Autor Tema: La saga de Hrolf el Almirante (parte III). autor Javier.  (Leído 3938 veces)

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Karnak

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La saga de Hrolf el Almirante (parte III). autor Javier.
« en: 15 de Octubre de 2005, 02:54:47 pm »


     De un baile en el jard?n y sones de boda desafinados


Los primeros rayos de sol provocaron una mir?ada de colores al encontrarse con las ventanas de la habitaci?n, adornadas con un mosaico de cristales que hac?a de prisma, ba?ando la habitaci?n con diversas tonalidades.
Con un suspiro Hrolf se desperez? y una mueca de disgusto cruz? su cara al notar que era el ?nico ocupante de la cama, como cada ma?ana por mucho que intentase despertarse a la vez que lo hac?a Ginebra.
?Otra vez se me ha adelantado? maldita mujer?? rezong? Hrolf mientras perezosamente retiraba las mantas que lo cubr?an y se dirig?a a la jofaina para lavarse la cara y acabar de desperezarse.
Estaba sec?ndose la cara cuando la puerta se abri? bruscamente y Ginebra entr? en la estancia con una bandeja llena de comida reci?n hecha enlas manos y cara de pocos amigos, que se suaviz? al ver a su amado de pie, desnudo y mir?ndola ligeramente atontado mientras reprim?a un bostezo.
?Buenos d?as cari?o? dijo Ginebra sonriendo dulcemente mientras cerraba la puerta con un pie y dejaba la bandeja en la mesilla al lado de la inmensa cama con dosel y un colch?n, esquivando los otros tres que hab?an quitado de la cama para poder dormir. Hrolf respondi? con otra sonrisa bes?ndola en la boca mientras la abrazaba, para preguntar ??Por qu? no me has despertado cuando te has levantado? Siempre haces lo mismo??
Riendo Ginebra lo hizo sentar en la cama y poni?ndole una servilleta al cuello respondi? ?Por que necesitabas la hora de sue?o? Por mucho que te duela no est?s acostumbrado a madrugar, y yo siempre he dormido poco? no podr?as seguir mi ritmo??
?Alg?n d?a te dar? una sorpresa y te despertar? con el desayuno preparado? ya lo ver?s?? afirm? solemnemente Hrolf, lo que hizo brotar la risa en los labios de Ginebra mientras respond?a ?Claro cari?o, claro? cuando los ciervos vuelen??
Hrolf ri? tambi?n y mientras devoraba las tortas de trigo con tocino que hab?a tra?do Ginebra le pregunt? ?Por cierto, ?a qu? ven?a la cara que ten?as al entrar??
Ginebra puso un gesto de fastidio y respondi? ?He tardado casi una hora en lograr que preparasen el desayuno, las cocinas estaban desiertas y casi no hab?a criados de servicio en los pasillos? parece que el palacio funciona con los pies, se vive de noche y de d?a la gente duerme? pero no te preocupes, a partir de ma?ana ser?n de lo m?s sol?citos??
?Espero que no se te haya ido demasiado la mano? no te ofendas Ginebra, pero tienes mal despertar?? dijo cautamente Hrolf
??Y t? qu? sabes de c?mo me despierto?... si siempre est?s roncando?? brome? Ginebra antes de responder al comentario de Hrolf moviendo la mano rest?ndole importancia ?No temas, han sido s?lo algunos chichones y una nariz rota, me he contenido??
Hrolf sonri? al imaginarse qu? opinar?an los sure?os de la contenci?n de su amada, antes de comentar ?Ahora hablaremos con el resto e iremos a entrenarnos un rato. A media ma?ana visitaremos a algunos mercaderes y pilotos, y por la tarde algo de entrenamiento m?s y la reuni?n con el Duque, a ver qu? quiere esa vaca??
?Pobres vacas? ?qu? te han hecho para que las insultes con tanta crueldad?? repuso riendo Ginebra


?Menuda birria de campo de entrenamiento?? pens? Hrolf mientras se mov?a esquivando y deteniendo los ataques de Ginebra y Thomas, que en veinte minutos de combate hab?an llenado su cuerpo de moratones.
El motivo de la queja de Hrolf era que el campo m?s parec?a un jard?n que un lugar donde entrenarse, con avenidas de flores y cuidadas extensiones de c?sped verde y bien regado sobre suelo blando donde era casi imposible afirmar con garant?as los pies.
Con un grito de indignaci?n Ginebra resbal? sobre el c?sped h?medo cayendo de culo entre ruidos de metal y Thomas la sigui? en breve tropezando con Hrolf al verse obligado a desviar un golpe bajo que pod?a haberla alcanzado en la cara, derribando tambi?n a su se?or que cay? de bruces al suelo con un gru?ido de sorpresa. Durante unos segundos los tres quedaron en el suelo mir?ndose sorprendidos antes de empezar a re?r mientras se levantaban.
?As? es imposible continuar?? dijo Hrolf quit?ndose los restos de c?sped y tierra del casco ?? vamos a hablar con los jardineros, a ver si nos d?n unas palas y mazos y podemos dejar el suelo en condiciones??
De repente Lydonn sali? a la carrera por las puertas de palacio agitando las manos y gritando ??Mi se?or! ?Mi se?or! ?Por favor!?
Sorprendido al ver al formal y tranquilo kelt tan nervioso Hrolf se gir? hacia Ginebra y Thomas y les dijo ?Encarg?os del campo, voy a ver qu? pasa?? antes de acercarse corriendo al anciano kelt, que parec?a estar al borde del ataque de histeria y jadeaba visiblemente.
?Mi se?or, por piedad, d?os prisa y dirig?os a nuestras estancias? Gwnn est? en peligro? un guardia le est? atacando?? dijo entrecortadamente el kelt, provocando que Hrolf saliera disparado a la carrera hacia sus habitaciones, levantando expresiones de asombro e incredulidad entre los criados que ve?an lo incre?ble en esas tierras: un noble con armadura corriendo.
Al llegar a la peque?a salita que daba entrada a sus habitaciones y a las de los miembros de su s?quito Hrolf observ? c?mo un orondo y perfumado guardia vestido con sedas de colores chillones intentaba acorralar a Gwnn contra una de las paredes mientras el joven criado kelt lo esquivaba fren?ticamente interponiendo sillas o girando alrededor de la mesita que ocupaba el centro de la habitaci?n, manteni?ndose alejado de la enjoyada espada larga que el guardia bland?a torpemente.
Acerc?ndose al guardia Hrolf aferr? su mano derecha y con una llave simple de torsi?n hizo caer el arma provocando un gritito femenino de sorpresa y dolor, para acto seguir aferrar el cuello del guardia y empujarlo contra la pared m?s cercana levantando a peso al orondo vikir con gran esfuerzo dado el enorme peso del individuo.
Tras girar moment?neamente la cara al oler el intenso perfume que expel?a el guardia, Hrolf logr? mirarlo a la cara, donde apreci? con agrado que entre el maquillaje que cubr?a el rostro del guardia y el carm?n de sus labios se observaba un hilo de sangre que manaba de un corte producido por un golpe de pu?o con toda probabilidad.
??Qu? haces b?rbaro? ?C?mo te atreves a atacarme?? pregunt? airado el guardia con voz de falsete ?Te har? arrancar la piel por esta afrenta, soy un miembro de la guardia del Duque??
Ignor?ndolo Hrolf desenvain? su daga y la coloc? justo debajo de su entrepierna, dejando ir su cuello para mirar al criado kelt, obligando al s?bitamente p?lido guardia a mantenerse de puntillas si no quer?a arriesgarse a comprobar la resistencia de sus pantalones de seda amarilla con el filo de la daga del norte?o.
??Qu? ha pasado Gwnn?? pregunt? apaciblemente Hrolf al nervioso kelt antes de agregar ?Tranquilo, no te castigar? si no te lo mereces??
?Hab?a ido a las cocinas a devolver los platos del desayuno cuando al pasar por el sal?n del servicio esta cosa se me ha acercado?? dijo nerviosamente el joven criado mirando con asco al orondo vikir ?? me ha empezado a decir que lo acompa?ase si quer?a pas?rmelo como nunca, que me abrir?a horizontes nunca imaginados por mi y no s? qu? tonter?as m?s, y cuando le he dicho que no se ha enfadado? he venido corriendo hasta aqu? y me ha seguido, y al entrar me ha cogido y me ha dado un beso??
Hrolf fij? su vista en el rostro de su criado y vio que efectivamente hab?a marcas de carm?n en sus labios, y con calma dijo ?Contin?a??
?Me lo saqu? de encima y le atiz? un pu?etazo, y se volvi? loco? sac? la espada y empez? a perseguirme, y lo he estado esquivando hasta que hab?is llegado? creo que Lydonn sali? corriendo y Aoife se encerr? en su habitaci?n, es todo lo que s?
??Lo ves? ?l mismo lo admite? se atrevi? a alzarme la mano?? dijo con voz chillona y satisfecha el guardia ?Ahora d?jame ir si no quieres compartir su destino, bruto sudoroso y apestoso??
Hrolf clav? su mirada en el rostro satisfecho del guardia y con voz fr?a dijo ?En estas estancias la ley la dicta el hu?sped, eso dicen las leyes de la hospitalidad? y el hu?sped dice que te largues si no quieres que te corte las pelotas por atacar a Gwnn??
??Bruto! ?Grosero!? chill? el orondo guardia indignado ??Esto no quedar? as?, tu se?or se enterar? de esta afrenta!?
Con un r?pido gesto Hrolf acall? a Gwnn, que estaba a punto de re?rse en la cara del guardia, y sonriendo aviesamente coment? ?Si lo deseas y no te molesta rebajarte a luchar conmigo te puedo ofrecer una compensaci?n en el campo del honor, que las armas decidan qui?n tiene la raz?n? ?en el campo de entrenamiento esta tarde a las tres??
?Hecho, te arrepentir?s de haberme atacado?? respondi? satisfecho y seguro de s? mismo el guardia con voz de falsete ?? acabar?s pidi?ndome clemencia de rodillas, rufi?n??
?Seguro, seguro?? concedi? sarc?sticamente Hrolf antes de a?adir ?? y si me haces el favor, tr?ete a todas tus amigas? perd?n, a tus aguerridos compa?eros de la guardia? quiero decirles unas cuantas cosillas??
??C?mo te atreves a insultar a la guardia del Duque?? chill? indignado el vikir antes de callarse de golpe al notar que Hrolf sub?a ligeramente la daga apretando su entrepierna y oblig?ndolo a alzarse todav?a m?s sobre las puntas de sus pies.
?Es f?cil, abro la boca y digo lo que pienso?? respondi? riendo el joven vikir antes de envainar su daga y empujar al vikir hacia la puerta de salida ?Y ahora largo antes de que me lo repiense y te cape? y no te dejes tu espadita de juguete, forma parte del uniforme de trabajo aunque no lo creas??
El vikir recogi? su espada y abandon? con aire de ofendida dignidad la estancia mientras Gwnn se mord?a los labios para no re?r, y Hrolf suspir? mirando al techo antes de decir ?Me temo que este Ducado es m?s peligroso de lo que cre?a? a partir de ahora s?lo saldr?is de aqu? si Thomas, Ginebra o yo os podemos acompa?ar, para el resto usad al in?til del criado que os mand? anoche? que por cierto, espero que se aplique y aprenda r?pido, no quiero que me manche otra vez? ten?is permiso para usar los m?todos que cre?is m?s convenientes??
?Descuidad mi Se?or, se comportar? como es debido, os lo prometo?? respondi? Lydonn, que acababa de llegar a la habitaci?n y intentaba recomponerse con visible esfuerzo tras la carrera.
?S? mi Se?or, nos encargaremos de que aprenda?? corrobor? Gwnn antes de a?adir con nerviosismo ?? Mi Se?or, muchas gracias por salvarme de esa cosa, os lo agradezco de coraz?n??
?Un placer Gwnn, un placer? ahora me voy, encarg?os de tranquilizar a Aoife, decidle que me asegurar? de que nos dejen en paz mientras estemos en estas habitaciones?? respondi? sonriendo Hrolf antes de salir de la habitaci?n.
Muchas mentiras contadas unas pocas veces se convierte en conspiraci?n.? Una mentira contada muchas veces se convierte en realidad.