Autor Tema: La Batalla de Atnalta  (Leído 4299 veces)

0 Usuarios y 1 Visitante están viendo este tema.

dehm

  • Minidiox en funciones
  • Administrator
  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 7048
    • Ver Perfil
    • Email
La Batalla de Atnalta
« en: 03 de Noviembre de 2006, 03:25:50 pm »
Damcles era su nombre. Su corazon era de fuego. Sus escamas de acero. Sus alas dueñas del viento.

Y ahora su furia caía sobre Atnalta. La ciudad estaba despertando del bochorno de la noche en la cual el viento procedente del Río de Fuego, conocido como El Sudario, había envuelto toda la zona en unas temperaturas que superaban con mucho lo normal para esa época del ciclo.

La criatura había sobrevolado el río y acercándose sobre la costa había caído sobre la ciudad donde dos o tres incendios ya ascendían sobre los tejados de las casas mientras los gritos, la conmoción y el terror provocaba que la población se dedicara más a correr de un lado a otro que a apagar el fuego. Su purificación estaba cerca.

Sobre las murallas había algunos arqueros, la mayoría se resguadaban cuando les sobrevolaba pero alguno había intentado acertarle con sus inofensivas flechas y más de uno había acabado arrojado al vacio por su cola o sus garras.

En las plazas de la ciudad y en la cercanía de los cuartes comenzaban a concentrarse las tropas y la guarnición si bien muchos aún estaban colocándose sus armaduras, aquello parecía cualquier cosa excepto un ejército. Si sus ojos no le engañaban, y nunca lo hacían, las tropas estaban compuestas mayoritariamente por orcos aunque a veces un humano corría de aquí para acá.

Aburrido por la facilidad que iba a ser masacrar a aquellos infelices se deslizó entre las saetas lanzadas por varios soldados para lanzar una vez más su aliento sobre unos graneros que estallaron en llamas que rápidamente se comunicaron a los edificios más cercanos.

El humo y el fuego comenzaban a reinar en la ciudad.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Collin Llewop observó a la magnífica criatura volar con agilidad pasmosa sobre los tejados mientras su cola barría algunas chimeneas llenando el suelo de fragmentos y aumentando aún más si cabía el pánico en la población.

Hacia unos minutos que Herzo y Mekro se habían presentado ante él. Mekro entusiasmado por el dragón, quizás inconsciente del peligro que podría representar, pero para un mago elemental de fuego aquella criatura era digna de estudio, mientras que Mekro parecía preocupado pues a pesar de disponer de más de mil soldados en la ciudad la criatura podía ir acabando con ellos mientras flechas y virotes apenas lograban arañarla.

Collin decidió que era el momento para intervenir. Su presencia en la ciudad había sido requerida precisamente por el temor a una circunstancia como la actual y estaba resuelto a ponerle fin rápidamente. El fuego comenzaba a expandirse y había pasado hacía tiempo el tamaño en el cual podía contenerse, los focos eran numerosos, las tropas estaban más preocupadas por el dragón que por apagar las llamas y la población era presa del pánico.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Mekro ascendió tras el mago humano a las murallas donde los impotentes arqueros y los servidores de las ballistas lanzaban andanadas de proyectiles en cuanto el dragón se ponía a su alcance para ver que éstos caían o sobre la ciudad o sobre el mar sin lograr su objetivo en ningún caso.

De todos modos y siguiendo la petición del humano colocó a sus tropas en posición, mandó cortar las anclas de las embarcaciones y colocar las ballistas en posición mientras el dragón no paraba de provocar incendios o se divertía atrapando en sus fauces a algún incauto.

Un proyectil atravesó una de las alas del dragón provocando en éste un grito de furía y una nueva llamarada  que calcinó parte de la murallas y a los que sobre ella estaban situados dejando a varios héridos lanzando alaridos de dolor.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Damcles hizo otra pasada sobre la zona del puerto incendiando a placer un par de barcos pesqueros que pronto extenderían el fuego a otros barcos situados en la zona. Observó como un pequeño velero trataba de ganar la bocana del puerto para escapar al mar y decidió divertise con ellos.

Se lanzó desde las alturas haciendo algunas piruetas para finalmente abrir sus fauces sobre el mastil y lanzar su aliento cuando una súbita ráfaga de viento lo lanzó en un salto varios metros por el aire. Damcles, sorprendido por que en un día tan calmoso pudiera haber tales vientos, observó los alrededores con cautela  olvidando al velero y sus marineros.

El cielo había cobrado un color rojizo mientras unas nubes comenzaban a concentrarse por todo el área, aquí y alla las columnas de humo aumentaban en la ciudad, alentadas por un viento que no dejaba de aumentar de fuerza.

A la vista estaba que una tormenta amenazaba con estallar allí pero... ¿magia? Damcles se dirigió a la ciudad ignorando el puerto, concentrándose en encontrar la fuente de aquel poder, sin encontrarlo. Las ráfagas cada vez eran más fuertes mientras las nubes sobre la ciudad de un color oscuro y rojizo proclamaban a todos los vientos que la tormenta podía estallar en cualquier momento.

Los dragones son criaturas poderosas pero sus alas aunque diseñadas para el vuelo no pueden sostener el gran peso de éstas criaturas en medio de vientos huracanados sin padecer la posibilidad de herirse de gravedad. Damcles era consciente de ello así que decidido a conjurar el peligro planeó alrededor de la ciudad buscando al mago causante de aquellos vientos.

Sobre las puertas de la ciudad se alzaba una figura solitaria, que con los brazos alzados trazaba runas invisibles en el aire, aquel mago desprendía gran poder y desde luego era el causante de la tormenta que en los pocos minutos pasados había aumentado de fuerza hasta tal punto que Damcles había tenido que evitar en un par de ocasiones ser lanzado contra el suelo.

El dragón avanzó sobre el mago y abrió las fauces para lanzar su aliento!

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

La primera cadena se alzó sobre el dragón y cayó envolviendo una de sus alas que se dobló bajo su peso provocando que la criatura cayera varios metros en el aire hasta que con una pirueta logró liberar su ala. Alzandose un poco entre las huracanas ráfagas lanzó su aliento sobre Collin pero Mekro estaba preparado y el fuego pasó a ambos lados del mago sin tocarle.

En unos segundos las ballistas lanzaron varias cadenas más. Las cadenas, diseñadas para evitar la deriva en los barcos, eran pesadas, mohosas y pensadas para otras funciones, pero enrededaron a la criatura y finalmente el dragón cayó sobre el suelo con gran estruendo y un rugido de furia mientras las puertas se abrían para que dos docenas de unidades le rodearan guardándose bien de quedar fuera del alcance de su aliento.

A las cadenas su unieron varias cuerdas, maromas y redes hasta que finalmente el dragón estuvo bajo un sudario que impedía cualquier movimiento brusco. Algunos comenzaron a lanzar gritos de alegría mientras otros gruñían mirando hacia la ciudad con preocupación.

El incendio había aumentado y era difícil no ver algún punto donde se elevasen las llamas. El trueno acalló ambos sonidos y la tromba de agua comenzó a caer desde un cielo endemoniado. La cantidad de agua era tal que pronto todos los focos no eran más que rescoldos humeantes.

Mientras tanto Mekro se acercó al dragón y con valor y gallardía colocó una gran aldaba en su fauces evitando así que pudiera abrirlas más que una estrecha abertura.

Entonces el júbilo estalló en alborozo, cánticos y carreras mientras los tres héroes observaban con cautela a la criatura que acababan de atrapar.
:klaskan: Árbitro de Klaskan, Capitan O'dehm, Seleuco de Babilonia, Miguel VIII Paleólogo de Bizancio, Dehmente el Hafling, Emperador Song.

Shogun Dehmoto en Shogun Risk
Emperador Dehmoto en Pax Britannica

SproCket

  • Humano1
  • Bibliotecario
  • **
  • Mensajes: 336
    • Ver Perfil
Re: La Batalla de Atnalta
« Respuesta #1 en: 03 de Noviembre de 2006, 08:31:07 pm »
Los tres héroes, Llewop, Mekro y Herzo  :wizardpoof:  :smil_zwerg2: :smil_ras2: se congratulan de la derrota de esta traviesa criatura, a la que harán pagar por este ataque pirómano.
Pax Britannica: Gran Breta?a || Klaskan: Humanos

fartet

  • Sabio
  • ***
  • Mensajes: 1319
    • Ver Perfil
    • Email
Re: La Batalla de Atnalta
« Respuesta #2 en: 03 de Noviembre de 2006, 11:03:49 pm »
pobre lagartijita..., habria que avisar a la Sociedad Protectora de Bichitos y Asimilados

Karnak

  • Gruntz, traeme m?s grog!
  • Mago
  • ***
  • Mensajes: 2320
  • Et in Arcadia Ego
    • Ver Perfil
    • Espada y Brujer
    • Email
Re: La Batalla de Atnalta
« Respuesta #3 en: 04 de Noviembre de 2006, 11:26:03 am »

  Otra victoria más de los Orcos.  Ni los dragones son adversarios para la Furia Verde. 

  Saludos
  Karnak.  Gran Señor de la Horda.
Muchas mentiras contadas unas pocas veces se convierte en conspiraci?n.? Una mentira contada muchas veces se convierte en realidad.

El Atlante

  • Bibliotecario
  • **
  • Mensajes: 318
    • Ver Perfil
Re: La Batalla de Atnalta
« Respuesta #4 en: 04 de Noviembre de 2006, 12:15:43 pm »
Dragones, dragones.... pffff. Me pregunto que harán las subrazas terrestres cuando tengan que enfrentarse a enemigos de verdad....

Alarico, el asesino de Absablo....
- Kharonte I Absablichalle, Rey de los atlantes.

- Miskunnarlaus I, Drakulya de los vampiros.

Karnak

  • Gruntz, traeme m?s grog!
  • Mago
  • ***
  • Mensajes: 2320
  • Et in Arcadia Ego
    • Ver Perfil
    • Espada y Brujer
    • Email
Re: La Batalla de Atnalta
« Respuesta #5 en: 04 de Noviembre de 2006, 03:46:56 pm »

  Ya será menos pezcailla.  El Absablo te llegó herido de muerte después de que le estampara mi flota de guerra contra su jeta. 

   Saludos
   Karnak.  Gran Señor de la Horda.
Muchas mentiras contadas unas pocas veces se convierte en conspiraci?n.? Una mentira contada muchas veces se convierte en realidad.