Autor Tema: Sala de Autopsias del Doctor Donovan.  (Leído 4404 veces)

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Uve

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Sala de Autopsias del Doctor Donovan.
« en: 13 de Septiembre de 2006, 08:49:57 am »
((Ambientación escrita casi por completo por el jugador. La reproduzco con pequeñas variaciones, alguna edición en los guiones y poco más, pero la propiedad intelectual de la misma pertenece a su autor, y no al Señor Uve))


"La habitación estaba oscura, sólo iluminada en el centro, allí donde el cadáver esperaba bajo la sábana a que iniciara la autopsia. El Doctor Charles M. Donovan se colocó los guantes, pulsó el botón de la grabadora y destapó el cadáver.

–10 de Septiembre de 2005, 3:30 AM. Autopsia de John Doe, sujeto sin identificar. El cuerpo presenta múltiples contusiones producto del impacto con el coche, la mayoría de ellas produciendo fracturas internas de huesos y órganos. No hay signos de agresiones ni otros factores que hubieran podido provocar la muerte, por lo que se desechan. El sujeto parece rondar los 80 años, imposible de reconocer facialmente pues quedó desfigurado tras el choque. Sacaré muestra dental para buscar el historial si las huellas no dan resultado. Después abriré el cuerpo para considerar los daños internos.

El Doctor Donovan sacó rápidamente la muestra dental, una acción mecánica que había realizado millones de veces. Después agarró la sierra y poniéndola en marcha la introdujo en el tórax del muerto. Y un grito inundó la habitación, el grito del muerto. Donovan apartó rápidamente la sierra del cuerpo, que no sangraba ni se movía, pero el grito estaba ahí. Observó con los ojos la habitación mientras apagaba la sierra. El grito, poco a poco, se fue apagando. "No... no es real" pensó, recordando las pesadillas que lo habían llevado a abandonar su trabajo y su país. Volvió a poner en marcha la sierra para continuar su trabajo, pero antes miró un momento al cadáver. Sin dudas estaba muerto.

Pero de pronto, los ojos del muerto se abren.

Charles M. Donovan despertó con un grito, empapado en sudor, en su nuevo apartamento al lado del Central Park de Nueva York. La noche inundaba la habitación, donde sólo un reloj digital mostraba la hora: 01:00 AM.

Se levantó de la cama y fue hasta el baño. Abrió el grifo, con los gritos aún resonando en su cabeza, y metió la cabeza bajo el chorro de agua fría. Así consiguió, como tantas otras noches, acallar los gritos de su cabeza. Pasó su mano por el corto cabello rubio que coronaba su cabeza, y se giró hacia el armario para buscar un pequeño bote naranja. Estos nuevos somníferos conseguían suavizar los sueños, así que se tragaría un par de pastillas esa noche. A la mierda la adicción.

Se acercó a la cocina para tomárselas, pero por el camino vio su busca y cómo éste comenzaba a sonar, mostrando sólo un nombre: MORGUE. Con las pastillas aún en la mano apagó el busca y se acercó al telefóno y marcó el número que ya se había aprendido.

–Morgue del Departamento de Polícia Metropolitana de Nueva York, ¿qué desea? –la voz sonaba cansada al otro lado del teléfono, pero era Elle, a quién conoció cuando comenzó a trabajar allí apenas una semana atrás.
–Buenas noches Elle, soy Charles Donovan. Me habéis llamado al busca.
–Buenas noches, guapo –fue la respuesta de Elle, quién de pronto parecía más animada–. Te necesitan aquí. Ya saben que no es tu turno y que hoy lo tenías libre por lo de la mudanza, pero Martha ha tenido un accidente y nos hemos quedado esta noche sin forense. El jefe quiere que estés aquí en una hora.
–Vaya. Esto me pasa por ser el nuevo, ¿verdad? En un rato nos vemos.

Dos horas y media después el Doctor Donovan ya estaba trabajando, y había terminado dos autopsias: un joven con un tiro en la cabeza y una señora con un infarto al corazón. Lo único curioso de los dos casos era que la prueba de tóxicos había dado positivo para nandrolona, un esteroide que usaban los deportistas de élite. Era sorprendente, pero su trabajo no consistía en investigar las curiosidades, si no en encontrarlas.

Tras lavarse las manos y ponerse unos nuevos guantes, encendió la grabadora. Todas las autopsias las grababa con el fin de luego repasarlas para hacer el informe. Miró el reloj y agarró la ficha:

–10 de Septiembre de 2005. 3:30 AM. Autopsia de John Doe, sujeto sin identificar...

El doctor se acercó a la nevera donde esperaba el próximo cuerpo. Al abrir la puerta, un hedor insoportable, algo que nunca antes había atacado las fosas nasales del doctor Donovan inundó la habitación. Los ambientadores con dosificación automática de la sala, que hacen que el aire estanco permanezca puro e incluso con cierto aroma a pino, parecía que no funcionaban en absoluto. El desagradable olor, indescriptible por ser muchas cosas y ninguna a la vez, inundó la cabeza del doctor. El mareo se apoderó de él, se dobló hacia delante y las arcadas llegaron a su estómago. El vómito fue abundante y no pudo evitarlo. Alertado por el ruido, Ellen entró en la sala de autopsias y vió la escena.

–Doctor, ¿se encuentra bien?

Donovan levantó la cabeza, "¿Pero es que no sentía el olor?". Ellen estaba a su lado, con la mano sobre su hombro, pero nada en ella mostraba que le desagradara aquel hedor insoportable. Y si no lo olía, si no podía sentir aquello... si lo mencionaba lo tomarían por loco. Otra vez.

–No, es... Es sólo que el cuerpo me ha recordado a mi padre.
–Vaya, ha debido ser un shock grande. Si necesita algo no dude en avisarme.
–Gracias Elle, pero creo que voy a continuar con la autopsia."
?En Italia, durante 30 a?os de dominaci?n de los Borgia, hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel ?ngel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor, fraternidad y 500 a?os de democracia y paz ?Y qu? nos ofrecieron? El reloj de cuco?.

Orson Welles.