Autor Tema: Newsfax T22, año 1110 a 1114 (INDIA)  (Leído 6722 veces)

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Raimon

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Newsfax T22, año 1110 a 1114 (INDIA)
« en: 31 de Mayo de 2008, 09:55:46 am »
La Guerra de la Traición  (parte I)


En el mirador de la torre del palacio real de Nalanda, un día de verano:
 
El Rajá Jalendry de Chandela observaba el ejército enemigo que rodeaba su capital, Nalanda. Veía a los ingenieros construyendo máquinas de guerra y a los soldados en sus campamentos alrededor de las murallas. Grandes campamentos: eran muchos. Quizás demasiados. Las murallas de Nalanda eran fuertes y su guarnición estaba bien preparada, pero los enemigos eran muchos.
Jalendry siguió observando: no fortificaban sus campamenos, ni cavaban fosos y minas. No se estaban preparando para un largo asedio. Iban a asaltar la ciudad. Quizás era mejor así. Las reservas de Nalanda eran grandes pero no inagotables: a largo plazo un asedio triunfaría con seguridad. Salvo que llegara ayuda exterior. Pero, ¿quién iba a venir a ayudarles? Los que hubieran podido hacerlo les habían traicionado, y por culpa de esa traición estaban en la situación actual.
No, mejor un asalto: si los atacantes eran derrotados, Nalanda, y Pala, se salvaría. Si no… mejor caer gloriosamente, combatiendo, que morir por hambre o enfermedades.
Jalendry siguió observando los preparativos enemigos…



En la tienda del Rajá de Rajput, en otro momento:

El Rajá Mahide de Rajput pasaba revista a sus tropas. Junto a él iba el Príncipe Gaurav, doliente de su reciente herida pero cabalgando orgullosamente erguido. Gaurav sabía hacer el papel de héroe y era muy popular entre las tropas. Popular y orgulloso. Demasiado; incluso se había atrevido a desafiar al Rajá. Aunque fuera en un tema menor, era un mal precedente. Mahide tendría que hacer algo al respecto. Pero no ahora. Las tropas adoraban a Gaurav, y era necesario mantener la moral de las tropas para el combate que se avecinaba. Había mucho en juego.
Aún así el inminente combate no era lo que más le preocupaba al Rajá. Lo que preocupaba a Mahide era la traición. Uno no se podía fiar de nadie, ni de sus generales, ni de sus aliados, ni de su misma sangre. Mahide era astuto y conocía ese peligro; lo que no sabía era si era lo bastante astuto como para evitarlo. Había tomado sus medidas, pero sólo los dioses pueden controlarlo todo.
Acabada la revista el Rajá volvió a su tienda. Allí le esperaba un mensajero con un despacho urgente. El Rajá lo leyó y su cara cambió. Enrojeció de cólera, y con un grito de rabia sacó su espada y atravesó al infeliz mensajero. Los otros oficiales salieron rápidamente de la tienda para evitar la furia del Rajá. Desde fuera oyeron como Mahide gritaba una y otra vez: “¡Traición!”



En el mirador de la torre del palacio real de Nalanda, en otro momento :

El Príncipe Jiduri de Assam observaba al enemigo que rodeaba su capital, Tamaralpiti. Junto a él estaba el joven Rajá Ganedra. Jiduri también observaba de reojo al Rajá. Un mal reinado el suyo. Primero llegaron las noticias de la muerte de su padre, el Rajá Yabedra, cuando Ganedra era todavía muy joven para reinar. Y luego, en lugar de preparar un desfile para recibir a un ejército victorioso que vuelve de conquistar tierras enemigas, tuvo que preparar la defensa desesperada de sus propias tierras, de su propia capital. De su propia vida. Todo por culpa de una vil traición.
El Príncipe se preguntaba si el joven Rajá llegaría a superar estas dificultades y si en el futuro sería un buen Rajá. Si es que sobrevivía a la batalla, claro.



El Rajá Jalendry de Pala era un hombre desconfiado. Tenía motivos para ello. Su reino había sido invadido dos veces, desde el sur y desde el oeste. Había sobrevivido a las invasiones, pero Maghada todavía estaba ocupada por Assam, y sus vecinos seguían siendo más poderosos que Pala. El Rajá no se podía permitir ser confiado.

Por eso cuando recibió el mensaje de Assam ofreciendole la paz, desconfió. Pero no podía permitirse un rechazo frontal, así que negoció, y al mismo tiempo habló con sus otros vecinos. Y cuando los negociadores de Assam aceptaron un trato rápidamente, desconfió, pero lo aceptó. Y cuando sus vecinos no aceptaron sus tratos, desconfió, pero nada dijo. Así que al fin dio órdenes de que guiaran a los emisarios de Assam cuando volvieran para pagar lo prometido y firmar el pacto de paz, pero también las dio para que construyeran fuertes en sus regiones y se reclutaran guarniciones para sus ciudades. Se preparó para la paz, casándose para proporcionar un heredero al Rajputado. Pero también para la guerra, poniendo a sus tropas y a sus espías en alerta. El Rajá Jalendry ciertamente era un hombre desconfiado. Los hechos le iban a dar la razón.


El Rajá Mahide de Rajput era un hombre desconfiado. Quería asegurarse de que todo estaba listo. La actividad en Naghpur, la capital de Rajput, era frenética. Cientos de hombres habían sido reclutados para los nuevos cuerpos de caballería pesada de élite del ejército del Rajputado y había que equiparles y entrenarles. Y pagarles. La inversión era importante, así que se suspendieron las obras de construcción del Gran Templo de Shiva cercano a Benares. Todos los esfuerzos de Rajput iban hacia aumentar su poder militar. El Rajá Mahide tenía un objetivo claro.

Todos los adivinos y santones de palacio habían sido consultados y sus dictámenes coincidían: los dioses eran favorables a los planes del Rajá. El éxito le acompañaría. Grande sería su gloria. Mahide no se cansaba de recibir augurios favorables. Así, antes de dar el paso definitivo viajó por los principales centros espirituales de Naghpur y Jinjhoti. Los dioses seguían siendo unánimemente propicios, así que Mahide volvió hacia su palacio complacido. Por el camino pasó junto a la casa de una bruja que los pueblerinos consideraban como una adivina infalible. Mahide quiso oir un vaticinio de gloria más y acudió a consultarla. La bruja hizo sus ritos, entró en trance, y empezó a hablar con una voz extraña, tenebrosa, de otro mundo:

“Mahide”, dijo, “Gran Rajá de Rajput. Te crees un gran hombre, con grandes proyectos, con un gran futuro. Crees que puedes hacer grandes cosas. Es cierto, pondrás en marcha grandes planes.“

El Rajá sonreía satisfecho: los espíritus reconocían su grandeza.

“Pero no vivirás para verlos concluidos. Eso es así.”, continuó la bruja. Y con un estremecimiento salió del trance y cayó desvanecida al suelo.

El Rajá se levantó de golpe. Ordenó a su escolta: “Es una vieja loca. Quemadla a ella y a su cabaña para que no siga confundiendo a los crédulos campesinos con sus desvaríos.” Y se marchó sin mirar atrás.


El Rajá Yabedra de Assam era un hombre desconfiado. No confiaba ni en los dioses ni en los hombres. Para evitar dejar nada a manos de los dioses ordenó grandes reclutamientos de caballería pesada de élite para reforzar su ya poderoso ejército, buscó aliados que aumentaran su ya grande superioridad militar y preparó un elaborado plan para el ataque. Para evitar dejar nada en manos de los hombres hubiera deseado llevar él mismo el mando de las tropas, pero sabía que su habilidad militar era limitada, así que formó un ejército en el que irían dos generales y él mismo mandando la reserva para controlarlos, y además ordenó a sus espías que vigilaran de cerca al General Tahudi, que iba a ser el comandante al mando.

Y sin embargo, a veces toda desconfianza es poca. El General Tahudi murió en su cama en marzo de 1110 de una indigestión tras una cena de gala, pocos días antes de que se iniciara la campaña. El mando pasó al segundo comandante, el joven General Bramatarpo; los espías del Rajá se apresuraron a buscar informes sobre este casi desconocido.

Pero este inconveniente no iba a detener los planes del Rajá. En abril de 1110 el gran ejército inició su marcha hacia la frontera con Rajput, Yabedra y sus hombres seguros de su victoria.

« Última modificación: 19 de Junio de 2008, 06:13:34 pm por Raimon »
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Re: Newsfax T22, año 1110 a 1114 (INDIA)
« Respuesta #1 en: 08 de Junio de 2008, 07:07:12 pm »
Reino del Tíbet
(Budismo Bárbaro Nación Abierta)
Tamerlon, Rey del Tíbet
Diplomacia: Tibet T

Tamerlon no era un hombre muy sentimental. No es que no tuviera sentimientos; apreciaba a su esposa Heiga, quien le había acompañado fielmente en los duros años de la marcha y le había dado un hijo que sería su heredero. Lamentó su muerte. Pero eso no le iba a impedir aprovechar las ventajas que esa muerte le brindaba. Inmediatamente tras los funerales empezó a negociar su matrimonio con alguna noble de la región de Tibet. Las conversaciones para que los nobles aceptaran ponerse bajo su soberanía no estaban yendo muy bien, y urgía conseguir un éxito: se les estaban acabando las reservas de grano y no tenían mucho dinero para comprarlo. Si el matrimonio de Tamerlon podía ayudar, valía la pena intentarlo.

Así, en julio de 1113, sólo un mes después de la muerte de Heiga, Tamerlon se casó con Banda. Y fuera la alianza matrimonial o fuera la insistencia de Tamerlon, lo cierto es que al final consiguió un acuerdo tributario con la región del Tibet. No estaba nada mal, pero no era suficiente.

Las noticias de su fiel Memat eran peores. Le había nombrado oficialmente Heredero del Reino del Tibet pero eso no había bastado para impresionar a los notables de Lhasa, quienes le escucharon con educación pero declinaron cambiar su pacto de alianza económica. El Reino del Tibet seguiría unos años más sin una región que pudiera llamar su patria. ¿Podría aguantar así mucho más?
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Re: Newsfax T22, año 1110 a 1114 (INDIA)
« Respuesta #2 en: 09 de Junio de 2008, 11:09:07 am »
Rajputado de Punjab
(Hinduismo Civilizado Nación Abierta)
Darlana, Rajá de Punjab
Diplomacia: -

Tras las terribles luchas contra la horda de los años pasados y la triste muerte del Rajá Rajyavardhana, el pueblo de Punjab sólo deseaba paz y tranquilidad. Darlana, su nuevo Rajá, se la dio durante cinco plácidos años. Y el pueblo estuvo contento.

Tanto el Rajá Darlana como su heredero Ardabena y todos los príncipes y generales se mantuvieron a la defensiva ante cualquier nuevo ataque de las hordas o de cualquier otro. Se descuidaron las inversiones y construcciones, pero a nadie parecía importarle porque el Rajputado vivía tranquilo y con una modesta prosperidad. Sólo la muerte del General Hagadala turbó la tranquilidad de la corte, pero pronto fue sustituido por el Señor Hagamala y la normalidad volvió al gobierno de Punjab. En esa placidez transcurrieron los años, y nada destacado sucedió. La falta de noticias siguió siendo la mejor noticia para Punjab.
« Última modificación: 09 de Junio de 2008, 11:27:08 am por Raimon »
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Re: Newsfax T22, año 1110 a 1114 (INDIA)
« Respuesta #3 en: 09 de Junio de 2008, 11:26:55 am »
Reino de Tarain
(Hinduismo Civilizado Nación Abierta)
Dil'Bahadur, Señor de Tarain
Diplomacia: -

La apatía del Rey Dil'Bahadur no mejoraba. Al contrario, desde la muerte de su amada esposa Lakshmi, la llamada "Belleza y Alegria”, cada vez se mostraba más desapegado de los asuntos del mundo. Unos decían que el dolor le había hecho perder el interés por las alegrías de la vida y sólo deseaba morir. Otros decían que Dil'Bahadur se había vuelto místico y se esforzaba por rasgar el velo de maya y llevar su alma más allá de la rueda del mundo, fundir su Atman con el Brahmán y alcanzar el Nirvana.

El caso es que el rey no daba órdenes a sus nobles y burócratas y nada de lo que estos hacían les podía reportar ningún favor del rey, así que no hicieron nada. Cada uno cuidó de sus propiedades e hizo lo mínimo para que el reino no se hundiera en el caos. Como no hubo ningún problema serio durante estos años, nada malo sucedió. Pero si aparecía alguna amenaza, ¿saldría Dil'Bahadur de su ensimismamiento? ¿Serían fieles al reino los nobles y generales? El pueblo permanecía en temerosa incertidumbre.
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Re: Newsfax T22, año 1110 a 1114 (INDIA)
« Respuesta #4 en: 11 de Junio de 2008, 07:54:58 pm »
Rajputado de Uttar-Pradesh
(Hinduismo Civilizado Nación Abierta)
Mahudi, Rajá de Uttar-Pradesh
Diplomacia: Gujerat (+14YfC)

El Rajá Mahudi era un hombre que juzgaba las tareas según sus resultados. Los dioses y la herencia de sus antepasados le habían impuesto la alta tarea de reinar en el Rajputado de Uttar-Pradesh. Estaba determinado a conseguir resultados en esta tarea.

Su política durante los años precedentes ya había obtenido algunos, así que insistió: más inversiones para mejorar su caballería, más dinero para su servicio de inteligencia, más obras públicas, y sin descuidar la red de escuelas y centros de estudio. El Rajputado era rico, tenía recursos para todo.

Tampoco descuidó Mahudi la defensa: hizo construir fortificaciones en Uttar-Pradesh y una fortaleza junto a la ciudad de Gulbarga, y mantuvo a sus generales en alerta.

Y para rematar la tarea decidió ponerse él mismo manos a la obra y viajar a la región de Gujerat, junto con su hijo y heredero Jagatjit, para intentar convencer a los nobles locales de que su incorporación por la fuerza al Rajputado al final sería beneficiosa para todos. La operación se acompañaría de los matrimonios del propio Rajá y de su hijo con nobles locales para mostrar su voluntad de unión.
Las conversaciones no iban mal hasta que quedaron interrumpidas por la trágica muerte del Rajá en diciembre de 1111. Pero el hijo había heredado la tenacidad del padre: Jagatjit envió mensajeros a todos los nobles y a la capital dando la noticia y proclamándose nuevo Rajá. Las respuestas fueron unánimes: todo el mundo aceptaba al nuevo Rajá sin disputa. Así que el ahora Rajá Jagatjit siguió con las conversaciones y con el matrimonio previsto. Los dioses bendijeron al nuevo Rajá con un considerable avance diplomático en la región y con un hijo de su matrimonio, nacido en julio de 1113. Su tarea había empezado con buenos resultados.
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Re: Newsfax T22, año 1110 a 1114 (INDIA)
« Respuesta #5 en: 12 de Junio de 2008, 08:13:08 am »
La Guerra de la Traición (parte II)


El Señor Amalapur no era un gran militar pero tenía carisma. Joven y apuesto, siempre elegante, se ganaba con facilidad la fidelidad del pueblo y de las tropas. De la misma manera él ofrecía su fidelidad incondicional al Rajá Yabedra de Assam. Así que cuando se le dio la orden de atacar Nadavaria con sólo 2.000 hombres de infantería ligera, sin tropas pesadas ni ingenieros de asedio ni caballería, no la cuestionó ni un instante. Sabía que su ataque era una importante maniobra de diversión y que sus hombres serían socorridos rápidamente por el ejército principal. El propio Rajá se lo había dicho, y él confiaba en el Rajá.

En abril de 1110, mientras el Rajá iniciaba su marcha hacia Rajput, Amalapur y sus hombres iniciaron el cruce del Ganges. El cruce fue cauteloso para no alarmar al enemigo y llevó varios meses; por suerte no encontraron resistencia. Una vez sus tropas consolidaron su posición, avanzaron hacia el interior de la región.

Pronto empezaron a tener problemas. Había numerosos fuertes que controlaban los principales caminos. El ejército de Amalapur debía eliminarlos si quería controlar la región, así que iniciaron los ataques. Pero sólo con infantería ligera era difícil y lento eliminar los fuertes. Además, cuando saltó la alarma empezaron a recibir ataques de hostigamiento de tropas procedentes de los otros fuertes de la región. Amalapur tenía demasiados pocos hombres para controlarlos todos, sólo podía esperar terminar pronto con un fuerte y dirigirse al siguiente. Era un sistema duro y sufrieron muchas bajas, pero los soldados seguían a Amalapur con fe ciega en la victoria. Y Amalapur seguía mandándalos al combate, confiando en recibir pronto la ayuda del Rajá Yabedra.

Consiguieron destruir un fuerte, pero sin respiro tuvieron que ir a por el siguiente. Los hombres, fatigados y desmoralizados por las bajas, vacilaban. Amalapur les arengó y se puso al frente para un nuevo ataque, y los hombres le siguieron. Pero en pleno asalto una flecha hirió a Amalapur en el pecho. Sus hombres, diezmados, retrocedieron para proteger a su líder. Consiguieron alejarse del fuerte y ponerlo a salvo, pero la herida era grave. Amalapur, agonizante, les exortó a mantenerse firmes, a resistir hasta que llegara el Rajá en su auxilio. Sus hombres creyeron en él y le prometieron mantenerse fieles al Rajá.

A los pocos días, mientras trataban de mantener sus posiciones ante las incursiones de los defensores de la región, sus exploradores vieron un gran número de jinetes que se acercaban desde el este. ¡El ejército de Yabedra! ¡Estaban salvados, su Rajá no les había abandonado! Pero su alegría duró poco: los jinetes llevaban el estandarte de Pala.
Trataron de huir hacia Assam pero los fuertes les impedían moverse rápidamente y la avanzadilla de Pala iba capturando o matando a los rezagados. Pocos llegaron al río, pero mientras intentaban cruzarlo fueron alcanzados por el ejército de Pala. Ninguno regresó a sus tierras.


Cuando el Rajá de Pala recibió las noticias de Nadavaria no le pillaron por sorpresa. Le extrañaba que los informes hablaran de tan pocas tropas. Podía ser la avanzadilla del ejército principal o una maniobra de diversión. Fuera como fuera, había que reaccionar rápido. Sus tropas estaban preparadas, y siendo un ejército completamente de caballería podía moverse con rapidez. Aún así, cuando llegaron a Nadavaria los combates casi habían terminado. Las pocas tropas supervivientes de Assam intentaban volver a su reino, pero fueron atrapadas cuando iban a cruzar el Ganges y masacradas sin piedad. Los pocos prisioneros contaban que estaban esperando que llegara del este el ejército del Rajá Yabedra. Esto confirmó sus temores: era una maniobra de diversión. Jalendry ordenó a sus oficiales que pusieran en marcha a sus tropas de vuelta a Chandela inmediatamente.


El ejército de Assam llegó a la frontera con la región de Jaunpor y allí se encontró con el ejército de Rajput comandado por el Príncipe Gaurav acompañado del Rajá Mahide. Los Rajás y sus oficiales principales se saludaron con toda la ceremonia correspondiente al rango. Luego marcharon hacia Rajput y cruzaron el Ganges hasta Jihjhoti. Los ejércitos marchaban separados para evitar incidentes; aunque ahora eran aliados, había poca confianza e incluso una cierta animosidad entre los soldados de Assam y Rajput. Llegaron a Jihjhoti hacia finales de 1110 y acamparon para pasar allí el invierno. Allí les llegaron noticias de que Amalapur había lanzado su ataque a Nadavaria. Todo marchaba según los planes previstos.

A la primavera siguiente se dio la orden de reagrupar los ejércitos y prepararlos para la marcha. Los de Rajput fueron más rápidos y partieron primero; el ejército de Assam todavía tardaría unas semanas en estar listo para partir.

Las tropas de Rajput cruzaron la frontera e irrumpieron en Chandela con gran fuerza. Allí les esperaba una región fuertemente fortificada, pero su ejército era numeroso y bien guiado, y tenía algunas tropas de ingenieros que ayudaban a tomar los fuertes. Pero pronto se encontraron con una oposición mayor: el ejército del Rajá Jalendry. Había vuelto de Nadavaria antes de que llegara el invierno y había tenido tiempo de organizar la defensa de su patria.

El combate fue muy violento: las tropas de Rajput atacaban con gran ímpetu, seguras de que su superioridad numérica y la brillantez militar del Príncipe Gaurav les llevaría a la victoria. Pero las tropas de Jalendry se resistían con ferocidad, oponiendo a la táctica militar la simple voluntad de resistir ante el invasor. Nadie daba cuartel y las bajas eran cuantiosas, pero poco a poco la superioridad atacante fue prevaleciendo. Los fuertes fueron destruidos con ayuda de los ingenieros de Rajput y la táctica de fuerzas combinadas de infantería y caballería llevaba ventaja sobre el ejército de jinetes de Pala. Tras perder más de tres cuartas partes de su ejército, las exhaustas tropas de Pala se refugiaron en Nalanda, todavía comandadas por el Rajá Jalendry; su lugarteniente Mapu fue capturado por el enemigo mientras cubría la retirada del Rajá. Las tropas de Rajput había perdido un número similar de hombres y su comandante, el Príncipe Gaurav, había sido herido, pero la victoria, aunque costosa, era suya.

El Rajá Mahide no se arredró por las bajas. Quería aprovechar la victoria y seguir con su plan asaltando Nalanda sin dilación. Ordenó que el segundo comandante, el General Meriv, sustituyera al príncipe Gaurav, cuya herida le dificultaba mandar a las tropas. Pero el Príncipe se negó a ceder el mando: él era el responsable del ejército, él había conseguido la victoria y él iba a obtener la gloria de la conquista de la capital enemiga. El Rajá se encolerizó ante la osadía del Príncipe, pero sabía que las tropas adoraban a su comandante, especialmente ahora que les había llevado a la victoria. Mahide cedió por el momento. Encargó a Gaurav que preparara las tropas para el asalto de la ciudad lo antes posible.

El asalto se inició con la misma ferocidad de los combates anteriores. Las tropas de Rajput asaltaban una posición difícil, bien fortificada y guarnecida. Pero confiaban en su superioridad numérica, en el liderazgo de Gaurav y en el botín que les habían prometido si conquistaban la ciudad. Las tropas de Pala eran claramente inferiores en número, pero de buena calidad y decididas a defender su capital hasta la muerte. Además, la ventaja de caballería de Rajput se convertía en un inconveniente para atacar una ciudad y tenían pocos ingenieros.
Las bajas entre los asaltantes fueron terribles, pero eran muy numerosos y los defensores están a punto de ser desbordados. Sólo la presencia del Rajá Jalendry allá donde la defensa amenaza con ceder consiguió animar a los defensores para hacer un último esfuerzo y rechazar los ataques. Tras un mes de combates las defensas se mantenían, pero la superioridad numérica de los atacantes era cada vez mayor.
La batalla, aunque más dura de lo esperado, iba bien para las tropas de Rajput. El Rajá estaba satisfecho, pero algo lo inquietaba: el ejército de Assam no había llegado. Ya hacía cuatro meses que entraron en Chandela y las tropas de Assam deberían haberles seguido. Su ausencia era intranquilizadora.


(Continuará)
« Última modificación: 12 de Junio de 2008, 08:47:50 am por Raimon »
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Re: Newsfax T22, año 1110 a 1114 (INDIA)
« Respuesta #6 en: 18 de Junio de 2008, 12:24:58 pm »
Rajputado de Nasik
(Hinduismo Marítima Nación Abierta)
Mahendapala, Regente de Nasik.
Diplomacia:

El Regente Mahendapala de Nasik emprendió con gran ímpetu un programa de transformaciones económicas para liberalizar la economía y reducir el poder de los gremios. Tanto era su entusiasmo que sus ministros eran incapaces de gastar todo el oro y utilizar a todos los funcionarios que el Regente puso a su disposición. Para mayor confusión Mahendapala murió durante su sueño a las pocas semanas de sellar el decreto, en mayo de 1110.

A la muerte del Regente el heredero Pavalamuthu, hijo de Jaganat, se proclamó Rajá a pesar de no haber llegado todavía a la edad adulta. Le faltaban sólo unos meses y era el legítimo heredero de la dinastía, pero eso no fue suficiente para el Señor Sagar. Sabiendo que el grueso del ejército estaba concentrado en Daman y que a la muerte de Mahendapala había quedado sin un mando directo, se dirigó inmediatamente a la capital para tomar control de las tropas y del Rajputado.
El problema para Sagar era que el Príncipe Chiranjeev también lo sabía. Él también estaba en la región de Nasik y también se dirigió a la capital a toda prisa en cuanto supo de la muerte del Regente.

Sagar llegó unos días antes e inició los contactos con los oficiales para ponerlos de su lado. Sin embargo, Sagar era altivo y orgulloso. Creía que todo el mundo aceptaría su liderazgo sin dudarlo, y cuando encontraba reticencias su primera reacción era dar órdenes o amenazar; le resultaba difícil intentar convencer a los otros con argumentos, halagos o promesas.

Aún así es posible que hubiera conseguido convencer a los oficiales huérfanos de mando, si no fuera por la intervención de Chiranjeev. El Príncipe tampoco era muy popular entre la tropa y los oficiales, pero él era un noble educado en la corte desde su más tierna infancia: las relaciones personales no tenían secretos para él y era capaz de encandilar por igual a mujeres cortesanas y a curtidos generales. Rápidamente convenció a los oficiales de los principales regimientos de permanecer fieles al legítimo heredero Pavalamuthu. Y así cuando Sagar acudió a una reunión secreta con estos oficiales en la que esperaba que por fin le reconocieran como su líder, se encontró junto a ellos al Príncipe y al Heredero. Sagar fue tomado prisionero y ejecutado por traición. Pavalamuthu fue proclamado Rajá sin más oposición.

La crisis había sido superada y el legítimo Rajá ocupaba su trono, pero Chingarev sabía que su juventud podía traer más problemas, así que decidió abandonar la misión que le había sido encomendada por el Regente Mahendapala y permanecer junto al nuevo Rajá al mando de todo el ejército de Nasik. Se dedicó plenamente a guiar al joven Rajá como su consejero y protector haciendo uso de su experiencia y su probada lealtad. Algunos decían que tanto era el poder y la influencia de Chingarev que en realidad se había sustituido un regente muerto con un nuevo regente. Pero Pavalamuthu no oía o no quería oir esos rumores.

El Señor Subhas mientras tanto permaneció alejado de estas turbulencias. Partió a llevar a Uttar-Pradesh el oro que correspondía según los acuerdos entre los Rajputados, y una vez cumplida su misión se tomó un tiempo para un deseo personal: ir de peregrinación a la ciudad santa de Kalanjara. Así lo hizo y permaneció allí como un peregrino hasta el final de 1114.
« Última modificación: 18 de Junio de 2008, 01:12:46 pm por Raimon »
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Re: Newsfax T22, año 1110 a 1114 (INDIA)
« Respuesta #7 en: 18 de Junio de 2008, 01:12:09 pm »
Imperio de Chola
(Hinduismo Civilizado Nación Abierta)
Rajendra III, Emperador, Rajá entre los Rajás, Majarajá de Chola y la India toda, "El Tocado por los Dioses".
Diplomacia: Bijapur N/E, Satava UN

Tras la gran actividad económica y diplomática de los pasados años, el muy anciano Rajá Rajendra se tomó las cosas con más calma. Prosiguieron las inversiones, terminando la ampliación de Seilania y construyendo obras públicas en Pandya y Chera. También se invirtió en mejorar la calidad de las tropas de infantería y en reclutar un nutrido cuerpo de caballería pesada de élite. Pero la principal actividad del Rajá, ayudado por el Príncipe Manhaduya, fue supervisar la administración del Imperio. En realidad Chola tenía ya una muy buena estructura administrativa, que todavía fue mejorada esos años cuando los burócratas recién contratados terminaron su aprendizaje y se extendieron por las sedes regionales. Entre esas estructuras burocráticas y el apoyo del Rajá las órdenes llegaron puntualmente hasta los más recónditos rincones del Imperio.

El problema era lo que pasaba después con esas órdenes. El Príncipe Heredero Mikharma recibió la orden de ir a las Islas Maldives y convertir a sus habitantes al hinduismo con miras a incorporarlos en el futuro al Imperio con más facilidad. El problema era que el joven Mikharma no sabía nada de navegación ni de cartografía. Las órdenes recibidas no incluian ninguna indicación precisa, así que inició un estudio de las corrientes marinas y de los conocimientos que se tenían sobre las islas. Las islas estaban próximas al subcontinente pero había que atravesar un tramo de mar abierto, así que el tema requería cautela. Y dada la cercanía había mucha información sobre las islas, información que el Príncipe estudió con atención. Los oficiales de las tropas y la flota puestas a su disposición al principio trataron de aconsejar a Mikharma, pero el joven prefería estudiar el tema por sí mismo. Y a buen seguro que lo estudió: pasaron los meses en estudio, consultando tratados, preguntando a marineros y cartógrafos, estudiando los informes sobre el comercio con las Maldives. Mientras las tropas se relajaban en la ciudad y los capitanes aprovechaban para hacer el mantenimiento de los barcos. Pasaron los años y Mikharma se convirtió probablemente en el mayor experto del mundo sobre las Islas Maldives. Lo único que le faltaba era... verlas.
Había quien insinuaba que tanta tardanza en realidad escondía el deseo del heredero de permanecer en la capital junto al Rajá, quien a sus más de 90 años por fuerza tenía que estar cercano a abandonar su actual cuerpo. Pero los dioses no parecían ansiosos de juzgar el karma de Rajendra y el año 1114 acabó con Mikharna todavía siendo heredero y todavía en Tanjore rodeado de mapas y libros.

Otros fueron más activos. Rajendra parecía creer que si una cosa no funcionaba valía la pena probar algunos cambios. Así ordenó que el Señor Asitya, que estaba haciendo diplomacia en la ciudad de Bijapur, la abandonara y fuera a la región de Satava a intentar integrarla en el Imperio. Y también ordenó al General Dhanyavad, que estaba haciendo diplomacia en la región de Satava, que la abandonara y fuera a la ciudad de Bijapur a intentar integrarla en el Imperio.
Los nobles locales no parecieron apreciar estos sutiles cambios. En Bijapur le habían tomado un cierto aprecio a Asitya y Dhanyavad fue recibido con indiferencia. La indiferencia se mantuvo durante todos los años que estuvo allí y los gobernantes se negaron a cambiar los acuerdos con Chola.
En Satava no fueron mejor las cosas. Si Dhanyavad había conseguido poco, Asitya perdió lo ya conseguido. Molestos por la llegada de un diplomático tras otro, rechazaron cualquier acuerdo e incluso se echaron atrás de su anterior reconocimiento del derecho dinástico de Chola a esas tierras.
Estos fracasos resultaron aún más hirientes cuando llegaron noticias del descubrimiento de oro en las colinas de Satava, que llevó prosperidad a la región y atrajo numerosos inmigrantes que se asentaron en Bijapur y sus alrededores. Poco se beneficiaría Chola de esta prosperidad. Dhanyavad y Asitya se consolaron pensando que al menos no habían tenido un desastre como el de Namaste en Golconda.
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Re: Newsfax T22, año 1110 a 1114 (INDIA)
« Respuesta #8 en: 19 de Junio de 2008, 11:10:53 am »
Rajputado de Vengi
(Hinduismo Civilizado Nación Abierta)
Vardana, Rajá de Vengi
Diplomacia: Kosala EA

Conseguida la paz y consolidado su reinado, el Rajá Vardana se dedicó a desarrollar la economía de su nación. Mandó fabricar barcos mercantes para abastecer el creciente comercio interno, y presidió la fundación de la ciudad de Osirac en la región de Chela. También dio órdenes al Señor Sinsalagan y al Señor Parvati de que fueran a la difícil región de Kosala. A pesar de que la gente era extraña, montañeses poco civilizados que todavía adoraban a primitivos dioses del bosque y las montañas, Sinsalagan y Parvati fueron pacientes, generosos y encantadores en tal grado que convencieron a los jefes que enviaran tributos a Bandar y que aumentaran las relaciones comerciales con Vengi.

Los dioses parecían haber bendecido al Rajá Vardana puesto que todas sus empresas tenían éxito. Todas salvo una: conseguir un heredero para el Rajputado. De sus tres esposas sólo había conseguido dos funerales y dos niñas. Visitaba con frecuencia a la tercera, Mansula, pero los dioses eran reticentes a aumentar el linaje de Vardana. Hasta que al fin Mansula quedó de nuevo embarazada. Toda la corte realizó magníficas ofrendas a los dioses para pedir un hijo varón. Pero los dioses no escucharon o no les gustaron las ofrendas, dado que en abril de 1113 Mansula murió en el parto; el bebé, otra niña, también murió.

La nueva desgracia turbó a Vardana, pero sabía que el Rajputado necesitaba un heredero. Contrajo matrimonio de nuevo, con Binula, una joven de una familia noble de bajo rango, fea, de movimientos torpes y tan tímida que algunos cortesanos pensaban que era muda; pero esos defectos no le importaban al Rajá: Binula tenía diez hermanos y quince tíos, de los cuáles doce eran varones. Si los dioses no le ayudaban, él mismo se aseguraría de tener un heredero.

Al mismo tiempo le ofreció a Mangalon, el oficial que había salvado su vida y su reino, que se casara con su hija mayor Bandula. Dado que la niña tenía cinco años, era una oferta a largo plazo. Pero aún así Mangalon aceptó encantado. De simple oficial había pasado a General y ahora iba a emparentar con el mismo Rajá; ¡podría llegar a ser Príncipe de Vengi! Con ese optimista espíritu aceptó Mangalon su compromiso y la misión de tomar el mando de las tropas de caballería para defender el Rajputado.
« Última modificación: 19 de Junio de 2008, 06:29:58 pm por Raimon »
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Re: Newsfax T22, año 1110 a 1114 (INDIA)
« Respuesta #9 en: 19 de Junio de 2008, 05:26:16 pm »
La Guerra de la Traición (y parte III)


El Rajá Yabedra de Assam contempló como el ejército de Rajput marchaba hacia Pala. Sus tropas todavía se estaban reagrupando y preparando para la marcha. Acabó abril y los preparativos ya habían terminado, pero el Rajá no daba todavía la orden de partir. Así fueron pasando las semanas, hasta que un corte sin importancia al afeitarse acabó con el Rajá Yabedra en cama con fiebre y, tras unos días, con su muerte.

La rápida enfermedad y muerte del Rajá dejó desconcertado a todo el mundo. El heredero estaba en la corte, y aunque acababa de llegar a la mayoría de edad todavía no había sido proclamado oficialmente en su puesto. Había dudas sobre que un joven de 15 años fuera adecuado para liderar el Rajputado en la guerra. La moral de las tropas tampoco era buena, conmocionadas por la muerte del Rajá y hayándose lejos de casa, en territorio potencialmente hostil. Llevaban semanas acampados sin hacer nada, estabán ansiosos de conseguir botín y volver a casa. El General Bramatarpo sintió la responsabilidad sobre sus hombros. Y tomó una decisión: los dioses habían puesto en sus manos el trono de Assam, suyo era el deber de tomar las riendas del Rajputado.

Cuando Bramatarpo comunicó a las tropas la decisión de volver a casa hubo división de opiniones. Algunos celebraron el regresar sanos y salvos, otros no querían volver de vacío; el General no era muy estimado por sus tropas. Bramatarpo notó que su control sobre el ejército estaba en peligro y decidió dar a los soldados una recompensa: dio la orden de saquear la región y repartir el botín entre las tropas. Él, como muchos en la corte de Assam, nunca había confiado en la gente de Rajput, así que no sentía ningún remordimiento por este acto.

El poderoso ejército de Assam venció rápidamente la poca oposición de algunos fuertes de la región y las tropas se lanzaron al saqueo. Aunque el botín no fue grandioso, bastó para satisfacer a las tropas, que ahora sólo querían volver a sus casas para gastarse el oro conseguido. Bramatarpo dio la orden de cruzar Rajput evitando el combate; pero la región de Rajput estaba densamente poblada y contenía numerosos fuertes, y las tropas de Bramatarpo daban más importancia a la rapidez que a la discreción. Sufrieron incursiones y encontronazos con defensores locales, pero como no había ningún ejército que pudiera hacerles frente consiguieron seguir su camino sin demasiadas bajas.


Cuando llegaron las noticias del saqueo de Jihjhoti al campamento del Rajá, Mahide entró en cólera,  atravesó al mensajero con su espada y empezó a destrozar todo lo que había en su tienda. Sus ayudantes y generales se limitaron a alejarse hasta que se calmara y les mandara llamar. Un rato después lo hizo y dio la orden de levantar el campamento y marchar hacia Jihjhoti. Tenían la victoria al alcance de la mano, pero la resistencia de los defensores de Nadala era encarnizada; la ciudad iba a caer pero podía tardar meses y el Rajá no podía dejar a un ejército enemigo en su territorio, junto a su capital.

Las tropas de Rajput aceleraron su marcha hacia su país, pero el ejército era grande y Gaurav sufría por su herida, era difícil acelerar el paso. Cuando llegaron a Jihjhoti encontraron la región desolada. Rápidamente las tropas se desplegaron para detener a los agresores, pero descubrieron que habían abandonado la región ya hacía unos meses en dirección a Rajput. De allí llegaban noticias de enfrentamientos esporádicos. La conquista de la homeland de Rajput sería catastrófica, puesto que allí se concentraba buena parte de la riqueza del Rajputado. Sin embargo al llegar a la región fueron recibidos por mensajeros amistosos: las tropas de Assam habían cruzado la región combatiendo pero no intentaron conquistarla ni saquearla y se fueron en dirección este. El Rajá Mahide no abandonó la persecución, empero, y prosiguió hacia Jaunpur. Allí también llegó tarde, sólo para recibir la noticia de que el ejército enemigo había cruzado la frontera. Estaba acabando septiembre y pronto llegaría el mal tiempo que impediría marchar a los ejércitos: había que acampar y dejar la persecución para el año siguiente.

Pasados los meses de invierno Mahudi había reflexionado. La traición de Assam debía ser castigada, pero era más importante prevenir otro ataque. El ejército de Assam era poderoso y seguirlo a su territorio podía ser una trampa muy peligrosa. Muy a su pesar, el Rajá decidió volver a la región de Rajput y dejar la venganza para más adelante. Mientras se entregaba a la reconstrucción de los destrozos que causó el ejército de Assam no cesaba de tramar maneras de hacer pagar su merecido a los traidores.

Pero nunca llevaría a cabo ninguno de esos proyectos. En septiembre de 1113 , mientras inspeccionaba las tropas que defendían la frontera, cayó del caballo presa de un ataque de apoplejía y murió en minutos. Sus últimas palabras fueron: “seguid mis planes de venganza”. Mahide nunca llegaría a ver llevados a término esos proyectos, tal como predijo la bruja.

Su heredero, Sahedra, prometió ante los presentes cumplir la palabra de su padre. Quizás ayudado por esa promesa, quizás porque nadie quería más conflictos, tomó el poder sin ningún problema, y dedicó el siguiente año a asentar su control sobre el Rajputado. Si además estaba tramando cómo cumplir los planes de venganza de su padre, sólo él lo sabía.



En Pala la marcha del ejército invasor fue recibida como un regalo de los dioses. Los exploradores confirmaron que el ejército de Rajput abandonaba Chandela y volvía a Jihjhoti sin dejar a nadie atrás. Con prudencia el Rajá salió de Nalanda y recuperó el control de Chandela. Los destrozos eran considerables pero no había habido un saqueo sistemático. Pala podría recuperase. Faltaba ver si conseguiría hacerse lo bastante fuerte como para resistir otro ataque de sus agresivos vecinos.


El ejército de Assam había logrado salir de Rajput sin tener un enfrentamiento serio. Sin embargo, el camino de Bramatarpo hasta el trono todavía tenía un obstáculo: el Príncipe Jidur. Jidur se había quedado en Assam con un ejército considerable y había proclamado su lealtad a Ganedra, el joven hijo de Yabedra. Se había desplazado con sus tropas a Tamaralipti y había tenido tiempo para prepararse. Sería un hueso duro de roer.

Bramatarpo avanzó sin oposición a través de Maghada, Gaur y Palas. Dejó atrás la fortaleza de Gaur, en la que Jidur había dejado una pequeña guarnición, e ignoró la fortaleza recién construida junto a Tamaralpiti, también con pocas tropas. El objetivo era la capital; si la tomaba el resto caería sin problemas.

Su ejército era mucho más numeroso pero la mayor parte de él era de caballería, con pocas tropas de asedio. Aún así los números le eran favorables y se lanzó al asalto sin dilación; tenía que conseguir una victoria antes de que sus hombres pusieran en duda la necesidad de luchar en una guerra civil. El asalto fue feroz, sin contemplaciones, intentando aprovechar la ventaja numérica. Pero los defensores luchaban con no menos fiereza. El Príncipe Jiduri mandaba las tropas defensoras con gran valentía, siempre en el lugar donde el combate era más duro. Esa valentía tuvo como premio la muerte atravesado por una flecha enemiga. Cuando se supo la noticia la moral de los defensores se tambaleó. Pero el joven Rajá Ganedra no estaba dispuesto a renunciar a su trono. Se puso personalmente al frente de sus tropas y las lideró con tal valor que la resistencia se fortaleció aún más.

Las bajas aumentaban rápidamente sin que ningún bando consiguiera ventaja clara. Después de dos meses de asaltos, incursiones y contraataques la diferencia numérica empezaba a notarse, pero la proporción de bajas era mayor en los asaltantes. Los hombres de Bramatarpo veían con disgusto el tener que enfrentarse a sus antiguos compañeros sólo para llevar al poder a alguien a quien no apreciaban especialmente; sí, les había dado botín, pero eso de nada les servía si morían asaltando a sus compatriotas. Bramatarpo veía como las quejas se iban extendiendo a pesar de la dura disciplina, y como algunos de sus oficiales parecían compartir esas quejas. Antes que arriesgarse a un motín decidió levantar el asedio y retirarse a la vecina Gaur. Allí tomó sin dificultad la fortaleza y la ciudad de Tasmir se le rindió sin resistencia. Lo mismo sucedió en Maghada y Bihar. La región de Assam, sin embargo, rechazó sus avanzadillas, y no quiso arriesgar un cruce masivo del río teniendo al enemigo más al sur y sin saber si recibiría un ataque desde Rajput. Los dos bandos dedicaron lo que restaba del año a consolidar sus posiciones respectivas.


La que los historiadores luego llamaron La Guerra de la Traición había terminado. Pala resistió a duras penas; logró conservar su libertad y su territorio, aunque a un precio terrible y muy debilitada. Rajput había sufrido también muchas bajas y serios daños en sus tierras, y pese a no ser derrotados en ningún combate quedó la impresión de haber sufrido una derrota en la guerra. Assam no había llegado a luchar contra Pala, que se suponía que iba a ser su enemigo. Sólo había combatido contra su aliado Rajput y contra sus propias tropas, acabando en la división del Rajputado en una guerra civil. Fue una guerra donde la traición contó más que el valor y donde nadie consiguió la victoria.

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Re: Newsfax T22, año 1110 a 1114 (INDIA)
« Respuesta #10 en: 19 de Junio de 2008, 05:30:29 pm »
Rajputado de Assam
(Hinduismo Civilizado Nación Abierta)
Yabedra, Gran Rajá de Assam, el Querido de los Vedas.
Diplomacia: -

Antes de cambiar totalmente su política pacífica de los años anteriores y partir al combate, el Rajá Yabedra dejó encargado que se construyera una nueva fortaleza junto a la capital de Tamaralipti. También nombró como su heredero a su hijo mayor, Ganedra; aunque todavía no tenía la mayoría de edad y no podía asumir el puesto oficialmente, resultó una decisión trascendente para su dinastía.

(ved La Guerra de la Traición)



Rajputado de Pala
(Budismo Hindu Civilizado Nación Abierta)
Jalendry II, Rajá de Pala
Diplomacia: Pundra T

Además de prepararse para un posible ataque, el Rajá Jalendry también dedicó su atención a la paz. Se casó con una joven noble de Chandela para intentar tener hijos, aunque tuvo que partir al frente de sus tropas muy pronto, antes de conseguir descendencia. También mandó al señor Baksi a negociar con los notables de Pundra para incorporar plenamente la región al Rajputado, y aunque no logró totalmente su objetivo sí consiguió que pagaran algunos impuestos al Rajá.

(ved La Guerra de la Traición)



Rajputado de Rajput
(Budismo Hindu Civilizado Nación Abierta)
Mahide, Rajá de Rajput
Diplomacia: -

El Rajá Mahide concentró todos sus esfuerzos en sus planes militares. La gran mayoría de sus recursos se dedicaron a este fin, y esto implicó suspender la construcción del Gran Templo de Shiva. Esto provocó la protesta de los clérigos de todo el país, que habían puesto grandes ilusiones en el monumental templo. Pero el Rajá no iba a atender ninguna protesta en tiempos de guerra, y los religiosos tuvieron que mantener sus murmuraciones en voz baja. Tras los desafortunados sucesos de la guerra, algunos apuntaron a la impiedad del Rajá como su causa. Pero como Mahide había muerto y su hijo Sahedra era el nuevo Rajá, los descontentos se mantuvieron a la expectativa y siguieron murmurando en voz baja.

(ved La Guerra de la Traición)
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Re: Newsfax T22, año 1110 a 1114 (INDIA)
« Respuesta #11 en: 23 de Junio de 2008, 12:14:26 pm »
Khanato de Saraba
(Pagano Asiático Nómada Nación Abierta)
Tukeban Khan, "El Rayo que Cabalga"
Diplomacia: -

El Gran Khan Tukeban era feliz. Mandaba la horda más grande que recordaban los ancianos, decenas de miles de hombres bajo sus órdenes. Había llevado el temor a los corazones de los que estaban atados a la tierra desde China hasta la India. Su nombre era murmurado con temor o gritado con amargura por los habitantes de aquellos lugares por donde la horda de Saraba había pasado. Y se sentía especialmente feliz de que a sus más de 60 años todavía era de los mejores jinetes de la horda. Se daba cuenta de ello mientras galopaba a la caza de unos lobos esteparios: sus hijos, con menos de la mitad de sus años, tenían que esforzarse para mantenerse a su altura. Sus guardias apenas podían seguirles. Él todavía podía enseñarles a montar a esos jovenzuelos.

Esos felices pensamientos fueron los últimos de Tukeban. Concentrado en la caza apenas notó el dolor en el pecho. Siguió cabalgando unos segundos y luego, lentamente, se inclinó hacia atrás y cayó de la silla. Su caballo se detuvo en el acto y sus hijos al instante estuvieron junto a él, pero ya estaba muerto.

Alp era el heredero, así que tomó la iniciativa. Ordenó a los guardias que llevaran el cadáver de su padre con todos los honores hasta el campamento y que iniciaran los preparativos para el funeral. Él montó inmediatamente y partió al galope. Sabía que su posición de heredero sólo le llevaría a ser Khan si los líderes de la horda le aceptaban, y tenía que asegurarse de ello.

Kilij, príncipe de la horda, no fue menos rápido. Sabía que esta era su única oportunidad de prosperar. Si dejaba que su hermano fuera aceptado como Khan su destino sería siempre estar a sus órdenes. Eso si Alp no decidía evitar que la tentación de deponerle pasara por su cabeza mediante el expeditivo sistema de cortársela. Montó también y también galopó hacia el campamento.

Durante la semana que duró el luto por Tukeban las mujeres se rasgaron las vestiduras y lloraron públicamente, mientras los hombres se realizaban cortes en el pecho y en los brazos como muestra de dolor. Pero Kilij y Alp no tenían tiempo para muestras de duelo. Dedicaron los días y las noches a reunirse con tantos líderes y ancianos como pudieron. Prestaron especial atención a los aliados de la horda: Bulgur-Wheat, Khan de Kama Bulgar; Guru, Khan de Ob, y Yeni-Seri, Khan de Yenisey. Aunque sus hordas no eran grandes, su influencia podía decantar las preferencias de los líderes tribales de Saraba.

Pasó la semana de duelo y se celebraron los funerales. Tukeban ardió en una gran pira junto a su caballo, sus armas y armadura, su estandarte y su tienda. Acabada la ceremonia, al día siguiente se haría la proclamación de Alp como Gran Khan de Saraba. Faltaba ver si la horda le seguiría o si saldría otro líder a disputarle el puesto, y todos sabían que el otro líder sólo podía ser su hermano Kilij.

Cuando llegó el momento fue más caótico de lo que nadie había previsto. Todos los líderes de la horda esperaban montados, con sus guerreros detrás. Alp avanzó a caballo frente a ellos, seguido de Kilij, el lugarteniente de Tukeban, Bogar, y los líderes aliados Bulgur-Wheat, Guru y Yeni-Seri. Alp, como heredero, se proclamó frente a todos Khan e invitó a quien quisiera desafiar su autoridad. Kilij inmediatamente presentó su desafío, lo que provocó gritos a favor y abucheos entre los guerreros. Bogar, fiel al heredero proclamado por Tukeban, se declaró leal a Alp, pero Guru, Khan de Ob, dijo preferir a Kilij como Khan. Esto desató una cascada de adhesiones hacia uno y otro bando, sin que ninguno acumulara suficientes apoyos como para conseguir una ventaja clara que hiciera decantarse a los indecisos. Bulgur-Wheat y Yeni-Seri eran observados por muchos, pero se mantenían callados. Las adhesiones dieron lugar a discusiones e incluso a las primeras peleas; los ancianos intentaban impedirlas, pues estaba prohibido luchar durante la elección del Khan, pero se vieron desbordados. Los líderes fueron reagrupando a sus clanes pero la confusión era grande, y los partidarios de un bando frecuentemente se vieron rodeados de los partidarios del otro. Kilij vio que la situación iba a derivar en violencia y galopó hacia donde tenía el grueso de sus seguidores. Al verlo, Alp soltó una maldición y quiso perseguirle para acabar con él, pero Bogar le convenció de que tenía que ponerse al frente de sus seguidores dado que los enfrentamientos se estaban transformando en una batalla campal.

Así fue: de manera espontánea, desordenada, caótica, la horda de Saraba se dividió en dos bandos enfrentados. Alp y Kilij intentaron reorganizar a sus partidarios para formar un bloque, pero el enfrentamiento ya estaba dividido en luchas en pequeños grupos. La mayor pericia militar de Alp tenía poco efecto en ese caos. La lucha fue terriblemente sangrienta. Tras la primera batalla, los bandos se separaron, pero en lugar de formar hordas compactas se dispersaron en clanes que siguieron la guerra contra quien encontraran del otro bando. Muchas veces se aprovechaba para dirimir antigüas rencillas entre clanes, en pequeñas guerras dentro de la gran guerra civil. Así combatieron durante meses en Kemerov, y la lucha se extendió por Palavoi, Saraba, Biyisk, allá donde fuera cualquier parte de la horda. Al final el enfrentamiento terminó como había empezado: de forma espontánea, no premeditada, sin un vencedor claro. Los fieles a Alp se fueron agrupando en unas zonas, los fieles a Kilij en otras. Al final Alp y sus fieles se volvieron al territorio de Mongol, donde tenían sus bases semi-permanentes. Kilij y los suyos, en cambio, fueron hacia Ob, el territorio de Guru, y se asentaron allí y en la vecina Kazan. Bulgur-Wheat y Yeni-Seri permanecieron al margen y simplemente se volvieron a sus territorios con sus hombres, proclamando que su pacto con Saraba había muerto en esa guerra. La Gran Horda de Saraba había desaparecido, quedaban dos hordas menores y enfrentadas entre sí. ¿Conseguiría alguna de ellas recuperar el poder y las glorias de Saraba?
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