Autor Tema: Relato del desconocido conocido como "ojos verdes"  (Leído 4371 veces)

0 Usuarios y 1 Visitante están viendo este tema.

Mariano

  • Bibliotecario
  • **
  • Mensajes: 381
  • El gato volador
    • Ver Perfil
    • Email
Relato del desconocido conocido como "ojos verdes"
« en: 15 de Noviembre de 2005, 06:11:41 pm »
Escuchad…Hubo un mundo... antes de los planos...antes de Klaskan. Estoy hablando de Kentañ.

Hace tanto de aquellas benditas eras…Nadie queda ahora que sepa el origen de todo. Hay quien habla de espíritus, hay quien habla del tejido del destino y la magia, hay quien afirma que provenimos de la nada. Estúpidos...Nadie sabe lo que es la nada...

Oí hace mucho tiempo, cuando aun era joven y de piel inocente la historia de lo que llegó a ser Kentañ. Olvidaros de lo que conocéis hoy en día, aquello fue distinto. Cerrad los ojos. Imaginad una gran pradera que se funde con la línea del horizonte. ¿Lo tenéis?¿La veis? Imaginad ahora esa pradera cubierta de trigo a punto de ser segado, meciéndose como el mar con el viento. Como las espigas de ese campo eran de numerosas las razas en Kentañ.

Y cada raza tenía su imperio, y cada imperio sus reyes y sus reinas. Ninguna de vuestros reinos podría competir con el menor de aquellos en prosperidad, poderío y sabiduría. En cambio, casi no había fronteras entre los territorios. Lo más normal es que inmensos espacios salvajes quedaran entre las distintas civilizaciones y razas, donde las bestias, plantas y todo cuanto se mueve bajo la bóveda celeste medraba en libertad.

Parece mentira, ¿verdad?¿No me creéis?.  Pero lo más increíble no acaba ahí. Todos convivían en paz y armonía en aquel tiempo. Las tierras eran fértiles, la caza abundante y los mares calmados y llenos de peces. Las batallas eran algo que rara vez ocurría como las conocemos hoy día: No se permitía y las pocas guerras entre dos culturas eran aplacadas rápidamente por el resto. Es verdad que en su grandeza gustaban de organizar grandes riñas y torneos, pero en aquellos campeonatos de fuerza y talento pocos resultaban heridos intencionadamente. Bajo el suelo civilizaciones subterráneas construían inmesos palacios y mansiones, acumulando preciosos y raros metales. ¡Ay, quien pudiera contemplar aquellos preciosos tesoros!. Sobre las nubes las islas flotantes de las razas-pájaro dominaban todo Kentañ. Surcaban la boveda y oscurecían a veces la tierra bajo ellos cuando pasaban. Otras estaban diseñadas para el agua y para el fuego, viviendo entre las llamas o en las profundidades. Las había incluso que anidaban en las nubes y viajaban por todo Kentañ comerciando y trasportando viveres y conocimientos. De aquellas glorias solo quedan algunos recuerdos, como son los enanos o los arcones. ¡Desgracia plena!. Pues solo la paz era perturbada por la aparición de alguna criatura o algun nuevo pueblo. Así, me hablaron que de una raza de monos surgieron los humanos actuales. No os sentais ofendidos, eso es lo que me contaron.

Había más de cincuenta continentes, más de cien mares y lugares que ni siquiera ahora podemos definir en lengua vulgar. Incluso en los glaciares o en las arenas del desierto pululaba vida y riqueza, vidas y riquezas que hoy se han perdido para siempre. Ciudades, lugares, historias y...vida.

Todo cayó, como cae la tarde, como llega la noche. Y fue culpa de aquellos a los que Kentañ les debió su gloria. Hablo de los que actualmente conocéis como Dioses y Demonios, como Creadores. ¿No me creéis? Antes de ser conocidos así los llamaban Meur, los grandes. Ellos conocían los secretos de la magia en aquellos remotos tiempos y su conocimiento sobre ella era pleno y exclusivo. Al menos eso creían ellos.

Usaban sus poderes para gobernar Kentañ y mantener la armonía. Gustaban de interferir en los asuntos de los mortales, de decidir donde había de edificar un asentamiento o que hacer con los escasos criminales. Levantaban montañas, guiaban los rebaños, empujaban las nubes y daban calor y humedad a los bosques con la magia. La magia era exclusiva de los Meur, y a nadie que no perteneciera a ellos le era revelada y enseñada bajo pena capital. La gran mayoría de las razas elevadas los respetaban. Las menos evolucionadas los veían como fuerzas de la naturaleza e incapaces de comprenderlos los temían y reverenciaban. Pero entonces los Meur no aceptaban ese culto y abandonaban a los menos desarrollados que les rendían sacrificios.

Pero de la gloria nació la disputa. La devoción de los que muchos eran objeto, devoción que provenía de los más débiles, les despertó poco a poco el orgullo y el amor propio, pese a que en un principio despreciaban la devoción de los débiles. Al principio, este orgullo sirvió para dotar de más maravillas a Kentañ, pues los Meur competían por demostrar quien era más sabio o quien más fuerte. Pero la rivalidad fue creciendo y estallaron pronto disputas. Su orgullo se fue transformando en envidia y esta envidia en odio.
La guerra entre los Meur fue inevitable y pronto se formaron dos bandos: Dioses contra Demonios. ¡Pobres, si se le permite a un ser inferior compadecerse de ellos! ¡Sus diferencias las provocaban sus propias semejanzas! Pues un Dios y un Demonio son lo mismo, las dos caras de una misma moneda, las dos fuentes de un mismo poder.

Pronto usaron todo a su alcance para derrotarse, para aniquilarse. Ciudades eran destruidas solo con un hechizo, los cielos se podían oscurecer a su antojo y las tierras cobrar vida propia si lo deseaban. Su furia era incontrolable y nada mortal se les podía oponer. Secaban los océanos, daban voluntad a las llamas, resucitaban una y otra vez ejércitos de criaturas espantosas con solo un objetivo: El poder. Todo lo que antes les maravillaba lo sacrificaban sin pestañear. Todo lo que antes odiaban lo fomentaban sin dudarlo. No se detenían ante nada, no les dolía lo que su guerra produjo en sus antiguos protegidos. Estaban ciegos.

Kentañ ardía y se consumía salvo pequeñas regiones neutrales gobernadas por Meur pacificos. Cada nuevo hechizo de poder, cada nueva disputa, cada nueva muerte hacía temblar el corazón de Kentañ. Y pronto enfermó aquel primer mundo, dando los síntomas del desastre. La magia natural de Kentañ perdió su armonia y aparecieron extraños fenómenos. Las cosechas eran malas, ocurrían prodigios inexplicables como lluvias de sangre o incendios fortuitos, se extendían las epidemias…Los Meur no se percataron al principio de lo que sucedía, lo atribuían a las malas artes de sus enemigos, sus hermanos.

Por ello fueron usando poderes más ocultos y más prohibidos en sus guerras, alteraron el curso del tiempo, robaron la fuerza de la vida y la esencia de la naturaleza para sus planes, agujerearon el espacio y la verdad. Crearon enormes dimensiones que usaban para pelear, sin importarles ya la armonía de Kentañ. Habían perdido el control y muchos se transformaron en meras bestias sedientas de sangre. Es cierto, algunos intentaron mantener el orden y la ley y eso consiguió que Kentañ alargara su agonía, su camino hacia lo inevitable. Incluso crearon pequeñas dimensiones ocultas y secretas para huir de la destrucción.

Algunas razas perecían en esta guerra sin sentido, pero nadie salvo ellas mismas se preocupaba por ellas. Fue un tiempo de exilios, de hambrunas y de desesperación. Forzando la supervivencia, se unían a un bando u otro incluso llegando a servir como carne de cañón en los ejércitos, confiando en su antigua sabiduría para sobrevivir y en que esto les daría la gracia y el favor de los Dioses o los Demonios. Insensatos… ¡Aún hoy en día confían muchos en invocar la sabiduría y la ayuda de los pocos Meur puros que quedan!

Llegó el momento inevitable en que Kentañ mostró su enfermedad abiertamente. La realidad misma empezó a descomponerse  en fragmentos cada vez más pequeños. Moría de hambre. Todo comenzó en la región Krog. Algunos lo definían como un vacío que lo engullía todo. Pronto se extendió a otras regiones y comenzó su voraz engullimiento de la realidad, cada vez más rápido y cada vez más angustioso. Algunos intentaron conterlo, pero ni el orco más negado podía dejar de darse cuenta que tanto Dioses como Demonios nada podían hacer para evitarlo.

Hay quien dice que Kentañ siempre tuvo voluntad propia y que se intentaba defender. Otros dicen que existe un ciclo vital para todo y Kentañ perecía sin que los Meur hubieran influido. Falso. Yo siempre he sabido que se trataba de la magia, la magia y la realidad forman el mundo en una relación intima. Si se agota una, la otra cae y el mundo muere. Si envenenas la magia, envenenas el mundo y todo está perdido. Por eso sucedió Marv, la enfermedad de Kentañ. Marv era la muerte, la descomposición, la nada. Es por eso por lo que no creo que haya surgido todo de la nada. ¡Es inconcebible!, ¿no?. Bueno, prosigamos la historia.


Los Dioses y los Demonios sellaron una tregua tras seis Eras de enfrentamientos cada vez más cruentos. Sentían miedo por primera vez, miedo a la destrucción total, miedo a su propia muerte. Buscaron muchas soluciones al problema. Establecieron cuarentenas de los territorios afectados, pero el mal no se detenía. Un grupo de demonios contuvo el mal con un cintura mágica gigante, pero finalmente no pudieron aguantar y la cintura se quebró. Solo consiguieron aumentar la voracidad de Marv. Una solución desesperada consintió en destruir trozos de realidad en zonas no afectadas, intentando una suerte de cortafuegos. Pero no funcionó.

El mal, como la tela de una araña, extendió sus hilos y destruyó sistemáticamente todo a su paso, quebrando Kentañ. La magia era inútil. Cuanto más la invocaban, más se extendía la plaga. Desarmados e impotentes, las razas abandonaron a sus Dioses y a sus Demonios y se fueron refugiando en aquellos lugares donde el mal de Marv aun no había llegado, esperando a que llegara el fin. Comenzó el mayor éxodo que jamás se haya producido. Todo parecía perdido, y solo era una cuestión de tiempo que despareciera todo.

Pero ocurrió algo imprevisto. Un grupo de Meur, en su desesperación, cargó contra el Marv. Murieron todos, absorbidos, pero ante su sorpresa, los Dioses y los Demonios vieron por primera vez como el Marv se detenía en la región donde aquello ocurrió. Descubrieron que poseían una sustancia a la que denominaron “Fusik”. Y vieron que esta esencia quitaba el Marv. El problema es que debía ser la entrega al mal de Kentañ lo que liberara esa esencia mística que lo anulaba. Un sacrificio como el que jamás en miles de eras habían asumido.

Hubo un gran concilio. No se presentaron muchos voluntarios. Estuvieron discutiendo hasta que Marv hubo infestado todo excepto la región del concilio. ¿Quién quiere morir si puede hacerlo otro?. Entonces uno de los reyes enanos del exilio tomó la palabra en el palacio donde se reunían.

-   Meur. Os hemos servido desde el comienzo de las Eras. No os hemos pedido nada, nunca. Hemos luchado a vuestro lado cuando nos llamasteis. Mirad, lo hemos dado todo por vosotros. Miles de nuestros hijos han muerto por vuestros egoísmos. Solo porque nos lo pedisteis. ¿Quién os dio derecho sobre nosotros?. Nosotros nos entreguemos a vosotros. Cometimos un error. Pues aunque nosotros hemos sido fieles, no lo fuimos a quien lo merecía. No sois nada, no sois nada sin nosotros. Y nada seréis. Me alegro de que os haya llegado la Marv para devoraros.

Estas terribles palabras supusieron la muerte inmediata del rey. Pero un grupo de Meur movidos por la culpa, decidieron actuar. Se sentían con razón responsables de todo, se dieron cuenta de lo que habían provocado. Se desplazaron a todas las zonas donde quedaba algo de realidad con gran riesgo de ser absorbidos sin que sirviera de nada. Comandados por la demonio Snilloc, se situaron estratégicamente en lo que se llamó de muchas formas: “Batalla final”,”Ultima esperanza”, “Camino justo”...

Una vez colocados por todo lo que quedaba de Kentañ, comenzó el mayor ritual que jamás haya habido. A una orden de la demonio,  sacrificaron su existencia en un gran hechizo que los descompuso en Fusik puro, pura magia. La sustancia se extendió por todos los restos de la realidad enferma como pintura sobre un lienzo. Allí donde quedaba algo de realidad, allí consiguieron eliminar la enfermedad de Kentañ y del Marv solo nos queda el recuerdo y la amenaza. Tanta magia pura, tanto fusik, produjo cambios y criaturas que no se encontraban en Kentañ. El ritual fue tan espectacular que en numerosas zonas se vio fue excesivo y el fusik formó lo que conocéis como nodos mágicos.

En algunas zonas, los dioses y demonios vacilaron en el último momento y no se sacrificaron, sino que se fundieron con la realidad. Así ocurrió con la región Deiz, donde el dios Xoubo se transformó en la luz y el demonio Gavr se transformó en las fuerzas de la naturaleza. Durante la noche Xoubo intenta fundirse de nuevo con la tierra, pero su miedo resurge periódicamente y cada mañana huye al cielo, iluminando los días. Gavr fue un Meur afectado por ataques de locura. Por eso, la naturaleza a veces es pacifica y hermosa pero imprevisiblemente puede llegar a ser terrorífica.

Kentañ se salvó, pero jamás volvió a llamarse así. Sobrevivieron cuatro grandes trozos, más una región de pequeños planos llamada “Islas del destierro”. Estos trozos, incomunicados entre sí, son los actuales planos. Xoubo, conocido como el plano Luz, es donde nos encontramos. Existen más planos, aunque no lo creáis. De una poderosa raza como fueron los Meur solo quedaron unos pocos. Y nunca volvieron a llamarse así. Algunos locos en sus ansias de destrucción, aun pululan de aquí para allá aniquilando todo a su paso. Otros, dolidos por la muerte de amigos y amantes, se introdujeron perdiendo su identidad para dormir eternamente. A veces son despertados desde las entrañas de Klaskan por hechiceros estúpidos y ambiciosos. Los llamamos bestias y son vestigios de las guerras entre Dioses y Demonios.

La mayoría de los pocos Meur que quedaron del gran sacrificio y no se transformaron tomaron una buena decisión: sellaron la paz. Llorando la perdida de Kentañ, juraron que no ocurriría lo mismo con los cuatro planos que habían salvado. Los bautizaron en conjunto como Klaskan, “los buscadores”, pues pretendían buscar la gloria perdida de Kentañ en ellos. Decidieron zanjar para siempre sus diferencias entre dioses y demonios y se unieron en un nuevo pueblo: Los creadores. Así se llaman pues tomando los trozos o regiones que quedaban de Kentañ formaron los cuatro planos: El plano espejo, el trozo que menos había sufrido; el plano luz, el más variable de todos; el plano Sombra, donde los troggs, enormes insectos eclipsaron al resto de razas y el plano Oscuro, donde el poder de los seres oscuros fue total.

En el plano Luz paradójicamente debido a su variabilidad muchas razas prosperaron y ninguna dominó sobre otra claramente: los hombres, los elfos, los enanos, los orcos, los minotauros,  los ogros, los gigantes y los gnomos. Otras razas que en Kentañ fueron grandes y avanzadas civilizaciones o poderosas naciones se dispersaron o extinguieron, incapaces de adaptarse a la nueva situación. Hablo de las sílfides, los fatuos...

Se retiraron al plano Espejo, llevando consigo a algunos elfos y ogros, pues de las razas civilizadas que quedaban eran los más aptos para la convivencia con ellos.  No contentos con ello, crearon una nueva raza para contra restar el poder en los planos de sus hermanos, las bestias. Fueron los grandes Dragones, tres en su origen, el verde, encargado del plano Luz, el dragón plateado encargado del plano sombra y el dragón negro, encargado del plano oscuro. Pueden viajar libremente entre los planos y tras múltiples batallas han acabado con las bestias más peligrosas. El más conocido es Verden Brillo Verde, como le llaman los saurios, el dragón verde.

Cada uno de los cuatro planos guardaba restos de Kentañ, pero eran diferentes al primer mundo. Todas las razas que no perecieron durante las guerras o durante el azote de Marv y no pudieron adaptarse desaparecieron sin más. Así ocurrió en el plano sombra, donde los Humanos y los Orcos se convirtieron en ganado para Trogg. Los enanos se encerraron en enormes mansiones orgullosos de su poder. Quizás por miedo a los Trogg tiraron las llaves de sus mansiones para caer en el olvido. Lencor se ocupó de ellos, desgraciadamente. Siempre me gustó su sabor...

Un grupo de Dioses y demonios rehuyeron transformarse en Creadores y decidieron establecerse en los nuevos planos. Corruptos y egoístas,  son la viva imagen de lo que provocó la destrucción de Kentañ. Un gran error fue dar a conocer los secretos de la magia para hacerse servir y reverenciar. Pues una consecuencia de la “Batalla final” fue que los tres planos Luz, Sombra y Oscuro cuando necesitaban magia la tomaban de donde estaba más concentrada: Ellos.

Los Grandes Dragones no se afectaban por esto, pues los Creadores en su sabiduría los crearon a partir de Klaskan. Esa fue la última voluntad de Snilloc en su hechizo global y gracias a su sabiduría se salvó Klaskan de un prematuro nuevo Marv. Debilitados y reducidos a una sombra de lo que fueron se convirtieron en nuevas bestias. Unos pocos huyeron primero al plano Sombra donde casi no había hechiceros.

Para sus viajes entre los planos crearon los Portales, pasadizos indestructibles que permiten el viaje interplanar a los que los dominan. Son innecesarios para los verdaderos señores de los planos: Los Grandes Dragones. Más tarde, los Dioses y Demonios terminaron trasladándose a las Islas del Destierro, quedando atados a estos planos para siempre. Aquí se alimentan de los ínfimos restos del primer mundo que quedan flotando en la nada, el llamado “Mar del Caos”. Asqueroso, ¿verdad?.

Pero creo que mi relato se está alargando demasiado y ya entro en hechos que conocéis...También es verdad que me ha emocionado recordar y que he dicho demasiado. Quizás en otra ocasión os visite de nuevo y pueda continuar con la historia de estos jóvenes planos...Quizás...Ahora me esperan...Adiós.
« Última modificación: 16 de Noviembre de 2005, 06:05:29 pm por Nano »
CO?O, le dijo la zanahoria al conejo

dehm

  • Minidiox en funciones
  • Administrator
  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 7048
    • Ver Perfil
    • Email
Re: Relato del desconocido conocido como "ojos verdes"
« Respuesta #1 en: 16 de Noviembre de 2005, 01:17:43 pm »
Leído entero. Me ha gustado casi todo, aunque hay cosas un poco más raras :D Tienes capacidad sí señor! :D :D :D

dehm
:klaskan: Árbitro de Klaskan, Capitan O'dehm, Seleuco de Babilonia, Miguel VIII Paleólogo de Bizancio, Dehmente el Hafling, Emperador Song.

Shogun Dehmoto en Shogun Risk
Emperador Dehmoto en Pax Britannica

dehm

  • Minidiox en funciones
  • Administrator
  • Leyenda
  • *****
  • Mensajes: 7048
    • Ver Perfil
    • Email
Re: Relato del desconocido conocido como "ojos verdes"
« Respuesta #2 en: 07 de Enero de 2006, 04:37:50 am »
Escuchad…Hubo un mundo... antes de los planos...antes de Klaskan. Estoy hablando de Kentañ.

Hace tanto de aquellas benditas eras…Nadie queda ahora que sepa el origen de todo. Hay quien habla de espíritus, hay quien habla del tejido del destino y la magia, hay quien afirma que provenimos de la nada. Estúpidos...Nadie sabe lo que es la nada...

Oí hace mucho tiempo, cuando aun era joven y de piel inocente la historia de lo que llegó a ser Kentañ. Olvidaros de lo que conocéis hoy en día, aquello fue distinto. Cerrad los ojos. Imaginad una gran pradera que se funde con la línea del horizonte. ¿Lo tenéis?¿La veis? Imaginad ahora esa pradera cubierta de trigo a punto de ser segado, meciéndose como el mar con el viento. Como las espigas de ese campo eran de numerosas las razas en Kentañ.

Y cada raza tenía su imperio reino, y cada imperio sus reyes y sus reinas. Ninguna de vuestros reinos podría competir con el menor de aquellos en prosperidad, poderío y sabiduría. En cambio, casi no había fronteras entre los territorios. Lo más normal es que inmensos espacios salvajes quedaran entre las distintas civilizaciones y razas, donde las bestias, plantas y todo cuanto se mueve bajo la bóveda celeste medraba en libertad.

Parece mentira, ¿verdad?¿No me creéis?.  Pero lo más increíble no acaba ahí. Todos convivían en paz y armonía en aquel tiempo. Las tierras eran fértiles, la caza abundante y los mares calmados y llenos de peces. Las batallas eran algo que rara vez ocurría como las conocemos hoy día: No se permitía y las pocas guerras entre dos culturas eran aplacadas rápidamente por el resto. Es verdad que en su grandeza gustaban de organizar grandes riñas y torneos, pero en aquellos campeonatos de fuerza y talento pocos resultaban heridos intencionadamente. Bajo el suelo civilizaciones subterráneas construían inmesos palacios y mansiones, acumulando preciosos y raros metales. ¡Ay, quien pudiera contemplar aquellos preciosos tesoros!. Sobre las nubes las islas flotantes de las razas-pájaro dominaban todo Kentañ. Surcaban la boveda y oscurecían a veces la tierra bajo ellos cuando pasaban. Otras estaban diseñadas para el agua y para el fuego, viviendo entre las llamas o en las profundidades. Las había incluso que anidaban en las nubes y viajaban por todo Kentañ comerciando y trasportando viveres y conocimientos. De aquellas glorias solo quedan algunos recuerdos, como son los enanos o los arcones. ¡Desgracia plena!. Pues solo la paz era perturbada por la aparición de alguna criatura o algun nuevo pueblo. Así, me hablaron que de una raza de monos surgieron los humanos actuales. No os sentais ofendidos, eso es lo que me contaron.Eso último...

Había más de cincuenta continentes, más de cien mares y lugares que ni siquiera ahora podemos definir en lengua vulgar. Incluso en los glaciares o en las arenas del desierto pululaba vida y riqueza, vidas y riquezas que hoy se han perdido para siempre. Ciudades, lugares, historias y...vida.

Todo cayó, como cae la tarde, como llega la noche. Y fue culpa de aquellos a los que Kentañ les debió su gloria. Hablo de los que actualmente conocéis como Dioses y Demonios, como Creadores. ¿No me creéis? Antes de ser conocidos así los llamaban Meur, los grandes. Ellos conocían los secretos de la magia en aquellos remotos tiempos y su conocimiento sobre ella era pleno y exclusivo. Al menos eso creían ellos.Esa ultima frase? exclusivo no pega

Usaban sus poderes para gobernar Kentañ y mantener la armonía. Gustaban de interferir en los asuntos de los mortales, de decidir donde había de edificar un asentamiento o que hacer con los escasos criminales.No sé si estaría bien especificar ese aspecto Levantaban montañas, guiaban los rebaños, empujaban las nubes y daban calor y humedad a los bosques con la magia. La magia era exclusiva de los Meur, y a nadie que no perteneciera a ellos le era revelada y enseñada bajo pena capital ¿exilio?. La gran mayoría de las razas elevadas los respetaban. Las menos evolucionadas los veían como fuerzas de la naturaleza e incapaces de comprenderlos los temían y reverenciaban. Pero entonces los Meur no aceptaban ese culto y abandonaban a los menos desarrollados que les rendían sacrificios. Yo quitaría esta última frase... queda mejor del otor modo no? más... puro

Pero de la gloria nació la disputa. La devoción de los que muchos eran objeto, devoción que provenía de los más débiles, les despertó poco a poco el orgullo y el amor propio, pese a que en un principio despreciaban la devoción de los débiles. Al principio, este orgullo sirvió para dotar de más maravillas a Kentañ, pues los Meur competían por demostrar quien era más sabio o quien más fuerte. Pero la rivalidad fue creciendo y estallaron pronto disputas. Su orgullo se fue transformando en envidia y esta envidia en odio.
La guerra entre los Meur fue inevitable y pronto se formaron dos bandos: Dioses contra Demonios. ¡Pobres, si se le permite a un ser inferior compadecerse de ellos! ¡Sus diferencias las provocaban sus propias semejanzas! Pues un Dios y un Demonio son lo mismo, las dos caras de una misma moneda, las dos fuentes de un mismo poder. EXCELENTE

Pronto usaron todo a su alcance para derrotarse, para aniquilarse. Ciudades eran destruidas solo con un hechizo, los cielos se podían oscurecer a su antojo y las tierras cobrar vida propia si lo deseaban. Su furia era incontrolable y nada mortal se les podía oponer. Secaban los océanos, daban voluntad a las llamas, resucitaban una y otra vez ejércitos de criaturas espantosas con solo un objetivo: El poder. Todo lo que antes les maravillaba lo sacrificaban sin pestañear. Todo lo que antes odiaban lo fomentaban sin dudarlo. No se detenían ante nada, no les dolía lo que su guerra producía en sus antiguos protegidos. Estaban ciegos.

Kentañ ardía y se consumía salvo pequeñas regiones neutrales gobernadas por Meur pacificos. Cada nuevo hechizo de poder, cada nueva disputa, cada nueva muerte hacía temblar el corazón de Kentañ. Y pronto enfermó aquel primer mundo, dando los síntomas del desastre. La magia natural de Kentañ perdió su armonia y aparecieron extraños fenómenos. Las cosechas eran malas, ocurrían prodigios inexplicables como lluvias de sangre o incendios fortuitos, se extendían las epidemias…Los Meur no se percataron al principio de lo que sucedía, lo atribuían a las malas artes de sus enemigos, sus hermanos.

Por ello fueron usando poderes más ocultos y más prohibidos en sus guerras, alteraron el curso del tiempo, robaron la fuerza de la vida y la esencia de la naturaleza para sus planes, agujerearon el espacio y la verdad. Crearon enormes dimensiones no me mola el termino espacia ¿regiones?¿zonas?l que usaban para pelear, sin importarles ya la armonía de Kentañ. Habían perdido el control y muchos se transformaron en meras bestias sedientas de sangre. Es cierto, algunos intentaron mantener el orden y la ley y eso consiguió que Kentañ alargara su agonía, su camino hacia lo inevitable. Incluso crearon pequeñas dimensiones ¿planos? ocultas y secretas para huir de la destrucción.

Algunas razas perecían en esta guerra sin sentido, pero nadie salvo ellas mismas se preocupaba por ellas ¿sobre ese "por ellas"?. Fue un tiempo de exilios, de hambrunas y de desesperación. Forzando la supervivencia, se unían a un bando u otro incluso llegando a servir como carne de cañón en los ejércitos, confiando en su antigua sabiduría para sobrevivir y en que esto les daría la gracia y el favor de los Dioses o los Demonios. Insensatos… ¡Aún hoy en día confían muchos en invocar la sabiduría y la ayuda de los pocos Meur puros que quedan!

Llegó el momento inevitable en que Kentañ mostró su enfermedad abiertamente. La realidad misma empezó a descomponerse  en fragmentos cada vez más pequeños. Moría de hambre. Todo comenzó en la región Krog. Algunos lo definían como un vacío que lo engullía todo. Pronto se extendió a otras regiones y comenzó su voraz engullimiento de la realidad, cada vez más rápido y cada vez más angustioso. Algunos intentaron conterlo, pero ni el orco más negado pobres orcos... er... otra cosa? podía dejar de darse cuenta que tanto Dioses como Demonios nada podían hacer para evitarlo.

Hay quien dice que Kentañ siempre tuvo voluntad propia y que se intentaba defender. Otros dicen que existe un ciclo vital para todo y Kentañ perecía sin que los Meur hubieran influido. Falso. Yo siempre he sabido que se trataba de la magia, la magia y la realidad forman el mundo en una relación intima. Si se agota una, la otra cae y el mundo muere. Si envenenas la magia, envenenas el mundo y todo está perdido. Por eso sucedió Marv, la enfermedad de Kentañ. Marv era la muerte, la descomposición, la nada. Es por eso por lo que no creo que haya surgido todo de la nada. ¡Es inconcebible!, ¿no?. Bueno, prosigamos la historia.


Los Dioses y los Demonios sellaron una tregua tras seis Eras de enfrentamientos cada vez más cruentos. Sentían miedo por primera vez, miedo a la destrucción total, miedo a su propia muerte. Buscaron muchas soluciones al problema. Establecieron cuarentenas de los territorios afectados, pero el mal no se detenía. Un grupo de demonios contuvo el mal con un cintura mágica gigante, pero finalmente no pudieron aguantar y la cintura se quebró. Solo consiguieron aumentar la voracidad de Marv. Una solución desesperada consintió en destruir trozos de realidad en zonas no afectadas, intentando una suerte de cortafuegos. Pero no funcionó. Lo d la cintura suena raro y lo de cortafuegos suena moderno...

El mal, como la tela de una araña, extendió sus hilos y destruyó sistemáticamente todo a su paso, quebrando Kentañ. La magia era inútil. Cuanto más la invocaban, más se extendía la plaga. Desarmados e impotentes, las razas abandonaron a sus Dioses y a sus Demonios y se fueron refugiando en aquellos lugares donde el mal de Marv aun no había llegado, esperando a que llegara el fin. Comenzó el mayor éxodo que jamás se haya producido. Todo parecía perdido, y solo era una cuestión de tiempo que despareciera todo.

[SEGUIRE]

Pero ocurrió algo imprevisto. Un grupo de Meur, en su desesperación, cargó contra el Marv. Murieron todos, absorbidos, pero ante su sorpresa, los Dioses y los Demonios vieron por primera vez como el Marv se detenía en la región donde aquello ocurrió. Descubrieron que poseían una sustancia a la que denominaron “Fusik”. Y vieron que esta esencia quitaba el Marv. El problema es que debía ser la entrega al mal de Kentañ lo que liberara esa esencia mística que lo anulaba. Un sacrificio como el que jamás en miles de eras habían asumido.

Hubo un gran concilio. No se presentaron muchos voluntarios. Estuvieron discutiendo hasta que Marv hubo infestado todo excepto la región del concilio. ¿Quién quiere morir si puede hacerlo otro?. Entonces uno de los reyes enanos del exilio tomó la palabra en el palacio donde se reunían.

-   Meur. Os hemos servido desde el comienzo de las Eras. No os hemos pedido nada, nunca. Hemos luchado a vuestro lado cuando nos llamasteis. Mirad, lo hemos dado todo por vosotros. Miles de nuestros hijos han muerto por vuestros egoísmos. Solo porque nos lo pedisteis. ¿Quién os dio derecho sobre nosotros?. Nosotros nos entreguemos a vosotros. Cometimos un error. Pues aunque nosotros hemos sido fieles, no lo fuimos a quien lo merecía. No sois nada, no sois nada sin nosotros. Y nada seréis. Me alegro de que os haya llegado la Marv para devoraros.

Estas terribles palabras supusieron la muerte inmediata del rey. Pero un grupo de Meur movidos por la culpa, decidieron actuar. Se sentían con razón responsables de todo, se dieron cuenta de lo que habían provocado. Se desplazaron a todas las zonas donde quedaba algo de realidad con gran riesgo de ser absorbidos sin que sirviera de nada. Comandados por la demonio Snilloc, se situaron estratégicamente en lo que se llamó de muchas formas: “Batalla final”,”Ultima esperanza”, “Camino justo”...

Una vez colocados por todo lo que quedaba de Kentañ, comenzó el mayor ritual que jamás haya habido. A una orden de la demonio,  sacrificaron su existencia en un gran hechizo que los descompuso en Fusik puro, pura magia. La sustancia se extendió por todos los restos de la realidad enferma como pintura sobre un lienzo. Allí donde quedaba algo de realidad, allí consiguieron eliminar la enfermedad de Kentañ y del Marv solo nos queda el recuerdo y la amenaza. Tanta magia pura, tanto fusik, produjo cambios y criaturas que no se encontraban en Kentañ. El ritual fue tan espectacular que en numerosas zonas se vio fue excesivo y el fusik formó lo que conocéis como nodos mágicos.

En algunas zonas, los dioses y demonios vacilaron en el último momento y no se sacrificaron, sino que se fundieron con la realidad. Así ocurrió con la región Deiz, donde el dios Xoubo se transformó en la luz y el demonio Gavr se transformó en las fuerzas de la naturaleza. Durante la noche Xoubo intenta fundirse de nuevo con la tierra, pero su miedo resurge periódicamente y cada mañana huye al cielo, iluminando los días. Gavr fue un Meur afectado por ataques de locura. Por eso, la naturaleza a veces es pacifica y hermosa pero imprevisiblemente puede llegar a ser terrorífica.

Kentañ se salvó, pero jamás volvió a llamarse así. Sobrevivieron cuatro grandes trozos, más una región de pequeños planos llamada “Islas del destierro”. Estos trozos, incomunicados entre sí, son los actuales planos. Xoubo, conocido como el plano Luz, es donde nos encontramos. Existen más planos, aunque no lo creáis. De una poderosa raza como fueron los Meur solo quedaron unos pocos. Y nunca volvieron a llamarse así. Algunos locos en sus ansias de destrucción, aun pululan de aquí para allá aniquilando todo a su paso. Otros, dolidos por la muerte de amigos y amantes, se introdujeron perdiendo su identidad para dormir eternamente. A veces son despertados desde las entrañas de Klaskan por hechiceros estúpidos y ambiciosos. Los llamamos bestias y son vestigios de las guerras entre Dioses y Demonios.

La mayoría de los pocos Meur que quedaron del gran sacrificio y no se transformaron tomaron una buena decisión: sellaron la paz. Llorando la perdida de Kentañ, juraron que no ocurriría lo mismo con los cuatro planos que habían salvado. Los bautizaron en conjunto como Klaskan, “los buscadores”, pues pretendían buscar la gloria perdida de Kentañ en ellos. Decidieron zanjar para siempre sus diferencias entre dioses y demonios y se unieron en un nuevo pueblo: Los creadores. Así se llaman pues tomando los trozos o regiones que quedaban de Kentañ formaron los cuatro planos: El plano espejo, el trozo que menos había sufrido; el plano luz, el más variable de todos; el plano Sombra, donde los troggs, enormes insectos eclipsaron al resto de razas y el plano Oscuro, donde el poder de los seres oscuros fue total.

En el plano Luz paradójicamente debido a su variabilidad muchas razas prosperaron y ninguna dominó sobre otra claramente: los hombres, los elfos, los enanos, los orcos, los minotauros,  los ogros, los gigantes y los gnomos. Otras razas que en Kentañ fueron grandes y avanzadas civilizaciones o poderosas naciones se dispersaron o extinguieron, incapaces de adaptarse a la nueva situación. Hablo de las sílfides, los fatuos...

Se retiraron al plano Espejo, llevando consigo a algunos elfos y ogros, pues de las razas civilizadas que quedaban eran los más aptos para la convivencia con ellos.  No contentos con ello, crearon una nueva raza para contra restar el poder en los planos de sus hermanos, las bestias. Fueron los grandes Dragones, tres en su origen, el verde, encargado del plano Luz, el dragón plateado encargado del plano sombra y el dragón negro, encargado del plano oscuro. Pueden viajar libremente entre los planos y tras múltiples batallas han acabado con las bestias más peligrosas. El más conocido es Verden Brillo Verde, como le llaman los saurios, el dragón verde.

Cada uno de los cuatro planos guardaba restos de Kentañ, pero eran diferentes al primer mundo. Todas las razas que no perecieron durante las guerras o durante el azote de Marv y no pudieron adaptarse desaparecieron sin más. Así ocurrió en el plano sombra, donde los Humanos y los Orcos se convirtieron en ganado para Trogg. Los enanos se encerraron en enormes mansiones orgullosos de su poder. Quizás por miedo a los Trogg tiraron las llaves de sus mansiones para caer en el olvido. Lencor se ocupó de ellos, desgraciadamente. Siempre me gustó su sabor...

Un grupo de Dioses y demonios rehuyeron transformarse en Creadores y decidieron establecerse en los nuevos planos. Corruptos y egoístas,  son la viva imagen de lo que provocó la destrucción de Kentañ. Un gran error fue dar a conocer los secretos de la magia para hacerse servir y reverenciar. Pues una consecuencia de la “Batalla final” fue que los tres planos Luz, Sombra y Oscuro cuando necesitaban magia la tomaban de donde estaba más concentrada: Ellos.

Los Grandes Dragones no se afectaban por esto, pues los Creadores en su sabiduría los crearon a partir de Klaskan. Esa fue la última voluntad de Snilloc en su hechizo global y gracias a su sabiduría se salvó Klaskan de un prematuro nuevo Marv. Debilitados y reducidos a una sombra de lo que fueron se convirtieron en nuevas bestias. Unos pocos huyeron primero al plano Sombra donde casi no había hechiceros.

Para sus viajes entre los planos crearon los Portales, pasadizos indestructibles que permiten el viaje interplanar a los que los dominan. Son innecesarios para los verdaderos señores de los planos: Los Grandes Dragones. Más tarde, los Dioses y Demonios terminaron trasladándose a las Islas del Destierro, quedando atados a estos planos para siempre. Aquí se alimentan de los ínfimos restos del primer mundo que quedan flotando en la nada, el llamado “Mar del Caos”. Asqueroso, ¿verdad?.

Pero creo que mi relato se está alargando demasiado y ya entro en hechos que conocéis...También es verdad que me ha emocionado recordar y que he dicho demasiado. Quizás en otra ocasión os visite de nuevo y pueda continuar con la historia de estos jóvenes planos...Quizás...Ahora me esperan...Adiós.
:klaskan: Árbitro de Klaskan, Capitan O'dehm, Seleuco de Babilonia, Miguel VIII Paleólogo de Bizancio, Dehmente el Hafling, Emperador Song.

Shogun Dehmoto en Shogun Risk
Emperador Dehmoto en Pax Britannica

Mariano

  • Bibliotecario
  • **
  • Mensajes: 381
  • El gato volador
    • Ver Perfil
    • Email
Re: Relato del desconocido conocido como "ojos verdes"
« Respuesta #3 en: 04 de Febrero de 2006, 10:01:09 am »
Escuchad…Hubo un mundo... antes de los planos...antes de Klaskan. Estoy hablando de Kentañ.

Hace tanto de aquellas benditas eras…Nadie queda ahora que sepa el origen de todo. Hay quien habla de espíritus, hay quien habla del tejido del destino y la magia, hay quien afirma que provenimos de la nada. Estúpidos...Nadie sabe lo que es la nada...

Oí hace mucho tiempo, cuando aun era joven y de piel inocente la historia de lo que llegó a ser Kentañ. Olvidaros de lo que conocéis hoy en día, aquello fue distinto. Cerrad los ojos. Imaginad una gran pradera que se funde con la línea del horizonte. ¿Lo tenéis?¿La veis? Imaginad ahora esa pradera cubierta de trigo a punto de ser segado, meciéndose como el mar con el viento. Como las espigas de ese campo eran de numerosas las razas en Kentañ.

Y cada raza tenía su reino, y cada reino sus reyes y sus reinas. Ninguna de vuestros reinos podría competir con el menor de aquellos en prosperidad, poderío y sabiduría. En cambio, casi no había fronteras entre los territorios. Lo más normal es que inmensos espacios salvajes quedaran entre las distintas civilizaciones y razas, donde las bestias, plantas y todo cuanto se mueve bajo la bóveda celeste medraba en libertad.

Parece mentira, ¿verdad?¿No me creéis?.  Pero lo más increíble no acaba ahí. Todos convivían en paz y armonía en aquel tiempo. Las tierras eran fértiles, la caza abundante y los mares calmados y llenos de peces. Las batallas eran algo que rara vez ocurría como las conocemos hoy día: No se permitía y las pocas guerras entre dos culturas eran aplacadas rápidamente por el resto. Es verdad que en su grandeza gustaban de organizar grandes riñas y torneos, pero en aquellos campeonatos de fuerza y talento pocos resultaban heridos intencionadamente. Bajo el suelo civilizaciones subterráneas construían inmesos palacios y mansiones, acumulando preciosos y raros metales. ¡Ay, quien pudiera contemplar aquellos preciosos tesoros!. Sobre las nubes las islas flotantes de las razas-pájaro dominaban todo Kentañ. Surcaban la boveda y oscurecían a veces la tierra bajo ellos cuando pasaban. Otras estaban diseñadas para el agua y para el fuego, viviendo entre las llamas o en las profundidades. Las había incluso que anidaban en las nubes y viajaban por todo Kentañ comerciando y trasportando viveres y conocimientos. De aquellas glorias solo quedan algunos recuerdos, como son los enanos o los arcones. ¡Desgracia plena!. Pues solo la paz era perturbada por la aparición de alguna criatura o algun nuevo pueblo. Me contarón el caso de unas criaturas que por accidente dieron origen a los humanos actuales

Había más de cincuenta continentes, más de cien mares y lugares que ni siquiera ahora podemos definir en lengua vulgar. Incluso en los glaciares o en las arenas del desierto pululaba vida y riqueza, vidas y riquezas que hoy se han perdido para siempre. Ciudades, lugares, historias y...vida.

Todo cayó, como cae la tarde, como llega la noche. Y fue culpa de aquellos a los que Kentañ les debió su gloria. Hablo de los que actualmente conocéis como Dioses y Demonios, como Creadores. ¿No me creéis? Antes de ser conocidos así los llamaban Meur, los grandes. Ellos conocían los secretos de la magia en aquellos remotos tiempos y su conocimiento sobre ella era tan sagrado como pleno. Al menos eso creían.

Usaban sus poderes para gobernar Kentañ y mantener la armonía. Gustaban de interferir en los asuntos de los mortales, a la manera de unos padres benevolentes. Levantaban montañas, guiaban los rebaños, empujaban las nubes y daban calor y humedad a los bosques con la magia. La magia era exclusiva de los Meur, y a nadie que no perteneciera a ellos le era revelada y enseñada bajo pena capital ¿exilio?. La gran mayoría de las razas elevadas los respetaban. Las menos evolucionadas los veían como fuerzas de la naturaleza e incapaces de comprenderlos los temían y adoraban.

Pero de la gloria nació la disputa. La devoción de los que muchos eran objeto, devoción que provenía de los más débiles, les despertó poco a poco el orgullo y el amor propio, pese a que en un principio despreciaban la devoción de los débiles. Al principio, este orgullo sirvió para dotar de más maravillas a Kentañ, pues los Meur competían por demostrar quien era más sabio o quien más fuerte. Pero la rivalidad fue creciendo y estallaron pronto disputas. Su orgullo se fue transformando en envidia y esta envidia en odio.
La guerra entre los Meur fue inevitable y pronto se formaron dos bandos: Dioses contra Demonios. ¡Pobres, si se le permite a un ser inferior compadecerse de ellos! ¡Sus diferencias las provocaban sus propias semejanzas! Pues un Dios y un Demonio son lo mismo, las dos caras de una misma moneda, las dos fuentes de un mismo poder.

Pronto usaron todo a su alcance para derrotarse, para aniquilarse. Ciudades eran destruidas solo con un hechizo, los cielos se podían oscurecer a su antojo y las tierras cobrar vida propia si lo deseaban. Su furia era incontrolable y nada mortal se les podía oponer. Secaban los océanos, daban voluntad a las llamas, resucitaban una y otra vez ejércitos de criaturas espantosas con solo un objetivo: El poder. Todo lo que antes les maravillaba lo sacrificaban sin pestañear. Todo lo que antes odiaban lo fomentaban sin dudarlo. No se detenían ante nada, no les dolía lo que su guerra producía en sus antiguos protegidos. Estaban ciegos.

Kentañ ardía y se consumía salvo pequeñas regiones neutrales gobernadas por Meur pacificos. Cada nuevo hechizo de poder, cada nueva disputa, cada nueva muerte hacía temblar el corazón de Kentañ. Y pronto enfermó aquel primer mundo, dando los síntomas del desastre. La magia natural de Kentañ perdió su armonia y aparecieron extraños fenómenos. Las cosechas eran malas, ocurrían prodigios inexplicables como lluvias de sangre o incendios fortuitos, se extendían las epidemias…Los Meur no se percataron al principio de lo que sucedía, lo atribuían a las malas artes de sus enemigos, sus hermanos.

Por ello fueron usando poderes más ocultos y más prohibidos en sus guerras, alteraron el curso del tiempo, robaron la fuerza de la vida y la esencia de la naturaleza para sus planes, agujerearon el espacio y la verdad. Crearon nuevas y enormes regiones que usaban para pelear, sin importarles ya la armonía de Kentañ. Habían perdido el control y muchos se transformaron en meras bestias sedientas de sangre. Es cierto, algunos intentaron mantener el orden y la ley y eso consiguió que Kentañ alargara su agonía, su camino hacia lo inevitable. De entre ellos, los más poderosos crearon pequeños planos ocultos y secretos para huir de la guerra.

Algunas razas perecían en esta guerra sin sentido, pero a ningun Meur parecía ya importarle. Fue un tiempo de exilios, de hambrunas y de desesperación. Forzando la supervivencia, se unían a un bando u otro incluso llegando a servir como carne de cañón en los ejércitos, confiando en su antigua sabiduría para sobrevivir y en que esto les daría la gracia y el favor de los Dioses o los Demonios. Insensatos… ¡Aún hoy en día confían muchos en invocar la sabiduría y la ayuda de los pocos Meur puros que quedan!

Llegó el momento inevitable en que Kentañ mostró su enfermedad abiertamente. La realidad misma empezó a descomponerse  en fragmentos cada vez más pequeños. Moría de hambre. Todo comenzó en la región Krog. Algunos lo definían como un vacío que lo engullía todo. Pronto se extendió a otras regiones y comenzó su voraz engullimiento de la realidad, cada vez más rápido y cada vez más angustioso. Algunos intentaron conterlo sin éxito, pero pronto fue un hecho que no había Dios ni Demonio capaz de detener la destrucción

Hay quien dice que Kentañ siempre tuvo voluntad propia y que se intentaba defender. Otros dicen que existe un ciclo vital para todo y Kentañ perecía sin que los Meur hubieran influido. Falso. Yo siempre he sabido que se trataba de la magia, la magia y la realidad forman el mundo en una relación intima. Si se agota una, la otra cae y el mundo muere. Si envenenas la magia, envenenas el mundo y todo está perdido. Por eso sucedió Marv, la enfermedad de Kentañ. Marv era la muerte, la descomposición, la nada. Es por eso por lo que no creo que haya surgido todo de la nada. ¡Es inconcebible!, ¿no?. Bueno, prosigamos la historia.


Los Dioses y los Demonios sellaron una tregua tras seis Eras de enfrentamientos cada vez más cruentos. Sentían miedo por primera vez, miedo a la destrucción total, miedo a su propia muerte. Buscaron muchas soluciones al problema. Establecieron cuarentenas de los territorios afectados, pero el mal no se detenía. Un grupo de demonios contuvo el mal mediante una enorme red de magia gigante alimentada por sus propias energías, pero finalmente no pudieron aguantar y la red se deshizo engullendo a los que la formaron. Aunque fue efectiva durante un tiempo, la red solo sirvió para aumentar la voracidad de Marv. Una solución desesperada consistió en destruir trozos de realidad en zonas aun no afectadas, como si de una gangrena se tratara . Pero tampoco funcionó.

El mal, como la tela de una araña, extendió sus hilos y destruyó sistemáticamente todo a su paso, quebrando Kentañ. La magia era inútil. Cuanto más la invocaban, más se extendía la plaga. Desarmados e impotentes, las razas abandonaron a sus Dioses y a sus Demonios y se fueron refugiando en aquellos lugares donde el mal de Marv aun no había llegado, esperando a que llegara el fin. Comenzó el mayor éxodo que jamás se haya producido. Todo parecía perdido, y solo era una cuestión de tiempo que despareciera todo.

SIGUE JEJEJE

Pero ocurrió algo imprevisto. Un grupo de Meur, en su desesperación, cargó contra el Marv. Murieron todos, absorbidos, pero ante su sorpresa, los Dioses y los Demonios vieron por primera vez como el Marv se detenía en la región donde aquello ocurrió. Descubrieron que poseían una sustancia a la que denominaron “Fusik”. Y vieron que esta esencia quitaba el Marv. El problema es que debía ser la entrega al mal de Kentañ
« Última modificación: 04 de Febrero de 2006, 10:10:44 am por Nano »
CO?O, le dijo la zanahoria al conejo