templo y salir de el.

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2 Concurso de Relatos de Klaskan / Relato Trogg. Autor Paid.
« en: 21 de Noviembre de 2005, 07:12:58 pm »


    Poesía dedicada a los esclavos humanos huidos de Troggheimm y los Trogg traidores, por el poeta Trogg Vizneg Corfalg

Mil ojos te observan
Caminante de las sombras, efigie pesarosa
arrastras tus pesares
entre hilos de espesa niebla
llegando a fingir éxito, temblando
mientras cae tu arma rota

En las arboledas invernales
donde la nieve caía espesa, roja
peleaste por dominar tu sino
arrojaste tu mente al vacío
y empuñaste arma huesuda,
dejaste a un lado tu mente maestra
para dar paso a la barbarie,
conceder licencia a la derrota

Yaces boca abajo, mutilado
arropado por los alientos de tus nuevos señores
fétidas sonrisas, se alegran de tu derrota
has pasado del día a la noche
de la gloria a la traición
querías campaña gloriosa, líder
y solo has tenido una día mas de vida
una vida de esclavo, otra cosa no mereces
una vida asquerosa....


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Versos populares que aluden a los armeros Trogg

¡Cantan los rumores de los herreros¡
Sus barrigas son la creación, el arte de la guerra
que surge de las entrañas, entre hueso
carne y enzima ponzoñosa
día a día su vida se extingue
con un solo animo, una corta vida y famosa

¡Suenan los chillidos de aprendices¡
Afilan las nuevas armas
tallan el hueso surgido de la masa creadora
contienen el peso de su amo, sudan
porque armemos a nuestros guerreros,
que libremos batallas victoriosas.



¡Recibid pleitesía es el emperador¡
El os mira, conoce vuestro sabio trabajo
Vuestras miras a dar lo mejor en cada obra
cada guerrero armado, uno mas a nuestro favor
un enemigo menos que muerde la hierba
como animal domestico cercado, no son trogg

....son esclavos, poca cosa¡


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Hechizo Trogg dominamentes. Cántico de los mentales

Tejo mi madeja de laberintossssssss,
recojo tu corazón en mi palma poderosssssssssa
manejo sencilla tu mente desssssssleal,
para así convertirla en mi essssssclava, oh pequeña cossssa.

El Azul del cielo confunde tus penssssamientos
Mirassss arriba, abajo, todo fluye
ssssssssin orden, sin concierto
Pronto serasssss mío, en la confussssion, yo te manejo

Ssssssssomos uno, ssssomos cientos, unidos a una orden
ssseas uno o ssseas un millar, no importa ya,
esssssstamos dentro
en esa jaula de grillossssss, acabo tu desscontento

No nossss mires con ojos apenados, llorón humano
orco, troll, bípedo inssssssatissssfecho
mejor exisssstencia tendrasss ahora, el no ssssaber lo que sssucede
ohhh felicidad, la tuya, la nuesssstra, sin duda

...esss essste un gran momento.

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2 Concurso de Relatos de Klaskan / Relaton Nómada. Autor Martin.
« en: 21 de Noviembre de 2005, 07:11:25 pm »
 
    A pesar de estar rodeado por centenares de hombres, Marthin Khan no escuchaba nada, después de varias victorias fáciles ante los engendros el ejercito estaba contento y con la moral alta, pero los hombres también estaban nerviosos con lo que se avecinaba, varios exploradores habían informado de que nuestro ejercito estaba cercado por los engendros, por un lado estaba la ciudad enemiga sobre la que, en un principio, pensábamos atacar y por el otro el grueso del ejercito engendro que tenia la intención de acabar con nosotros por la retaguardia, la decisión era muy complicada pero Marthin la había anunciado con seguridad: “Nuestro pueblo es prioritario a una ciudad, romperemos ese maldito cerco”. Una vez tomada la decisión nuestro ejercito se había desplegado con la intención de aguantar los ataques por ambos lados, los exploradores preveían que en unas dos horas la guarnición de la ciudad llegaría hasta el campo de batalla por lo que Marthin había dispuesto el ejercito con el fin de aguantar el envite desde el Sur para luego afrontar el del norte. Era una apuesta arriesgada porque si la guarnición que venia del norte se adelantaba seriamos destrozados.
Al mediodía  la tensión se palpaba en el ambiente, los soldados limpiaban sus armas y los caballeros ensillaban sus caballos, Marthin Khan convocó a los capitanes de tropa, lo que me sorprendió era que un soldado me dijo que yo también estaba convocado. Mi historia con lo nómadas se remontaba al día que Marthin Khan conquistó Engendrion (traducción hecha del idioma engendro), yo había sido capturado meses antes por los engendros cuando en una expansión de estos mi pueblo fue atacado por su ejercito, los grandes hombres del pueblo fueron asesinados, entre ellos mi hijo mayor,  con el fin de demostrar su superioridad, al menos eso creo yo; el resto de los habitantes del pueblo fueron capturados como esclavos, incluso yo que con mis sesenta y pico años no era capaz de aguantar una pala y mucho menos hacer trabajos duros. Una vez visto mi “potencial” fui arrastrado a los calabozos de la ciudad junto con los demás ancianos del poblado, allí ya estaban muchos prisioneros anteriores a nosotros que después me contaron las raras costumbres de este pueblo que nos capturo. En mi celda me dedique a aprendí el idioma engendro a base de llamar la atención de los guardas y de escuchar a los demás engendros en los paseos por el patio del castillo. Un día escuché a los guardas hablar sobre “unos habitantes del prado”, al menos eso traduje yo, que se habían adentrado en los territorios engendros y que varios de estos habitantes habían llegado hasta la ciudad, en un principio creí que se trataban de alguna criatura de las que este pueblo se dedicaba a cazar, pero cuando oí el tambor de llamada supe que se trataba de algo más serio, los guardas se fueron y yo estuve varias horas en mi celda sin saber lo que ocurría, solo oía gritos de engendros y sonidos sordos que correspondían a rocas cayendo. Después de una espera que se hizo eterna alguien entró en los calabozos, lo que más me sorprendió es que fuera un humano ataviado con una gran armadura. Después de que nos liberasen y nos informasen de lo que había ocurrido, mi capacidad de entender a los engendros hizo que el héroe humano, llamado Marthin Khan, se fijase en mi y me cogiese aprecio.
Cuando corrí la cortina de la tienda de Marthin, entré con cautela pensando que igual había sido un error pero Gotrex, el hermano de Marthin me hizo pasar. Una vez dentro y después de haber dado explicaciones a todos los capitanes, Marthin se dirigió a mi: “Rejman, necesito que te ocupes de nuestra familias, eres el único hombre de confianza no guerrero de la horda, además eres inteligente, por lo que llevarás a las mujeres y los niños a Engendrion y los pondrás a salvo, en caso de perder esta batalla te pido que sigas mi legado y lleves a este pueblo a su anterior esplendor”, Marthin Khan terminaba de hablar la reunión se daba por terminada y no se admitían protestas u opiniones a no ser que fueran de Gotrex.
Después de preparar todos los víveres y los carromatos, todas las mujeres, los ancianos y los niños partimos, conmigo a la cabeza, hacia Engendrion. A las dos horas de viaje varios adolescentes de unos 16 años se me acercaron y comunicaron el malestar de la horda por abandonar a los guerreros en la batalla, yo no les entendía, si que era verdad que mi hijo menor y mi mujer estaban entre los la población que se iba y que yo deseaba abandonar aquel lugar cuanto antes, pero aun así el ansia de la guerra de los B´Wa Kell (así se hacen llamar ellos) era inusual. Después de una larga discusión decidimos acampar en la linde de un bosque y enviar a algunos chicos de exploradores para informar de la batalla.
Los chicos volvieron al cabo de una hora diciendo que no habían logrado llegar por culpa de una manada de  lanosaurios, una especie de elefante muy violento, que se habían establecido en la orilla del río. Varios intentos más tarde dieron el mismo resultado por lo que estuvimos hasta el anochecer sin noticias de nuestros compañeros.
Cuando el ya la mayoría del campamento estaba durmiendo uno de los vigilantes informo de que varias unidades de soldados se dirigían hacia nosotros, debido a la oscuridad y al parecido fisiológico entre los engendros y los humanos, bípedos con armas y escudos, no supimos hasta el ultimo momento, cuando los rodeamos, con las pocas armas que teníamos, de quien se trataba.
Marthin Khan venia al frente, estaba magullado pero solo se fijaba en Gotrex, quien tenia una herida en el pecho. De los soldados supervivientes, no había uno que no tuviese alguna herida más o menos grave.
Después de las atenciones sanitarias pertinentes los soldados comenzaron a relatar la batalla, después de un buen rato logramos esclarecer de que disponían de unos seis héroes (unos decían 5 otros 7 u 8, incluso se dijo que tenían hasta 10 héroes) de los cuales uno fue degollado por Marthin Khan y que el resto junto con algunos engendros huyeron a la ciudad. Sobre asaltar la ciudad no se hizo debido al mal estado físico y mental de los hombres después de la batalla. A la mañana siguiente se hicieron tumbas y un funeral para honrar la valentía de los caídos en combate que no eran pocos, la única familia en la horda que no había perdido a ningún ser querido en la batalla era la mía, y aun así yo estaba muy triste debido a que muchos amigos del pueblo a los que yo les había dado clase, hacia muchos años en nuestro poblado cuando yo aun ejercía como profesor, habían fallecido en el combate.
Los cadáveres de los engendros se apilaron en un montón y se quemaron para dejar rastro de sus malolientes cuerpos, incluso el humo que desprendía la hoguera tenia un color extraño.
Ese mismo Marthin anuncio lo que todo el mundo había esperado desde hacia mucho tiempo: “Estoy cansado de recorrer este mundo y de perder a grandes hombres y mujeres en el viaje por lo que he decidido asentarme, para esto utilizaremos la ciudad que conquistamos y fundaremos otra.”. El discurso duró más tiempo, lo que me sorprendió era la capacidad de Marthin para hablar y para convencer a la gente, cuando yo siempre le había oído ordenes directas y sin rodeos.
Al mediodía ya estábamos de camino a nuestro nuevo hogar, yo iba a ser alcalde de aquel sitio donde durante mucho tiempo permanecí prisionero, ironías de la vida.

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2 Concurso de Relatos de Klaskan / Relato Atlante. Autor Alarico.
« en: 21 de Noviembre de 2005, 07:03:18 pm »

   “Saludos, desconocido lector. Mi nombre es Synnëdir, y si mis congéneres descubrieran alguna vez la existencia de este relato sin duda prontamente sería condenado a muerte. Aunque eso poco importa. Porque en el caso de que algún día llegasen a leerlo yo ya estaré muerto. Mi ciudad natal se llama Myl-Ablos, situada en el fondo del mar y hogar de mi raza, los atlantes. Probablemente nunca hayas oído hablar de nosotros, quizás como una leyenda. Pero existimos, como pueden asegurar los que ahora me rodean. Mi cometido es relatar aquí mi historia. Estos seres, estos humanos, que me han acogido en su grupo son muy exigentes. “Cuenta”, dicen. “Queremos saber”, recalcan. Y yo cuento, en su tosco idioma común mi historia. “Escribe”, dicen. “Queremos recordar”, recalcan. Y eso es lo que hago ahora. Probablemente lo último que haga en mi triste vida.

Mi padre era lo que se solía llamar en Myl-Ablos un “acomodado”. Esto quería decir que poseía una enorme riqueza, pero que carecía de reconocimiento nobiliario. Mi existencia, por lo tanto, siempre fue sencilla, desde que tengo uso de razón. M padre gestionaba sus ricas minas y yo crecía disfrutando de las maravillosas oportunidades de ocio que brinda la incomparable Myl-Ablos. Al crecer, mi padre comenzó a introducirme en el negocio familiar, y empecé a combinar largos viajes a nuestras minas con épocas de salvaje entretenimiento. Porque según me hice mayor, fui descubriendo un lado más desenfrenado del ocio de Myl-Ablos. Supongo que la mayor parte de nuestra sociedad podría considerarme un decadente o un hedonista. Es muy posible que lo fuera. Pero tuve suerte. O no. Es algo muy difícil de determinar con todo lo que sucedió después. Quizás la verdadera fortuna habría sido caer muerto en alguna desenfrenada celebración, harto de placer y gozo. Pero no. Abrí los ojos. Y comprendí que aquella existencia no satisfacía mis anhelos, no llenaba mi existencia. Así que decidí buscar otras cosas que me permitieran realizarme. Cambié de amistades, y empecé a frecuentar los llamados círculos cultos. Y comencé así a acudir a la explanada del Templo, a participar en las reuniones a los pies del gran edificio, a escuchar la oratoria de las personas más instruidas de la ciudad. Maldito el día que empecé a hacerlo. Porque así fue como la vi.

 El Templo al Gran Dios Sardina es el más fabuloso y magnífico edificio de todo Myl-Ablos. Su enormidad, su majestuosidad y su profusión de detalles permiten poder contemplarlo durante horas enteras descubriendo nuevos detalles, siempre fascinantes. La entrada al Templo está precedida de una gran escalinata, a la que se accede desde la gran Plaza del Templo. El espacio abierto es tan amplio que se puede decir que es el alma de Myl-Ablos. Allí se comercia, se hace política, se escala socialmente....... en definitiva, se vive la vida de la ciudad. Y allí estaba yo. Con un grupo de amigos, sentados al comienzo de la gran escalinata, observando a un grupo de ancianos que discutía vehemente acerca de lo acertado o no de cierta subida de impuestos ordenada por el rey. Entonces desvié la vista, paseando la mirada por la plaza primero, por la escalinata después. Y entonces la vi. Descendía la escalinata grácilmente. Su hermoso cabello reflejaba en cálidos destellos la luz proveniente de las cúpulas. Su cuerpo descendía por la escalinata con la flexibilidad y la gracia de una estrella de mar. Y su voz..... Hasta mi llegaba, cantarina como el agua de una arroyo, junto a su risa, la esencia del gozo, descendiendo onduladamente por las escaleras, mientras hablaba y reía con las damas que la acompañaban. Mi corazón ya no latía. El tiempo ya no transcurría. El mundo ya no existía. Así descubrí a la razón de mi existencia.

Ella pasó frente a mi sin tan siquiera mirarme, y desapareció junto a su compañía entre la multitud de la plaza.

- Muy alto apuntas, mi querido amigo. –

La voz era de mi amigo Esturnayies, la persona más sensata y juiciosa que nunca he conocido. Ojala hubiera hecho más caso de sus consejos.

- ¿Sabes quién es? – le pregunté ansioso, aún hechizado.

- Lo sé. – me respondió. – Su nombre es Lady Authenlÿnne, la hija del Comodoro. Su única hija. – Mi amigo recalcó esas últimas palabras.

El corazón me dio un vuelco. En verdad no había nada que hacer. Todo el mundo sabía que la cola de pretendientes de esa muchacha era interminable, y que su padre sólo consentiría que se casara con el más noble, rico y poderoso de todos. Y yo, a pesar del dinero de mi padre, ni era noble, ni era poderoso.

- Muchacho, no te preocupes. – mi amigo me golpeó el hombro amistoso. – Estas damas de alto linaje son como estatuas. Bellas y fascinantes, pero frías como el mármol. No como las mujeres que nosotros frecuentamos. Bellas y fascinantes, y ardientes como el fuego de Absablo. -

Un coro de carcajadas siguió a esta declaración de mi amigo, pues el resto del grupo se había vuelto hacia nosotros. Pero yo no reí. Volví la vista hacía la multitud entre la que había desaparecido la joven dama, intentando discernir qué era la extraña sensación existente en mi pecho. Por qué de pronto parecía como si existiera un enorme vacío en mi interior.

La noche fue interminable. El sueño esquivo. Su rostro, su voz, su manera de moverse. Todo ante mi, como una obsesión. Nunca antes había sentido nada parecido. Y lo peor de todo era saber que lo más probable es que nunca volviera a verla, y aunque no fuera así, sin duda era imposible que yo pudiera llegar a conocerla. Pero esos argumentos no bastaban para apartarla de mi mente y de mis pensamientos.

Pero el destino toma muchas veces caminos sorprendentes e inesperados. He de decir que mi acercamiento hacia los círculos cultos de Myl-Ablos había tenido una consecuencia inesperada. Aparte de mejorar mi formación cultural, aunque mi padre se encargó de proporcionarnos una exhaustiva educación que yo no desaproveché del todo. La consecuencia a la que me refiero es que ciertos progenitores preocupados por la formación de sus retoños acudieron a mi para que ejerciera de tutor de los mismos y les instruyera. Esto puso bajo mi tutela a algunos jóvenes, chicos y chicas, de las más diversas edades. Y me brindaba además un sobresueldo para mi uso particular. El hasta hacía relativamente poco joven decadente y despreocupado tenía que encargarse ahora de formar individuos. Sin duda tenía su gracia. Pero aquella mañana iba a perder toda la gracia. Mi padre me avisó que tenía visita. Yo estaba en el jardín trasero, leyendo un reciente tratado sobre minería. Dejé mi lectura y me dirigí a la estancia donde solía impartir mis clases y recibir a mis potenciales alumnos. Y allí estaba ella.

No estaba sola, pues le acompañaba su padre, pero cuando marcharon habría sido absolutamente incapaz de reconocer a su progenitor si volvía a encontrármelo. Sólo tuve ojos para ella. Estaba magnífica. Era preciosa. Mi mente vagaba en una nube, mientras su padre, pues ella no abrió la boca, me comentaba cómo le habían llegado buenas referencias sobre mi y cómo había decidido que era la persona adecuada para terminar de formar a su hija antes de entregarla en matrimonio. Yo apenas recuerdo el haber aceptado, determinando unos días y horas para las clases (días y horas que afortunadamente anoté en el cuaderno al efecto. Si no posiblemente ni hubiera sabido cuáles eran). Acordamos la cantidad a pagar y se marcharon. Yo me quedé embobado en la puerta viendo cómo se alejaban. Hasta que volvió a desaparecer de mi vista.

40
    Éomund tranquilizó a los voluntarios del norte mientras las tropas del Thane Osmund de Gavle se acercaban a la colina donde había formado a sus cien guerreros en un muro de escudos.
Tras su marcha hacia el sur éste era el cuarto combate que afrontaban, y pese a que los otros tres se habían saldado con victorias casi sin bajas nunca se habían visto frente a una oposición tan numerosa y decidida, ante ellos se aprestaban al combate casi quinientos guerreros del Fyrdd y Carls que habían salido a combatir abandonando la seguridad de los muros de su ciudad alentados por la llegada de un centenar de Carls del Jarl Erik.

Los miembros del Fyrdd del norte al mando de Éomund formaban el centro del despliegue norteño, flanqueados a la izquierda por los clientes y Carls del Thane Olaf y a su derecha por los Carls del Thane Aetheldric y sus clientes, guerreros más curtidos y experimentados que los componentes del Fyrdd de Éomund que aguardaban el ataque de los guerreros escogidos del enemigo, que según suponían los norteños tratarían de romper el centro del muro de escudos lanzando sus mejores guerreros en ese punto siguiendo las tácticas que se empleaban en las batallas en el sur por el trono de Minosia.
El Thane Olaf había exigido ocupar tal posición y había discutido agriamente con Ragnar cuando éste se la había negado, en algo que ya se había convertido en normal desde la partida de Ragnarsholm hacía ya dos meses. Olaf era un gran guerrero y un valiente líder, y su apoyo a Ragnar era fuerte tras sufrir el injusto dominio de Hans como el resto de norteños, mas su preocupación por destacar y mostrarse ante sus clientes como una alternativa al joven Jarl hacía que ambos discutieran constantemente aunque por fortuna tales discusiones se aparcaban en el momento de iniciarse la batalla y Olaf de momento se ceñía a los planes de batalla elaborados por Ragnar, siendo una pieza clave en las victorias que habían tenido hasta la fecha.

“Tranquilos, manteneos firmes....” comentaba Éomund con voz sosegada a los nerviosos milicianos mientras paseaba tras el muro de escudos “Afianzad los escudos, que no se separen de los del lado... Lanceros, asegurad las lanzas y preparaos... Arqueros, elegid bien el blanco, quiero que concentréis el fuego en los Carls de Erik”
Ante ellos a un centenar de metros de distancia los Carls de Erik formaron una cuña en el centro del despliegue del Thane Osmund mientras los Carls del Thane y el Fyrdd de la zona se apiñaban con escaso orden a sus flancos y retaguardia.
El estandarte de Erik ondeó amenazante entre las filas enemigas, y dio un par de giros indicando el inicio de la batalla. De las filas sureñas partió un rugido atronador mientras los guerreros cargaban al frente aullando y profiriendo insultos a los norteños, que impávidos y silenciosos aguardaron la llegada del enemigo.
Varios de los guerreros sureños cayeron víctimas de las saetas lanzadas por la treintena de arqueros norteños que formaban tras el muro de escudos, mas la carga siguió imparable y llegó a la ladera de la colina, donde los aguardaba el muro de escudos que recibió el impacto sin romperse.
Las hachas y espadas batían el muro de escudos, buscando una brecha por donde romperlo y abrir la formación, y el peso de la masa sureña hacía que los norteños retrocedieran lentamente, mas las lanzas y hachas blandidas por los guerreros de segunda fila causaban estragos en la masa enemiga y la concentración en el centro del despliegue facilitaba el combate de los extremos de la línea norteña, donde los guerreros de Olaf y Aetheldric hacían retroceder lentamente a sus rivales mientras cerraban hacia el centro, de tal forma que formaron una V que comprimía todavía más las fuerzas enemigas y las privaba de movilidad.
Perdida la inercia de la carga y con el muro de milicianos aún firme Ragnar decidió que era el momento de cerrar la trampa y ordenó a sus reservas de guerreros escogidos que partieran al combate desde la parte posterior de la colina. Una veintena de sus Carls escogidos partió desde la retaguardia a reforzar a las tropas de Éomund mientras él guiaba al resto de sus cien guerreros montados hacia la retaguardia enemiga.
Tras bordear la colina al galope los guerreros de Ragnar desmontaron a una cincuentena de metros de la retaguardia enemiga, cargando con fuerza contra ella y desbandando rápidamente a los miembros del Fyrdd que la formaban, que al verse atacados por un enemigo que parecía salido de la nada rompieron su formación y se dieron a la fuga sellando la suerte de sus camaradas, que se vieron totalmente rodeados por los norteños sedientos de sangre que se abrieron paso entre sus filas. Y tal era el empuje de los guerreros que formaban el Hirdh de Ragnar que éste se vio rápidamente sobrepasado por ellos y tuvo una escasa participación en el combate, algo destacable por lo poco habitual.

Apenas veinte minutos después de la carga de los Carls de Erik la batalla había terminado. El Thane Osmund y sus Carls se habían rendido en masa al verse rodeados, y los Carls de Erik habían sido exterminados sin piedad pese a sus intentos de rendición, sin que sobreviviera ni uno de ellos. Y es que los norteños aún tenían frescas las heridas y humillaciones sufridas a manos de los seguidores de Erik durante su breve dominio del norte.
Con apenas una decena de muertos y una treintena de heridos, en su mayor parte del Fyrdd al mando de Éomund que había soportado lo más duro del combate, Ragnar había logrado exterminar a los cien Carls de Erik y a otro centenar de guerreros de Osmund y del Fyrdd de la zona, asegurándose el control de la misma y manteniendo a su contingente de trescientos cincuenta guerreros prácticamente incólume.
Con éste ya eran cuatro los Thanes de Erik que eran derrotados en apenas mes y medio, y por lo que se comentaba del sur Gunther continuaba resistiendo el envite del Jarl una vez recuperado de sus heridas y el apoyo a Erik disminuía por todo el país, con lo que en breve debería volverse hacia el norte para defender sus dominios o perder sus aspiraciones al trono.

Osmund y sus Carls fueron llevados ante Ragnar, que se encontraba en la cima de la colina departiendo con los heridos e interesándose por su estado mientras a su alrededor sus guerreros procedían a recuperar las armas y armaduras de los caídos en la batalla, que una vez reparadas servirían para equipar mejor a los norteños.
El Thane de Erik y sus guerreros esperaron nerviosos a que Ragnar, aún protegido con su cota de mallas y cubierto con la sangre de los guerreros que habían osado enfrentarse a él, se girase hacia ellos y decidiese su destino. Un puñado de los Carls mostraban resolución y firmeza en sus rostros y porte, y sabiendo del talante de Ragnar Éomund supo que a ésos se les ofrecería la oportunidad de unirse a los Carls del Jarl del Norte, mientras el futuro del resto era incierto.
“No tengo demasiado tiempo libre para perderlo en tonterías” comentó Ragnar a los prisioneros “así que iremos al grano. Escoged a una decena de los vuestros para que convoquen el Atherling de la zona. Hablaré a los minotauros libres de la zona, expondré mis reclamaciones y condiciones y dejaré que decidan. Hasta que se celebre el Atherling el resto quedaréis bajo la custodia del Thane  Olaf, no le creéis problemas si no queréis arrepentiros. Éomund, encárgate tú de los detalles”
Con estas palabras Ragnar abandonó la colina, mientras los minotauros del sur esperaban las indicaciones de su perplejo Thane. Mas antes de que Osmund pudiera decidir qué Carls enviaba como heraldos Éomund se le adelantó y señaló a una decena de los Carls más resueltos de entre los prisioneros, a los que se les asignó un par de norteños armados como “escoltas”, partiendo los emisarios prestamente.

Tras dejar a los prisioneros al cargo de Olaf Éomund se dirigió hacia el pequeño grupo de árboles donde Ragnar había instalado a su Hirdh, y vio cómo los guerreros observaban preocupados la larga herida en el costado que limpiaba el diestro Arnulfo mientras Ragnar permanecía impasible pese al dolor que el contacto del paño sobre la herida debía producirle.
Tras limpiar la herida y colocar nuevos emplastos sobre ella Arnulf procedió a vendar con fuerza el pecho de Ragnar, que esta vez no pudo evitar emitir un gruñido de dolor al sentir cómo apretaban la herida. Gruñido que fue recibido con preocupación por Éomund y los miembros del Hirdh, al ser la primera muestra de dolor que Ragnar mostraba desde que diez días atrás en la toma de Vadersholm el Thane Morgen había logrado herirlo antes de perecer. Definitivamente la herida estaba empeorando y únicamente una temporada de reposo lograría que se cerrase definitivamente.
Mientras Aetheldric conversaba quedamente con Ragnar varios de los miembros del Hirdh se acercaron a Éomund, repitiendo lo que se había convertido en una letanía entre los guerreros escogidos de Ragnar en los últimos días: Ragnar estaba herido y se forzaba demasiado, era hora de volver al norte para que se recuperara, ya habían asestado un gran golpe a la reputación de Erik y continuar avanzando era arriesgarse a verse copados en territorio enemigo, .... Ausentemente Éomund aseguró a sus camaradas que intentaría convencer a Ragnar, a sabiendas en su fuero interno que tanto Ragnar como Aetheldric únicamente se detendrían cuando vieran la cabeza de Erik clavada en una lanza. Mas como realmente opinaba la mismo que los preocupados miembros del Hirdh se dirigió hacia su amigo y señor dispuesto a librar otra vez un combate perdido de antemano.

Godfried y sus hermanos acompañaban a su padre Rutgar a la reunión en el pueblo tras la visita de los norteños y el Carl de Osmund, y observaron con curiosidad cómo los norteños habían montado un campamento en las afueras del pueblo en vez de instalarse en las mejores casas del mismo como era la norma entre los Carls de Erik. Bien es cierto que el campamento no mostraba un excesivo orden y las tiendas no estaban demasiado alineadas, mas se encontraba en la cima del único altozano de las cercanías y se podía ver sin demasiado esfuerzo como una veintena de guerreros mantenían guardia constantemente, pese a encontrarse en territorio que podía considerarse seguro tras su reciente victoria sobre las tropas de Osmund y Erik.
Evidentemente Rutgar y sus hermanos no prestaron atención a tal detalle, y Godfried sonrió divertido al escuchar por centésima vez a su padre farfullar enfadado algo referente a la pérdida de un día de trabajo y que los campos los necesitaban. A Godfried le había costado mucho trabajo convencer a su padre de que debían asistir a la reunión, y pese a que Rutgar no veía la importancia de su asistencia al final consintió en acompañar a su hijo al Atherling, donde Godfried esperaba poder hacer servir la reputación de su clan, el único clan poderoso del valle que no estaba al servicio de ningún señor, para influir en el futuro de la zona y a poder ser dejarla en manos de alguien menos inepto que Osmund.
Los numerosos vecinos de Gavle se apartaron para dejar pasar a los recién llegados mientras saludaban con alegría a los Rutgarsson, a los que nadie esperaba, y en pocos minutos los recién llegados pudieron presenciar desde las últimas filas de los curiosos reunidos como en la pequeña plaza ante la casa larga de Osmund un guerrero norteño manco discutía con varios de los jefes de clan alineados con Osmund, para finalmente girarse y dar instrucciones a un grupito de norteños equipados con viejas y remendadas cotas de malla que se dirigieron a la salida del pueblo mientras los lugareños se apartaban para dejarles pasar.
Godfried indicó a su hermano Sven que quería acercarse más a la primera fila de curiosos, y en pocos momentos y gracias a la gran corpulencia de sus hermanos, que sacaban casi dos manos a los minotauros más altos de la zona, pudo observar desde la primera fila a los norteños y a Osmund y sus cliente.
“Osmund tiene una cara como si le molestase un flemón” comentó riendo Sven al ver la cara de disgusto del Thane mientras conversaba con el alto guerrero manco que parecía llevar la voz cantante entre los norteños “ese tal Ragnar debe estar apretándole las clavijas a base de bien.... Ya era hora que alguien lo hiciera, por cierto....”
“Ése no es Ragnar” comentó distraído Godfried mientras observaba a los norteños para acabar fijando su atención en un joven y enorme guerrero que se tocaba con disimulo el costado cada varios minutos mientras asentía a los comentarios de varios de los norteños que se movían a su alrededor “debe ser su heraldo o uno de sus clientes de confianza. Yo diría que Ragnar es ése de ahí...” indicó Godfried mientras con la cabeza le indicaba a Sven el joven guerrero.
“¿Estás de broma? Fíjate en él, no es más que un mocoso... Si hasta tú has visto más veranos que él...” comentó Sven frunciendo el ceño tras observar al norteño.
“Ya me he fijado” respondió sonriendo Godfried “y de hecho, si quieres, me apuesto mi arco contra tu daga a que no me equivoco. Ya es hora de que cambie el cuchillo que tengo por algo como esto...” dijo mientras acariciaba la empuñadura de la daga de su hermano, que súbitamente inquieto musitó un insulto a Godfried y aceptó su opinión mientras Godfried reía con indisimulada alegría ante el súbito cambio de opinión de su hermano mayor. Hacía mucho que sus hermanos habían aprendido a no apostar contra él y a seguir sus consejos, y de hecho la decisión que tomasen los Rutgarsson hoy dependería más de la opinión de Godfried que de la de su padre o sus hermanos mayores. Algo que no dejaba de extrañar a los que no los conocían en demasía, ya que Godfried era con mucho el menos corpulento y alto de sus hermanos y primos, y excepto en el tiro con arco no destacaba en ninguna habilidad marcial a diferencia de sus parientes, considerados los mejores guerreros de la zona en el uso de las largas espadas que eran el arma favorita de los Rutgarsson.

                                                                                                                                                                                    (...Continúa....)

41
Finlandia / 1888
« en: 02 de Noviembre de 2005, 01:57:03 pm »
Pax Britannica - Finlandia
Turno de 1888
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La ?ltima guerra europea y la coincidencia de la noche de "Jalog?in", de significado tan especial para los nativos de muchos lugares han provocado intentos de independencia de estos de sus antiguos gobernantes, aprovechando que la mayor?a de las tropas hab?an salido a ultramar para combatir contra Francia.
As?, las tribus zul?es se agrupan para expulsar a los brit?nicos de sus antiguos territorios de caza en OFRS, mientras que los Ew?, Kabye y Mina se unen en Togo y los Sikh luchan por la independencia en Rajputana.
Los otomanos, seguramente incitados y armados por alguna Potencia europea intentan la reconquista de lo que no hace mucho era su capital, mientras que en Serbia se produce un golpe de Estado que derroca al actual gobierno pro-austriaco.
En otro orden de cosas, Francia parece empe?ada en recuperar su antiguo poder?o colonial, para lo cual, tras una rendici?n pr?cticamente incondicional de todos sus ej?rcitos sin disparar un solo tiro, llama a filas a sus reservistas y emprende una pol?tica de rearme que eleva nuevamente la Tensi?n Europea.



Nuevos Mercantes: GB e IT.

Eventos Aleatorios [6+1]

5-1 Tabla B. 4 -> Revuelta en OFRS.
2-3 -> Francia se rearma. Dobla los ingresos del Ministerio Colonial franc?s, debiendo gastar 30? en la construcci?n de nuevas unidades [+2TE].
2-2 -> Nuevas tensiones entre Espa?a y EE.UU, que dobla ingresos y debe gastar al menos 23? en la construcci?n de nuevas unidades. CB contra Espa?a.
4-3 Tabla A. 6-4 -> Revuelta Togoland.
1-4 -> Serbia desaf?a a AH. Las unidades austro-h?ngaras pueden intentar ocupar el ?rea durante este turno, como si de una revuelta se tratara [+4TE]
4-2 Tabla A. 5-3 -> Revuelta Rajputana.
4-5 Tabla B. 5-3 -> Revuelta Anatolia.

Tensi?n Europea: 71+2+4=77
Resentimiento Chino: 29


Ingresos

 ? ? ? ? ? Ministerio Colonial ? ? ? ? ?reas ? ? ? ? ? Total Neto
GB ? ? ? ? ? ? ? ? ?35 ? ? ? ? ? ? ? ? ? ?230 -40 ? ? ? ? ?225   (Argelia)
FR ? ? ? ? ? ? ? ? ?45 (aut.) x2 ? ? ? 46 -5 ? ? ? ? ? ? ?131   (Rhodesia)
AL ? ? ? ? ? ? ? ? ?20 ? ? ? ? ? ? ? ? ? ?45 ? ? ? ? ? ? ? ? ? 65
AH ? ? ? ? ? ? ? ? 30 ? ? ? ? ? ? ? ? ? ?10 ? ? ? ? ? ? ? ? ? 40
US ? ? ? ? ? ? ? ? 25 x2 ? ? ? ? ? ? ? ? 57 ? ? ? ? ? ? ? ? 107
JP ? ? ? ? ? ? ? ? ?30 ? ? ? ? ? ? ? ? ? ? ?6 ? ? ? ? ? ? ? ? ? 36
RS ? ? ? ? ? ? ? ? 30 ? ? ? ? ? ? ? ? ? ? 32 ? ? ? ? ? ? ? ? ? 62
IT ? ? ? ? ? ? ? ? ?30 ? ? ? ? ? ? ? ? ? ? 26 ? ? ? ? ? ? ? ? ?56

Actividad de Poderes Menores
B?lgica -> 6 (inactivo).
Holanda -> 5 (inactivo).
Portugal -> 2 (inactivo).
Espa?a -> 2 (inactivo).

Movimientos/Cambio de marcadores

 
Que poco dura la alegr?a en casa del Zar. ?Ni un turno me han aguantado en Anatolia. ?:wizardpoof:

 ?Saludos
 ?Karnak.



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Histórico / tiradas de prueba
« en: 20 de Octubre de 2005, 10:21:30 pm »


Las siguientes tiradas aleatorias D10 han sido obtenidas por nuestro servidor de dados:

7   10   10   2   4   1   9   5   6   5
5   2   5   5   10   5   2   1   4   2
4   9   1   4   10   2   1   4   7   5
10   7   5   6   3   6   1   1   10   9
3   2   5   2   8   8   3   9   6   4
5   9   8   8   4   6   3   5   10   8
1   4   4   1   10   9   9   2   7   8
4   6   6   9   10   2   4   2   5   5
10   10   5   10   5   8   10   10   7   8
3   4   2   1   3   9   4   9   10   1

43
2 Concurso de Relatos de Klaskan / Historias Servidoras. Autor Sotolp.
« en: 19 de Octubre de 2005, 07:23:28 pm »


 
Historias Servidoras



1) Cuentan las leyendas del pueblo Servidor que hace muchos a?os, cuando gobernaba el abuelo de Sotolp, exist?a un mago, cuyas ansias de poder sobresal?an por encima del mism?simo Emperador .Dicho mago cuyo nombre era  Ambrosio, fue descubierto por la guardia Imperial, mientras asesinaba al ?nico  hijo del emperador ?sea al padre de Sotolp (uhmmmmm).

Tras ser juzgado y condenado a vagar por las tierras orcas, solo con sus ropas y un perfume apestoso, cuyo fin no es otro que atraer a las orcas en celo .Tras sus primeros tropiezos con  f?minas orcas ,jur? venganza.

Tras el paso de los a?os y el olvido por parte del emperador de Ambrosio, llega a Gargacia un ser, cuyo aspecto da asco, es una criatura en apariencia infantil, ropas destrozadas, olor insoportable y en su mano izquierda un pergamino.  Nadie le puede ver  su cara, est? tapada con una gran capucha negra.  Tras pedir audiencia con el emperador y ser concedida (m?s que nada por la curiosidad que ha despertado).

Cuando llega el d?a se?alado para su comparecencia ante el se?or de los servidores, los comentarios ya no se pueden evitar? ?quien es?  La entrada en la sala es observada por la guardia imperial, tras una leve inclinaci?n de su cabeza, pasa a destaparse, su cara es la de un orco, su tama?o la de un enano, a?n siendo joven se le nota su odio en la expresi?n de sus actos, extiende el pergamino para ofrecerlo al emperador.

Tras una breve ojeada a su papel y dirigi?ndose al ser, le dice: Karnak, hijo de Ambrosio y de un orco, mezcla de enano y Saurio, tu padre acab? con la vida de mi hijo y pago por ello, no quiero m?s sangre en mis tierras, vete ,vete a fundar tu propia tierra y olvida el pasado de tu padre.

2) En la serviblioteca de Esperanza veo un libro, est? cubierto de polvo, su estado es lamentable, pero algo me llama la atenci?n, su dibujo.  Es un castillo destrozado por rayos procedentes de unas monta?as, creo reconocer la imagen.

Me dirijo despu?s de reclutar algunos servidores valientes, al noroeste de Esperanza por esa zona es la que creo reconocer la portada del libro, tras una breve ojeada a las monta?as existentes, veo entre los ?rboles una sombra enorme que se desplaza hasta la orilla del gran mar, mis ojos no pueden evitar tropezar con la mirada fr?a del espectro tras su salida de la maleza,?Qu? puede ser? No, no me lo creo,  es Nostradamus!.

Nostradamus, es el mago que seg?n cuenta la historia, fue capaz de destruir dos ciudades humanas con el poder de sus manos.

Mis hombres me miran, no pueden evitar el temblor de sus manos mientras tensan sus arcos?
Alto, alto no dispar?is, no puedo evitar la pregunta que me quema en mis labios,?C?mo puedes vivir despu?s de una  era?.

Mir?ndome fijamente a los ojos, levanta sus  brazos y habl?ndome muy despacio, me cuenta su historia, una historia en la que los mejores historiadores de la ?poca jam?s pudieron imaginar.

Cerrando el libro, maldigo a quien pudo romper el libro del castillo destrozado.

44
2 Concurso de Relatos de Klaskan / Relato Enano. Autor
« en: 19 de Octubre de 2005, 07:11:57 pm »


 
Relato Enanos

Hace tanto tiempo que me escondo que casi hab?a olvidado el lenguaje humano, en medio de esta oscura noche he decidido volver, volver al lugar que me acun?, al lugar en el que crec? y donde morir?, Kadran.

Sus puertas y murallas imponentes para quien las mira desde fuera, acogedoras para los que viven en su interior, de calles estrechas y sinuosas, puedes llegar a avenidas abarrotadas de curiosas gentes, gentes tan diversas y extra?as como los minotauros del norte, con sus inmensas cornamentas y su orgulloso porte, hermosas sylfhydes, con su encantadora y embaucadora voz, tambi?n es hogar de los enanos de las Colinas, con sus luengas barbas reposando sobre una gran jarra de cerveza fresca, y donde conviven los Maellys, primos lejanos de los elfos, que aun conservan su agilidad y poco respeto por las otras razas ?inferiores?, como dicen ellos.

La noche era tranquila, y solo interrump?a su quietud el sonido proveniente de las tabernas y sus alborotadores clientes, la Avenida principal estaba plagada de ellas, con sus carteles, colgados por viejas y oxidadas cadenas ligeramente mecidas por el viento. No tenia ruta, sino que me dejaba arrastrar por  el duro suelo de la ciudad, cuando quise darme cuenta, llegue frente a ella, el lugar que hab?a estado evitando todo este tiempo, un terrible sentimiento de culpa se apodero de mi recorriendo mi cuerpo, estaba ante la tumba de Selene, estaba ante la tumba de mi esposa
Caigo de rodillas ante ella, el dolor es tan fuerte y lacerante cuando la culpa corroe tus entra?as d?a tras d?a, mes tras mes, a?o tras a?o... han pasado ya 16, 16 a?os....

El sol brillaba, como era normal en los meses de est?o la gente acud?a a sus quehaceres sin prisas, pues era ?poca de reposo, ya que los campos hab?an sido ya recogidos, por aquel entonces tendr?a 98 a?os y era un forastero en la ciudad, mi padre me hab?a recomendado que viajase y viese mundo: ?Tienes que hacerte un hombre de mundo para poder asentarte despu?s? dec?a sonriente mientras mostraba los pocos dientes que le hab?a dejado la edad, as? que segu? sus consejos y  vague de aqu? para all? como lo hac?an los gwithins por aquella ?poca.
La primera vez que vi las murallas sent? terror, terror por pensar en lo que habr?a hecho que fuesen necesaria semejante estructura, pero me arme de valor y entre, no estaba acostumbrado a tanta concentraci?n de gente ya que proven?a de una peque?a aldea muy al oeste de aqu?, me mareey ca? desmayado, lo siguiente que recuerdo es la visi?n mas hermosa que jam?s pude contemplar, aun hoy me acuerdo de sus ojos, marrones como la mas noble de las maderas de un joven roble, con una luz en su interior capaz de iluminar al ser mas oscuro, sus cabellos rizados ca?an gracilmente sobre sus hombros  cuan hojas de oto?o, sus labios, en fin, que voy a decir de lo que a mi se me antojaba una divina aparici?n, me tendi? la mano y sonriendo me ayudo a levantarme, su piel fina como la arena y blanca como la nieve era calida y suave, sin mas y despu?s de dedicarme una sonrisa, salio corriendo calle arriba, intente seguirla pero la multitud me imped?a  avanzar, finalmente desist? y decid? entrar en una posada, quien ser? aquella chiquilla?, cual seria su nombre?,  volver? a verla alguna vez?, miles de preguntas se agolpaban en mi embotada cabeza, me sent? en una mesa apartada y cual seria mi sorpresa...La muchacha se hallaba en la taberna! sin dejar de llamarla llame al posadero, un enano rechoncho y con fuerte olor a sudor y unos modos un tanto rudos, en seguida calme mi sed, pero en esos instantes otra sed recorr?a mi cuerpo, una sed que te quita el aliento, te reseca la boca y acelera el coraz?n, la deseaba a ella, y la quer?a a mi lado, no parar?a hasta saciar esa sed.

Decidido, y algo bebido, me levante para ir a cortejarla, pero de pronto un estruendo se oy? en el exterior, sobresaltado me asome a la puerta  y vi. la gente correr gritando atemorizada, al parecer los orcos de Osten, un reino vecino, se hab?an decidido a atacar Kadran, esto era tan solo un aviso, en el que murieron unos pocos guardias y civiles bajo una breve pero mortal lluvia de flechas.
Tal como aparecieron los asaltantes desaparecieron, el aviso ya estaba dado, y el miedo de los ciudadanos hab?a sido despertado.
Pasada la agitaci?n del momento me volv? dispuesto a hablar con a muchacha, pero hab?a desaparecido, busque entre los clientes pero ni rastro, se hab?a esfumado.

Estando mis reservas de alimentos baja decid? buscar un trabajo con el cual poder ir tirando, fue duro pero al final fui acogido por el herrero, gracias a mis dotes como forjador. Al principio era un trabajo mon?tono, traer cubos de agua, limpiar la herrer?a y la chimenea que manten?a el fuego vivo,  recoger las herramientas del maestro llevar trastos de un lado  para otro, pero al menos la paga era buena, Iosef, el maestro herrero resulto ser un hombre agradable y con el tiempo llego a convertirse en mi confesor, con sus enormes manazas y sus largo bigote gris, escuchaba cada tarde mis devaneos e ilusiones. Un d?a despu?s de colocar unas herraduras a un caballo, la volv? a ver, era ella, estaba seguro, esos ojos, sus cabellos, me dispuse a salir corriendo tras ella pero una mano me detuvo y me dijo: ?No vayas por ella si no es con una bolsa de oro en cada mano? extra?ado y sin comprender  me gire, la esposa de Ioseph me desconcert?, porque habr?a dicho aquellas palabras?, Mas tarde supe la raz?n, su padre el posadero no aceptar?a a un cualquiera como esposo para su tesoro, Selene, as? se llamaba ella, un nombre digno de los dioses...

Me pasaba el d?a pensando en ella, y al atardecer la iba a ver por las ventanas de la posada, no podr?a aguantar m?s esta situaci?n.
Me acuerdo de aquel d?a como si fuera hoy, como siempre intentaba verla a trav?s de los sucios ventanales, cuando de repente una vocecilla dulce y melodiosa me susurro al o?do ??Acaso me buscas a mi??, casi me ca? del susto, ella me hab?a hablado!, me dijo que la siguiese y dando saltitos se dirigi? hacia la Puerta Sur, hacia el bosque de Llyer.

A pesar de que corr? como alma que lleva el diablo, no consegu? alcanzarla, era como una gacela ?gil y r?pida, y sus movimientos gr?ciles y hermosos, al llegar sin aliento al bosque me percate de que no la ve?a por ning?n lado, donde se hab?a metido?, un golpe me hizo caer de rodillas, ella ri?, y yo me levante y comenzamos a jugar  por todo el bosque hasta quedar rendidos, descansamos bajo un viejo roble el cual daba cobijo de los fuertes rayos del sol, ella se durmi? apoyada en mi hombro, yo le acariciaba el pelo mientras escuchaba su suave respiraci?n, y all?, en medio del bosque, la bese, no fue un beso de amor, mas bien de ternura, y en ese justo momento, supe que mi destino y el suyo estaban entrelazados como las ra?ces de los ?rboles lo est?n a la tierra.
As? transcurri? mi juventud, breves escapadas al bosque, juegos agotadores y besos bajo el viejo roble.
Varios cambios hab?an acontecido en mi vida y en la suya, nos am?bamos y eso bastaba, entonces llegaron tiempos dif?ciles, los ej?rcitos orcos y los de la ciudad estaban listos, ya que estos a?os se hab?an estado preparando a fondo y solo hab?an acontecido escaramuzas y peque?as batallas; pero eso ya se acabo, se avecinaba la Guerra Total.

Con gran pena en mi coraz?n me aliste al ejercito para defender la ciudad, Selene lloraba desconsolada, ella no entend?a porque lo hacia, lo hacia por ella, por nuestro futuro y.. por el futuro de nuestro hijo; si, finalmente Mirek, padre de Selene acepto mi amor por su hija y nos casamos.
Al cabo de 5 meses de duro entrenamiento con las armas que salvar?an la ciudad, llego el momento de la despedida, Selene, mas p?lida de lo normal lloraba amargamente mi partida, le promet?  que cuando acabase esta maldita guerra construir?a una casa bajo el viejo Roble donde vivir?amos los tres felices para siempre, pero al parecer esto no alivio su pena. Y partimos, unos 700 hombres
 a pie y 200 a caballo, la flor y nata de la ciudad dirig?a el ejercito a trav?s del paisaje mon?tono y aburrido de valles y campos sembrados.
Transcurri? mucho tiempo, muchas veces cre? que morir?a bajo la espada enemiga, pero siempre sal? victorioso de las terribles batallas que libramos.
Ascend? hasta llegar a ser considerado un h?roe por los soldados, provocando el celo de los dem?s nobles. D?a tras d?a, batalla tras batalla, fue transcurriendo el tiempo y yo solo echaba de menos mi hogar, mi esposa...mi hijo, ahora Selene estar?a encinta, solo faltaba un mes para que naciera, cuanta alegr?a nos traer?a nuestro hijo!.
Al fin llego la hora del regreso, de los 900 hombres que partimos aquella lejana ma?ana, solo regresamos 200, y algunos  no aguantar?an el viaje de regreso.

Al llegar a la colina, un escalofr?o recorri? mi espina dorsal, un grito salio de mi garganta, la ciudad estaba siendo atacada, una peque?a horda se hab?a dirigido por el lado sur y ahora estaban entrando en la ciudad, sin mas me dirig? a mis hombres, esta es la ultima batalla que vamos a librar, est?n en juego nuestras vidas, nuestros hogares, nuestras mujeres... nuestros hijos, as? que no vamos a tener piedad, no vamos a desfallecer, vamos a demoler sal enemigo, vamos a acabar con el de una vez por todas!!?.
Cientos de voces se oyeron gritar en la colina, mientras en la ciudad los crueles enemigos aterrados por lo que se les avecinaba, comenzaron a sembrar el caos por la ciudad llev?ndose por delante todo lo que pudiesen antes de perecer.
Dirigiendo la salvaje carga y al frente de los restos del ejercito, me encontraba repartiendo muerte a diestro y siniestro, me dirig? como pude a donde cre?a que se encontraba Selene.
Al fin la divise entre un grupo que hu?a de unos orcos.
La fr?a imagen que ahora veo acaba conmigo, ese fue el momento que mi alma abandono este maldito cuerpo, Selene, con la barriga propia de su estado, no pudo huir...un orco...de ojos fr?os y alma imp?a hacia un tajo en la barriga de Selene, el feto cayo, envuelto en sangre.  Selene tambi?n cayo, pero su mirada, su ultima mirada fue para mi, llena de anhelo y compasi?n, grite, grite tanto que la vista se me nublo, una neblina roja, sabor a sangre y a bilis en los labios, euforia, ira... mis movimientos  eran r?pidos como una danza macabra de muerte y destrucci?n , los enemigos, demasiado lentos parec?an torpes, somnolientos, supongo que a eso es lo que llaman frenes?, el estado puro del guerrero, del cual solo se sale por desfallecimiento, muchos enemigos ca?an, algunos ciudadanos tambi?n, no me importaba.
Solo divisaba grotescas sombras que me amenazaban, y al final casi, ca? en el estado que tu mente dormita y tu cuerpo desfallece, me desmaye sobre la monta?a de cad?veres que hab?a provocado mi ira.
Lo que sigue es un breve y borroso recuerdo carente de importancia, la aniquilaci?n del enemigo, la reconstrucci?n de la ciudad...
Al principio dije que era la ciudad donde nac?, mi alma naci? al conocer a Selene, creci? para adorarla, vivi? para servirla, y muri? con ella, ahora es el turno de que muera mi cuerpo para poder acudir a ti, m? amada.
No huir? mas de mi destino, por fin tengo el valor que tanto tiempo hab?a perdido...adi?s...Kadran.
Al amanecer, nadie pregunto su nombre, nadie dijo nada, solo enterraron al salvador de la ciudad junto a su esposa.

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Extractos del Libro de la Sabidur?a (El Aghalla)

Cuando la Raza accedi? a este plano, temimos durante cientos de ciclos el cierre de los nodos, como as? sucedi? a causa de los insidiosos Trogg. Durante nuestra primera llegada, los Menghe (Se?ores de la Guerra) protegieron los nodos de la llegada de enemigos, pero pronto olvidaron su cometido.
 
Los Menghe eran Seres Oscuros de la Estirpe Guerrera, cuando los clanes a?n ten?an algo que decir en nuestra civilizaci?n. Muchos de ellos llegaron a reinar, y fueron estos tiempos de muerte y dolor, y una de las causas de nuestra ca?da en desgracia.
 
Saton, Se?or de los Nodos de las Tierras Muertas, se alz? un d?a en contra de Bezz, Rey de los Seres Oscuros, y muchos le siguieron. Como Menghe, era portador de una de las Varas de Poder, tal vez la m?s poderosa de todas. Esta vara era conocida como Ib?on Obba, la Vara del Dolor, y sus poderes no se limitaban a fortalecer el control mental de su Se?or sobre sus seguidores, sino que adem?s, les infring?a un dolor lacerante que en muchos casos causaba graves quemaduras en los cuerpos. Muchos dicen que parte de los seguidores de Saton era una raza humana que degener? bajo su yugo, siendo los primeros precursores de los Servidores. Por eso, en algunas tierras, el tercer brazo de esta abominable creaci?n a?n es conocido como el Brazo de Saton.
 
[?]
 
Cuando Saton alcanz? la Ciudadela, miles de seguidores, empujados por la furia, unos, y por el miedo, la mayor parte, comenzaron el asalto de ?sta. Los fieles a Bezz se aprestaron a defenderla, y a?n algunos l?deres humanos, cuyos peque?os reinos estaban junto a los dominios de Saton, se aprestaron a ayudar al Emperador. El por qu? esta colaboraci?n ha sido olvidada es algo que ha de ser atribuido a los mismos y odiosos Trogg, pero en aquellos d?as, Tabor, se?or del peque?o se?or?o de Os, abati? armado con su espada a una treintena de servidores, mientras su Guardia trataba, sin ?xito, ponerse a su altura.
 
Pero no era con la espada como iba a vencer Bezz. Aigam, Archimago de la Corte, reuni? a su alrededor a muchos de los hechiceros m?s poderosos de la Ciudadela. Juntos, entonaron un hechizo de Control, y muchas fueron las voces que se alzaron sobre la horda que horadaba las murallas? Se dice que cuando el mismo Saton alcanz? a o?r el ensalmo, tuvo un instante de temor y arrepentimiento, pero grande era su orgullo, y cerca estaba su victoria. No  vio como se quebraba el cristal de su Vara, y como Ib?on Obba dejaba escapar su vida por la ?nfima grieta.
 
Poco a poco, su poder sobre los m?s alejados iba remitiendo, y no fueron pocos los que despertaban sumidos en el dolor de sus heridas para ver c?mo los ej?rcitos de la Ciudadela avanzaban sobre ellos.
 
Al fin, Saton se dio cuenta de lo que suced?a, y, al verse derrotado, trat? de huir. Pero en medio del caos, alguien le hizo tropezar, perdiendo la Vara de sus manos. La Vara fue a caer a la Garganta de Sin, cuya ubicaci?n ha sido olvidada. Sin la Vara, todos sus Servidores fueron recuperando la libertad de su yugo. La mayor parte optaba por huir, y no fueron pocos los que hallaron la muerte en su larga huida, pues otros aliados de Bezz, una raza de piel verde, embosc? a los huidos, y muchos fueron igualmente capturados.
 
No obstante, aquellos humanos sometidos, cuya condici?n de raza les hab?a sido arrebatada, se dirigieron contra el propio Saton. Nada pudieron hacer los pocos fieles que le proteg?an, pues uno a uno, fueron cayendo. Hasta que, finalmente, solo y rodeado, trat? de arrebatarse su vida, cosa que no pudo hacer. Decenas de manos se abatieron sobre ?l, y con fuerza sobrehumana, fue descuartizado all? mismo. Luego, despacio, se fueron alejando. Mas el destino de esta raza pronto estar?a en manos de otros tiranos, para ser pervertidos poco a poco.
 
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Dice Ankhel, el Rojo, que Ib?on Obba ser? hallada por aquel que levantase a la Raza de su Sempiterna ca?da. Y que, usada mediante su sabidur?a, proporcionar? a la Raza el sitio que jam?s debi? abandonar.
 
De los Or?genes de la Raza
 
M?s all? de la Primera Era, se dice que la Raza rein? en el Plano Oscuro. All? donde la Luz de los Creadores apenas acertaba a acceder, la Raza hubo de sobreponerse a este abandono creciendo en fuerza y sabidur?a.
 
Los primeros miembros de la Raza ten?an extra?as creencias, y en su organizaci?n, prosperaron los llamados Drakk-Shaman, los Chamanes del Drag?n. Cre?ase que el esp?ritu de los miembros de la Raza se albergaban en estos seres, proporcion?ndoles las fuerzas necesarias para ser pr?cticamente, semidioses.
 
De las Guerras del Plano Oscuro, poco se recuerda, pero entre la escasez de estos documentos, se conservan parte de las Cr?nicas de las Guerras Muhl, en la que la Raza hubo de enfrentarse a estos seres de aspecto de grandes serpientes. Los Muhl reinaban en el Norte del Plano, y su agresividad y af?n de dominaci?n les enfrent? con las otras razas existentes del plano. Poco a poco, ?stas fueron desapareciendo. Pero la Raza logr? sobrevivir en paz un tiempo.
 
Finalmente, los Muhl nos atacaron, y parte de la civilizaci?n fue destruida. No obstante, la Raza supo sobreponerse, y por medio de los Sabios, poco a poco encontraron formas de enfrentarse a los Muhl. Se dice que fue entonces cuando la Raza entr? en contacto con la mente, y que de esta forma, pudieron no s?lo retener los ataques Muhl, sino sobreponerse a ellos y atacar las guaridas de los Muhl.
 
Los Muhl, como ya se ha dicho antes, eran grandes serpientes de no menos de quince stacks, y a las que apenas pod?an hacer frente un grupo de guerreros. Estaban dotados de seis poderosos brazos, que usaban en conjunto con su larga cola para mantener alejados a sus enemigos. Pero cuando la Raza comenz? a descubrir los secretos de las mentes, lograron, con gran sacrificio, dominar a estas criaturas, que no pod?an ofrecer resistencia. Y as?, los Muhl fueron derrotados en numerosas batallas y su raza fue extinta.

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