Extracto del turno Gnomo-Silfo:
Los primeros rayos del sol comenzaban a entrar por la
ventana de la estancia. La habitación estaba sumida en el desorden
y en el caos más absoluto, libros desparramados por el suelo, notas
dejadas sobre cualquier rincón de las mesas, lápices sin
punta tirados por el suelo, estanterías rebosantes de botellas
con extraños contenidos algunas de ellas incluso volcadas...En
el centro había una amplía y robusta mesa de roble sobre
la que descansaban todo tipo de martillos, destornilladores, lupas y un
sin fin más de raros utensilios; en una esquina de la habitación
había una pequeña estufa de aspecto destartalado en la que
prendían los últimos restos de un fuego que había
calentado la estancia durante la noche, a unos metros de la estufa había
una pequeña cesta con pergaminos de todos los tamaños enrollados,
estudios infructuosos, proyectos inacabados y planos de aparatos imposibles.
Debajo de la ventana había una pequeña mesa de aspecto frágil
sobre la que se podían ver restos de comidas de días pasados,
una jarra de leche medio vacía, unas gafas sucias, un tintero derramado
y una multitud de hojas escritas de modo rápido con extraños
símbolos y dibujos, sobre uno de los montones de notas un gnomo
de aspecto erudito dormía plácidamente. Un agudo silbido
lo sacó de su profundo sueño.
- ¿Qué? ¿Qué sucede? Maldito timbre...- el
gnomo se incorporó lentamente y se dirigió a la puerta de
la habitación entre refunfuños y maldiciones. - ¿Quién
es? ¿Qué desea?
- ¿Señor Torin? Soy un mensajero del consejo de la República,
desean reunirse con vos dentro de unas horas, en la sala del consejo.
El gnomo casi se desmaya de la impresión...¿el consejo quería
reunirse con él?
- ¿Señor? Debe darme una respuesta. Le esperan dentro de
un par de horas, ¿acudirá?
- Sí, sí, maldita sea, por supuesto que acudiré.
El gnomo atravesó corriendo la habitación
para llegar a una pequeña puerta que daba acceso al resto de su
casa, un pequeño dormitorio, una cocina diminuta y un baño.
Se arregló cuanto pudo, se puso sus mejores ropas e incluso se
cepillo su larga barba blanca. Volvió de nuevo al taller-despacho,
cogió un puñado de pergaminos, metió en una bolsa
unos cuantos artilugios de aspecto extraño y se dirigió
hacia la puerta. Justo antes de travesarla se dio cuenta de que no llevaba
puestos pantalones, regresó apresuradamente a su dormitorio y se
puso unos. Maldita sea...llegaría tarde si no se daba prisa...
Torin recorrió las calles de Siglifia con cuanta premura pudo,
chocando con no pocos viandantes y estando a punto de perder sus pergaminos
en más de una ocasión. Finalmente llegó frente al
edificio del consejo, un edificio robusto y sólido de blanca piedra
construido en el centro de la ciudad, ciertamente era una obra de arte,
esculturas de gnomos y silfos famosos decoraban la entrada así
como hermosas pinturas que hablaban de la historia antigua de los gnomos
y los silfos. Un silfo de aspecto escuálido (de hecho todos los
silfos le parecían extremadamente frágiles a Torin...incluso
a pesar de conocer su ferocidad y valía en combate) lo dirigió
a través de los largos pasillos del edificio. Finalmente llegaron
a la sala del consejo, Torin entró con paso decidido mientras sostenía
entre sus brazos los pergaminos, al entrar tropezó con una alfombra
y pergaminos y artilugios extraños salieron despedidos en todas
direcciones. El gnomo se alzó apresuradamente y recogió
todo de nuevo entre las miradas extrañadas y confusas de los miembros
del consejo.
- ¡Bienvenido Torin a la sala del consejo! –
el que hablaba era el propio Silfred dirigente de la nación
– Te hemos hecho llamar porque necesitamos una vez más de
tus servicios.
- Porsupuesto,porsupuestoseñor.Tansolodecidquenecesitaisyyo...
- Más despacio por favor, no se te entiende nada...
- Oh! Sí, disculpadme señor. Decía que tan sólo
debéis decidme que podría hacer yo y lo haré. Sin
embargo me veo obligado a haceros notar el escaso presupuesto que tiene
la Academia en estos momentos...
- Ese pequeño problema será solventado en cuanto podamos
– contestó Silfred con tono amistoso.
– Sabes bien que la República está haciendo un ingente
esfuerzo por impulsar el crecimiento y el desarrollo de la nación,
hemos emprendido numerosas obras de infraestructuras que han supuesto
una fuerte inversión. A pesar de todo, es nuestro deseo promover
la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías en
todos los ámbitos y en especial en el militar. Día a día
recibimos noticias y rumores de grandes batallas en el mundo y tememos
que la violencia nos alcance también a nosotros...
- Aquí mismo he traído varios de mis más recientes
inventos y avances, señor. – Torin dejó sobre una
mesa los pergaminos y artilugios y comenzó a desenrollar algunos
pergaminos mostrándoselos al consejo.
- Agradecemos enormemente tu interés y tus inventos, pero en estos
momentos tenemos una propuesta que hacerte – el que hablaba ahora
era el consejero militar, un silfo veterano de aspecto duro y experto
– Nos han hablado de la existencia de ciertas sustancias que mejoran
el rendimiento de las tropas en el combate...
- Oh! Sí, sí!! Sé a que os referís, se llaman
drogas. Son unas sustancias de lo más extrañas, por una
parte aquellos individuos que las toman aumentan considerablemente sus
capacidades físicas, sienten una sensación de vigor más
allá de lo natural y su fuerza aumenta notablemente. Sin embargo,
tienen ciertas contrapartidas, en ocasiones el individuo sufre convulsiones
o fiebres, la comunidad científica aun no sabe muy bien a que se
debe esto, aunque, enmiopinión, sedebeaunefectodeacción-repulsiónquegeneranlascélulasdelcuerpo
comoreacciónalaingestadeéstassustancias...
- Torin, Torin, por favor...francamente los detalles de la investigación
son algo en los que los miembros del consejo nos perdemos con facilidad...-
Silfred sonreía amablemente al investigador mientras hablaba –
La República te necesita, necesitamos que investigues más
sobre estas sustancias, no creemos que sean usadas en un periodo de tiempo
corto, pero sería conveniente tener información sobre su
uso y elaboración para futuros momentos de necesidad. Te proporcionaremos
cuantos recursos sean necesarios. Por otra parte nos es grato comunicarte
que la investigación recibirá a partir de ahora un impulso
en forma de presupuesto, incluso contemplamos la posibilidad de contratar
a otro inventor para que colaboréis en los avances tecnológicos.
- Bueno, eso sería estupendo, tengo muchas ideas, podríamos
investigar acerca de nuevas armas o armaduras o incluso...
- Más adelante Torin, de momento parte a la Academia y comienza
tu investigación sobre las drogas, llévala a buen puerto
y la investigación continuará.
Torin salió de la sala del consejo con una amplia
sonrisa en el rostro, se dirigió directamente a la Academia con
una carta del consejo que le autorizaba a requerir cuanto fuera necesario
y comenzó sus estudios sobre las drogas hundiéndose entre
montones de libros, mezclando líquidos extraños, etc... |
Extracto del turno de los Atlantes 2:
Divagaciones sobre inventos:
Fijos los ojos en la probeta de Yne los ojos del científico
contemplaban con admiración esta nueva variedad de alga.
-Impresionante, realmente impresionante, esta nueva variedad de alga es
un portento, dadas las circunstancias adecuadas, y el vertido de este
catalizador, esta alga buscará cualquier rastro de madera que se
encuentre en la superficie. Su corta vida y su incapacidad de reproducirse
después de haber entrado en contacto con los elementos adecuados
evitará su propagación, y su voracidad está fuera
de toda duda, no habrá barco que pueda sobrevivir mucho tiempo
después de haber entrado en contacto con esta genialidad.
Gran sabio Oreas Darr en el laboratorio de biología
marina.
Reflexiones de un prospector:
El prospector Sislair contempló la zona con atención
buscando el mejor emplazamiento para la próxima ciudad. Su rey
en persona había dejado indicaciones estrictas sobre lo que debía
buscar. Y estaba plenamente de acuerdo con el las manufacturas eran escasas
en estos sus dominios. Con el código mudo que usualmente se usaba
para comunicarse mientras se encontraban fuera de las ciudades cúpula
indicó a sus ayudantes que desplazasen el indicador 100 metros
al sur. Si finalmente estaba seguro. El rey estaría satisfecho.
+1d3 en manufacturas.
Discurso de Evemo:
Contemplada en su totalidad la ciudad era una obra arquitectónica
que provocaba reverencia por muchas veces que uno lo hubiese visto. El
techo trasparente mostraba al siempre cambiante océano provocando
sombras y efectos de luz que eran desconocidos salvo para los atlantes.
Las extrañas sombras que provocaba la cúpula
bailaban sobre el rostro de Evemo mientras este contemplaba a la nueva
unidad que se estaba formando ante sus ojos. Las armaduras de un color
azul oscuro combinaban de forma natural con sus capas de color negro dándoles
un aspecto amenazante. Lentamente Eveno descendió las escalinatas
que llevaban hasta la zona de atraque, allí les esperaba la nave
insignia de la flota, una gran arma sin duda pero también una maravillosa
obra de arte. El casco sin ninguna fisura visible se curvaba a todo lo
largo de la estructura, dándole un aspecto de fragilidad, pero
el sabía que pocas armas podrían traspasarla, ni aún
siquiera hacer mella en ella. Finalmente se encontró ante el nuevo
regimiento. En sus rostros veía determinación y de vez en
cuando una pincelada de temor. Que lo tuviesen, eso les haría más
letales a la hora del combate, el miedo era como todo una herramienta
que en las manos adecuadas podía dar resultados para otros inconcebibles.
Algunos de ellos morirían, eso era inevitable pues esta es la naturaleza
de la guerra, sin embargo aquellos que sobreviviesen serían más
duros y duchos en el combate pudiendo enseñar las técnicas
aprendidas a aquellos que viniesen detrás.
Observó como todos los rostros se centraban en
el, este era el momento que también comprendía, el momento
para inspirarles para las cruentas horas que les esperaban a partir de
ahora.
-Atlantes, hoy en este día las mareas se han unido para entrelazar
nuestro destino. En esta nuestra casa que es el mar, la calma parece inundarlo
todo pero sabemos esto es solo apariencia. Fuera de este nuestro hogar,
protegidos por esta cúpula que es nuestro escudo los peligros son
ingentes. Nosotros seremos la punta de lanza que abatirá a nuestros
enemigos para evitar que la paz y prosperidad que tanto nos ha constado
lograr sean abatidas. Y aunque el gran devorador contemplemos, el sabrá
sin embargo que nosotros estaremos enfrente, desafiantes burlándonos
de el hasta que la parca venga y nos recoja en sus redes.
Discurso de Eveno a el IV regimiento de Sylema. |