Autor Tema: LA BATALLA DE PANGEO  (Leído 2215 veces)

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bansee

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LA BATALLA DE PANGEO
« en: 07 de Noviembre de 2006, 09:54:35 pm »
Las tropas griegas entran impunemente en pangeo, esperando darse otro paseo por tierras macedónicas.Año tras año, tras la ruptura a traición de la tregua, los griegos han ido conquistando un territorio tras otro, con poca resistencia ante el pacífico pueblo macedónico, que no albergaba intención alguna de meterse en la guerra con su vecino.
La vanguardia la formaban doscientos caballeros griegos, algunos de ellos con grandes armaduras y espadas finamente forjadas. Detrás de ellos, unos mil infantes, organizados en dos columnas que avanzaban precediendo a trescientos expertos arqueros.
Mil quinientas almas griegas que mancillaban las tierras macedónicas a su paso triunfal.

"Pero hoy el destino de esta guerra cambiará"-piensa fieramente Lisimaco a lomos de su caballo. Durante demasiado tiempo hemos tenido que aguantar esta humillación, perdiendo territorio tras territorio ante la imposibilidad de hacer nada. "Hubo un tiempo para negociar, hubo un tiempo para sublevar en armas a la población civil.Y ahora es tiempo de expulsar a estos traidores de mis tierras".

Lisimaco se gira hacia el capitán de su caballería. Conoce a este hombre toda su vida, aunque él no lo sepa, y por ello lleva el peso de la vanguardia de su ejército. "Vamos, capitán. Es hora de darle a los griegos algo de su propia medicina".

Los griegos atraviesan con grandes precauciones una hondonada en el terreno, un sitio que parece propicio para una emboscada. El capitán griego envía exploradores a revisar la cima de las colinas que flanquean el camino, pero parece despejado. "¿Quien ha de oponerse a nosotros?", piensa jactancioso.
Pronto, todo el ejército cruza sin dificultad por la zona, pero, al retomar la marcha, un poderoso retumbar de cascos retruena por todo el valle. La extraña acústica del lugar impide al general griego adivinar por dónde viene el ejército enemigo, ni siquiera adivinar su número. "¡Debe haber miles!"-grita aterrorizado.

No miles, pero si muchísimos caballeros macenonicos atraviesa la hondonada y atraviesa la fila de arqueros, como si fuera agua desbordada, arrollando, machacando, aplastando, regando el suelo con la sangre de sus enemigos.
En unos segundos, los griegos pierden sus arqueros, y el desconcierto reina entre las tropas, mientras infantería y caballería giran para enfrentarse a la nueva amenaza. El capitán observa, desde la distancia, al propio lisímaco, al frente de su ejército. Éste, para melodramáticamente por un momento y cruza su mirada con la del griego.
Y sonrie.
"Volvamos a casa"-grita Lisimaco mientras gira grupas y vuelve tan rápidamente como ha venido, seguido de todo su ejército de caballeros.

Los griegos corren furiosos contra los macedonicos. Habían esperado durante meses enfrentarse abiertamente con ellos, pero no de esta manera. Pero, en fin, ya tienen un enemigo para combatir, no fantasmas tras los árboles y la incertidumbre de no saber dónde van a ser atacados.

La infantería es la primera en llegar a la hondonada.La cima de las colinas circundantes ha sido concienzudamente revisada por los exploradores griegos, pero ellos no son de estas tierras, y no conocen la mina de hierro que existe en la montaña, hábilmente camuflada por las tropas macedónicas. Y de ellas salen montones de arqueros, que disparan una salva mortal tras otra, que caen no sólo con la fuerza de los propios arqueros, sino además con la que les dá la posición elevada.
En estas condiciones, las flechas atraviesan con facilidad armaduras, músculos, tendones, y hasta huesos.

La infantería primero, y después la caballería, sufre incontables bajas antes de salir de la hondonada. Entonces, Lisímaco hace una señal, y las trompetas resuenan, para dar la orden a una enorme cantidad de infantes que salen de sus escondrijos y se enfrentan a los invasores.

Otra señal de lisímaco y otro clarín.

Una segunda ala de caballería, ésta mucho mas pesada, con poderosas armas y elaboradas armaduras, sale del otro lado de la hondonada, a espaldas de los griegos, impidiendo la huida de las supervivientes y azuzando a los acorralados extrangeros por todos los lados.

No se pidió merced.

Ni se concedió.

En dos horas, todo había terminado, y los otrohora orgullosos griegos ahora eran pasto de los cuervos.
"Ahora, recuperemos Pella"- grita con rabia Lisimaco mientras espolea a su caballo....
 :jinete: