Autor Tema: La Batalla de los Atlantes  (Leído 21160 veces)

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dehm

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La Batalla de los Atlantes
« en: 16 de Enero de 2006, 09:03:18 pm »
Batalla de los Atlantes contra Absablo

Órdenes de batalla:


El combate ha de basarse en una premisa muy sencilla. Absablo es grande. Mis héroes y tropas pequeñas. Por lo tanto, puede deducirse que Absablo será más torpe, sus movimientos más lentos. Las tropas y héroes, (excepto Abel-Asturii y su antiguo aprendiz) rodearán al monstruo y le acosarán. La táctica utilizada será la misma que usan, por ejemplo, las manadas de lobos ante enemigos más grandes. Amagos de ataque para distraer la atención del monstruo por un lado y ataques reales por el lado opuesto. Mis tropas estarán en continúo movimiento, “bailando” alrededor del bicho, tratando de esquivar con agilidad sus ataques y tratando de mermar sus fuerzas poco a poco, hasta matarle.

Abel-Asturii, ayudado de su antiguo aprendiz, tratará de conjurar algún hechizo que entorpezca los movimientos del monstruo. Bien intentando dejarle ciego, enlenteciéndole o algo similar. Llegado el momento, y si no queda más remedio, ambos se lanzarán también al cuerpo a cuerpo.


Introducción:

1.- Iniciativa


Al ser una batalla marítima los atlantes poseen mejor iniciativa, +2, y al ser los atacantes poseen además un modificador positivo, +1, lo que se une a su tirada y a la inteligencia del general.

Iniciativa Atlante: 1 (1D6) + 6 (Int. General) + 2 (Atlantes) + 1 (Atacante) = 10
Iniciativa Absablo: 13 (1D6) = 13

Desgraciadamente Absablo parece disponer de la iniciativa pero la táctica expuesta por Dermineista sigue considerándose válida en cuanto al número de atacantes y de diferentes objetivos que pueden distraer a la criatura y quien sabe si permitir herirla de gravedad.
« Última modificación: 10 de Agosto de 2006, 06:05:08 pm por dehm »
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Re: La Batalla de los Atlantes
« Respuesta #1 en: 16 de Enero de 2006, 09:03:44 pm »
2.- Situación

A pesar de disponer de la capacidad necesaria para desplazar las tropas en navíos se decide usar una táctica un tanto más atrevida y se equipa a las unidades con hipocampos, montura que muchos atlantes usan desde niños, para así poder disponer de más unidades y diferentes blancos, más aún.

Además en un arranque de intuición se decide usar al resto de los hipocampos para atacar a la Criatura. Los hipocampos poseen un ataque de 20% y una defensa mínima de 1 pero servirán a los fines que buscan los atlantes.

Dado que Absablo comienza sumergido los espolones pueden buscarlo bajo mar mientras el resto de los atlantes espera en la superficie o en todo caso hacen cortas inmersiones, de varias docenas de minutos, buscándolo.
« Última modificación: 16 de Enero de 2006, 09:08:00 pm por dehm »
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Re: La Batalla de los Atlantes
« Respuesta #2 en: 16 de Enero de 2006, 09:13:00 pm »
Notas del mapa: El viento es en dirección OESTE y las mareas y corrientes en dirección SUR.

1º y 2º Turnos

La colocación en batalla dada la situación es bastante peculiar pero se busca sobretodo la amplitud de líneas que permita converger en determinado momento contra Absablo, aparezca donde aparezca, de modo que se lancen contra él, en primer lugar los hipocampos, criaturas inteligentes que han comprendido la situación y son leales a los atlantes, y detrás de ellos el resto de unidades y héroes que en el distancia a distancia pueden tener alguna oportunidad antes de que el resto caiga sobre Absablo de modo que estando siempre rodeado halla mayores posibilidades de derrotarlo.

Las órdenes iniciales son sencillas, dado lo valioso de los espolones y su capacidad de ataque, pero la necesidad de llevar a cabo una lucha en la superficie se decide destacar el menos útil para el combate pero suficientemente resistente unidad de transportes de modo que logren atraer al monstruo a la superficie.

Así pues el transporte se desplaza, con poca tripulación, sólo los marineros, hacia el norte a todo trapo con la esperanza de desenmascarar al monstruo.

La mar, extrañamente tranquila, no es turbada por movimiento alguno y los espolones, que están entre dos aguas, para poder observar el fondo cercano, no ven, de momento enemigo alguno.

De modo que el transporte sigue avanzando casi en el centro de la formación, escorándose un poco por la acción del viento, que no de la marea, que de momento es fuerte pero no lo suficiente como para modificar la trayectoria de los transportes.
« Última modificación: 16 de Enero de 2006, 10:55:24 pm por dehm »
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Re: La Batalla de los Atlantes
« Respuesta #3 en: 16 de Enero de 2006, 09:13:54 pm »
3 Turno

El mar comienza a agitarse mucho en los alrededores de tu unidad más avanzada y los atlantes ven con terror y por primera vez desde los albores del tiempo a esa temible criatura que les ha perseguido y amenazado durante todas las eras.

Sus corazones no pueden dejar temblar ante la visión que les inunda y por la forma, informe por lo demás, que aparece ante ellos. El conjunto de la Criatura es engañosamente vago, unas enormes mandíbulas de aspecto pulposo se agitan mientras repetidas filas de dientes, algunos como piedras de molino y otros como lanzas, se entrecierran en un sonido de parece rajar el aire.

Alrededor de la cabeza y del ¿torso? Numerosísimos tentáculos golpean el mar creando un lago de espuma que no deja de crecer alrededor de la criatura mientras varias extremidades, dos son especialmente gruesas, tan gruesas con el mayor de los mástiles, ondean por el aire.

Detrás de la criatura el mar burbujea con el constante movimiento de una especie de cola que, según se puede deducir le sirve para propulsarse por el océano.

El transporte vira inmediatamente hacia la costa sabiendo que no tiene ninguna posibilidad y que ha cumplido su función en la batalla pero el viento no parece ayudar, ya que flota desde esa dirección, aunque sin mucha fuerza, pero permite a los buques alejarse unas docenas de metros de Absablo, lo suficiente para ser rebasado por la primera fila de hipocampos que en número de trescientos compiten con Absablo en volver espuma todo el agua circundante.

Absablo no parece ni sorprendido ni furioso por el número de enemigos y simplemente observa acercarse a los hipocampos quienes son seguidos de otras dos líneas de otros tantos ejemplares cada una mientras los arqueros toman posiciones y la milicia trata de avanzar para ganar ángulo de tiro.

Héroes y dos grupos de hipocampos quedan parados esperando que llegue su oportunidad de golpear una vez el enemigo esté herido o al menos tan rodeado que no pueda escoger sus victimas.

Demasiado lejano para hacer uso de los hechizos no lo está para la galera y los espolones que cargan de inmediato sus armas y disparan sus armas

Únicamente los espolones hacen blanco con sus pesados virotes en el cuerpo de la criatura pero aunque la fuerza de los golpes es inmensa, daño 5 y 11 respectivamente, el ser no parece sufrir herida alguna.

El blanco no parece ser problema para tus arqueros que lanzan sucesivamente dos nubes de proyectiles de hacen blanco en su inmensa mayoría pero el cuerpo gelatinoso de Absablo parece absorber tales proyectiles sin problemas.
« Última modificación: 16 de Enero de 2006, 10:55:35 pm por dehm »
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Re: La Batalla de los Atlantes
« Respuesta #4 en: 16 de Enero de 2006, 09:47:38 pm »
4 Turno

Absablo avanza entre los hipocampos tratando de llegar hasta el más grande, y por tanto ¿más nutritivo?, blanco, los transportes pero éstos aunque pierden algunas velas al enredarse entre los tentáculos los tripulantes cortan cualquier cabo que queda enredado y continúan hacia el sur aunque siendo empujados por el viento hacia mar adentro.

Los hipocampos deciden seguir fielmente las órdenes de sus cuidadores y abren paso ligeramente a Absablo en el centro dejando distancia con el monstruo y permitiendo a sus compañeros agruparse e ir cerrando la trampa en torno a Absablo haciendo uso de su capacidad de movimiento.

Mientras tanto tanto Abel-Asturii como su compañero, su antiguo aprendiz, han estado concentrados para lanzar con la mayor posibilidad de éxito sus hechizos. El mago, que porta varios cristales de maná, de hecho la totalidad de las reservas, de modo que ambos comienzan a tejer y tallar en el aire las runas… el silencio eriza la piel de todos los presentes e incluso pareciera solidificarse el aire en todo a ellos mientras los dos hechizos comienzan a tomar forma y progresar.

De repente el agua cerca de los magos comienza a elevarse y moverse en una especie de remolino a tremenda velocidad, unos ruidos que producen escalofríos en los presentes inundan el lugar, y ambos remolinos parecen estallar en una nube de agua pulverizada que por un momento tapa el lugar.

Cuando el agua se despeja varios atlantes dejan escapar un gemido de asombro. A pocos metros de los magos se alzan dos poderosos Elementales de Agua. Uno de ellos es de un tamaño enorme, semejante al del propio Absablo, y dentro de él parece moverse el agua como si de un cuerpo vivo se tratara. El poder de la criatura es magnífico.

Su gemelo es mucho menor en tamaño pero aún así más grande que cualquier elemental de agua que se halla visto anteriormente y sus movimientos son tan fluidos y rápidos que parecen marear a quien los observa.

Absablo no parece prestarles atención pero sigue mirando fijamente a su primera presa, ajeno en todo a sus enemigos, y decidido a capturarlo parece conjurar un hechizo, sin embargo es difícil asegurarlo por cualquiera que no sea un mago, hasta que un rayo de agua increíblemente grueso sale proyectado de lo que podría calificarse como su torso en dirección al transporte.

El impacto es brutal y vergas, mástiles, velas y marineros caen en desordenado montón sobre la borda o al mar, arrastrando casi un tercio de la superficie motriz del buque que sin embargo no sufre más daños.

A pesar de que la situación es tensa las armas de asedio hacen fuego con bastante acierto, de nuevo por parte de los espolones, cuyas avezadas tripulaciones parecen seguir las órdenes como autómatas.

Las dos andanadas se pierden en diferentes partes del cuerpo de la criatura sin mayores efectos que cierta irritación en la misma. Los arqueros y la milicia toman el relevo lanzando cuatro nubes de flechas todas las cuales parecen acertar a Absablo.

Sin embargo y para descorazonamiento de los arqueros los proyectiles apenas causan otra cosa que un leve escozor y la mayoría son expulsados o desviados por la viscosa piel de la criatura.
« Última modificación: 16 de Enero de 2006, 10:55:47 pm por dehm »
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Re: La Batalla de los Atlantes
« Respuesta #5 en: 16 de Enero de 2006, 10:16:49 pm »
5º Turno

En esta ocasión Absablo parece cansado ya de jugar al gato y al ratón y decide esperar a ver que hacen todas esas criaturas alrededor suyo antes de elegir algunas.

Los atlantes por tanto deben mover en primer lugar de modo que preparan su trampa y dejan dado que si dejan mover a Absablo podrá disminuir el número de atacantes caen sobre él en masa dejando de momento que el elemental de menor tamaño se una a la marea atacante.

Rodean a Absablo millar y medio de hipocampos que con sus fuertes mandíbulas pueden triturar los más duros moluscos y cercenar una extremidad a cualquier atlante mientras que el elemental le ataca por su espalda, si es que puede calificarse de ese modo.

Nota: Al tener más de tres atacantes, cinco más, su defensa baja en cinco unidades por la cantidad de ataques que recibe.

En esta ocasión Absablo no parece interesado en usar la magia o como se puede llamar a su burdo mudo de manipular las energías arcanas pero sí está deseando probar sus fuerzas de nuevo.

Sus mandíbulas se agitan, enormes, sobre los hipocampos, muchos de ellos aterrados, pero sin mayores efectos, su enorme cola desplaza una cantidad de agua importante en grandes olas pero lo más estremecedor son sus dos garras principales.

La primera de ellas golpea el agua con fuerza aunque los rápidos hipocampos esquivan su trayectoria con celeridad pero la segunda acierta de lleno a un grupo de ellos. Sus cuerpos destrozados son proyectados centenares de metros cayendo al agua entre los héroes y los magos en algunos casos es simple pulpa de carne imposible se reconocer.

Además numerosos tentáculos de diversos tamaños rodean a casi un centenar de hipocampos simultáneamente apretando sus cuerpos con increíble fuerza hasta partirlos en dos en casi todos los casos aunque unos pocos hipocampos logran escapar con vida.

Los pocos hipocampos supervivientes de primera línea no logran ni siquiera impactar en medio de la espuma, ya roja, provocada por el combate. Ni siquiera el elementar logra que sus golpes de potencia considerable logren algún efecto en la inmutable criatura.
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Re: La Batalla de los Atlantes
« Respuesta #6 en: 16 de Enero de 2006, 10:27:51 pm »
6º Turno

Absablo parece un poco extrañado porque no halla una huída generalizada, cosa que su aspecto suele provocar de modo casi inmediato en todas las criaturas así que avanza hacia la más grande de ellas: el elemental.

Pero los hipocampos le impiden llegar hasta él de modo que queda aún dentro del círculo abierto por los hipocampos. Conscientes de que los hipocampos apenas afectan al ser Dermineista intenta pensar en algún modo de lograr vencer a la criatura pero mientras tanto los hipocampos, fieles hasta el final, siguen cerrando filas en torno al ser.

La Criatura usa de nuevo tentáculos y zarpas destrozando a todas las unidades que lo rodean pese a lo cual un par de ellas intentan atacarlo sin éxito. Es evidente que poco o nada puede detener a la criatura de modo que cuando su cola alcanza a un grupo de hipocampos proyectándoles un centenar de metros en el aire el general y rey atlante ya ha tomado una decisión.
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Re: La Batalla de los Atlantes
« Respuesta #7 en: 16 de Enero de 2006, 10:54:32 pm »
7º y 8º Turno

Dada la mayor potencia de las armas de asedio Dermineista ordena a las diferentes unidades rodear a la Criatura en cuanto esta avance pero mantener la distancia precisa para hacer fuego sobre ella desde el seguro que supone la distancia… pero entonces toma una decisión.

Desde su infancia sus niñeras le han hablado de Absablo, le han amenazado para que se acostara pronto o se esforzara en toda tarea que cumplía. Cuando había logrado su ansiado mando de los atlantes tras toda una vida de esfuerzo Absablo había caído sobre Myl-Ablos y destruido su pasado y su futuro.

Había llegado el momento de destruir la amenaza, de erradicar el terror, y con una simple orden hizo realidad su mayor deseo. Enfrentar su miedo.

Todos los héroes y campeones de los atlantes convergieron sobre Absablo, a su espalda se colocó el elemental de menor tamaño, Garganion y el mismo monarca, en los flancos Dermineista y Ullistrar mientras que en frente se colocó el elemental, de tamaño semejante a la criatura, Kharonte y Legion.

Absablo ignoró a todos menos al elemental… al que no tardó en atacar. Sus tentáculos atravesaron el aire haciendo presa en el elemental pero al cerrarse simplemente trataron de estrangular agua y no lograron otra cosa que sumar un poco de espuma al mar.

Tanto sus mandíbulas como sus zarpas lograron algo parecido y Absablo se enfureció. Su rugido fue tan sonoro que muchos temieron quedar sordos y su enorme cola salió del agua y golpeó de lleno al elemental.

Al instante la forma del elemental se deshizo en una masa de agua que proyectada medio centenar de metros cayó casi sobre los magos. Poco a poco se perfiló en la zona la figura del elemental, como si nada hubiera pasado.

Era el turno de los atlantes y éstos hicieron lo que debían. Los espolones, a pesar de poder herir a sus compañeros, dispararon contra Absablo. Lo mismo hicieron arqueros, milicia y la galera pero los proyectiles o pasaron ligeramente desviados o sin la suficiente fuerza.

Las espadas, mazas y lanzas golpearon, cortaron tejido y agua, pero Absablo no se inmutó. Ningún impacto parecía tener la suficiente fuerza o profundidad para herirlo.

Mientras el elemental volvía a su posición Absablo  contempló a quienes lo rodeaban con una rabia ciega. La rabia de quien nunca ha sido enfrentado. Del niño.

En esta ocasión fueron más los proyectiles que cayeron sobre él y hasta en una de las ocasiones una de las andanadas, enviadas por una unidad de milicia, pareció molestarle, sin llegar a ser una herida.

De nuevo llovieron los golpes contra el elemental y uno de los zarpazos incluso pareció afectarlo de un modo curioso… reduciendo ligeramente su tamaño. Pero por lo demás los tentáculos siguieron tratando de estrangular el agua y los demás golpes, ni la cola, lograron nada.

Salvo Kharonte en esta ocasión lograron impactar todos los demás atacantes. Sin embargo de nuevo los golpes parecieron flotar sobre el viscoso ser sin herirlo en ningún momento.
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Re: La Batalla de los Atlantes
« Respuesta #8 en: 16 de Enero de 2006, 11:08:36 pm »
9º Turno

En esta ocasión Dermineista decidió usar una nueva arma y alzando su lanza apuntó al pecho del monstruo, al instante del arma salió un potente rayo de agua que avanzó contra Absablo que lo miró llegar y haciendo una especie de gesto, ¿desprecio?, lo desvió hacia las alturas desde donde se proyectó una fina lluvia.

Poniendo su mirada, donde sea que sus ojos estuvieran, en el monarca atlante de su tronco volvió a proyectarse un enorme rayo de agua. El impacto fue brutal a pesar de que Dermineista tuvo tiempo de interponer su escudo.

Lo que anteriormente había partido los mástiles y vergas del transporte no mató al monarca aunque sí lo dejó herido por la enorme contusión pero sirviendo de ejemplo al resto de sus compañeros alzó su arma y volvió a descargarla contra la criatura.

Ambos elementales imitaron al monarca pero de igual forma sus hechizos y rayos fueron desviados por Absablo de modo indolente, hasta el momento de volver a golpear al Elemental.

En esta ocasión la dureza de los impactos sí supusieron un efecto visible para todos, en pocos momentos el elemental había perdido una gran cantidad de agua y su altura descendió casi en cinco metros.
Los impactos de las armas de asedio montadas en los barcos, principalmente la de la galera, y las flechas aunque numerosos no causaron daño visible alguno.

Los golpes de los puños de los elementales resonaron sobre Absablo mientras espadas y otras armas atacaban con rabia al ser pero sin lograr herirlo si bien es cierto que en esta ocasión los constantes ataques de Garganion, en la retaguardia, causaron o estuvieron a punto de causar daño real al ser.
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Re: La Batalla de los Atlantes
« Respuesta #9 en: 16 de Enero de 2006, 11:25:58 pm »
10º, 11º y 12º Turno

Durante unos minutos la situación se prolongó en un intercambio de golpes durante el cual el tamaño del elemental delante suyo fue menguando hasta igualarse o casi al del otro elemental por los repetidos golpes de la Criatura.

Los proyectiles, flechas y estocadas se iban repitiendo de modo similar aunque el sudor perlaba muchas frente y la sal blanqueaba la superficie de aquellos que esperaban a participar en el combate.

Por una ocasión el ataque de una unidad de infantería estuvo a punto de herir al ser (daño 17) y en otras dos ocasiones pareció que eran las armas de asedio (daños 16 y 17) pero finalmente ninguno de ellos logró atravesar las defensas y capas de tejido que cubrían a Absablo.

Fue entonces, cuando menor era su tamaño, cuando ambos elementales, sacrificando parte de su energía vital, proyectaron múltiples rayos de agua sobre Absablo que si bien desvió la mayoría no puedo evitar que lo alcanzasen varios.

Dos de ellos cortaron algunos tentáculos pero desviados por la superficie del ser resultaron inofensivos, sin embargo un tercero acertó de pleno el tronco de Absablo que lanzó un rugido mientras el rayo destrozaba los tejidos y al fin hallaba la carne, el interior.

Absablo, Némesis de los Atlantes, Dueño de los Mares y Perdición de los Océanos había sido herido.
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Re: La Batalla de los Atlantes
« Respuesta #10 en: 16 de Enero de 2006, 11:45:35 pm »
13º  14º y 15º Turno

Abel-asturii contempló a su anteriormente grandioso elemental. Después de soportar durante bastante rato el castigo de Absablo, ningún otro podría haberlo hecho, su estado era delicado.

Si bien podría acabar aún con muchos de los posibles enemigos era obvio que Absablo se desharía de él con una nueva tanda de golpes. De hecho hacia rato que mientras miraba la batalla había decidido hacer llegado el momento aunque a partir de entonces poca o ninguna defensa le quedarían a los restantes héroes que quedarían a merced de los ataques directos de Absablo.

Durante unos segundos el elemental de menor tamaño pareció temblar y de repente se deshizo en una ola que como si tuviera vida se dirigió hacia el elemental de mayor tamaño que pareció crecer por unos instantes.
Al tiempo Abel-asturii notó que el poder volvía a él una vez deshecho el conjuro y se preparó para volver a actuar lanzando al tiempo que el elemental nuevos rayos de agua mientras una unidad de infantería ocupa el puesto del anterior elemental.

Sin embargo Absablo desvió ambos prestando de nuevo toda su atención a su crecido rival y realizando toda una serie de movimientos que no causaron otra cosa que olas y espuma su cola volvió a golpearlo proyectando al elemental tan lejos que muchos creyeron que no se volvería a levantar.

En la costa se había ido agrupando población y civiles que deseaban observar el combate, al fin, y ver así sellado su destino junto al de quienes lo defendían.

Las demás unidades ignoraron lo acaecido y continuaron su combate personal contra el miedo y por su supervivencia.

Y por unos minutos el combate pareció estancarse en una serie de intercambios de golpes bajo los cuales el elemental iba menguando en tamaño y Absablo ignorando los que sufría.

Sin embargo ninguno de los nuevos impactos logró herir a Absablo pese a que eran muchas las armas que acertaban cualquiera de las partes de su cuerpo.
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Re: La Batalla de los Atlantes
« Respuesta #11 en: 16 de Enero de 2006, 11:58:38 pm »
16º, 17º, 18º y 19º Turnos

El mago atlante dado lo inútil de sus esfuerzos lanzó todas sus energías para fortalecer al menguante elemental mientras éste soportaba el castigo de Absablo donde cualquier otro ya hubiera caído.

Los héroes y las unidades de infantería trataban de golpear y herir a la criatura a la que también llovía una serie de virotes y flechas en tal cantidad que el mar alrededor de la batalla estaba cuajado de ellos.

Sin embargo ni golpe ni proyectil parecía poder herir a Absablo aunque Dermineista y Ullistrar, el Látigo, luchaban con denuedo y valor.

Fue entonces cuando Absablo lanzó una terrible serie de zarpazos que hicieron templar a todos y que redujeron el Elemental al tamaño de un atlante medio… y bajo aquella lluvia de golpes y bajo un mar de tentáculos el elemental pareció crecer durante un instante.

Su volumen creció tanto que incluso el propio Absablo quedó reducido a su tamaño y lanzando un tremendo golpe abrió una tremenda brecha en el costado de éste antes de desaparecer en una fina lluvia de agua que trajo la esperanza a muchos y la verdad a unos pocos.

Dermineista era consciente que sin los elementales el blanco de los golpes y los tentáculos serían ellos mismos pero una vez más levantó su lanza y la descargó contra su eterno enemigo.
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Re: La Batalla de los Atlantes
« Respuesta #12 en: 17 de Enero de 2006, 12:21:04 am »
20º Turno

Absablo observó entre sorprendido y furioso su herida y el causante de la misma… o lo intentó porque en el lugar donde antes estaba el elemental no había nadie. La superficie del mar aparecía vacía así que decidió que era el momento de acabar con el resto de los inofensivos seres que trataban de herirlo.

Una sensación nueva se habría paso dentro suyo. Quizás fuera sorpresa o quizás fuera dolor, ambos estaban muy unidos. Nunca desde hacía eones le había hecho frente y nunca había sentido aquella sombra de debilidad que ahora notaba.

La inmensa Criatura fijó su mirada, o lo que fuera que le permitía percibir su alrededor, en los pequeños y numerosos componentes que ocupaban el lugar del elemental y lanzó los tentáculos contra ellos.

Esta vez la sorpresa le fue grata pues tanto los que lanzó a ellos como a otros objetivos: un grupo de infantería, a Ullistrar y al nuevo héroe atlante Legión lograron apresar sus presas.

Los componentes del grupo de milicianos y de infantes fueron despedazados por la hercúlea fuerza del ser mientras que la armadura de Ullistrar comenzó a resquebrajarse a pesar del Yne que la cubría pero Legión logró escurrirse y librarse de los tentáculos sólo para ver venir los demás ataques.

Esquivó un zarpazo y saltó a un lado para evitar que las mandíbulas se cerraran sobre él y hasta evitó que la cola le alcanzara pero cuando se estaba recuperando de este último movimiento una zarpa cayó sobre él rompiéndole el yelmo y provocando un reguero de sangre.

Pero levantando su espada lanzó un nuevo golpe contra Absablo y eso marcó el comienzo de otro contraataque de los atlantes. Todos los golpes parecían rebotar o embutirse cuando algo cambió.

Los proyectiles de los espolones golpeaban sin hacer daño alguno al ser cuando los disparos de la unidad de milicia en el flanco acertaron sobre la herida abierta por el elemental desgarrando aún más la zona y llenándola de flechas que para alegría de todos elevó un rugido de Absablo.

Dermineista viendo la oportunidad y la muerte que rondaba a su alrededor alzó su lanza y saltando la clavó profundamente en la zona. Cuando la sacó un chorro de asquerosa purulencia, sangre y líquidos espesos le cayó encima y Absablo tembló.

Nota: no es justo... no lo es... mirad la tirada de dados en el foro... para causar una herida a mi mascota hay que al menos tenerle rodeado por unidades para bajarle la defensa y además sacar 6+6+6+alta o bien sacar 6+6+6+6+... y coño... que sólo hay una que cumpla eso!
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Re: La Batalla de los Atlantes
« Respuesta #13 en: 17 de Enero de 2006, 12:47:09 am »
21º Turno


La Criatura contempló a todos alrededor suyo y no lo dudó proyectando un rayo de agua sobre quienes habían usado sus arcos contra él. Los cuerpos de los milicianos quedaron boca abajo en el agua.

A continuación se fijó en aquel héroe que había usado su arma contra él y se preparó para atacarle.
Mientras tanto el hueco dejado por los caídos fue ocupado por una unidad de arqueros y el propio Abel-asturii que avanzó para hacer frente a su enemigo, a la criatura que había supuesto la razón de todos sus estudios.

Los tentáculos salieron proyectados de forma inmediata atrapando al mago y con él a Garganion, Ullistrar y al propio Dermineista que intentaron luchar para liberarse, la presión era enorme, y las armaduras se aplastaban y a todo en su interior. Sólo Dermineista logró liberarse lo suficiente para seguir atacando.

Los disparos continuaban acertando incluso los artilleros, novatos y sin puntería normalmente, del transporte pero la criatura parecía mirarlos a todos y sus ataques continuaban sin descanso.

A pesar de ello el agua se iba tiñendo de sus fluidos mezclados con la sangre de los caídos. Los tentáculos seguían apretando y cayeron en esta ocasión sobre Dermineista que no logró zafarse.

Las zarpas de la criatura acertaron al héroe, inmovilizado, hiriéndole con brutalidad y arrancando casi de cuajo su pectoral lleno de heridas y sangre. Incluso las mandíbulas le rozaron llevándose un trozo del hombro del héroe en su búsqueda de venganza.

Los golpes de Legion, Kharonte y las unidades que aún rodeaban al monstruo y podían golpearle o intentar herirle no hallaron brecha alguna.

Por un momento Absablo pareció contemplar sus alrededores pero entonces sus tentáculos se tensaron con enorme fuerza. Abel-asturii observó alrededor suyo como Garganion crujía y como Ullistrar en un esfuerzo por liberarse lograba sacar un brazo con una daga apuñalando sin cesar lo que le tenía atrapado.

Su túnica, poca defensa, y el cuero endurecido que lo protegían permitieron que resbalase y de pronto estuvo libre pero en frente suyo, parcialmente tapado por Absablo, Dermineista fue alzado por los aires. Le sujetaban tentáculos más gruesos que piernas y tan numerosos que difícilmente se intuía bajo ellos una forma humanoide.

Sin embargo el crujido de los huesos sí fue audible para el mago y cuando los tentáculos lanzaron a unos metros de distancia el cadáver del heroico rey de los Atlantes muchos sollozaron en las playas y para algunos se perdió su esperanza.

Pero el mago apenas pudo apenarse cuando columnas de agua se elevaron alrededor suyo allí donde era golpeada el agua con furia y cuando la tormenta paró uno de sus brazos le colgaba inerte en el costado.

Los proyectiles volvieron a caer sobre el monstruo pero su efecto parecía inservible pese a lo cual todos perseveraban.
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dehm

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Re: La Batalla de los Atlantes
« Respuesta #14 en: 17 de Enero de 2006, 01:02:50 am »
22º  Turno

Absablo, olvidado de quien le había causado tan gran dolor volvió a dejar caer sus tentáculos, sobre el mago y Legion.

En esta ocasión ningún héroe puedo liberarse y la sangre perdida, la muerte de Dermineista y la falta de esperanza acabó con la resistencia de Ullistrar el Látigo y de Garganion que se unieron a tantos otros en un mar lleno de cadáveres.

Abel-asturii sufrió el dolor con una resistencia no común en él mientras veía caer proyectiles sin otro efecto que regar la zona de madera y hierro. A su lado unos arqueros cayeron víctimas de unos zarpazos que destrozaron cuerpos y armas mientras el agua a su alrededor se elevaba.

Entonces durante un momento notó un enorme objeto pegado a su cuerpo y al instante fue proyectado tan alto que creyó poder ver en el horizonte la ciudad de Myl-Adran y su torre de magia.

A sus pies, a varios centenares de metros el campo de batalla parece por un momento algo lejano, ve centenares de hipocampos, los navíos, la sangre y Absablo. A su lado el agua es vencida por la gravedad y la caída ciertamente a gran velocidad hace que el agua se acerque rápidamente a darle su descanso.
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