Autor Tema: Newfax Turno 18 (1090-1094)  (Leído 28946 veces)

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eneas

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Re: Newfax Turno 18 (1090-1094)
« Respuesta #15 en: 27 de Julio de 2006, 11:14:21 am »
Califato Ummayid de Cordoba
(Sunni Civilizado Nacion Abierta)
Hajib Sulayman
Diplomacia:

Vladkov llego a Balansiyya en uno de los numerosos buques mercantes que desde la lejana ciudad de Trieste acudían a comerciar con castellanos y cordobeses. No le resulto difícil hacerse pasar por un comerciante húngaro, y nadie sospecho de el en una ciudad que recibía centenares de viajeros de media Europa todos los días.
El cardenal lejos de ser remilgado como tantos otros de sus compañeros, era un hombre de acción, terco, y acostumbrado a tratar con todo tipo de gentes en todo tipo de ambientes, fueron esas facultades mas que ninguna otra las que le habían ganado el favor del Santo Padre.

Ya en la ciudad, Vladkov no tardo demasiado tiempo en localizar al grueso de las fuerzas cordobesas situadas en la zona, los informes que había recibido eran bastante correctos. El general Girgis, uno de los mas fieles y antiguos miembros del ejercito cordobés se encontraba realizando maniobras en la ciudad, y los numerosos mercenarios bajo su mando, se encontraban distribuidos por la ciudad, atentos a las noticias que llegasen de cualquier peligro que amenazase el Califato.

Vladkov dedico varias noches a recorrer las tabernas locales, dejando cuantiosas propinas a cambio de información, hasta que por fin logro localizar al joven teniente que hacia las veces de comandante mercenario para los guerreros borgoñeses. Vladkov mantuvo un primer encuentro con el oficial, que estaba demasiado ebrio para hablar de negocios, y en su lugar le hico entrega de una bolsa. A la mañana siguiente el joven Pierre, descubrió que llevaba consigo una bolsa que sin duda no era suya, y al mirar en su interior encontró una enorme cantidad de oro y plata, junto con una nota que le invitaba a una reunión en un tugurio de la zona portuaria.

Por supuesto Pierre espero durante todo el día, y al caer la noche se dirigió al puerto solo, para reunirse con el desconocido. Vladkov aguardaba al joven donde habían acordado, y tras una breve charla sobre los eventos en Borgoña, y el papel que ellos podían hacer por liberar su tierra de un rey hereje, llegaron a lo importante. Vladkov saco una bolsa con monedas de oro, pero esta vez la cantidad era dos veces la anterior, y fue parco en palabras “acudid a la frontera con Cataluña, y veréis muchas mas bolsas de estas antes de que acabe el mes.”

Pierre no era un hombre de moral, ni de honor, o nunca se hubiese convertido en mercenario, y lo mismo ocurría con el resto de sus compañeros. Toda la parrafada sobre salvar las almas de sus congéneres borgoñeses y servir a la noble causa de cristo estaba muy bien, pero al final solo importaba que Córdoba ofrecía oro, y la iglesia ofrecía mucho oro, muchísimo oro, montañas de oro, acompañadas por algo de acción de la que no veían con su actual contratante.

Pierre esperaron la ocasión, y esta llego en el verano con de 1090, con la muerte de Girgis. Mientras Amir Mahmud, el conocido mercenario, trataba de relevar al fallecido general al frente del ejercito, Pierre y sus hombres aprovecharon el temporal vació de poder para escabullirse de la ciudad, y partieron hasta el punto de reunión con el Cardenal.

Amir Abdul fue un hombre prolífico en muchos aspectos, pero especialmente en cuanto a su descendencia. Esto unido a su prolífica dedicación a las mujeres en general había dado lugar a una “prolífica” descendencia del antiguo Hajib que ocasionalmente acudía a la corte a pedir dinero, títulos o propiedades. En la mayoría de los casos, unas monedas o unos azotes acababan con estos problemas, y solo algunos cuyo físico hacia innegable su ascendencia, recibieron algún titulo, o alguna propiedad, la mayoría de en Ifriqa.

Si el padre de Hammar recibió algún premio, alguna recompensa, o unos buenos azotes, es algo que quizá nunca se sepa, debido a la reticencia del joven a hablar de su familia. Lo que si se puede imaginar, es que Hammar era la viva imagen de Amir Abdul, o al menos era idéntico a los retratos que del fallecido Hajib se guardaban en la corte, y Abi Amir tuvo tiempo de comprobarlo personalmente, desde que el joven fuese capturado en Agadir, y traído ante el Hajib para ser juzgado.

Pero Abi Amir se resistía a juzgar al joven, pues sabia que la sentencia no podía ser otra que la muerte, única condena que se imponía en el califato ante el delito de traición. Poco había que juzgar de hecho. El joven Hammar, había sido detenido en Septiembre de 1090, en la ciudad de Agadir. Fue capturado junto a un grupo de los nobles mas importantes de la ciudad, que ya habían jurado su lealtad al joven de apenas 15 años. Como un hombre que aun es casi un niño, logro que hombres recios y sabios le acompañasen en sus locos proyectos es algo que escapaba a la comprensión del Hajib. Hammar había estado a punto de lograr tomar el control de la ciudad, e incluso se hablaba del Emirato de Merrakesh, seguros de que la región seguiría a Agadir en su búsqueda de la independencia.

Todas estas cosas intrigaban a Abi Amir, pero la razón de que el juicio de Hammar no se celebrase era ante todo el propio Hammar. Era un joven valiente y carismático, con profundos ojos azules, que eran el único rasgo que denotaba su origen mestizo.

Abi Amir era muy hábil juzgando a la gente, ningún Hajib duraría mucho sin ese don, y pronto se dio cuenta de que Hammar era un hombre de honor, hasta el punto de que el Hajib acabo dejando al joven en libertad bajo juramento de no ausentarse del palacio salvo para acudir a la mezquita.

Hammar pasaría varios años en esta situación debido a los inesperados  acontecimientos que golpearon el califato en los años siguientes. Pese a que la sombra del infortunio se cernía sobre el orgulloso Califato Ummayid, en 1.090 nadie podía siquiera sospecharlo.

Los armadores de Ishbiliya habían estado muy ocupados durante los últimos años hasta que en 1090 pudieron darse por satisfechos al haber cumplido las órdenes del Hajib, docenas de barcos de guerra pesados, formaban la  primera nueva flota cordobesa, que se construia desde la desafortunada guerra contra los noruegos a principios de siglo. Miles de jóvenes cordobeses hicieron cola durante días para alistarse en las tripulaciones de los buques que mandarían al Califato de nuevo a la mar.

En Morroco, la construcción de la nueva fortaleza portuaria, situada a pocos kilómetros de Ceuta, avanzaba con rapidez. La fortaleza, situada cerca del estrecho, permitía al Califato controlar el avance de cualquier ejército que tratase de cruzar el canal y entrar en Andalucía.
Pero cuando todo parecía ir sobre ruedas comenzaron a llover las malas noticias. Primero la muerte de Girgis en Agosto de 1090 que frustraba parte de los importantes planes del califato, y posteriormente la muerte de Ahmed Mamuti en Octubre de 1092, mientras se encontraba en Palermo reforzando y redistribuyendo las guarniciones por los vastos territorios del Hajib.

Además en 1091 se conoció la noticia de que el cuerpo de mercenarios de Lyons había abandonado Córdoba ante una oferta hecha por agentes de Severo III. Pese a que para aquel entonces ya se contaba con los servicios de los mercenarios de San Pietro, mas que suficiente para cubrir la marcha de los borgoñeses, la perdida de los mercenarios era vista como otro golpe del Obispo de Roma contra el Califato, del mismo modo que la prohibición a que los mercantes cordobeses pasasen a menos de 20 millas de la ciudad de Roma.

Sin embargo nada fue peor que la muerte de Abi Amir en Febrero de 1093. La corte no estaba preparada para la muerte del Hajib, pues pese a su edad, 55 años en el momento de su muerte, pertenecía a una familia caracterizada por su longevidad, como habían demostrado los últimos Hajibs.

En el momento de su muerte, Abi Amir se encontraba junto a su hijo Sulayman practicando con el arco en los campos de tiro de palacio, y repentinamente se quedo rígido. Su muerte fue casi instantánea.

Sulayman quedo conmocionado por lo ocurrido y tardo en reaccionar. Hasta varios días después no tomo el control de los soldados en la zona, y quizá fue esto mismo lo que hizo a muchos pensar que en la debilidad del nuevo Hajib. Todos los generales, agentes, y nobles que servían de forma directa o indirecta en la corte del Hajib se mantuvieron leales a Sulayman como lo habían sido a su padre.

Sin embargo durante los días en los que el dolor por la perdida de su padre, impidieron al nuevo Hajib tomar oficialmente su nuevo cargo, muchas regiones y ciudades del Califato vieron la oportunidad para reclamar su independencia.

Baleares rompió sus acuerdos con el Califato, pasando a considerarse provincia catalana-aragonesa, y otro tanto hicieron la región de Valencia y su ciudad, aunque en su caso considerándose únicamente castellanas, y la ciudad de Palermo, reconociendo al Califato Fatimí como única potencia a la que se debía un tributo anual. En todos estos lugares, las fuerzas cordobesas presentes tuvieron que situarse en zonas controladas por sus vasallos u aliados, para evitar ser expulsadas por los gobernadores locales.

Morroco, y Merrakesh también clamaron por su independencia, pero las guarniciones locales las sometieron por la fuerza, aunque perdiendo las buenas relaciones preexistentes entre las regiones y el gobierno central. También la ciudad de Al Fath, fue sometida por las fuerzas Cordobesas.

Las regiones de Extremadura, y Talavera, el Oasis de Ber-al-Khazim, y la ciudad de Gharnata si lograron deponer o eliminar toda presencia cordobesa declarándose independientes.

Tratando de conservar las regiones y ciudades que aun permanecían fieles, Sulayman tuvo que optar por no hacer frente ante los rebeldes, no debía abandonar Qurtuba arriesgándose a que la situación empeorase, y gobernar el Califato era más importante que someter a unos cuantos rebeldes. Además la muerte de dos de sus mejores generales había dejado las defensas del Córdoba gravemente dañadas, y sus sustitutos uno aun por nombrar, y el otro recién llegado al cargo, no podían tomar el control de sus ejércitos con la efectividad y rapidez que hubiese sido deseable.

Y entre toda la problemática acaecida con la muerte del Hajib Abi Amir, y las subsiguientes rebeliones, un joven que ya había cumplido los 20 años, seguía saliendo diariamente de palacio durante poco mas de una hora, para acudir a la mezquita, antes de regresar al recinto de palacio.
« Última modificación: 27 de Julio de 2006, 03:40:27 pm por eneas »
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Re: Newfax Turno 18 (1090-1094)
« Respuesta #16 en: 28 de Julio de 2006, 09:04:40 am »
El final de un largo Viaje.

Nota explicativa del NF: Debe quedar claro que todo lo que aqui se cuenta se hace desde la perspectiva de Yahya, lo que el ve, lo que el sabe, y lo que el cree, no necesariamente es cierto. pero lo es para el

Llegada la primavera de 1090 encontraron un barco que los llevara a Roma. Normalmente hubiera sido sencillo, pero la situación de preguerra ponía las cosas difíciles para el comercio. El Papa incluso había prohibido el comercio entre Cordoba y Roma. Finalmente hallaron un mercante que accedió a llevarlos. Sin embargo, el capitán exigió que abandonaran sus ropas blancas de peregrinos musulmanes y se vistieran a la manera italiana, como si fueran mercaderes sicilianos. Yahya no quería tal disimulo, pero el capitán no cedió y tuvieron que mudar sus hábitos.

Llegaron a Roma en abril de 1090. La ciudad estaba en estado de alerta, con vigilancia en el puerto y guardias por todas partes. La actitud de la gente era sombría, sabedores de que se estaba preparando una guerra. Grupos de tropas del Papa, con su amenazadora vestimenta negra y roja, pasaban por la ciudad. Se decía que miles de soldados iban a marchar hacia el norte, hacia Borgoña. Los mercaderes hablaban de que habían visto pasar largas columnas de caballería de bárbaros de Kuban, ahora italianos, y explicaban historias terribles sobre los viajeros que no se apartaban lo bastante rápido o los pueblos que no les ofrecían comida y mujeres lo bastante de su gusto.

La ciudad de Roma decepcionó a Yahya. Viniendo de Bizancio, Roma aparecía como una ciudad decadente, sucia, de casas pobres y palacios poco inspirados. Había iglesias por todas partes, pero ninguna que llamara la atención por su belleza. Ni siquiera San Giovanni in Laterano, Letrán, la sede del Obispo de Roma, reflejaba esplendor y grandeza. Los únicos monumentos destacables eran los de los antiguos romanos. Aún en ruinas reflejaban una grandeza y monumentalidad superior a cualquier obra moderna de la ciudad.

Yahya buscó a los sabios religiosos del catolicismo, pero lo que encontró fue un reflejo de la ciudad donde estaban. Muchos de ellos dedicaban sus prédicas a un Dios colérico, un Dios que ordenaba a los hombres que mataran a otros hombres, fueran herejes excomulgados o infieles musulmanes. Los sermones hablaban de la unidad de los cristianos, pero a continuación exortaban a los fieles a acudir a matar a los herejes borgoñeses, o a fortificarse ante la amenaza de los musulmanes cordobeses. Algunos de esos hombres de Dios reflejaban una ira y un odio tal que Yahya dudaba de si era cólera divina o infernal.

Alejándose un poco de la ciudad Yahya tuvo más suerte. En las afueras de Roma encontró a un ermitaño famoso entre los pobres como un santo milagroso, que nada sabía de los asuntos del mundo, y que hablaba de una fe limpia y abierta a todos. En los barrios más pobres encontró, junto a incendiarios prediadores de la guerra santa, a hombres santos que dedicaban su vida a ayudar a los pobres. Gente que vivía su fe como entrega a los humildes, apartados de las finuras teológicas pero viviendo su fe más profundamente, aunque de manera distinta, que muchos sabios. Esta nueva visión conmovió a Yahya.

Tras varios meses buscando la fe en Roma, Yahya decidió que debía dar el último paso: visitar personalmente al Papa. Antes de ello escribió una carta a su padre el hâjib explicándole sus acciones y sus motivos, y otra a Nuha, su esposa. Dejó estas cartas entre sus posesiones, con el encargo a sus compañeros de que las llevaran a Cordoba. Escribió otra carta para el Papa, por si no conseguía verle. Y entonces se puso sus vestiduras de peregrino y marchó hacia Letrán, sin decir nada a sus guardias y compañeros, puesto que no aceptaba poner en riesgo tan extremo sus vidas.


Yahya tenia buenas razones para temer por sus acompañantes, pues al poco de salir a las calles de la ciudad con su atuendo, la gente comenzo a señalarlo y ha apartarse de el. Algunos incluso le gritaban que se fuera, y le arrojaban verduras podridas, o incluso piedras.

La guardia romana no tardo en aparecer, al mando de un oficial que portaba la indumentaria de los hijos de la Sangre de Cristo. Yahya no se resistió en absoluto, pero pese a ello fue reducido con violencia.

Encadenado como un delincuente, con su túnica blanca manchada por la sangre que manaba de una herida en su ceja izquierda, y casi arrastrado por las calles, Yahya paso dos días en un húmedo y oscuro calabozo, antes de que el oficial que le había arrestado volviese con otro hombre que portaba el mismo atuendo que el primero.

El oficial venia con la cabeza gacha, y dio las ordenes pertinentes para que abriesen el calabozo. Para Yahya fue evidente que el nuevo personaje, no solo era su superior, sino que debía haberle dirigido palabras muy duras antes llegar a la prisión.

El nuevo hombre, se presento como Tomaso, y explico que era el comandante de los hijos de la sangre de cristo en Roma. También explico al Yahya que le habían detenido creyendo que era un espía enemigo, y que la situación en roma era tensa ante la actual situación política con el gobierno de su padre, el Hajib de Córdoba. Por ultimo, tras darle todas estas explicaciones, el hombre apoyo la rodilla izquierda en el suelo a modo de saludo, y pidió a Yahya que le acompañase si aun deseaba hablar con Severo III, pues este se encontraba en Letran esperando su llegada. Tomaso también dijo que si Yahya había cambiado de idea, era libre de ir y venir, y que una guardia de honor de los hijos de la Sangre de Cristo, le acompañaría y protegería mientras estuviese en Roma.

Yahya no esperaba este cambio en el curso de los acontecimientos, pero no desaprovecharía esta oportunidad, ahora que se le brindaba. Tomaso le escolto junto con un nutrido grupo de soldados de la iglesia, por la ciudad, hasta una pequeña residencia, cercana a Letran, que se había preparado para acomodar al príncipe. Agradecido Yahya pudo lavarse y asearse, y la herida de su ceja fue cuidada por los sirvientes que se pusieron a su disposición. Le fue ofrecida una túnica limpia, pero la rechazo, pues no tenia para él el mismo significado que la que portaba.
Esa misma tarde, la guardia que había permanecido vigilando el edificio donde le habían hospedado, le escolto hasta las dependencias donde residía Severo III.

El Obispo de Roma, no parecía un hombre grandioso, no portaba ropajes caros, ni ricas joyas. Tan solo un anillo con el sello de la iglesia adornaba su mano. El pontífice era un hombre muy viejo, estaba a punto de cumplir 76 años, pero su aspecto aun le hacia parecer mucho mas viejo, su piel arrugada, su cuerpo deteriorado y algo encorvado.

Yahya sabía que Severo era de origen ingles, pero llevaba tantos años en Roma que había perdido totalmente su acento. No era una figura que inspirase temor, aunque tampoco pena. El hombre que tenia delante de el, inspiraba ante todo confianza.

Tras saludar al príncipe, Severo hizo salir de la habitación a todo el mundo salvo a su invitado.

Yahya se mostró dubitativo al principio, buscando sin duda la forma de comenzar aquella conversación, y finalmente opto por preguntar a su interlocutor como supo que Yahya venia a Roma. El pontífice le dijo que tiempo atrás el mismo le había invitado, y que pese a que su invitacion no le hubiese llegado, al saber Severo de su viaje a Constantinopla, imagino que antes o después pasaría por Roma.

La conversación entre ambos comenzó inevitablemente por la visión de Yahya de la ciudad de Roma, y Severo mostró gran pesar al conocer la opinión del joven, no tanto por que no la compartiera, sino porque sabia que esa seria la visión de numerosos extranjeros. Severo no pudo sino dar la razón al joven cuando este se preocupo por las predicas de los hombres de fe a los que había escuchado, pues hablaban de guerra contra el infiel y el hereje en su mayoría.

El pontífice sabía perfectamente que el miedo se traducía en agresividad, y pese a que deseaba hacer desaparecer el miedo, no siempre era posible hacerlo. Yahya por el contrario no se mostró convencido por esto, pues por aquel entonces era evidente que las fuerzas italianas y de la iglesia se hallaban luchando contra un rey que tan solo había dudado de la fe. Pero acabo por entender el punto de vista de Severo, si bien no lo compartía. Si se permitía que se dudase de la autoridad eclesiástica, no existiría ya entre los católicos nadie con el poder suficiente para evitar que la guerra y la destrucción se extendiesen por toda Europa. “Por desgracia” dijo con pesar el anciano “hay momentos en que el fin justifica los medios”.

Severo no pudo por mas que comprender que Yahya había venido a Roma en busca de la fe, una fe que no encontró como esperaba. La iglesia se preocupaba por la fe, dijo Severo, pero refiriéndose a si mismo, expreso su creencia de que un hombre debe hacer su pequeña contribución a la paz y la unidad de sus súbditos, y que pese a que el mismo había fallado en algunas de las pruebas que dios le había impuesto, creía dejar un importante legado con el acercamiento actual hacia sus hermanos orientales. “Dios juzgara si le serví bien”

Yahya guardo para el final la pregunta que mas deseaba hacer a aquel hombre, pues deseaba ver su reacción personalmente. Durante su viaje a Roma se había negado a si mismo que esta pregunta le importase realmente, pero su corazón no podía vivir sin mirar a los ojos del hombre que probablemente había ordenado la muerte de su abuelo.
El rostro de Severo se oscureció por el pesar, pues imaginaba que se le acusaría de eso. Y así lo expreso al joven. Y Yahya supo que no mentía.

Yahya dejo Roma, pero su mensaje quedo en la mente de Severo. Si los grandes lideres no podían resolver sus diferencias, si la religión se utilizaba como excusa para la guerra, si los intereses políticos podían mas que los súbditos a los que estos debían servir, entonces dios, independientemente de su nombre, había errado al dar la libertad al hombre.

Yahya culmino su peregrinaje en León, visitando Santiago de Compostela. Si su impresión de Roma fue descorazonadora, su impresión respecto a Santiago fue justo la opuesta. Los súbditos leoneses eran devotos de su fe, incluso más que muchos musulmanes que se denominaban hombres santos.

Años bajo el justo gobierno del rey Alfonso habían dado a León esplendor, pero la nobleza leonesa era tan temerosa de dios como las clases mas bajas, y aun los mas ricos y poderosos, dedicaban parte de sus riquezas a dar limosnas a los necesitados, y a la iglesia, cuyos curas y obispos trataban de asegurar con sus escasos medios que los mas desfavorecidos recibiesen una educación, ropa, y comida suficiente.

Hubiese pasado mas tiempo en León, pero la fortuna le deparaba terribles noticias. Mensajeros de la corte leonesa informaron al príncipe de la situación en Córdoba, y de la muerte de su padre.

Yahya pidió que los mensajeros de León hiciesen llegar a Barcelona una carta para Bassam, el diplomático enviado a la ciudad por su padre, para mejorar las relaciones con el reino. En dicha carta Yahya pedía a Bassam que disculpase su no asistencia a Barcelona para la boda con la hija de En Roger,  una hermosa joven que recién acababa de cumplir los 13 años.

Yahya acudió a Qurtuba y tras entrevistarse con su hermano el Hajib Sulayman, paso 2 semanas en la Gran Mezquita rezando por el alma de su padre. Posteriormente acudió a Barcelona donde contrajo matrimonio, pero la sombra de la tristeza por la muerte de su padre, a penas si dejo espacio para el júbilo que le producía su joven y muy hermosa esposa.

Solo un pensamiento quedo en la mente de Yahya junto al dolor por la muerte de Abi Amir. ¿Podrían algún día los hombres resolver sus diferencias?
 
Nota del GM: Agradezco especialmente a Raimon permitirme utilizar su ambientacion en este NF. Dicha ambientacion constituye la primera parte de este NF, y esta en cursiva para poder ser reconocida.
« Última modificación: 28 de Julio de 2006, 10:42:44 am por eneas »
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Re: Newfax Turno 18 (1090-1094)
« Respuesta #17 en: 30 de Julio de 2006, 06:26:56 pm »
Rajputado de Kakatiya
(Hinduismo Civilizado Nación Abierta)
Bathalapalli, Rajá de Kakatiya
Diplomacia:


El joven Rajputado de Kakatiya se podía permitir crecer merced a los fuertes acuerdos de cooperación con su gran señor del Sur. Con el permiso de Chola, el Rajá Bathalapalli ordenó el inicio de la construcción de un gran camino empedrado de enorme ancho que uniría Kakatiya y Chela, a través del cuál se facilitaría en extremo el tránsito del comercio y las comunicaciones con Chola.
Aparte de la venta de esclavos que formaba parte de los acuerdos de vasallaje, Bathalapalli partió al frente de sus soldados para unirse al ejército de Chola junto con su hijo pequeño el príncipe Kaketilon. El ejército de Chola contaba con menos de 4.000 hombres, pero en su mayor parte eran ingenieros y personal de asedio cualificado.
Sin duda, su concurso sería de gran importancia en la campaña que el Señor de Chola preparaba contra el pequeño Rajputado de Pala (ver NF de Chola).
?En Italia, durante 30 a?os de dominaci?n de los Borgia, hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel ?ngel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor, fraternidad y 500 a?os de democracia y paz ?Y qu? nos ofrecieron? El reloj de cuco?.

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Re: Newfax Turno 18 (1090-1094)
« Respuesta #18 en: 30 de Julio de 2006, 06:32:30 pm »

Rajputado de Pawar

(Hinduismo Civilizado Nación Abierta)
Danjedhana,
Diplomacia:

Con vistas a la gran campaña contra Pala orquestada por Chola, Danjedhana ordenó el reclutamiento de numerosos guerreros a caballo, con los que, una vez sumados al resto del ejército de Pawar, avanzó hacia Kalinga. Llevándose consigo a sus dos generales, el contingente de Pawar sumaba alrededor de 10.000 hombres.
En la capital quedó su hermano gemelo Dananjedhana junto a unas pocas tropas con las que asumió la defensa del reino.

Dananjedhana, gemelo del rey, murió en 1094 tras una semana de fuertes dolores en el pecho, ajeno por completo a los sucesos despertados durante la guerra de Pala (ver NF de Chola).

« Última modificación: 01 de Agosto de 2006, 04:18:54 pm por Uve »
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Re: Newfax Turno 18 (1090-1094)
« Respuesta #19 en: 30 de Julio de 2006, 06:32:59 pm »
Rajputado de Pala
(Budismo Hindu Civilizado Nación Abierta)
Javedra, Rajá de Pala
Diplomacia:

El gran Rajá Javedra ordenó el reclutamiento de centenares de nuevas tropas, además de aumentar el tamaño y capacidad de las defensas de la región de Chandela. Por desgracia, fue lo último que llegó a hacer en vida, pues murió en su cama durante la noche de quince de Julio de 1090, siendo sucedido en el trono por su hermano Jalendry, quien se hizo con el mando de los ejércitos y la administración sin ningún problema.
Los Generales dedicaron su tiempo a vigilar las fronteras, y las tropas se dividieron en dos, desplazándose un pequeño destacamento en Nadavaria en tanto el grueso del ejército permanecía a la expectativa en Chandela. Pronto se descubrió que todas las precauciones eran pocas cuando uno tiene vecinos tan codiciosos (ver NF Chola).

?En Italia, durante 30 a?os de dominaci?n de los Borgia, hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel ?ngel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor, fraternidad y 500 a?os de democracia y paz ?Y qu? nos ofrecieron? El reloj de cuco?.

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Re: Newfax Turno 18 (1090-1094)
« Respuesta #20 en: 30 de Julio de 2006, 06:33:20 pm »
Reino Catalano-Aragonés
(Romano Católico Civilizado Nación Abierta)
En Roger de Montfort, Rey de Cataluña y Aragón.
Diplomacia: Santander (A)

"Atardecía sobre la Atalaya del Moro, a no más de diez minutos de la puerta sur de la ciudad de Palma de Mallorca.
Julián, soldado veterano, curtido, soltero, y de natural borracho, vigilaba deseando que diera la Nona para su relevo y poder dedicarse al bebercio en las cantinas del puerto. Vigilaba la zona sudoeste de la ciudad, donde se hacinaban las casuchas de los pescadores y donde nunca pasaba nada que...
A unos veinte metros de distancia, oculta tras una pared encalada, una cabeza embozada asomó vigilando los caminos sin apercibirse de la presencia de Julián en lo alto. El soldado frunció el ceño, afinó la vista y, por si un aquel, tomó una flecha de su aljaba y la dejó sobre la baranda, mientras situaba la cuerda del arco tras tensarlo por uno de los extremos flexibles. La cabeza tras la pared se movió hacia uno y otro lado, pareció dudar unos instantes y después salió al camino, con el cuerpo agazapado y moviéndose con un sigilo que trascendía lo sospechoso.

–¡Eh, tú! –Julián tomó la flecha y la situó sobre la cuerda del arco corto. No tenía demasiada puntería, ni buena ni mala, pero confiaba en ser lo bastante amenazador arco en mano como para que el individuo aquel se dejase de tonterías–. ¡El de la capucha!

El hombre se detuvo en seco. La Atalaya del Moro no mostraba luces, como según había observado era habitual, de modo que el hombre pensó que no había nadie allí arriba. Alzó la cabeza hacia lo alto, sorprendido, con tanta violencia que la capucha cayó sobre sus hombros.
En lo alto, Julián pudo ver un rostro de piel morena y nariz fina y aguileña, cabellos largos recogidos a la espalda y una barba corta muy cuidada. La barba de un moro. Un moro que se traía algo poco claro entre manos.

–¡Las manos bien en alto, o a fe de Dios que te suelto un flechazo en los huevos!

El hombre sonrió un momento, señaló con la mano hacia el interior de la ciudad y abrió la boca para... para salir corriendo a toda velocidad en sentido contrario al que indicaba su mano. Julián masculló un taco sin pensar; apuntó con el arco hacia delante del moro que iba adentrándose en la oscuridad, a sabiendas de que se le escapaba de alcance y de que, en cualquier caso, no lograría atinarle a menos que el Señor bajara a la tierra a socorrerle. Tomó aire, aguantándolo un instante... y disparó.
La flecha dio en el omoplato derecho del fugitivo, quien tras dar un grito rodó unos metros por el suelo; la saeta debió romperse, pero el moro acabó levantándose y escapando al fin del alcance de la mirada de Julián.

–Por lo menos le he jodido el brazo –murmuró. Luego dejó el arco en el suelo y tomó la cuerda que agitaba el aldabón de la campana de alarma."


Tras unos años de extraña inactividad, el Rey en Roger decretó enormes inversiones en mejorar las infraestructuras de la región de Catalunya, así como los cultivos en Aragón.
Pese a que en un principio había temido el buen Rey que el pacto que mantenía con el Papado podría arrastrar a la corona a involucrarse en la guerra de Borgoña, el Santo Padre le había pedido que se mantuviera neutral. Con todo, el Príncipe heredero Guillem comandó al ejército manteniendo la vigilancia puesta en las fronteras.
Entre tanto, el problema con la ciudad de Santander, amargamente alargado en el tiempo, se resolvió al fin cuando los generales Miquel y Arnau acudieron a la ciudad para negociar con los representantes del alzamiento. Tras un corto periodo de discusiones diplomáticas en las que todos sabían a qué se exponían si el asunto no se solucionaba con rapidez, la ciudad accedió a incorporarse de nuevo a la corona en calidad de Aliada.

En Julio de 1094, el Rey En Roger de Montfort murió tras una breve enfermedad en los huesos que lo dejó por completo incapacitado. Su hijo Guillem lo sucedió en el trono con absoluta normalidad, convirtiéndose en el Rey Guillem I de Montfort. Nada perturbó la transición; ni siquiera las noticias llegadas desde Palma en las que se hablaba de un extraño incidente con un musulmán embozado que, tras darse a la fuga una vez localizado por la guardia de la ciudad y ser herido en la huida, fuera encontrado muerto con el cuello abierto de oreja a oreja en los muelles del puerto. El cadáver no pudo ser identificado.

(El jugador no envió órdenes)


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Re: Newfax Turno 18 (1090-1094)
« Respuesta #21 en: 01 de Agosto de 2006, 04:20:31 pm »
Reino de Chola
(Hinduismo Civilizado Nación Abierta)
Rajendra III, Raja de Chola.
Diplomacia:
(Lo que aparece en cursiva es obra de Vonspee, enviado a modo de propuesta para el inicio de su NF. Con pequeños cortes, motivados por el desarrollo real del turno, el fragmento se reproduce a continuación)

“Aquel primero de Marzo de 1.090 (calendario europeo occidental actual) caluroso y seco, el emperador Rajendra III entregó el mando de sus tropas a su hijo y heredero Mowgli y a su general Tigretamil, para que desarrollaran los planes largamente preparados con sus príncipes, líderes y vasallos.

Tras una emotiva despedida, Rajendra volvió a su palacio acompañado de la mujer de Mowgli, Lucero de la noche, y de sus nietos. Pensaba que quizás, debido a su ya avanzada edad, no podría volver a ver a su estimado hijo.

Mowgli avanzó rápidamente a través de las regiones de Chola, Madurai y Vengi, hasta el lugar programado de encuentro en Kalinga, donde le esperaba Manjula, con el campamento ya dispuesto en que debía efectuarse el relevo en el mando de la tropa.

Inmediatamente detrás le seguía Tigretamil, que también encontró un campamento preparado para sus tropas, cercano al de Mowgli. Cuando acudió a reunirse con Mowgli, en su campamento, salió a recibirle Anantapurna, gobernador de Chela, que ya hacía días había instalado sus tropas en otro campamento previsto por su amigo Manjula.

Poco hacía que departían los cuatro cuando se presentaron los líderes de Kakatiya, Bathalapalli (rajá de Kakatiya) y su hijo Kaketilon. Reinaba la alegría y el buen humor entre aquellos hombres: llevaban años diseñando la campaña que iban a iniciar, Manjula, Bathalapalli y Anantapurna ya habían demostrado su coordinación y su fiel seguimiento a las órdenes de Rajendra y de Mowgli en las negociaciones para el establecimiento del gobierno de Chela, del señorío de Kakatiya y en la anexión de Kosala. Recordaron los extraños movimientos de Kalinga y la constitución del rajputado de Kakatiya, riendo de la campaña que montaron para hacer correr el rumor de las notas extrañas de Rajendra: ahora comprobarían si había sido útil.

Sim embargo, la reunión fue breve. Todo estaba previsto de antemano y al día siguiente Manjula y Anantapurna debían iniciar su marcha hacia Nadavaria, dejando el campamento listo para la llegada de las tropas de Pawar. A Manjula le hubiera gustado saludarlas personalmente ya que fue él quien condujo las negociaciones, pero tiempo habría en el largo verano para rememorarlo.

Al alba del primero de abril (calendario occidental) Manjula marchó con la tropa que le había cedido Mowgli y Anantapurna con la tropa de Chela. Al día siguiente Mowgli, integrado con la guardia real, ordenó el alzamiento de los otros campamentos: el grupo central lo comandaba Tigretamil. A poco menos de una hora de distancia les seguían Bathalapalli y su hijo Kaketilon con la tropa de Kakatiya. La rapidez de sus movimientos y la discreción con que se movían hicieron que cuando se hallaban en Nadavaria, hacia el 15 de abril, las gentes de Kalinga todavía no se habían percatado que las tropas que estaban entrando en su territorio para ocupar el campamento preparado por Manjula no eran de Chola si no de Pawar. Cuando todavía no se habían recuperado de la sorpresa de ver pasar por delante de Chalendry la imponente escuadra de Chola al mando del príncipe Apu, a quien acompañaba su sobrino Mikharma, hijo de Mowgli, quienes, aprovechando su paso por la ciudad, mandaron nota a Tanjore para expresar que todo iba según lo previsto.

Rajendra y Lucero de la noche habían tenido una nueva despedida ese primero de marzo cuando marcharon el príncipe Apu (que había dado noticia personal del funeral y entierro en Polonaruwa de su hermano Mahadma y de su amada) y el hijo mayor de Mowgli. Rajendra le dio el mando de la flota en la que embarcó la infantería que Apu había traído de Polonaruwa.”


Aunque todo cuando de importante iba a acontecer durante aquellos años tendría lugar con la gran campaña de Pala, lo cierto es que fue un tiempo productivo para el hasta entonces gran Reino de Chola. Fue en aquellos días cuando se ampliaron las ciudades de Seilania, Bandar y Chalendry, y también cuando se construyó la nueva ciudad de Cherry. También se iniciaron las obras de construcción de los tramos cubiertos con fuertes ladrillos y que uniría con el tiempo las regiones de Chola con Madurai, aunque mediado el año 1093 todas las obras se paralizaron a causa de la guerra civil.

Todo parecía estar perfectamente atado en la estrategia planificada para la invasión de Pala. Con el apoyo y concurso de los reinos vasallos de Pawar y Kakatiya, y haciendo buen uso del factor sorpresa, el Rajá Rajendra III "El Tocado por los Dioses" no veía lugar para el fracaso. El ejército conjunto superaría en un factor de más de tres a uno al posible ejército defensor de Pala, aun cuando el pequeño reino norteño parecía haber olido la jugada y había invertido bien sus recursos en mejorar su aparato militar defensivo. Tal era la confianza que tenía el Rajá que sus intenciones eran las de dejar el mando de todos los ejércitos a sus generales, sin situar por encima a los príncipes para controlar la avaricia de los Impuros. Quién sabe qué males peores se hubieran desencadenado sobre Chola de no mediar la intervención afortunada del heredero Mowgli, quien desoyendo las órdenes de su padre hizo valer su posición para pasar a controlar el mando supremo de los ejércitos conjuntos.

Mientras Rajendra III se quedó en la capital Tanjore controlando y supervisando el timón del reino, auxiliado por el general Kanaresi, los ejércitos de Chola se unieron en Kalinga a los enviados por Kakatiya y Pawar. El príncipe Apu, entre tanto, tomó el mando de la flota y esperó en Tanjore hasta que llegara el momento previsto de su entrada en acción. Como ya se ha dicho, el príncipe heredero Mowgli asumió el mando de los más de 10.000 soldados que su padre había destinado al General Tigretamil, así como el de las tropas enviadas por Pawar y Kakatiya: Mowgli era el legítimo heredero al trono, Querido por los Vedas, y el Amado de Vishnu; a sabiendas de que mantener bajo control demasiadas tropas era una tentación para cualquier mortal avaricioso, el heredero jamás permitiría que un militar, por alto que fuera su rango, dirigiera durante años los destinos del grueso del ejército de Chola. Y menos aún que le ordenase al hijo de Rajendra III lo que tenía que hacer. 

Mientras Mowgli comandaba la fuerza principal, el general Manjula al mando de unos 12.000 soldados entró en la región de Navadira. Mowgli le siguió de cerca, aunque manteniendo por el momento al ejército principal al margen de los combates. En Nadavira aguardaba un general de Pala con algunas tropas de equipamiento ligero. Aunque los defensores detectaron al enemigo, al comprobar que la relación de fuerzas era desproporcionada en favor del agresor decidió retirarse hasta la región de Chandela para informar al Rajá de Pala del ataque. El Rajá Jalendry preparó entonces sus defensas en Chandela mientras el General Manjula tomó Nadavira con muy pocas bajas.

En el mismo momento en que el general Manjula sometía la región, Mowgli se dirigió con el grueso de las tropas hasta la ciudad de Nadapala con la intención de asediarla; como la ciudad no poseía ni murallas ni apenas defensores, en cuanto sus líderes vieron llegar al gran ejército combinado se rindieron al heredero de Chola para evitar males mayores.
A principios de Abril de 1091 el Príncipe heredero Mowgli asumió el control de todas las tropas, incluyendo las que comandaba el General Manjula, y se lanzó con todo el ejército sobre la región de Chandela. Siguiendo las órdenes del Rajá Rajendra III, las tropas avanzaron en tres frentes con el fin de envolver al enemigo, aunque lo cierto es que tal disposición debilitó la fuerza real del ejército y facilitó en gran medida el trabajo del adiestrado ejército defensor.

Durante las primeras semanas de combate, las compañías de guerreros del Rajá de Pala sufrieron grandes bajas a causa de la superioridad numérica y comenzó a perder terreno, aunque la caballería defensora luchó con tal efectividad que los estragos causados al ejército de Chola fueron muy superiores. Con todo, la desproporción de fuerzas acabó por resultar decisiva y al cabo de un mes de luchas continuadas a lo largo y ancho de la región parecía claro que Chola, quien casi había perdido en combate al malherido general Tigretamil, llevaba las de ganar.
Cuando se reinició la batalla, la desventaja numérica desniveló de inmediato la balanza y las muchas bajas obligaron al Rajá Jalendry a retirarse con su ejército tras las murallas de la capital, Nalanda. El Rajputado de Pala no sólo había cedido el control sobre todos los fuertes de la región, sino que, tras casi dos meses de guerra, había perdido a más de 3.000 guerreros.

Pero la fortuna sonríe de forma caprichosa, y no siempre a quien más trata de ponerla de su lado.

Con pérdidas superiores a los 5.000 guerreros, el gran ejército combinado seguía sumando más de 30.000 soldados. Parecía evidente que el heredero Mowgli lograría vencer la resistencia de la capital de Pala, y con ello condenando la suerte de todo el Rajputado. Probablemente así habría sucedido, si el Príncipe Mowgli, Amado de Vishnu, no hubiera caído de su caballo al final del segundo mes de luchas rompiéndose el cuello y muriendo en el acto.
 
Aunque nadie en la corte lo sospechaba, lo cierto era que el General Manjula llevaba largo tiempo conspirando contra el Rajá Rajendra III. Hastiado de simular en sociedad que las excentricidades del viejo no eran sino maniobras orquestadas para desconcertar a los posibles enemigos, y tras haber sufrido de las órdenes extrañas del Tocado por los Dioses en más de una ocasión, Manjula había decidido que por su parte ya había tenido suficiente. A espaldas de los nobles, y dando la razón de un modo extraño al previsor príncipe Mowgli, Manjula había aprovechado la ocasión regalada por el propio Rajendra III al ponerlo al mando de los ejércitos junto al general Tigretamil para ganarlo para su causa de modo incondicional; no sólo Tigretamil, sino también la mayor parte de la plana mayor del ejército se mostraba cercana al General Manjula. Y su previsión no acababa allí, sino que hasta había cruzado cartas con líderes de naciones cercanas con el fin de solicitar ayuda para cuando decidiera alzarse en armas contra Rajendra III. Aunque no había recibido respuestas, lo cierto es que tampoco esperaba el ambicioso General que la ocasión propicia estaba aguardándolo a la vuelta de la esquina.

Cuando Mowgli asumió el mando de los ejércitos, Manjula permaneció fiel y en silencio, decidido a finalizar la campaña contra Pala antes de dar su golpe. Manjula había entrevisto la posibilidad de controlar un inmenso ejército cuando recibió las órdenes del Rajá en las que se otorgaba el mando de los diversos contingentes a él y a su fiel amigo el general Tigretamil, a quien pensaba convertirlo en Príncipe de su nuevo Rajputado si su plan conjunto triunfaba; pero el sueño se desvaneció en cuanto el Heredero rompió los despachos del Rajá como todo el mundo cuerdo confiaba que haría. Manjula tendría que esperar.

Pero no esperó demasiado, ya que la muerte de Mowgli cambió el escenario de forma radical. Durante los meses siguientes a la caída de la región de Chalendra, tiempo en que los oficiales trataban de reagrupar a sus tropas, Manjula trabajó intensamente tratando de convencer a los generales y nobles de Pawar y Kakatiya para que se unieran a su causa. El Rey Danjedhana de Pawar prometió no entrometerse, pero el Rajá Bathalapalli de Kakatiya y su hijo Kaketilon trataron de advertir a Rajendra de la terrible traición de Manjula y Tigretamil.
Manjula los descubrió tratando de escapar del campamento, y tras capturarlos ordenó encerrar al Príncipe Kaketilon una vez obligado a ver cómo el General degollaba con sus propias manos al Rajá Bathalapalli. El Gobernador de Chela, el noble Anantapurna, viendo la enorme fuerza de Manjula sobre el ejército y sus oficiales, y la gran determinación del propio General, decidió unirse a él de forma incondicional. Todos los oficiales y nobles de Kakatiya que no mostraron su inmediata lealtad al General Manjula, fueron ejecutados en aquellos días.

Finalmente, y para sorpresa inmensa de las tropas de Pala que se hacinaban tras las murallas de la capital, el General Manjula abandonó al mando de casi todos los ejércitos de Chola la provincia de Chandela que ya había sido reducida, con un objetivo claro en su mente: la misma capital de Chola, Tanjore.
Pero aunque mantenía bajo sus órdenes a prácticamente todos los hombres y oficiales, Manjula no pudo evitar que las noticias de su traición llegaran a la corte gracias a que el Príncipe Apu estaba ya cerca de la costa de Nadavaria esperando a entrar en acción en la siguiente parte del fallido plan de conquista de Rajendra III.

En Junio de 1092, viendo que los ejércitos de Chola se habían ido de forma definitiva,  el Rajá Jalendry de Pala recuperó Chandela, aunque sin atreverse a emprender una campaña hasta la perdida Nadavaria, pues aún desconocía la situación exacta del enemigo ni los motivos de sus súbitos cambios de planes. Dicen los cronistas que con aquella precaución perdió una buena oportunidad de recomponer su reino, y tal vez hasta algo más. Sólo los Vedas lo saben.

Así pues, en Mayo de 1092 el General Manjula ya controlaba sin resquicios Nadavaria y Nadapala, y se dirigía hacia la región de Kalinga. Rajendra III el Tocado por los Dioses, apenas podía hacer nada más que rezar pues apenas tenía ya algún ejército a sus órdenes. En Marzo de 1093 Manjula y sus hombres habían ocupado ya las regiones de Kalinga y Vengi, así como las ciudades de Bandar y Chalendry.

En Junio de 1093 Manjula tomó la región de Madurai, y en Julio del mismo año se rindió la ciudad portuaria de Mamallapuram. Por fin, en Agosto entró en la misma región de Chola, y en Septiembre comenzó el combate contra los defensores dirigidos por el Príncipe Apu.
En Chola apenas había unos pocos fuertes y sus guarniciones, en tanto que el ejército completo de Manjula, más las tropas del Señor de Chela, sumaban cerca de 25.000 soldados. En los combates subsiguientes, el General Manjula no perdió ni medio millar de guerreros; a cambio, el Príncipe Apu estuvo a punto de morir, y a duras penas logró replegarse tras las altas murallas de la capital, Tanjore.

La región de Chola fue ocupada totalmente en Marzo de 1094, y en Abril comenzó el asedio definitivo de Tanjore.
Aunque el ejército de Manjula era terriblemente superior al del Rajá Rajendra III, lo cierto es que tras casi tres meses de ataques las bajas se multiplicaban entre las fuerzas del General en tanto las murallas resistían al parecer sin demasiados problemas. Con el respaldo de los soldados y marinos de la flota de Chola, y los recursos ilimitados de que disponía la ciudad al poder aprovisionarse por mar, parecía evidente que el asedio se debería prolongar durante años antes de que la ciudad se rindiera por agotamiento. A finales de Junio del año 1094, el Rajá Rajendra III fue herido de gravedad durante uno de los ataques más furibundos realizados por parte del General Manjula y sus hombres, y fue substituido al mando de las fuerzas defensoras por el Príncipe Apu.

Pero los ataques cesaron.

En Julio de 1094, el General Manjula se replegó con sus hombres con el fin de reagruparse en territorio controlado antes del invierno. En el campamento del que había sido el ejército de Chola, Manjula decretó la creación del nuevo Rajputado de Vengi, de donde era originario el propio General, proclamándose acto seguido gran Marajá de Vengi y Amado de Brahma. Tras casar a su hija de 17 años con el General Tigretamil –y nombrar a éste Príncipe, como había prometido– Vadana, hijo del nuevo Marajá, fue designado heredero al trono. Entre tanto, tras las murallas de Tanjore, el malherido Rajá Rajendra III designó al Príncipe Apu como su nuevo heredero, y nombró Príncipe al joven hijo del héroe Mowgli.

Se avecinaban días oscuros para el antaño poderoso Reino de Chola. Y Rajendra III, el Tocado por los Dioses, estaba condenado a verlos llegar.
?En Italia, durante 30 a?os de dominaci?n de los Borgia, hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel ?ngel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor, fraternidad y 500 a?os de democracia y paz ?Y qu? nos ofrecieron? El reloj de cuco?.

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« Respuesta #22 en: 06 de Agosto de 2006, 04:11:23 pm »
El Final del Camino
Después de casi quince años en compañía del viento, la sal del mar y su amada nave, "El Camino", el llamado Príncipe Pirata cordobés Abd'al'Kahil miraba con ojos llorosos desde el castillo de proa de la nave Bizantina cómo su barco birreme se consumía devorado por las llamas. Una bola de fuego había logrado atinar contra la vela del Mayor cuando sus hombres estaban ya arriándola para preparar la nave para el combate contra la flota enemiga, y el fuego se había extendido demasiado rápidamente. Ahora, casi tres horas después, los colores azul y rojo del barco apenas se veían más allá del fuego, que tras carbonizar el tinte estaba haciendo lo propio con la madera.
Después de casi quince años de aventuras, un general bizantino de poca importancia había logrado detener su caminar sobre las aguas. Con apenas cincuenta barcos, aquel Héctor Iakus, quien jamás había ostentado mando en una flota hasta entonces, hacía moverse a sus barcos como verdaderas anguilas. Lo que no pudo conseguir Venecia con su gran flota, o las otras pequeñas flotas de caza o persecución que lo habían seguido en uno u otro momento, lo había hecho el General Iakus mostrando una gran agilidad mental: cuando todo el mundo esperaba que Abd'al'Kahil y sus piratas asolaran los transportes en el Golfo de Lyons, el Príncipe Pirata ordenó a principios del año 1090 el traslado a aguas más tranquilas en el Jónico. La causa de su precipitada mudanza era la maldita guerra desatada en Borgoña excusada por absurdas discrepancias religiosas que no se creía nadie: el Papa de Roma reaccionó advirtiendo al mundo de que iba a decretar un interdicto sobre los territorios Borgoñones, de modo que el volumen de comercio marítimo se reduciría mucho a poco que los católicos hicieran caso a su líder espiritual. Además, se rumoreaba que anciano Papa había decidido romper las relaciones comerciales del Pontificado Católico con Córdoba, líneas que pasaban en su integridad por el Golfo de Lyons. Y por si fuera poco, no sólo los barcos de transporte iban a desaparecer de la zona durante un tiempo, sino que iban a ser substituidos casi con toda seguridad por la flota de guerra Veneciana, la cuál sin duda sería la encargada de bloquear los puertos de Marsella. La había eludido con habilidad en el pasado, pero no pensaba tentar la suerte dos veces.

Cuando llegó con su flota pirata a las aguas del Jónico, todo un horizonte de pillajes maravillosos se abrió a sus ojos; por aquellas aguas transitaban barcos repletos de mercancías provenientes de las naciones más ricas del mediterráneo: sus parientes, los barcos del Hâjib de Córdoba, pero también los Bizantinos, los Fatimís o los Venecianos y los del Pontificado Romano. Difícilmente nadie trataría de obstaculizar sus ataques de forma efectiva durante un tiempo, ya que los Venecianos estarían en la zona de Lyons, los Cordobeses vigilando su estrecho, como siempre, y los Fatimís y Bizantinos vigilando sus culos respectivamente. Dudaba mucho que el Papa dispusiera de una flota de guerra, y de tenerla seguro que la habría enviado también a Lyons. Así que el Jónico sería durante unos pocos años todo suyo. El Jónico y sus barcos.
Pero el General Iakus lo había seguido, acorralado en dos ocasiones y detenido al fin aprovechando una fuerte tormenta y el mayor calado y peso de sus barcos ante las aguas agitadas y el viento irregular. Y todo había acabado para el Príncipe Pirata y su flota.

Un hombre le gritaba algo a sus espaldas en griego, un idioma que Abd'al'Kahil había aprendido a amar a lo largo de sus aventuras gracias a sus hombres llegados de Bizancio; pero por más que lo comprendiera, el Príncipe Pirata no lo escuchaba y seguía rígido viendo el final del barco. El final del "Camino".
Después de más gritos, cada vez más cercanos, el Príncipe sintió un fuerte golpe cerca de la nuca. El hombre que lo mantenía vigilado en tanto lo obligaban a ver arder al barco insignia de su destruida flota pirata casi lo había descalabrado con aquel porrazo propinado con el pomo de bronce de su espada. Abd'al'Kahil se volvió dolorido hacia el oficial Bizantino y lo insultó con suavidad en árabe, diciéndole con una sonrisa de qué horrible mal había de morirse. El hombre, un mando menor en la escala de rangos bizantina, sonrió a su vez mostrando una boca llena de huecos.

–¿Te gusta ver cómo se quema tu puto barco? –dijo en griego.
–No –respondió el Príncipe Pirata con franqueza–. Esa nave era parte de mí.
–No te preocupes por eso, infiel. En Constantinopla te unirás a ella para toda la eternidad. Te lo juro por Dios nuestro Señor.

Abd'al'Kahil cabeceó levemente y se volvió de nuevo en dirección al "Camino". La proa se había inclinado ya hacia delante, hundiéndose en el mar, y sólo la alta flotabilidad y la gran capacidad marinera del barco impedían que se precipitase hacia las profundidades por completo.

–No debieras jurar por Allah –dijo después con la voz ronca por la emoción–. No es inteligente apelar al Señor del Universo en vano.
« Última modificación: 06 de Agosto de 2006, 04:20:52 pm por Uve »
?En Italia, durante 30 a?os de dominaci?n de los Borgia, hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel ?ngel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor, fraternidad y 500 a?os de democracia y paz ?Y qu? nos ofrecieron? El reloj de cuco?.

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Re: Newfax Turno 18 (1090-1094)
« Respuesta #23 en: 06 de Agosto de 2006, 04:17:34 pm »
Rajputado de Assam
(Hinduismo Civilizado Nación Abierta)
Harhapala, Gran Rajá de Assam, el Querido de los Vedas.
Diplomacia:

Tras años de aparente inactividad, en los que el rajputado se limitó a seguir hacia delante en silencio y sin inversiones de importancia en ningún campo, el Rajá Harshapala había acumulado en el tesoro una enorme cantidad de recursos. Y un día de enero de 1090, Harshapala entró de nuevo en el gran salón del trono de Tamaralpiti y proclamó para sorpresa de todos que había decidido dedicarse de nuevo a dirigir Assam. Y a fe, según cuentan los cronistas de aquellos días del final del siglo XI, que lo hizo a conciencia.

El Rajá siempre había dado especial importancia a los asuntos militares y en consecuencia el ejército del rajputado era inmenso, aunque compuesto en su mayor parte por unidades inexpertas que apenas sí sabían blandir sus cortas y estrechas espadas con un algo de aire marcial. Así pues, en su regreso a la actividad el Rajá devolvió sus atenciones a aquello que lo había mantenido ocupado en el pasado, aumentando y reforzando con enormes inversiones las ya de por sí fuertes defensas del rajputado. Con el fin de afinar el deteriorado estado del gran ejército de Assam, el General Tahudi fue nombrado "Gran Instructor Jefe Adorado por Vishnu", y destinado a los cuarteles estables de la región de Palas donde pasó cinco largos años repartiendo azotes y exigiendo eficiencia a aquellos jóvenes paletos para lograr que combatieran a su debido tiempo como una unidad militar, y no como la banda de bravucones en la que estaban hechos. Le habían dado un título más bien grandilocuente... pero los desventurados reclutas aprendieron pronto que no era buena idea enfadar al "Gran Instructor Jefe Adorado por Vishnu" pues poseía un no menos grandilocuente y pésimo sentido del humor.
A finales del 1094, muchos de aquellos jóvenes habían regresado a casa absolutamente desengañados de la vida militar a causa de las muchas privaciones a que fueron expuestos merced a las atenciones del General Tahudi; pero aquellos que permanecieron en el ejército se habían convertido en soldados de pleno derecho.
Las unidades de infantería ligera, que eran muchas, fueron además reequipadas gracias al oro enviado por el Rajá Harshapala y a las adquisiciones –supervisadas por el General Brupta– de materiales y artesanos del metal y el cuero.

En el aspecto civil, el retorno a la vida administrativa del Rajá trajo como primera noticias relevante la elaboración del censo, tanto tiempo aplazada, que permitiría a los recaudadores operar con mayor efectividad. Tanto el Príncipe Heredero Yabedra, como su hermano Jiduri, se dieron a ello con alegría al ver que el país se movía de nuevo.
Además de diversas inversiones en varias materias de la administración, se realizaron mejoras en las infraestructuras de la región central del rajputado, la fértil Pala. Aquel lustro finalizó con una doble alegría: en primer lugar, la fundación de la hermosa ciudad de Ringut en la región de Assam, bañada por las ricas aguas sagradas del Brahmaputra. Y con gran sorpresa por parte del Rajá y su corte se recibieron las noticias de la formación de un nuevo centro de Comercio en la región de Gaur, al parecer foco espontáneo de diversas ferias de ganado que convergieron al tiempo en las cercanías de la ciudad de Tamaralipti en el año 1091. Con el tiempo, aquellas ferias se unieron en una sola y trajeron consigo la aparición de más y más mercaderes, artesanos y comerciantes, quienes aprovechaban la gran afluencia de clientes potenciales para montar sus negocios en los meses en los que la feria de ganado se instalaba en la zona. Tamaralipti creció muchísimo en dos años, ampliando sus estructuras e infraestructuras básicas para dar cobijo a los nuevos comerciantes y a los enormes rebaños en los nuevos establos, y a finales de 1094 casi había doblado su tamaño.

« Última modificación: 11 de Agosto de 2006, 08:56:12 am por Uve »
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Re: Newfax Turno 18 (1090-1094)
« Respuesta #24 en: 06 de Agosto de 2006, 04:19:17 pm »
Reino del Tibet
(Budismo Bárbaro Nación Abierta)
Ughar, Rey del Tibet
Diplomacia:

Fue una gran suerte que el lejano Emir de Bagdad y el siempre temido Gran Sultán de los turcos fijaran sus atenciones en el Emirato de Persia. Una suerte para el Rey Ughar, que no para los desventurados habitantes del recientemente desvencijado Emirato: a principios de 1090, de forma inesperada, comenzaron a llegar refugiados persas a las fronteras de Himachal. En un principio, Ughar sonrió al recibir las noticias y al saber que ya se  esclavizado a aquellos refugiados, como no podía ser de otra forma. Pero cuando se le informó de que gran parte de ellos habían formado parte de la oficialía militar del cuerpo de Infantería de Isfahan, pasó de sonreír a frotarse sin recato las manos.

Tras liberarlos con grandes muestras de aflicción (todo se había debido a un error, señores oficiales de infantería. Un lamentable error...), los sorprendidos ex-soldados persas se vieron de la noche a la mañana dentro de los cuarteles de invierno tibetanos, enfundados en unas toscas armaduras de cuero e impartiendo órdenes y dictando estrategias básicas a otros persas que poseían el don de interpretar y dibujar los sonidos (y que no habían sido liberados por Ughar). Merced al concurso de aquellos hombres, los conocimientos y recursos estratégicos y tácticos del Reino del Tibet mejoraron sustancialmente. El Buda guardase por muchos años la salud del Emir de Bagdad y del Sultán de los turcos. Y al Reino del Tibet de recibir sus atenciones.

Además de la sorpresa recibida en forma de oficiales persas, el Rey ordenó al fin la elaboración de un censo que le permitiera exprimir como ordena el Buda a la avariciosa población, demasiado propensa a esconder para sí los contados excedentes de la escasa producción agraria y ganadera de la nación. Entre los esperados nuevos ingresos que el censo traería a los sacos del tesoro, y los envíos de alimentos recibidos desde Uttar-Pradesh y Tarain (regalo de sus dirigentes con el fin de mantener contento y tranquilo al Rey Ughar), y los animales y cereales comprados a Rajput, los recursos del Tibet serían al fin suficientes como para permitir el crecimiento de la nación y de su fuerza.

Tras recibir confirmación de que el censo había sido finalizado con éxito, y con el fin de celebrarlo a lo grande, el Rey lanzó un ataque de saqueo sobre la región de Sahis, perteneciente al Rajputado de Punjab. Para desgracia del Rey, el Rajá de Punjab había enviado recientemente tropas a la región y su ejército de saqueo fue interceptado poco después de poner pie en Sahis. Punjab apenas contaba en la región con unos 2000 soldados de infantería, además de numerosos fuertes y atalayas de vigilancia, en tanto el Rey Ughar había marchado a la guerra con cerca de 5000 guerreros. Pese a la importante superioridad numérica el ejército de Ughar no estaba especialmente organizado (ya que apenas entrados en la región los hombres se habían lanzado al saqueo desaforado y sin control), de modo que poco después de recibir los primeros ataques por parte de los soldados de Punjab el Rey ordenó la retirada, tras perder casi 1000 hombres entre unas cosas y otras y eliminar a un escaso centenar de defensores.

El Rey, lejos de dejarse llevar por la desesperación o el pesimismo, avanzó con su ejército hacia el Este, donde logró saquear con gran éxito las regiones de Maghada, perteneciente al Rajputado de Pala, y de Gtsang, hasta entonces neutral. En Maghada hubo de controlar a los hombres para que cesaran en sus labores de saqueo y expropiación desatada antes de acabar con todos los recursos: había escuchado el Rey noticias que hablaban de grandes ejércitos en movimiento sobre el territorio del pequeño Rajputado, y Ughar era de los que pensaban que no había que meterse en medio de guerras ajenas (ver NF de Chola).

Una vez de regreso tuvo que escuchar a unos lacayos aterrados informándolo de cómo su hijo había sido capturado por la milicia de la región de Sikkim. El Príncipe Heredero Urghen se encontraba en Sikkim tratando de alcanzar acuerdos de cooperación que unieran a la región al reino del Tibet, pero algo fuera de tono debió decir, alguna sensibilidad debió herir... pues el caso es que lo apresaron y lo encerraron en una mazmorra sin luz ni apenas aire, aunque sí convenientemente húmeda y repleta de ratas de hermoso tamaño.

Cuando Ughar fue informado entró en cólera. Sin pensar en las posibles repercusiones que podría acarrearle el enviar de nuevo a la guerra a su ejército, quien se hallaba deseoso de emborracharse con los frutos cosechados en los saqueos, partió de inmediato hacia Sikkim encontrando la región en pie de guerra. En 1093, una vez dentro de la zona, el Rey no paró hasta reducir su resistencia por completo, liberando a su hijo y ejecutando en represalia a un hombre de cada tres que encontraba por su camino, armado o no, joven o viejo. Años después se hablaba en el Tibet y en los reinos cercanos de la gran cantidad de viudas de buen ver que dejaron en Sikkim las labores diplomáticas fallidas del Príncipe Urghen.

Como gran nota trágica de aquellos años en el Reino del Tibet se recuerda el final del muy pragmático Lord Khotan, Señor del Khotan, quien había partido hacia el norte para lanzar con su ejército saqueos contra las regiones de Tien Shan y Wusu. En sus planes estaba el proseguir con su campaña de saqueos por muchas más regiones, pero lo cierto es que su pragmatismo no lo curaría nunca de su notoriamente baja capacidad como líder de tropas: en Tien Shan fue derrotado de tal forma que a duras penas logró escapar de la región ileso; pero en Wusu no sólo perdió las batallas, sino que con ellas se fue su propia vida.

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Re: Newfax Turno 18 (1090-1094)
« Respuesta #25 en: 06 de Agosto de 2006, 04:22:18 pm »
Imperio Bizantino
(Ortodoxia Oriental Civilizado Nación Abierta)
Esteban, Emperador de Bizancio, Defensor de la Fe, Protector de la Ortodoxia Cristiana.
Diplomacia:

"Bajo la luz de aquel amanecer rojizo, el General Romano Tarconiata contemplaba en silencio las velas recortadas en el horizonte de la gran flota Fatimí que había sido avistada el atardecer anterior. Casi ochenta barcos, la mayor parte de ligera construcción y ágil maniobrar; demasiados para una flota de patrulla, quizá, aunque la suya propia fuese aún más poderosa en número y calado. A su lado, el Capitán del trirreme insignia Ianus Gorko asentía cabeceando mientras golpeaba con suavidad la balaustrada del castillo de Popa con la punta de su daga.

–No sé, General. La verdad es que no lo sé... –dijo Ianus Gorko al fin–. Son muchos, pero no sabría decir si es una flota de invasión, una flota de apoyo o una simple flota de patrulla.
–Sí. Parece una flota de Patrulla –reconoció el General Tarconiata–. Pero están demasiado cerca de nuestras costas, y es justo lo que el Emperador Esteban, el Señor lo guarde por muchos años, había advertido que podía suceder. Los rumores que hablan acerca de una invasión Fatimí son más que numerosos.
–Numerosos, pero rumores. Los rumores no pesan. Se los lleva el viento –dijo Ianus agitando las manos.
–Los rumores no pesarán... –el General Tarconiata miró a su interlocutor, mientras señalaba con el dedo índice de la mano izquierda en dirección a la flota fatimí–. Pero esos barcos sí que pesan. Y yo diría que no parecen naves de transporte.
Ianus Gorko se alzó de hombros.
–Naves de transporte no son. Así pues, ¿doy la orden de ataque?
–Mejor hoy que mañana –dijo con voz helada Romano Tarconiata devolviendo su atención al frente–. Y mejor ahora que después."

Enormes obras civiles dieron inicio a aquella última década del siglo XI de la Era Cristiana. Además de la ampliación de la ciudad de Patras y el levantamiento del círculo amurallado alrededor de Adrianopolis, las fuertes inversiones realizadas en los órganos de control de las provincias lejanas permitirían al Emperador gobernar con mayor facilidad y muchas menos trabas los límites del imperio. Se mejoraron igualmente las dotaciones y embarcaciones de la conexión tierra-mar entre las cercanas regiones de Tracia y Bithnia, con el fin de multiplicar la eficiencia de las comunicaciones y transportes entre las dos mitades de Bizancio.

Pero lo que habría de recordarse de aquellos años no serían las obras civiles, sino el enorme esfuerzo militar realizado y los muchos frentes de actuación de los generales y príncipes del Imperio en tan lejanos lugares del mundo. El Príncipe Juan de la Tracia viajó hasta Abasigia con su ejército de Caballería, poniéndose allí a las órdenes del Príncipe Miguel, General de la Therma de Bucelarios. Tras las tropas del Príncipe Miguel, quedó el general Ivan Ducas vigilando desde Abasigia a posibles movimientos imprevistos de la horda, aunque el General murió de fiebres en Septiembre de 1092. Desde allí el contingente partió hasta Alan, desde donde esperaron pacientemente la llegada del ejército de Bagdad. El Emir Umar, haciendo gala de su afamada sabiduría y su enorme objetividad, se situó en el rango de mandos bajo la batuta de Miguel a sabiendas de que el General de Bucelarios era un líder de tropas mucho más eficiente que él mismo. El contingente completo, compuesto por mas de 20.000 soldados, todos de caballería, viajó hasta Bolgar a la búsqueda de la horda de Saraba, la cuál logró esquivar al ejército conjunto gracias a la prudencia del Khan Tukeban. Cuando los hombres de Bizancio y Bagdad llegaron a Bolgar ocuparon la región sin apenas bajas (ya que la mayor parte de los guerreros de Bolgar estaban con Tukeban). Y desde el mismo momento en que se hicieron con el control efectivo de la región, dio comienzo la operación que habría de acabar con la importancia de Bolgar como lugar de encuentro de emigrantes y necesitados, y fuente constante de alimento para la peligrosa horda de Saraba.
El genocidio sistemático de todos los guerreros, y luego hombres de mediana edad, y luego ancianos y luego niños, finalizaría cuando hasta las mujeres fueran exterminadas dando con ello ejemplo a todos los pueblos esteparios. Tomaría su tiempo eliminar a todos los habitantes de la región, pero ambos líderes consideraban que sería un tiempo bien empleado.
Cuando el Emir Umar murió a finales de 1093 su ejército inició el largo regreso a casa, llegando hasta Alan. Pese a no tener un líder claro los hombres de Bagdad no se revelaron, probablemente porque sabían a ciencia cierta que no habrían de estar mejor en ningún otro lugar del mundo que en las hermosas tierras del emirato de Bagdad.


Aquel año del Señor de 1092, a mucha distancia hacia el sur, en el lejano mar Jónico, la mayor de las flotas Imperiales patrullaba en labores de vigilancia por todos los mares de la zona de influencia del Imperio. A las órdenes del gran General Romano Tarconiata, héroe en la guerra civil contra Crisefio Petrión, la flota compuesta por más de 100 barcos de guerra, casi todos de gran calado, moderna construcción y pesado armamento, se mantenía alerta a posibles movimientos hostiles siguiendo las directrices marcadas por el Emperador Esteban, quien temía un ataque de su ancestral enemigo Fatimí aprovechando la presencia de la Horda de Saraba y el desplazamiento de parte de los ejércitos de Bizancio hacia el norte para enfrentarla.
A finales de año, la vanguardia ligera de la Flota del General Tarconiata avistó una flota de guerra Fatimí llegada de Alexandría que entraba en el Golfo de Chipre, con la intención de vigilar la zona del mismo modo en que lo hacían los Bizantinos y probablemente con la misma prevención. Los Fatimís contaban con menos de 80 barcos, más ligeros y maniobrables y de gran calidad marinera, aunque netamente inferiores en el aspecto ofensivo, y eran dirigidos por el Capitán de Flota Saqr Anwar.

No era la primera vez que una flota Bizantina se cruzaba con una Fatimí en aquellas aguas después de la guerra que ambas naciones mantuvieron muchas décadas atrás. Acostumbraban a observarse desde lo lejos, en la prudente distancia, admirando el número o la calidad de los barcos enemigos y lanzándose algunos insultos que el viento se encargaba de llevar al otro lado, para después marchar cada uno por su lado sin mayores implicaciones. En unas ocasiones eran los musulmanes quienes poseían una fuerza de combate superior, en otras los Bizantinos; pero siempre el balance era demasiado parejo como para que pudiera desatarse una batalla inesperada.

Pero en aquel momento la situación era diferente. Atendiendo a los temores del Emperador Esteban el General Tarconiata valoró la presencia de aquella flota Fatimí, así como su gran número de barcos y la probabilidad de que se tratara de una fuerza de invasión. Aislado del corazón del Imperio, sin saber cómo iba la campaña de castigo contra las estepas que alimentaban a la Horda de Saraba ni si la flota infiel formaba parte de un contingente mayor, Romano Tarconiata tomó una decisión.

El dieciocho de Diciembre del Año del Señor de 1092 la gran flota bizantina se lanzó contra el enemigo. El Capitán de Flota Saqr Anwar dudó durante un largo tiempo de cuáles eran las intenciones de los bizantinos que se acercaban en línea y de frente en aparente formación de ataque, ya que no había mediado provocación por su parte y sus verdaderas intenciones eran las de patrullar la zona como siempre hacían, incluyendo entre sus órdenes las de proteger el mar de Chipre de la posible aparición del ya famoso Pirata Cordobés. Pero cuando los Bizantinos estaban a pocos centenares de metros, Saqr Anwar reaccionó y ordenó la huida inmediata con el fin de poder disponer una mejor formación defensiva, habida cuenta que la flota enemiga era superior tanto en número como en calidad de los barcos. Lamentablemente para el Capitán Anwar, ya era tarde.

Los combates se prolongaron durante casi dos semanas completas, en las que barcos ardiendo iluminaban como enormes faros las noches con luna y hombres destripados se ahogaban en el mar al caer al agua helada sin auxilio posible. En la mañana del tres de Enero del Año del Señor de 1093, los últimos ocho barcos Fatimís se rindieron al General Tarconiata, quien había sido herido durante la primera semana de combates al caer la parte superior del palo mayor sobre él y su guardia. El Capitán de Flota Saqr Anwar había muerto tres días antes de la rendición, cuando su barco insignia se hundió con enorme rapidez al ser atravesado su casco por una bola de hierro lanzada por error en el fuego cruzado por un barco Fatimí.
Todos los barcos de la flota Fatimí habían sido hundidos o quemados, salvo los ocho que se rindieron aquella fría mañana y los más de diez capturados en los días previos. Aquellos que intentaron huir fueron cazados y hundidos sin piedad, y ni uno solo logró regresar al puerto de Alexandría. Por parte de Bizancio, las pérdidas una vez reparadas las naves fueron insignificantes.

Tras aquella victoria absoluta, Romano Tarconiata ordenó virar de inmediato la flota en dirección a Malta. Según informes del servicio de inteligencia bizantino, los Fatimís habían enviado religiosos durante años a la isla con el fin de convertir a la escasa población ortodoxa al Islam. Hasta el momento, los éxitos habían sido menores; pero el Emperador no deseaba que la tendencia variara, de modo que había ordenado el inicio de una larga campaña de apoyos económicos y en forma de equipamiento y armas a los colonos ortodoxos para evitar las conversiones forzosas. La situación en Malta se había vuelto tan inestable que, finalmente, tras la llegada de nuevos misioneros islámicos, todo estalló como un melón al precipitarse sobre una roca: después de incidentes y combates urbanos la minoría ortodoxa se alzó en armas contra el Califato Fatimí logrando arrastrar a toda la isla hacia la rebelión (ver NF Califato Fatimí).
El General Tarconiata, advertido de la nueva situación en Malta, decidió realizar un auténtico desfile militar con su enorme flota alrededor de las costas de la isla, pasando a pocas millas de las playas y mostrando en lugar de honor las más de veinte naves capturadas a los fatimís como muestra de apoyo a los isleños y de advertencia a los musulmanes.

De forma casi simultánea, el General Héctor Iakus que había sido recientemente nombrado capitán de la flota de Nestor de Sardes, tomó sus órdenes y dirigió sus cincuenta naves a la búsqueda del Pirata Cordobés el Príncipe Abd'al'Kahil. Tras una rápida batida en el Golfo de Lyons, donde fue informado por los venecianos que asediaban el puerto de Marsella de la partida de la flota pirata hacia el sur, el general Iakus realizó una apuesta arriesgada y decidió marchar en persecución de Abd'al'Kahil hacia el mar Jónico: pensó que no había una zona del Mediterráneo más interesante para un pirata que aquel habitualmente tranquilo mar cruzado por las más ricas líneas comerciales de la zona.

Y acertó.

A finales del Año del Señor de 1093, tras una serie de persecuciones y pequeñas escaramuzas, la flota bizantina al fin pudo enfrentarse a la del pirata Abd'al'Kahil, aprovechando una inusual tormenta de gran fuerza que, por primera vez, puso a sus más pesados barcos en mejor situación en cuanto a maniobrabilidad igualando de paso la velocidad de ambas flotas. Y en aquellas circunstancias, la flota de Héctor Iakus era superior tanto en número como en la calidad de sus barcos.
Tras una corta batalla naval, el barco insignia del Príncipe Abd'al'Kahil fue hundido, junto al resto de la flota, y los piratas supervivientes encadenados a los remos con el fin de llevarlos a Constantinopla donde habrían de ser colgados o crucificados. El Príncipe Pirata fue encerrado en una bodega, pues el Emperador había dado órdenes expresas de mantenerlo con vida y a salvo hasta que llegara a Constantinopla.

Pero si Abd'al'Kahil tenía una razón por encima de cualquier otra para darse a la mar era que no soportaba el encierro que para él suponían las gruesas paredes de los palacios Cordobeses. Menos aún permitiría a nadie que lo enclaustrara en una sentina diminuta repleta de humedad y ratas, así que tras varios días de alaridos y golpes enloquecidos fue sacado de la bodega en una noche oscura y, a espaldas de Héctor Iakus y el resto de la oficialía, fue asesinado en cubierta a golpe de daga. Su cuerpo ensangrentado fue lanzado en algún lugar ignoto del Egeo, al encuentro de los dioses ancestrales de los mares a los que todos los marinos, cualesquiera sea su religión, respetan y rezan en secreto cuando las tormentas arrecian y los vientos amenazan al más grande de los barcos con la zozobra y la muerte.
?En Italia, durante 30 a?os de dominaci?n de los Borgia, hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel ?ngel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor, fraternidad y 500 a?os de democracia y paz ?Y qu? nos ofrecieron? El reloj de cuco?.

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Re: Newfax Turno 18 (1090-1094)
« Respuesta #26 en: 10 de Agosto de 2006, 03:39:59 pm »
Reino Copto de Funj
(Cristianos Coptos Civilizado Nación Abierta).
Bartolomé I, Rey.
Diplomacia:

Aunque los primeros años de la última década del siglo XI iban a estar presididos por la paz y las continuas inversiones en el reino copto de Funj, lo cierto es que serían más recordados por las importantes campañas de reclutamiento para el ejército y el inicio de la construcción de una nueva flota en la ciudad costera de Debarwa, además de las acciones militares de castigo realizadas en la hasta entonces región de fe sunní de Danakil, con torturas y castigos públicos a figuras religiosas de importancia para lograr convencer a la población de que la única religión posible dentro del reino africano era la Copta. Tanto la campaña en Danakil, como la idéntica realizada en la ciudad costera de Kamey (también sunní), ambas dirigidas por el Príncipe Tomás, dieron excelentes resultados para los intereses de la corona logrando a finales del Año del Señor de 1094 la conversión de región y ciudad al Cristianismo Copto. Pese a todo, en el país se detectaba un malestar creciente surgido después de ambas campañas de conversiones: tras los problemas y encontronazos diplomáticos con el Califato Fatimí de los últimos años, hubo en la corte quien sugirió que tales acciones podrían ser tomadas como un desafío al Califa. Bartolomé I acalló las críticas señalando el enorme mapa del Reino situado tras el sillón del trono y diciendo: "Todo esto es Funj, y Funj debe ser todo él cristiano".

Además, fue en aquel tiempo cuando se fundó la ciudad de Kartoum, en la región interior de Axum.
?En Italia, durante 30 a?os de dominaci?n de los Borgia, hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel ?ngel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor, fraternidad y 500 a?os de democracia y paz ?Y qu? nos ofrecieron? El reloj de cuco?.

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Re: Newfax Turno 18 (1090-1094)
« Respuesta #27 en: 10 de Agosto de 2006, 03:41:31 pm »
Emirato de Siria
(Islam Chií Civilizado Nación Abierta)
Sigu Ibn Yakub, Emir de Siria, Guardián de Jerusalem "La Tres Veces Santa"
Diplomacia: Siria (+11Yfc)

Fueron años muy tranquilos en los territorios del pequeño Emirato de Siria: sin enemigos, con las fronteras aseguradas y las buenas relaciones que mantenía el Emir Sigu Ibn Yakub tanto con el Califa de los Fatimís como con los representantes Bizantinos y Bagdadíes, y hasta con el Papa Severo III "El Peregrino", el emirato podía permitirse crecer sin demasiadas preocupaciones y destinando el dinero recaudado a realizar pequeñas inversiones.
Los ejércitos, descansados y bien aprovisionados, apenas realizaron algunas salidas de los cuarteles de verano e invierno para patrullar las fronteras en misiones defensivas, y los generales y nobles pudieron dedicar su tiempo a cazar y descansar a la espera de tiempos menos propicios.
La Princesa Maudia, hija del Emir, se desposó con el Príncipe Ahmed, Imam de la at-Tariqa de la Hermandad de Ismail, con lo que las relaciones entre la hermandad religiosa militar y el Emirato se afianzarían poderosamente.

Como único hecho reseñable en aquellos años en el ámbito diplomático, se habría de recordar el fuerte empeño realizado por Omán quien, con la ayuda de varios nobles, dedicó gran parte de su tiempo a mejorar el estado de relaciones del Emirato con la región de Siria, alcanzando excelentes resultados.
?En Italia, durante 30 a?os de dominaci?n de los Borgia, hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel ?ngel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor, fraternidad y 500 a?os de democracia y paz ?Y qu? nos ofrecieron? El reloj de cuco?.

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Re: Newfax Turno 18 (1090-1094)
« Respuesta #28 en: 11 de Agosto de 2006, 08:48:30 am »
Reino de Bután
(Budismo Chino Civilizado Nación Abierta)
Liu Woo, Rey de Bután
Diplomacia: Nanling (P)

Mientras el Rey Liu Woo dedicaba sus años a gobernar y supervisar personalmente todas las inversiones, el Príncipe Fen Lao había partido al mando del ejército en dirección a la región independiente de Nanling con la intención de conquistarla en nombre del Rey.

La campaña de Nanling fue todo un éxito; el excelente comportamiento del Príncipe al mando de sus unidades le hizo ganarse el respeto inmediato de la oficialía y de los hombres, y en cuanto se afianzó la situación y los líderes regionales aceptaron la nueva tutela del reino de Bután comenzaron a sonar los cantos de sirena en el campamento principal de las tropas: los oficiales, en representación del ejército, animaron al Príncipe a marchar contra la capital para usurpar el trono. Todo el ejército de la nación estaba a su mando, y le era leal por completo, de modo que una acción semejante sólo podría conducir al éxito absoluto. Pero Fen Lao no deseaba traicionar la confianza del Rey Liu Woo, y desoyó todas las insinuaciones permaneciendo fiel a su Rey.

Por el momento.
?En Italia, durante 30 a?os de dominaci?n de los Borgia, hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel ?ngel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor, fraternidad y 500 a?os de democracia y paz ?Y qu? nos ofrecieron? El reloj de cuco?.

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Re: Newfax Turno 18 (1090-1094)
« Respuesta #29 en: 11 de Agosto de 2006, 08:51:07 am »
Reino de Albain
(Romano Católico Civilizado Nación Abierta)
Colum, Rey de los escoceses, Duque de Edimburgo.
Diplomacia:

Mientras Colum y sus hombres de confianza gobernaban y supervisaban la tanto tiempo postergada reconstrucción de Lothian, el Obispo Padraig, enviado del Papa, fue enviado a Londres con la misión de firmar un nuevo acuerdo de relaciones con la corona Inglesa que daría la independencia absoluta a Albain. Las buenas relaciones que Padraig mantenía con el Rey, tras tantos años en el pasado al servicio de la corona, facilitaron en extremo la consecución de sus objetivos y en Marzo del Año de nuestro Señor de 1092 Albain dejó de ser oficialmente vasalla de Inglaterra.
Tras aquel éxito, el religioso viajó hasta las Hébridas, donde comandó una larga campaña de conversiones y predicación en la región que dio algunos frutos entre la población.
Las fronteras permanecieron firmes y en paz, y la noticia de la muerte del Papa Severo III, quien tanto había hecho por el reino de Albain, fue recibida con dolor y misas de duelo por la población campesina y los nobles.
?En Italia, durante 30 a?os de dominaci?n de los Borgia, hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel ?ngel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor, fraternidad y 500 a?os de democracia y paz ?Y qu? nos ofrecieron? El reloj de cuco?.

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