Extracto del turno Enanos2 y de Enanos:

En el siguiente enlace podéis visualizar el gran anuncio del Torneo del Reino de los Dos Enanos: torneo. El texto está en formato pdf pero merece la pena. Desde luego los maestros enanos se han esforzado pues también disponemos de un documento de los enanos en honor a los caídos en su victoriosa batalla contra los orcos.


Extracto del turno Atlante:

 

Adjuntamos aquí un pequeño extracto del discurso del Rey Derminëista ante el Consejo de Ancianos:

“Ilustres miembros de esta Cámara. Tristes son los hechos acontecidos en el Norte y de los que vengo a dar razón aquí hoy. No me cabe la menor duda que los hechos en cuestión son ya perfectamente conocidos por ustedes, así como por el resto del pueblo atlante. Por eso no serán los hechos lo que relate aquí. Sólo he venido a poner en conocimiento del Consejo mis decisiones en el Norte y sus motivaciones. No vengo en busca de perdón, sino de comprensión. A nadie más que a mi duele lo sucedido en el Norte, pero en absoluto debe resultar sorprendente. Ahora lo que debemos hacer es aprender de lo sucedido para que no vuelva a pasar.

[…]

La decisión por parte del antiguo monarca de levantar una ciudad en el Norte de forma poco meditada se ha revelado como catastrófica. Así tuvimos que padecer el ataque de unos seres que los antiguos textos identifican como orcos. Aunque si bien los destrozos y las pérdidas atlantes fueron escasas, debió servirnos como clara señal de aviso.

Como consecuencia de este ataque nuestro ejército se desplazó al Norte. No considero ésta una decisión errónea, ya que no se ha construido la ciudad atlante que sea abandonada sin lucha. El problema es que nuestro enemigo superaba nuestras capacidades. Un ejército de seres de ultratumba se levantó para combatirnos. Ahora sé que poderosos hechizos orcos estaban detrás de este ataque. Y bien que nos debilitaron los muertos. Porque si en un primer momento los rechazamos, y finalizamos la construcción de una Fortaleza para defender la ciudad, en un segundo ataque nos hirieron gravemente. El ataque se produjo directamente a la ciudad, y desde la Fortaleza no podíamos conocer la naturaleza exacta del problema. Por eso decidí el envío a la ciudad de un contingente al mando del Heredero. Pero temeroso de un ataque orco el grueso del ejército permaneció en la Fortaleza. Nuestras tropas fueron derrotadas y el Heredero muerto. Quizás podría decirse que en esta decisión me equivoqué. Pero sólo si hubiera sabido lo que sé ahora. Con la información que disponía habría sido igual de arriesgado dejar la Fortaleza desguarecida.

[…]

Con la ciudad en poder de los muertos nuestras opciones se reducían. Atendiendo al sufrimiento de la población antes que a consideraciones estratégicas, decidí afrontar la toma de la ciudad, a pesar del peligro orco sobre nuestras cabezas. La ciudad fue reconquistada pero la Fortalezaza arrasada por orcos y otros seres extraños, a los que algunos nombran como Servidores. Pero aunque todas las tropas hubieran permanecido en la Fortaleza nuestras opciones de victoria habrían sido muy limitadas, tal era el poderío del ejército atacante.

Tras esta derrota la única opción que quedaba era abandonar la ciudad, ya que intentar resistir sólo habría supuesto la muerte de todos.

[…]

No considero que mis decisiones hayan sido erróneas. Considero que nos enfrentamos a un enemigo superior en número y que contó en todo momento con una posición de ventaja. Este terrible trance nos ha brindado una valiosa experiencia. ¿Continuamos en peligro? Los profundos mares nos protegen. Nuestros navíos y la pericia de sus tripulaciones serán ahora y siempre el infranqueable escudo que nos brinde tranquilidad.

Pero obra en nuestro poder ahora conocimientos que pueden ser de gran ayuda de cara a vengar la afrenta sufrida. Porque esto no termina aquí, y mucha sangre orca será derramada en pago por el dolor sufrido por las familias atlantes. Y ésta es una promesa Real.

Muchas gracias.

[Leves aplausos y murmullos]”


Extracto del turno saurio relatando el rescado de un héroe inmortal:

Encuentros en la Tercera Jungla

Había sido un largo día de guardia para Sleeze, un sofocante y largo día de guardia mientras vigilaba el perímetro de las obras de la nueva ciudad que su raza, los antiguos y sabios saurios, estaba terminando de construir en las junglas de Klaskan. No es que fuera un tipo perezoso y gandul, no, ni que el calor y el cansancio del trabajo hubiera provocado un ligero sopor que evolucionó en un estado de duermevela... no... mas le valía a él, pues el sargento Constrictor era muy estricto para con aquellos que descuidaban sus deberes. Simplemente estaba muy bien oculto entre los grandes helechos que cubrían el suelo de la selva y por ello no se apercibió antes de su presencia hasta que tropezó con algo blando y escuchó un débil gemido...

A pesar de lo que pueda parecer, la respuesta ante tal hallazgo fue pronta y rauda, adoptando la temible postura inicial de combate sauria, la postura de la cobra, esperando el ataque. No fue culpa suya que en el desarrollo de tal postura, la lanza, que seguramente la habían calibrado mal para su desgracia, tropezó con su cola, haciéndole perder el equilibrio y caer al suelo, frente con frente a lo que parecía ser una criatura humanoide.

La criatura tenía un tono de piel sonrosado, y en vez de estar cubierto de bellas y pulidas escamas de vivos colores, sino que a lo sumo, una especie de pelo, como el de las enormes ratas caopiríes que vivían en las marismas, que le cubría gran parte de la cara. Su cuerpo apenas estaba cubierto de lo que parecía ser una especie de túnica de lino pobremente tejida, aunque de aspecto resistente y unas pocas protecciones corporales que seguramente debían formar parte de una impresionante armadura. La criatura, giró levemente la cabeza, abrió los ojos y consiguió articular una palabra: “Agua”.

¡Habla! – pensó Sleeze, mientras daba un elegante y cuidadoso salto hacia atrás para adoptar una posición defensiva, ya que siempre se había esmerado en perfeccionar las artes de combate de su pueblo, y para lo que cualquiera pudiera parecer una súbita y repentina retirada por el suelo sin ton ni son, en realidad escondía una sutileza y una economía de movimientos exquisita. Lástima que el sargento no hubiera estado allí para admirar tal maestría...

Sleeze estaba un poco perplejo, pues nunca le habían dicho mientras era instruido en la Academia Militar que hacer en estos casos. Como mucho habían aprendido a formar y realizar distintas acciones de combate, pero siempre en bloque, no de manera individual... Si se mueve, grita, ataca y luego corre... decían... o era al revés? Afortunadamente Sleeze era muy inteligente, o al menos eso le había dicho siempre su madre, por lo que no tuvo problemas en comprender varias cosas, tras concentrarse en el problema durante un buen tiempo. Primero, que no era un saurio; segundo, que no planteaba ningún tipo de peligro para él (raro sería que algo planteara problemas a tan bravo luchador); y tercero, que seguramente sus mandos querrían interrogarlo.

Así que ni corto ni perezoso, se agachó, le acerco la calabaza donde guardaba el agua, le dio de beber y le ayudó a ponerse en pie, echándoselo al hombro mientras le dejaba que se apoyara en su lanza... Has tenido suerte, le dijo Sleeze, que te haya encontrado yo, si te llega a encontrar alguno de mis compañeros, buenos chicos pero un tanto cortos de entendederas, te habrían alanceado sin dudarlo, pues somos fieros guardianes. Menos mal que topaste conmigo, que tengo estudios, que si no... ahora estarías esperando el juicio de Seth.

Gracias – fue la lacónica respuesta...