En ese tiempo la Teocracia de San Luis (Samah) había logrado introducir sus creencias entre los elfos de Sindaria (xoubo) y los habitantes de Yanuras (Azaghal) con quienes se formalizó la creación del Camino. Una ruta jalonada de fortalezas que protegerían el comercio y la peregrinación anual para adorar los restos de San Luis en el Monasterio-Fortaleza que constituía la capital de la pequeña nación.
Gracias a los diezmos e impuestos los teocratas pudieron formar una pequeña flota y pedir los servicios de la flota de su vecino de Sindaria. Decididos a acabar con todos los paganos o a convertirlos si era posible decidieron que el primer e importante paso debería ser el antaño prospero Imperio de Melnibone (Niveel) cuyas pocas tropas y ahora menguada flota no podrían impedir el catecismo de población y la liberación de los miles de esclavos.
La pequeña flota navegó bajo el ojo vigilante del Pico Nevado, pero dicha atalaya había sido abandonada años atrás y nadie vigilaba ahora los mares confiando que la mera fama de Melnibone la libraría de males mayores. 
El desembarco en las campiñas del sur, al pié del pico, tomaron por sorpresa a los pocos defensores que no pudieron sino huir. Mientras tanto los sacerdotes comenzaban su labor espada en mano liberando las almas de los pecadores. Su horror al comprobar el grado de autismo de los esclavos, sin duda por medio de la magia, fue enorme y más decidida su lucha contra el paganismo.
Sin embargo dichos movimientos parecían ser conocidos al otro lado del continente. Espías teócratas se habían trasladado a Drakonia donde les proporcionaron valioso material de guerra con la promesa de eliminar de modo conjunto a sus enemigos.
Los acosados enanos fueron los más proclives a escuchar los discursos que propugnaban la lucha contra el eterno enemigo del sur y fueron ellos quienes más levas organizaron. 
Sin embargo la diplomacia de los aliados, Melnibone, Darkland y Altas Tribus había dado resultado con los desconocidos saurios. Tras semana de espera en enormes barcos flotantes, llamados Tortugas, los saurios desembarcaron sus pesadas máquinas de asedio.
El asalto que siguió fue el más corto de todos los acaecidos y por las brechas abiertas entraron los ogros seguidos de miles de orcos. Los humanos fueron abatidos y rendidos por doquier y allí donde se dirigían los ogros flaqueaba la moral de los defensores. Al caer la noche la ciudad estaba tomada.
Lady Nadia, con pocos soldados, y muchos habitantes de dirigió al norte, a un puerto secreto, donde recibían el ansiado botín de los dirigentes de Altas Tribus y DarkLand, las gemas rojas del Continente Perdido cuyo monopolio surtia de múltiples riquezas a Tierras Libres.
Allí fueron embarcados en las naves de Tierras Muertas cuyo mago y señor, heredero de aquel gran mago que creo a los Servidores, se había decidido a acoger a los supervivientes en los pantanos de Tierras Muertas donde le permitirían mejorar un poco su frágil demografia.
Mientras tanto las naciones del oeste contemplaban el espectáculo una nueva escena parecía prepararse...