No responderemos a los insultos proferidos contra la muy noble institución monárquica, que comparten la inmensa mayoría de las potencias mundiales, por cuanto no es ese el motivo que aquí nos incumbe y, a diferencia de otros, nosotros respetamos profundamente el principio de soberanía nacional y no injerencia en los asuntos internos de otras potencias.
Se ha hecho referencia a cómo la nación estadounidense ha encontrado "cerradas las puertas" de la carrera colonial. También el gabinete germano llegó tarde a dicho reparto, pero desde entonces se ha esforzado en establecer buenas relaciones con todas las potencias y hasta el momento ha evitado cualquier tipo de tensión con terceras naciones. Qué decir de otras potencias que también se iniciaron con aparente desventaja y sin embargo han sabido prosperar sin menoscabar la armonía y las cordiales relaciones internacionales. Por tanto, ello no es excusa.
No pretendan ustedes encubrir el hecho de que han procedido de una forma que podría calificarse de rapiña al intentar establecer Protectorados en regiones donde nadie podía esperarse que lo hicieran, ya que carecían de cualquier presencia previa en ellas, y donde ya había previamente Influencias de otras naciones.
La comparación con el asunto del Archipiélago de Bismarck no ha lugar, por cuanto al establecer allí nuestro Protectorado no había ninguna presencia previa británica. Lamentablemente aún así ha tenido lugar un desafortunado conflicto que, no obstante, hemos logrado solventar rápidamente por la vía de la negociación poniéndonos en contacto por privado con el gobierno en conflicto, algo que ustedes ni siquiera han intentado. Pueden estar seguros que de haber habido en el Archipiélago de Bismarck una Influencia de otra nación, jamás habríamos intentado rapiñar la región estableciendo un Protectorado sin previo aviso. Y a los hechos nos remitimos, por cuanto el gabinete alemán jamás ha procedido así, ni ha tenido noticia de que alguien lo hiciera (cierto es que hasta fecha muy reciente hemos sido ajenos al reparto colonial), ya que lo habría condenado de inmediato. Precisamente porque este asunto puede sentar precedente no podemos mostrarnos tibios al respecto.
Precisamente en atención a nuestra doctrina acerca del equilibrio mundial y el reparto colonial equitativo vemos con buenos ojos las ambiciones coloniales vengan de quienes vengan, y pueden estar seguros que, de haber buscado una negociación previa a la colocación de los marcadores territoriales, Alemania habría escuchado con atención sus demandas y propuesto una solución ecuánime. Pero ante esta política de hechos consumados que ustedes pretenden poner de moda, sólo cabe actuar con firmeza. No obstante, una vez que reconozcan que su impetuosidad les llevó a actuar de forma incorrecta, y se comprometan a condenar este tipo de acciones en el futuro, estaremos encantados de iniciar sanas y pausadas negociaciones, pues, como ya hemos dicho, no tenemos nada en contra de las muy legítimas aspiraciones coloniales estadounidenses.
En cuanto a las acusaciones de militarismo contra nuestra nación, es extraño que éstas provengan de la única potencia que hasta el momento ha preferido la guerra a la diplomacia en un conflicto, por no hablar de su lenguaje subido de tono y agresivo en demasía.
Pese a todo, y precisamente por nuestra condición de nación de muy reciente incorporación a los empeños coloniales, entendemos sus desvelos (sin compartir la forma de expresarlos) y estamos dispuestos a mostrarnos magnánimos y perdonar sus ofensas. Nuestra única exigencia es una disculpa pública y una condena de la práctica de establecer Protectorados sin previo aviso en regiones donde se carezca de intereses con anterioridad y donde previamente haya Influencias de terceros.
Atte.
Barón Adolf Hermann Marschall, Ministro de Asuntos Exteriores de Alemania