Autor Tema: Ivlak... (Final)  (Leído 4606 veces)

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Maldito Heroe

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Ivlak... (Final)
« en: 21 de Junio de 2006, 12:43:00 am »
FINAL

Los cuerpos de los hombres que habían caído fueron preparados para sus funerales, serian inmortalizados en el Recinto Sagrado donde serian gravados sus nombres como defensores del reino. Sus cenizas esparcidas en el campo de batalla como debía ser, el más grande honor que un soldado pudiese tener.

Al estar limpiando el cuerpo de Rafnar me vinieron recuerdos de mi primera batalla, cuando Eglar salvo mi vida y murió frente a mis ojos, ya se había derramado sangre y eso parecía no importar. No entendía el porque de esta guerra, no sabia los motivos por los que un Señor de otras tierras se plantaba en nuestro Reino.

Por la noche un emisario de Drako toco las puertas del castillo y pidió una audiencia con el Rey, no sabíamos cual era la pretensión de este, pero fue recibido en el Palacio Real:
   -Puedes hablar.
   -Mi Señor,-dijo el mensajero-Drako, Dragón de Fuego envía sus condolencias por la muerte de su líder y lamenta de todo corazón haber sido el quien lo haya matado.
   -Entiendo.
   -Se que mañana le rendirán homenaje a Yunker, como debe ser,  es por eso que Drako y sus tropas no atacaran mañana.

El Rey acepto, por fin tendríamos un día de descanso...

Más tarde y acompañado de Altaria lleve las urnas de las cenizas de Rafnar al campo de batalla. También acudieron mujeres y niños, llevando consigo las  cenizas de sus esposos, padres o hermanos. Fue una noche demasiado triste.



Al día siguiente todo quedo preparado para rendirle honores a Yunker. En el Palacio Real, su cuerpo fue bañado con perfumes y su armadura limpiada con aceites de blancos. Le fue puesta su armadura, la Espada Roja y el Escudo Blanco que siempre portaba en combate.

Su cuerpo fue cargado por muchos hombres hasta el patio principal, donde  el Rey debería encender la llama inmortal, en la pira que se había confeccionado para nuestro aun líder. Sus cenizas descansarían en el Recinto Sagrado y su nombre se gravaría en las paredes y viviría por mil años. Mientras el fuego consumía el cuerpo de Yunker, la Princesa Valya tocaba el arpa, sus notas hacían más triste la ceremonia. No pude resistir más y me dirigí a otro lugar.

Por la noche anduve caminando sin rumbo fijo, estaba harto de esta situación, quería marcharme de este lugar y no mirar atrás. Como todas las noches me dirigí a las torres a contemplar el cielo y las estrellas, pero últimamente los días y las noches no habían sido buenos. Altaria llega hasta mí y dijo:
   -En que piensas.
   -En irme y dejar todo esto…
   -Y… Porque te irías?
   -No tengo motivos para quedarme.

Los dos quedamos callados, “no tengo motivos para quedarme” fueron mis palabras que lastimaron su corazón, me di cuenta y tome su mano.
   -Perdona, no quise lastimarte.
   -Te ves muy triste-dijo ella.
   -Si, me han pasado muchas cosas últimamente, la muerte de Rafnar y Yunker sobre todo.
   -Si quieres llorar hazlo, no te detengas.
   -No, si no derrame lagrimas cuando mi hermano murió, no empezare hoy. Además ya habrá tiempo para eso, debemos pensar en el día de mañana…
Y nos retiramos de ese lugar…



El día habia amanecido muy callado, nublado y frío, era cuestión de tiempo para que el enemigo sonara las trompetas de ataque. Sin ganas me dispuse a afilar mi espada, mientras Altaria preparaba la armadura.
   -Estas muy callado Ivlak?- dijo ella
   -Tengo miedo…
   -De que?
  -De todo, de morir, de dejarte…
  -No temas, estaremos juntos en esta vida o en la siguiente.

Se acerco a mi, y me acaricio el rostro con su mano blanca y delicada, posiblemente estos momentos serian los últimos que estaríamos juntos, aun así ella se mantenía tranquila y no parecía temer a su destino.
   -Anoche tuve un sueño…-le dije
   -Que soñaste?
   -Era de noche y me encontraba en el campo de batalla, pero no habia nadie, seguí adelante buscando al enemigo y llegue hasta donde estaba un grupo de guerreros sentados alrededor de una fogata, los reconocí inmediatamente bebiendo y cantando, mis amigos muertos en combate: Rafnar, Astur, Morggesten, Milo, Helfdane y Yunker. Todos alrededor del fuego y al fondo mi hermano, me hablo… me dijo: “venid Ivlak y toma tu lugar el en consejo de fuego, solo faltas tu…”

Entonces ella me abrazo y empecé a llorar como nunca antes lo había hecho. No quería dejarla, pero muy dentro de mi sabia que esos momentos eran los últimos que estaríamos juntos.




Las trompetas de alerta sonaron un largo rato, alguien golpeo la puerta, afuera  se escuchaban los gritos que llamaban a los hombres a formarse. Me apresure a ponerme la armadura, bese a Altaria y salí a formarme. Este día seria quizás el último de muchos de nosotros.

Corrí hacia las torres y subí rápidamente, al llegar arriba vi algo aterrador, el enemigo se abalanzaba sobre el castillo con todos sus guerreros. Esta vez no esperarían a un ejército en el campo de batalla, tratarían de entrar derribando nuestros muros y puertas. Se aproximaban rápidamente, con torres móviles con cientos de orcos, catapultas, escaleras para trepar los muros.

Dentro del castillo todo era confusión, no habia orden y los soldados no terminaban de formarse, los pocos arqueros que quedaban corrían presurosos a tomar posición. Entonces vi caer flechas encendidas y una gran bola de fuego golpeo el muro. El ataque habia iniciado y con ello un día muy difícil.

El enemigo llego hasta nuestras murallas donde recargaron las escaleras e intentaban subir. Los impactos de las catapultas provocaban más desorden y temor hacia nuestros soldados. Con hachas cientos de orcos intentaban derribar el portón.

Hassler y Karsten trataban desesperadamente de ordenar una defensa en la puerta principal:
   -Traed troncos y madera para sellar el portón, deprisa!!!-gritaba Karsten

Los muros del castillo se estremecían con los ataques de catapulta, que cada vez se volvían más destructivos. Hassler corrió presuroso hacia las torres junto con otros hombres, yo los seguí, debíamos de detener al enemigo que intentaba subir los muros. Los impactos de las catapultas enemigas estaban destrozando el castillo, además el ataque con flechas encendidas causaba pánico y terror en las mujeres y niños.

Con furia y coraje me enfrente al enemigo que se atrevió a subir nuestras murallas, otros de mis compatriotas hacían lo mismo, luchábamos sin descanso alguno, sin dejar de pensar en nuestras vidas. El ataque ya duraba horas, y nosotros no cedíamos, nos aferramos a una victoria que no estaba a nuestro alcance pero aun así no soltamos las espadas.

Entonces el enemigo logro abrir el portón que había resistido, los primeros orcos que entraron sucumbieron ante las flechas de los pocos arqueros que se mantenían de pie, en el primer choque vi caer a Karsten y Hassler, entonces baje deprisa de las torres y fui a defender la entrada.

Cada vez éramos menos, pero nuestro coraje nos hacia valer por mas de un hombre, y el enemigo al fin entendió que no seria tan fácil derrotarnos y sonaron las trompetas de retirada, una retirada que solo fue temporal ya que se habían agrupado en el campo de batalla, planeando un nuevo golpe, que quizás fuera el definitivo.

Dentro del castillo, el Rey pasó lista y contó a los soldados que aun nos manteníamos de pie: 95 hombres dispuestos a dar su vida por la libertad de nuestro pueblo.

“95 soldados, solo somos 95” pensé yo, era tiempo de cumplir con mi destino. El Rey entro al salón principal algo desconcertado, fui con el y lo mire a los ojos, vi en su rostro la derrota, miedo y desesperanza, y eso me dio tristeza.

Salí al patio y vi a los hombres derrotados sin antes haber presentado batalla, en sus caras se notaba el miedo, agache la cabeza y escuche su voz:
   -Entonces… hoy se termina todo, se quedaran sentados mirando al suelo, derrotados sin haber luchado…-era Altaria.

Alce la cabeza y su rostro me dio valor nuevamente, me dirigí con los soldados y hable fuertemente:

“¡Hombres del reino, yo soy un soldado, un guerrero de esta gran nación, y lucharé hasta el mismísimo final para defender esta ciudad que representa el ultimo bastión del nuestro pueblo ante las fuerzas de la oscuridad, no pueden pasar porque entonces sus tropas camparan libremente por nuestras tierras!”

”Quizás no venzamos hoy, quizá no venzamos mañana, quizá pereceremos todos hoy, pero habremos luchado por una gran causa, habremos luchado y entregado nuestras vidas por nuestras familias, a una raza libre! Yo digo que resistiremos hasta el último aliento”

“Esta castillo no puede caer, y no caerá mientras un solo hombre se mantenga en pie empuñando una espada. Toda esta inmundicia oscura que nos acecha, todas estas legiones del orcos, bárbaros y mercenarios que se avalancha sobre nosotros, no podrán vencernos, porque nosotros representamos un ideal y una vida, nosotros representamos al ser humano de todas las naciones de este viejo continente. Creedme soldados, hoy será un gran día, en el que se decidirá nuestro futuro y el de los nuestros, hoy libraremos la más grande batalla de estos siglos, comparable a las batallas de los antiguos dioses. Hoy forjaremos el nuevo destino de la humanidad con hierro y fuego, hoy moriremos por nosotros y por los nuestros”.

  -Están conmigo soldados?
  -Están conmigo guerreros?

“Pues luchad hasta el final, luchad hasta la última gota de nuestra sangre y hasta el último aliento de nuestro cuerpo, luchad hasta la muerte!!!!!

Entonces 95 espadas lanzas y arcos fueron alzados al cielo, y un gutural grito unánime se alzo al  ahogando por unos instantes la amenaza que había delante.

Corrí al Palacio Real y tome el estandarte del Rey, el estandarte de una nación libre y lo puse en mi hombre, los 95 soldados que estábamos de pie salimos al campo de batalla, mientras detrás de nosotros el portón fue cerrado y sellado.

Los ejércitos enemigos eran dirigidos por Drako, la batalla final estaba a punto de comenzar mientras nosotros nos aferramos a nuestras armas, al tiempo que las legiones oscuras se acercaban.

Con algo de miedo vacile a los hombres:
   -Bien, luchen sin piedad, luchen hasta la muerte, no tomaremos prisioneros…
Y todos reímos, tratando de hacer nuestros últimos instantes algo gratos.

Después comenzó la batalla, hicimos un círculo con escudos, colocados de dos en dos, uno encima de otros, y por las esquinas las lanzas eran empujadas tratando de asestar golpes mortales.

Los primero ataques los resistimos, pero conforme avanzaba la batalla los escudos empezaban a ceder y los hombres sin fuerza y debilitados caían derrotados. Los combates duraron horas, paso la noche y siguió con la llegada del sol la batalla por la libertad.

¿Todo estaba perdido? ¿Íbamos a fracasar? ¿Así terminaba la historia de los hombres libres? Al menos habríamos presentado batalla con valor y honor. Entonces el enemigo dejo de atacar y retrocedió, vi en el horizonte las banderas blancas de los reinos del Oeste, los primos del Rey.

Drako formo a sus tropas para enfrentar a los ejércitos blancos que habían acudido a nuestro llamado, por fin las suplicas de auxilio tuvieron respuesta.

Los dos ejércitos eran muy numerosos y el choque fue duro, yo corrí al campo de batalla y me enfrente a Drako, sentí en mi cuerpo la fuerza de Yunker y sin más lo derrote. Al fin, el enemigo, se dio cuenta de que no podrían salir victoriosos de esta batalla, porque nuestro defenderíamos la libertad en esta vida y en la otra.

Y todo termino, cuando sonaron los cuernos de retirada y las tropas oscuras enemigas empezaron a huir en desbandada la gente dentro del castillo empezó a llorar de alegría.

Ese día la nuestro pueblo lubricó a fuego y acero un nuevo futuro para su historia y aplazaron su final, ese día los hombres vencieron a la muerte, ese día 95 hombres valerosos encontraron la paz eterna.

En cuanto a mí, me encontraron arrodillado, con la espada rota, la armadura destrozada, lleno de sangre y heridas, pero en mi hombro aún descansaba derecho, imponente e imperturbable el sagrado estandarte de Rey, ningún enemigo había logrado derribarlo si quiera una sola vez, el símbolo de la libertad nunca se sometió a ningún enemigo, el signo de la vida y  de la raza humana se había mantenido invulnerable una batalla más.

Me han llevado a Palacio Real, el Rey me ha jurado que mis cenizas se esparciran en el campo de batalla, el maximo honor que un soldado puede tener, y mi nombre sera gravadao en las paredes de Gran Salon, solo los nombres de los grandes heroes pueden escribirse ahi, y el mio Ivlak, el ultimo heroe... sera recordado por cientos de años...


Los Heroes no morimos, nos reunimos en el infierno para la batalla final...

dehm

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Re: Ivlak... (Final)
« Respuesta #1 en: 22 de Junio de 2006, 12:39:19 am »
Jejeje, me ha gustado mucho, pero hecho de menos algo de narración en la parte del duelo de los ejércitos blancos y la muerte de Drako. El discurso a los 95 está genial :D

dehm
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Re: Ivlak... (Final)
« Respuesta #2 en: 26 de Junio de 2006, 08:39:12 am »
Para mi la historia no debe terminar ahi.
Puedes entre medio del relato hacer algun flashback que nos diga como era el castillo antes y como vivia la gente, tienes muchos recursos para explayar la historia.
¿Ivlak se ha convertido en un semi dios?...me ha gustado ese recurso que utilizas, que a mi me parecio, como si estuviese viendose desde lo alto y sus sueños se viesen cumplidos...aunque no me queda claro si ha muerto y cuando el se muere flashea todo eso que digo.
Tambien puedes contar la otra historia, sobre los "malos", algo acerca de ellos que nos diga que verdaderamente son malos y por que estaban luchando contra ellos...lo has dicho, por la opresion....
Es que cuando leo una buena historia me da ganas de saber un poco mas.
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-Participo en La Batalla de los Seis
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-Habia cuerpos mutilados por todas partes...
?  y yo me hice cargo de ellos.