Extracto de un turno Orco:
La despedida:
Muggrath llegó corriendo a su choza, el enorme
orco exultaba alegría por los cuatro costados.
-Mamá, mamá. Me han ascendido a Mak Ur-Hoth, por fin lo
he conseguido. Soy uno de los mejores guerreros de la Horda y el Gonun
me lo ha reconocido.
La mugrienta choza no era lo suficientemente alta como para que Muggrath
pudiera permanecer erguido en su interior por lo que tenía que
permanecer con los hombros encogidos y su cabeza gacha lo que le daba
un aspecto de sumisión. Una postura cómica pues su madre
que tenía ascencia Ogra tenía casi su anchura de hombros
y aunque su estatura sí le pemitía deambular erguida por
toda la choza no le llegaba ni a la altura de los hombros, parecía
que su presencia le inspiraba un profundo respeto y un temor insondable.
A pesar de su corpulencia andaba entre los trastos, cachivaches, esclavos
y enseres con la agilidad de un Lobo de las Nieves. Estaba de espaldas
a Muggrath en el centro de la estancia revolviendo un caldero de más
de un metro de circunferencia y ni siquiera se volvió para saludar
a su hijo.
- ¿Qué educación es ésta?. –Refunfuñó
la orca- sal fuera, límpiate las garras de los pies y lávate
las manos que la cena está casi lista. Hoy tenemos tu plato favorito,
tapón a la campesina. –Y continuó revolviendo el caldero
sin volver la mirada-.
- Oh...má, enseguida vuelvo. –Muggrath salió y se
aseó para la cena-
Cuando regresó aseado y con el pelo aplastado a un lado con la
raya al centro la mesa ya estaba puesta. En el centro un enorme tapón
asado estaba listo para ser repartido entre la familia, su madre se sentaba
enfrente suyo y su corpachón ocupaba todo el ancho de la mesa al
igual que Muggrath con su parte de la mesa. En el extremo derecho se sentaba
su padre al lado de su inseparable garrafón de Grog. Comenzaron
a servirse del asado trinchando de cualquier parte y comiendo directamente,
bebiendo de cuando en cuando de una botella de Grog que cada uno tenía
para su uso.
- Dime má... ¿qué te ha parecido mi ascenso?. –Muggrath
preguntaba con cara de lechoncito en epoca de Navidad-
- Oh hijito... estoy tan orgullosa de tí. Por fin has conseguido
ser un gran Guerrero. No como el fracasado de tu padre –La orca
le arreó con la tapa del caldero de hierro colado, que así
a ojo podría pesar 5 kilos, el padre ni se inmutó y siguió
dándole a la garrafa de Grog y picando de su plato de comida- Cuéntame
como ha sucedido todo.
- Verás má... al Gonon Tor-Wuazi le gustó mi actuación
en la Batalla de la ciudad tapona, dijo que mi arrojo y mi valentía
al acabar yo sólo con media unidad de arqueros en la empalizada
de la fortaleza le causó muy buena impresión. Desde entonces
lleva observando mi comportamiento en diversas escaramuzas, y al quedar
vacante el puesto de Urdanâk en la Mak después de la rebelión
de algunos ingratos a la Horda que han terminado como esclavos ha decidido
que yo era el más indicado para el puesto.
- Violenzia...violenzia..sólo violenzia, salvajizmo y zaqueos.
Como dice nuestro profeta el Gran Ayuk-Bardin la violenzia sólo
engendra .... esto... –CLONK, CLONK, la tapa del caldero volvió
a estreyarse contra la cocorota del padre de Muggrath nuevamente sin efectos
aparentes- ezo violenzia. Teniaz que haberte dedicao a eztudiar y a hazerte
un orco de provecho y no andar todo el día por ahí saqueando,
violando y mantando gente.
- Cállate ya Glosnar¡¡¡ eres un inútil
y una verguenza para nuestro pueblo. Desde que acudes a la Iglesia del
Puercoespín Asado, no eres el mismo, aunque ya decía mi
madre que eras un fracasado. Debería haberme arrejuntado con Tahkôrth
que sí que fue un gran guerrero...
- Pero si a Tahkôrth lo mató un tapón mientras huía
en la Batalla de los Abizmoz de Holmz –Replicó Glosnar-
- ¿Como te atreves viejo borracho? –Replicó airado
Muggrath- Tor-Wuazi nos ha contado miles de veces esa batalla y dice que
fue una gloriosa victoria contra los cobardes taponez, Tahkôrth
murió para mayor gloria de la Horda, como muchos más aquel
hermoso día.
- Anda ya...yo eztuve allí y zé lo que digo. Aquello fue
una auténtica matanza, zólo zobrevivimoz doze orcoz de los
cazi 150.000 que aquel día noz congregamoz en el Abizmo. Fue allí
donde ví la Luz al comerme un Puercoezpín del hambre que
había pazado durante el regrezo.
- Tú lo que pasa es que siempre has sido un cobarde –Replicó
la madre de Muggrath- Un humano hubiera tenido más pelotas que
tú en esa batalla. Así estás que desde aquel día
sólo bebes Grog y comes puercoespín asado y verduras hervidas.
Gandul¡¡¡ gandul¡¡¡ que no das ni
golpe¡¡¡ -Esta vez ya comenzó a notarse un bulto
en forma de chichón en el cabezón del orco-
- Es cierto papá te has dado a la comida vegetariana y eso no es
bueno para un Orco, cuando uno se abandona de esa forma puede perder hasta
las ganas de vivir. Y en cuanto a lo que dices de la Batalla del Abismo
el propio Tor-Wuazi dice que fue un glorioso ataque hacia atrás,
los taponez huyeron despavoridos ante la sorpresa. –Muggrath esgrimió
una pata asada a modo de espada mientras daba tajos al aire- debió
ser una batalla gloriosa.
- Oh... zierto... huyeron dezpavoridoz hacia nozotros que atacábamoz
gloriozamente hacia atráz. – Gloznar dió un prolongado
trago a su garrafa de Grog de 25 litroz- tal vez por eso zólo zobrevivimos
doze. En fin me termino miz verduraz que tengo que ir al templo para el
ofizio de la tarde. Hijo mío te deseo toda la suerte del mundo,
que el Minidios Dehm-i-Moore otorgador de fortuna ezté contigo.
–Apurando el Grog se levantó para irse-
- Espera papá. Te he traído algo. –Muggrath rebuscó
en su bolsa- lo pisé mientras venía de la Choza-Cuartel
General, y pensé que te gustaría tenerlo. – Y le alcanzó
un puercoespín aplastado de tal forma que parecía una alfombra
de piel y espinas-
El padre de Muggrath se arrojó al suelo llorando, rezando y gimiendo.
Entre los sollozos se le entendían palabras como “herejía”,
“el mesías ha regresado”, y otras incoherencias mientras
intentaba recomponer los restos del animalito.
- Sabía que te gustaría –Replicó Muggrat soltando
una carcajada-
- Fracasado¡¡¡ gandul¡¡¡ inútil¡¡¡
-Gritó la medio-Ogra, y le lanzó la tapa del caldero, el
caldero, la mesa y varios muebles que encontró por la zona con
una puntería envidiable-.
- Adióz cariño... no me esperez hazta dentro de trez díaz
porque ahora hay que ezperar zi rezuzita el Mezíaz –gritó
el padre mientras se escurría fuera de la choza con las piel y
las espinas cuidadosamente protegidas en su regazo-
Muggrat se rió una vez más, en el fondo le encantaban esas
pequeñas riñas familiares. Se levantó y recogió
su Hacha de Batalla, forjada por su madre por su octavo cumpleaños.
–He de irme, me espera mi prueba de valor. Debo capturar a la mítica
Ave Mol-Stress y demostrar así mi valía para el puesto que
se me ha otorgado en la Horda-. Su madre se levantó orgullosa y
lo abrazó. – Sin duda que lo conseguirás, como que
eres mi hijo-. Y lo acompañó hasta la puerta de la choza.
Muggrat se alejó calle abajo con su hacha al hombro, su armadura
de combate puesta, el escudo atado a la enorme espalda. No volvió
la vista atrás, su mente sólo estaba pendiente de su misión:
capturar el Ave Elemental y regresar con ella. Su madre quedó en
la puerta de la choza, aún era joven y según los cánones
de los orcos guapa. Hombros anchos como un ropero, muslos del grosor de
pinos, brazos capaces de romperle el cuello a un tapon, cabeza ancha y
cara enorme con una nariz prominente herencia de sus antepasados ogros
su figura la completaban dos enormes ubres y un culo que necesitaba un
sofá para poder sentarse con comodidad. Era sin duda la admiración
del barrio. Regresó al interior de la choza tras cerrar puerta
tras de sí, se sentó a la mesa y acabó con los restos
del tapón asado y lo que quedaba de Grog en las botellas...contemplando
ensimismada el dibujo que su Muggrat le había regalado cuando cumplió
ocho años.
- Se parece tanto a su padre- Suspiró con amor...
La invocación:
Un mensajero entró en la Tienda de Tor-Wuazi
- Gran Amo un mensaje urgente de los Grandes Chamanes –dijo arrodillándose
y ofreciendo un pergamino de piel humana al Caudillo Orco-.
Tor-Wuazi se tomó su tiempo antes de incorporarse de su lecho,
odiaba que lo interrumpieran mientras se encontraba con su harén,
pero cuando se trataba de los requerimientos de los Chamanes más
que pesadez le sobrevenía una pequeña desazón. Al
Caudillo Orco nunca le gustaron los que tenían tratos con los poderes
Arcanos, no entendía la Magia y lo que no era capaz de entender
lo ponía nervioso. Con visible mal humor despidió a las
veintidos concubinas con las que estaba pasando la noche y se apresuró
a ponerse su armadura de batalla y enfundarse al cinto su cimitarra y
su cuchillo Kukri*.
- Guardias avisad a Gruntz que se persone inmediatamente. – El Gran
Orco era parco en palabras y rápido en acción-
Aún no se había terminado de enfundar la Espada al cinto
cuando se presentó Gruntz totalmente desnudo y con una joven Orca
debajo de cada brazo.
- A su mandato Amo –consiguió cuadrarse sin soltar a ninguna
de las hembras-
- Gruntz a veces me pregunto si tienes algo de cerebro en el interior
de tu cabeza.
- ¿Serebro?, ¿en el interior de mi calabazo? – Gruntz
comenzó a golpearse contra el madero central que sostenía
la tienda que comenzó a estremecerse peligrosamente- fuera serebro...
no quiero cosas en el interior de mi cabeza que dificulten mis pensamientos,
fuera fuera....
- Gruntz, deja el madero antes de que se caiga el techo de la tienda encima
de nuestras cabezas o yo mismo te sacaré el cerebro por tus orejas.
Ahora coje el pergamino y léeme lo que pone.
El mensajero que seguía inclinado ocultaba su cabeza entre las
rodillas aunque mantenía extedido el brazo con el pergamino al
extremo. Gruntz recogió el pergamino y comenzó a darle vueltas.
Al cabo de un rato se lo entregó a Tor-Wuazi. –No sé
lo que pone Amo del Mundo, debe ser porque creo que no sé leer-
- Yo tampoco Gruntz, vete a vestirte y de regreso te traes un tapón
que conozca idiomas y conserve la lengua en su sitio. –Contestó
Tor-Wuazi-
- Como desees Amo, -Y con una hembra bajo cada brazo, que no había
soltado ni para leer el pergamino dió media vuelta y se dirigió
a su choza-.
Mientras Gruntz abandonaba la tienda el mensajero recobró la compostura
y carraspeando llamó la atención de Tor-Wuazi.
- Mi Gran Señor, se me ha ordenado que os diga que los Grandes
Chamanes requieren de su presencia en la Caverna, pues al parecer han
ocurrido extraños sucesos que requieren de vos. El pergamino indica
ciertos objetos y materiales que debéis llevar con vos a la Caverna.
–Y sin esperar respuesta el mensajero desapareció como había
llegado, más por temor que por indicación de Tor-Wuazi,
dejando el pergamino en manos del Gran Orco.
A media mañana se había reunido la Skuthzugra*
con Gruntz al frente, también se habían recopilado los materiales
que se indicaban en el pergamino que se habían acumulado en tres
carretas y ocho mulas. Estos productos eran de lo más variado,
doce taponez, 20 barriles de Grog, que ocupaban casi todo el espacio de
las carretas porque los taponez se habían amarrado a las mulas,
gran cantidad de hierbas aromáticas y venenosas y por último
se había pedido leña en abundancia y hojas de pino aromáticas
pero Gruntz en uno de sus alardes de lógica orca había decidido
cortar tres pinos enteros de un bosque próximo y “que los
Grandes Chamanes cojan la madera y las hojas que deseen ellos mismos”.
A mediodía empredió la marcha la comitiva, con la excusa
de que iban de caza y que cualquiera se hubiera creído si no hubiera
sido por los tres pinos que arrastraba la última carreta. Se dirigieron
hacia el Este para a las dos horas girar hacia el Sur hacia el interior
del Gran Desierto donde en las montañas se situaba la Caverna de
los Chamanes. Saliendo la Luna Roja llegó el grupo a la entrada
de la Caverna, llenos de polvo y arena del desierto, nadie había
pronunciado ni una palabra durante todo el camino. Tres grandes Ogros
recibieron a los guerreros y ayudaron a bajar la mercancía de las
mulas y las carretas. Tres de los taponez habían muerto durante
el camino.
- Estos infraseres no aguantan ni un pequeño paseo
por el desierto –farfulló Gruntz mientras los arrojaba a
una esquina del depósito junto a la entrada de la Caverna-
Finalizada la descarga de todo el material, el jefe de
los Ogros indicó a Tor-Wuazi que lo acompañara pero dijo
que su Guardia que debía esperar fuera al aire libre. El Gran Orco
protestó, no le gustaba la idea de enfrentarse a la Magia sólo;
aunque confiaba en su poder y en su espada, preguntó si su fiel
Gruntz podía acompañarle. El Ogro asintió. Gruntz
temía que fuera a suceder algo parecido, a regañadientes
acompañó a su Amo al interior de la Caverna, les guiaba
el Jefe Ogro, mientras que los otros dos cerraban la marcha portando cada
uno una antorcha que iluminaba el camino por la oscuridad.
Tor-Wuazi no supo cuanto tiempo estuvo caminando en medio de sombras y
oscuridad, atravesaron cuevas inmensas, agujeros por los que escasamente
podían pasar, puentes de piedra que parecían mantener el
equilibrio en el vacío. Rodearon lagos subterráneos en los
que ondulaban tenebrosos presagios de terrores bajo su superficie. En
algunas zonas podía vislumbrar una especie de torres fortificadas
donde unos reflejos de ojos felinos le devolvían la mirada, y en
cierta ocasión en una caverna que no parecía tener techo
oyó unos susurros por encima de su cabeza, y el viento agitado
de que algo los sobrevolaba; no podía olvidar la incertidumbre
de que la magia movía fuerzas que él nunca llegaría
a comprender pero sí a temer.
Finalmente llegaron a una cueva que se encontraba algo iluminada. Algunas
antorchas dispersas a lo largo de las paredes difuminaban una luz danzante
que arrojaba sombras juguetonas que parecían arder en la oscuridad.
En el centro de la sala observaron a un grupo de Chamanes sentados alrededor
de la apertura de un pozo que se abría en la inmensidad del Abismo,
sobre el pozo colgaban varios taponez boca abajo colgados del techo por
las piernas con cadenas. Algunos taponez aullaban de dolor y otros de
puro terror, Tor-Wuazi se percató de que la mayoría eran
los taponez que había traído consigo desde el campamento.
Una observación mas detallada del lugar le permitió contemplar
que en la sala ya se encontraba todo el cargamento de Grog que había
transportado, que los pinos habían sido reducidos a pequeños
tocones de leña, y que las hierbas estaban siendo triturados en
un rincón por un grupo de Goblins que se afanaban seriamente en
su tarea. En ese rincón más iluminado que el resto de la
sala una gran marmita de hierro de más de 3 metros de diámetro
se encontraba sobre un fuego que era alimentado y avivado continuamente
con la leña y aromatizado con el pino. Continuamente se arrojaba
sobre su interior las hierbas que se iban triturando en la mesa que se
encontraba a su lado. El vapor que desprendía el enorme caldero
se mezclaba con el aire caliente, asfixiante y nauseabundo que emergía
del pozo y se expandía por toda la caverna y se aposentaba sobre
los asistentes causando una especie de sopor, que unido al humo de las
pipas que fumaban los Chamanes hacía que las sombras adquirieran
una extraña vida y su danza del fuego se convirtiera en un Baile
de la Muerte.
Alrededor del pozo habían 17 chamanes*, Goblins,
Orcos, Ogros, Hobgoblins. Representantes de todas las razas pielverdes
estaban allí congregados y lo que resultaba extrañamente
curioso había hasta un Troll de piedra. Todos eran miembros del
culto de Mara-Khâli*, la diosa Madre de los Demonios, Señora
de los Infiernos. Reconocidos por su característica cabeza afeitada
y remachada con clavos de hierro por lo que eran conocidos como Phinheas,
un procedimiento bastante doloroso y que les hacía ser dignos del
amor de Mara-Khâli. Sus ritos son secretos pero en cualquier caso
las leyendas les atribuyen sacrificios cruentos y dolorosos, aún
así y como marca la Ley es uno de los 7 cultos Secretos registrados
en la Horda. Los Taponez también eran 17 y todo parecía
indicar que allí iba presenciar uno de sus terribles y secretos
sacrificios rituales.
Un Goblin Phinheas habló a Tor-Wuazi
- Acércate guerrero, todas tus preguntas hallarán aquí
su respuesta –Y volviendo su mirada hacia el foso añadió-
El oráculo te dirá todo lo que deseas y te hará dos
concesiones.
- ¿Como sé que puedo fiarme de vosotros cabeza de tacha?
–Preguntó Tor-Wuazi
- Hace tres días se nos apareció la Gran Mara-Khâli,
la Madre, y nos desveló ciertos pasajes de tu futuro. También
nos dijo que hoy se presentaría aquí el Mensajero de los
Dioses para hacerte entrega de las ofrendas que los Dioses te han concedido
pues han tejido para tí un Destino único que llevará
al Pueblo Verde a la gloria. Hemos preparado el sacrificio para que el
Minidios Dehm-i-Moore*, El Mensajero, se presente y te conceda los Favores
Divinos.
- ¿Y cómo sé que todo esto no es una trampa? –preguntó
aún desconfiado Tor-Wuazi.
- Nuestro culto hace los mayores sacrificios para ganarnos el Amor de
la Madre, nuestras cabezas así lo atestiguan –Contestó
el Goblin-
- En el caso del Troll no creo que haya sufrido tanto... –Replicó
el guerrero-
- Aún así ésta es una de las pruebas menos dolorosas
que nos exige la Madre, no sólo es nuestro cuerpo físico,
sino nuestra mente y nuestra alma que se resquebrajan en nuestra entrega
voluntaria a Mara-Khâli. Ella nos habla a través de estas
hierbas que fumamos y las pócimas que bebemos en su honor. Los
Elementales de la Tierra nos ofrecen la hierba de Mari, o los hongos Sombrero
Loko, la nuez de Ur, el musgo Melandar, la hoja de Hamindea, la corteza
de Cury, la raiz de Arlan, la flor de Breldiar y muchas otras que nosotros
destilamos y convertimos en pociones que luego mezclamos con el mejor
Grog que utilizamos como base. Con ellos accedemos al Plano Espiritual
y contactamos con los Dioses y Minidioses, y así hace tres días
se nos comunicó que hoy se te concedería la revelación.
Y que el propio Mensajero se personaría aquí para comunicarte
tu Destino, nosotros sólo somos el medio para que tome forma física
en el Plano de la Materia. –El Goblin se hizo a un lado y dejó
un hueco
- Siéntate aquí. El ritual está a punto de finalizar.
– Le pasó una gran copa con un líquido espeso- Bebe
y aguarda la llegada del Minidios.
Tor-Wuazi se sentó junto al Chamán Goblin,
ojeó a su alrededor y vió cómo el resto de Chamanes
apuraban su copa. Miró la suya y la bebió de un sorbo, tenía
un sabor dulzón y agradable, era tibio y le reconfortó el
estómago que se encontraba tenso con tantas emociones y los nervios
a flor de piel. Se enjugó el líquido con una mano y notó
cómo el calor pasaba del estómago a su cabeza y la embriaguez
tomaba sitio a su escaso raciocinio. Ni el Grog más potente, ni
en abundante cantidad hubiera conseguido el mismo efecto en tan poco tiempo,
en pocos minutos la cabeza de Tor-Wuazi comenzó a oscilar de un
lado a otro, chispas de colores danzaban ante sus ojos, y el fondo oscuro
del pozo parecía bostezar con hambre bajo él.
Los acólitos Ogros bajaron las cadenas que sujetaban a los taponez
hasta quedar a la altura de los Chamanes. Cada uno tenía en su
mano un cuchillo ritual semejante a una espada Kosphita*, con ellos empezaron
a hacer marcas en los cuerpos de los taponez, como si fueran señales,
que inmediatamente comenzaron a manar sangre en abundancia. La agonía
de los esclavos duró poco porque tras unos breves rituales de inscripción
en sus carnes, los Ogros los soltaron y cayeron al abismo donde se perdieron
sus alaridos de terror. Sólo llegó el eco lejano de un chapoteo
viscoso. Y poco a poco la penumbra fue convirtiéndose en una sombra
latente que se escurría hacia los rincones consumiendo la luz que
daban las antorchas y mitigando el fuego de la marmita. Los sirvientes
dejaron de trabajar y mantuvieron un respeto silencio, la sombra fue ganando
posiciones en toda la sala y la luz retrocedió hasta los tizones
de las antorchas y la fogata oprimiendo a los presentes, y luego una Sombra
aún más poderosa y asfixiante se alzó sobre el Pozo.
El Mensajero había llegado.
El MiniDios Dehm-i-Moore, el Mensajero, el Caos Aullante, el Dador de
Miserias. Su presencia sobrecogió a Tor-Wuazi, la imagen que se
veneraba en los templos de Maus-Shakutarbîk daban la imagen de un
Orco joven, alto, con alas en los pies y en la cabeza, portando en la
mano derecha una balanza y en la izquierda un dado de 100 caras. Pero
ésto que ahora veía era un Demonio salido de lo más
profundo del Arallu*, y su corazón de encogió de terror.
El MiniDios le habló directamente a su cabeza.
-“Tor-Wuazi, el Destino te ha escogido para fines
que nunca podrías soñar. Los Dioses no podemos revelarte
nada, pues es nuestra obligación dejar que el destino se cumpla
por tus propias acciones. Pero has sido tocado por la Divinidad y por
lo tanto te han sido concedidos dos deseos, la ofrenda ha sido otorgada
y los Dioses están satisfechos. Pide y te será concedido”.
El Guerrero permaneció mudo de terror, pero un
codazo del Chamán Goblin lo sacó de su estupor. –Ahora
has de formular tus deseos-.
Tor-Wuazi aclaró la garganta que tenía
seca, intentando aparentar valor. Carraspeó y finalmente dijo:
- Oh¡¡ Gran MiniDios, que se cumpla tu voluntad y la del Destino.
Deseo la aparición automática de un Héroe, de un
Mago que de vida a la Torre del Fuego de Lughâsh. Y deseo que el
Destino favorezca mi búsqueda de la Mítica Espada Skali-Bur.
De pronto la Sombra retrocedió por toda la sala
y se encogió hacia el fondo del foso, la luz recobró su
anterior luminosidad y todo pareció volver a la normalidad. El
regreso del MiniDios fue tan rápido que Tor-Wuazi ni se había
percatado. Otro codazo del Goblin lo volvió a la realidad.
- Tómate este Grog muchacho, te hará bien –Y le pasó
una garrafa de Grog-
Apuró la bebida hasta la última gota, calmando su sed e
intentando olvidar los momentos angustiosos que había pasado. Sin
embargo el Grog le fue devolviendo a la realidad y se sacudió los
últimos restos del sopor que le había embotado los sentidos.
Pronto trajeron más antorchas y el ambiente comenzó a animarse
con la incorporación de nuevos invitados a la reunión, la
mayoría de ellos hembras.
- Supongo que ya te encuentras bien guerrero. El MiniDios te escuchará.
Ahora si no te importa hemos de acabar el ritual con una pequeña
bacanal y dar cuenta del Grog que tan generosamente nos has traído,
creo que es hora de que regreses a tu campamento. –El Goblin se
dió media vuelta ignorándolo y se enganchó de una
Ogra que le triplicaba en tamaño- La salida es por ahí dijo
señalando un hueco en la esquina junto a la marmita.
Todavía vacilante Tor-Wuazi salió por la
obertura que le señaló el Goblin, al otro lado se encontró
con el almacén donde inicialmente habían amontonado las
mercancías que bajaron de las carretas y las mulas. Visiblemente
enfadado pensó en el tiempo que había perdido dando vueltas
por las cavernas para llegar al punto de salida. Allí se encontraba
Gruntz que había sido sacado de la Sala poco antes de que finalizara
el ritual, estaba totalmente borracho y hubo que cargarlo y amarrarlo
sobre su Lobo de Guerra para que no se cayera.
Tor-Wuazi seguido de su séquito se adentró nuevamente en
el desierto, la luna se encontraba en lo más alto del cielo y halo
de luz alumbraba su camino de vuelta. Meditaba los extraordinarios sucesos
que habían ocurrido esa noche.
-En verdad Gruntz que el Destino y los Dioses se han aliado, porque lo
sucedido esta noche escapa a nuestra comprensión. Han ocurrido
sucesos de lo más extraordinarios.
-Y que lo diga Amo –Gruntz articulaba con visible dificultad habida
cuenta de su embriaguez- Hasta esta noche nunca me lo había hecho
con tres Ogras al mismo tiempo...tienen unas ubres que...
El guantelete tachonado de clavos de Tor-Wuazi se flexionó en un
giro rápido hacia la izquierda, impactando la mandíbula
de Gruntz en un golpe seco. Gruntz cayó hacia atrás y así
se quedó, y así llegó hasta el campamento dormido
y atado a su Lobo de Guerra. Y esa misma noche contó a todo el
que quiso oírlo en el Chiringuito*, que la noche anterior se lo
había hecho con 5 Ogras y que sus ubres son como barriles de Grog.
Aunque nadie daba crédito a su historia. Porque estas cosas no
pasan nunca.
Kukri: N.d A. cuchillo largo usado
por los Gurkas del Nepal. Se caracteriza por su hoja curvada hacia el
exterior mientras su ancho aumenta desde la empuñadura hacia la
punta. Se asemeja a una hoz pero con el ancho de la hoja al revés.
Skûthzugra: Los Asesinos Oscuros. La Guardia Personal del Gonun
Tor-Wuazi.
17 chamanes: El número 17 es mágico entre
los Orcos ya que es el número de signos del Zodíaco Orco.
Mara-Khâli: la Diosa del Infierno en el Panteón
Orco. Es la madre de los Demonios. También llamada La Madre. Sus
acólitos se afeitan la cabeza y se clavan la cabeza como símbolo
de su entrega a la Diosa y por esto son conocidos como Pinheas. Más
información en Panteón Orco.
Organización de la Horda:
Tras el advenimiento al poder de Tor-Wuazi, la Horda ha
sufrido una serie de remodelaciones en su estructura militar para poder
adecuarla a las diferentes situaciones en que podría verse involucrada.
De esta forma la flexibilidad con que intenta dotarse podría dar
respuesta rápida y contundente de una forma adecuada maximizando
los medios militares disponibles. Con el tiempo la estructura militar
se irá adecuando con la incorporación de nuevas unidades
y pertrechos y se engrosarán las filas de cada División.
En realidad la Horda de Tor-Wuazi se denomina en Lengua
Negra Kazgûmhoth, La Horda de la Sombra Silenciosa, y éste
por ser su Líder Absoluto es el Gonon o Señor. Su título
es Gonon-u-Kazgûmhoth, o Señor de la Horda de la Sombra Silenciosa.
La Guardia personal que escolta y acompaña siempre al Gonon Supremo
es la Skuthzugra, los Asesinos Oscuros. Son la élite de las tropas
de la Horda y la forman los mejores guerreros que han ascendido todos
los escalafones del ejército.
La Horda se organiza por divisiones denominadas Ur-Hoth
o Gran Hueste y puede estar compuesta por varios miles de guerreros, está
bajo el mando de un Urdânuk o Gran Comandante. Las divisiones son
grandes ejércitos adscritos a una amplia zona y que tiene capacidad
tanto defensiva como ofensiva. Cada división se subdivide a su
vez en tres batallones que se denominan Imga, primer batallón que
tiene como misión la vigilancia de los territorios a cargo de la
Ur-Hoth bajo el mando de un Comandante Imga-Urdânuk. El segundo
batallón formado por los cuerpos de élite de la Ur-Hoth
con misiones de ataque y apoyo en grandes ofensivas es el Mak, bajo el
mando del Mak-Urdânuk. Y el tercer batallón el Kirn, formado
por el grueso del ejército con tropas de baja calidad, novatas
o por tropas aliadas con mandos que no pertenecen directamente a la Kazgûmhoth,
están bajo el mando de un Kirn-Urdânuk.
Los grados de mando en la Kazgûmhoth tras Comandantes
de los Batallones son los siguientes:
Kritar: Gran Capitán, comanda una Agar-hoth o
hueste de Sangre, que puede formar hasta 1000 soldados.
Drartûl: Capitán, comanda una Strig-Roytar,
puede formar hasta 100 soldados.
Ujâk: Sargento, comanda patrullas de hasta 10 soldados.
Son asistentes de los Drartûl y muy raramente forman unidades de
combate aisladas.
Una unidad que merece especial atención y debe
considerarse aparte de la estructura orgánica de la Kazgûmhoth
es el cuerpo de exploradores, pues su versatilidad les permite formar
en cualquier unidad de una Ur-Hoth, dando apoyo logístico y táctico
con la información que puede aportar y en otras ocasiones actúan
por su propia cuenta explorando territorios directamente para el Gonon,
ante quien responden personalmente. Ellos son los Grimbûrz y prácticamente
es una unidad de élite por las características que poseen.
Esto es lo concerniente a la organización militar
de la Horda. En próximas entregas se estudiará la organización
administrativa en lo concerniente al Conclave de Magos, los Gremios, la
Eclesiarquía, y los Maestros Esclavistas.
La receta de tapón a la campesina de mamá
Muggrath
Ingredientes: Unos cuantos taponez, 30 kilos de ciruelas,
unos buenos puñaos de uvas, 2 barriles de Grog, muchos puñaos
de piñones (de los que salen en los pinos no de los que reparten
en Antros y Garitos), caldo de carne (tapón, humano, elfo, o cualquier
otro infraser), 10 kilos de cebollas, 1 barril de aceite de Pezcao (grasa
para ejes de carretas también vale). Sal, pimienta, y yerbajos
varios al gusto y a puñaos. El ingrediente secreto de mamá
Muggrath: una campesina Humana fresca.
Tiempo de preparación: Lo que se tarda en beberse
uno de los barriles de Grog.
Preparación: En la Cazuela para grandes eventos,
se echan las ciruelas enteras, las uvas, el barril de Grog, los piñones,
la cebolla picada y el tapón troceado. Se deja dorar hasta que
el tapón esté tierno. (ojo porque los taponez añejos
son correosos y no reblandecen nunca). A la media garrafa de Grog bebida,
eche el caldo de carne, el aceite, los yerbajos, y la campesina entera
(los humanos son mas tiernecitos). Se cierra la tapa para que no escape
la campesina y se deja cocer a fuego vivo durante el resto de la garrafa
de Grog.
Bien entonados con el Grog la comida se sirve calentita y por supuesto
con otro barrilito de Grog Gran Reserva. La familia lo agradecerá.
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Extracto del turno de los Seres Oscuros:
Extracto del Libro de los Muertos de los Seres Oscuros.
Los ritos funerarios.
[…] Cuando el muerto haya fallecido en el transcurso
de una acción valerosa, tomarás su cuerpo, y despojado de
toda vestidura, trazarás con tus garras sobre su pecho la señal
del héroe. De esta forma, cuando retorne a la tierra primigenia,
será reconocido por los guardianes y será tratado como tal.
Si además, con esta acción ha logrado salvar
a algún congénere, coloca sobre su rostro barro a punto
de secarse, pues el rostro de tan valerosa acción iluminará
por si sola la sala celeste. Si la máscara cae al entrar en la
tierra, podrás ver cómo se ilumina una nueva estrella en
el cielo.
Cuando toda la ceremonia esté lista, prende fuego
al cuerpo. Para ello, ayúdate de su propia sangre. Abre un poco
sus heridas, y deposita en el la primera chispa que salga de la antorcha.
[…]Un miembro de nuestra raza no ha de descansar
y desfallecer ante la muerte de un congénere. Su voluntad es la
del hierro, adaptable en caliente, pero inamovible en frío. Por
ello, si la furia embarga vuestros corazones, preparad las hogueras, pues
más de vosotros estaréis muertos.
Los esclavos:
Mientras tanto, en la ciudadela, un grupo de reconocimiento
regresaba acompañado... Al llegar a la puerta, los guardias les
detuvieron.
- ¿Quiénes son?
- Bárbaros... era un grupo pequeño. Los localizamos al sur,
y caímos sobre ellos. Éstos han sido capturados con vida.
Nos servirán de esclavos.
- Bien... vamos a necesitar mucha mano de obra, si los rumores que corren
son correctos. Podéis pasar.... ¡Espera! Ese no. Es demasiado
viejo. No nos sirve.
- ¡Piedad, mi señor! – gritó el anciano- Soy
un buen obrero, aún tengo fuerzas para trabajar... os ruego, por
Lab...
No pudo acabar su frase. Uno de los guardias alzó sus garras, y
de un poderoso golpe, le dejó inerme... El resto de esclavos se
echó al suelo, atemorizado.
- Pasad... ¡Ahora! –gritó, enfurecido.
Los esclavos, con una rapidez desconocida por sus piernas, se pusieron
en pie y pasaron corriendo al interior de la ciudadela, seguidos de sus
captores.
- ¿Por qué has hecho eso?
- Estaba rogando por su dios, y deben comprender que sus dioses somos
nosotros, porque, ¿Qué es un dios? Alguien a quien intentas
tener contento para evitar su castigo, alguien a quien maldices por lo
bajo, esperando a un tiempo que no se entere de tus sentimientos. Es alguien
de quien te mantienes a distancia, respetando la distancia, y a quien
jamás se te ocurriría atacar. Y nosotros somos, desde ahora,
sus dioses.
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