Autor Tema: La profec?a. autor Karnak.  (Leído 2401 veces)

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Karnak

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La profec?a. autor Karnak.
« en: 15 de Septiembre de 2005, 04:45:24 pm »


                                                       LA PROFECIA

   En la vieja Torre de la Hechicer?a, el Se?or de la Muerte Gorovod se encontraba recostado en un div?n, contemplando la biblioteca de su sala Arcana, donde se aglomeraban infinidad de tomos de magia con sus cubiertas de piel humana, o papiros arrugados donde las runas de sangre describ?an un terrible hechizo, tablillas cubiertas de signos extra?os y espantosos, y pergaminos de cuero de drag?n o de serpiente con las recetas m?gicas para infinidad de males, p?cimas de venenos o cartas zodiacales de personajes muertos en los principios de la Era.

   Su aprendiz entr? en la sala portando una bandeja con varios objetos que fue depositando en una mesa junto al altar de los sacrificios.  Un caldero de hierro cubierto de holl?n negro, unas velas fabricadas con grasa de enano, un espejo de plata pulida, una copa de oro labrado, un quemador de incienso de madera de esterlitzia y una escoba normal en apariencia.

   Gorovod hab?a ayunado durante varios d?as para tener su y hab?a realizado ejercicios de concentraci?n y meditaci?n con el objetivo de preparar su mente y su cuerpo y purificarlos debidamente para el peligroso ritual.  Se incorpor? en su div?n y se sent? relajado ante la mesa, disponiendo con sumo cuidado los objetos m?gicos que su ayudante le ofrec?a.  Coloc? las velas en los extremos de la mesa y las encendi? con un chasquido de sus dedos formando un pent?culo iluminado.  El caldero de hierro fue depositado sobre el brasero a un lado de la mesa, vaci? en ?l todo un barril de grog y su ayudante fue sumergiendo en el l?quido toda suerte de pociones, potingues, restos pringosos, hojas de mil especies vegetales.  Todo ello removiendo cuidadosamente con una cuchara de madera, a?adiendo sin parar peque?as cantidades de sustancias y materiales cuyo aspecto invitaba al almuerzo a salir atropelladamente garganta arriba.

  -Esto ya est? ?grazn? el peque?o goblin- calculo que el almuerzo estar? listo cuando finalice el ritual.
  - Eso espero ?dijo Gorovod- tengo tanta hambre que me comer?a un enano entero?o un goblin.

   El ayudante no hizo caso del comentario de su Maestro, acostumbrado ya a este tipo de bromas y continu? removiendo el espeso caldo, mientras el Mago continuaba con su labor.

   Coloc? una barrita de incienso en el quemador, le acerc? un tiz?n del brasero hasta que prendi? y lo coloc? a un lado. Ech? aliento sobre el espejo y lo puli? con la manga de su capa de piel de lobo hasta que consigui? empa?arla y lo coloc? en el centro de la mesa. 

   - Prep?rate, voy a empezar con el ritual.

   El Goblin apag? todas las antorchas que iluminaban la estancia y las sombras lo invadieron todo, la luz procedente de las velas iluminaba el ambiente con un pent?gono tenebroso que se dibujaba en la b?veda del techo. Gorovod rode? con sus manos el espejo de plata y se dispuso a mirar en ?l, sus ojos se dilataron a medida que el humo t?xico del incienso iba inundando sus pulmones. El goblin aguardaba al otro extremo de la mesa con cara de espanto, sosteniendo un pergamino y una pluma de tinta en cada mano.

  -Siete.
  -Catorce.
  -Veinte y nueve.
  -Doce.
  -Dos
  -Treinta.
  -Ocho.

   El aprendiz iba apuntando las cifras m?gicas conforme las recitaba su Maestro, con trazo cuidadoso pero r?pido.  Dobl? el pergamino cuando apunt? la ?ltima cifra y se levant?.

   -Vete a sellar la loter?a antes de que cierre el kiosco y regresa para preparar el almuerzo.  A ver si esta vez tenemos m?s suerte y salimos de pobres?esta vez tengo un presentimiento.

   -S? Maestro ?y sali? a toda velocidad de la Torre de Magia- ?Ser? un Amo de la Muerte, pero es un negado para los hechizos de adivinaci?n? ?pensaba el goblin camino de la aldea.




   
Muchas mentiras contadas unas pocas veces se convierte en conspiraci?n.? Una mentira contada muchas veces se convierte en realidad.