El esforzado alumno, tras unos días de merecido asueto, por ser tiempo de fiesta y celebración en sus dominios, presenta su trabajo ante tan excelso profesor, y lo hace en forma de parodia que, espero, no moleste a nadie ya que su único objetivo es reflejar de forma humorística la situación de los últimos post de este hilo, utilizando, para ello, del esperpento y la caricatura.
PARODIA DEL ALUMNO Y EL PROFESOR.Una mañana cualquiera en clase de “Lengua y Literatura” del I.E.S de Klaskan.
PROFESOR: Leonardo, su turno de examen; pero antes, vamos a comentar estos ejercicios suyos, en los que tiene la osadía de afirmar que el castellano es un idioma con gran riqueza léxica. ¿Cuántas veces he repetido en clase que para lengua rica la de los esquimales que tiene tropecientas palabras para nombrar a la nieve?
ALUMNO: Perdone, señor profesor, pero es que yo pienso que la riqueza léxica de una lengua no se mide porque tenga una inmensa cantidad de vocablos para definir una misma realidad sino más bien porque nos dé la posibilidad a los hablantes de emplear el término preciso en el momento adecuado.
PROF: Usted no está aquí para pensar nada, sino para asimilar mis enseñanzas y repetir lo que yo les he dicho al pie de la letra y sin rechistar. Ahora vamos con el examen propiamente dicho.
Todos sabemos que el lenguaje es ambiguo, explíqueme los argumentos que defienden esta aseveración. Si ha estado atento a mis explicaciones le será muy fácil.
ALUM: Verá, señor profesor, no estoy totalmente de acuerdo con esa afirmación, ya que la principal función del lenguaje es la de comunicarnos, la de hacernos entender y la de transmitir información; es decir, la llamada función denotativa, representativa o referencial y ahí, por razones obvias, la ambigüedad está de más. No obstante, en la función estética o poética, que es la utilizada en literatura, la ambigüedad si puede y debe jugar un importante papel.
PROF (Aparte): ¡Este Leonardo me saca de mis casillas es que no puedo con él! ¡No puedo!
Siguiente pregunta… Defíname la palabra “fascista”.
ALUM: Pues según la Wikipedia, la enciclopedia libre para klaskanianos inquietos, que me ha recomendado un amigo la palabra fascismo se define:
breve resumen
Un movimiento político totalitario o autoritario que surge en la Europa de entreguerras (1918-1939) en oposición a la democracia liberal y al comunismo, frente a los que se presenta como una tercera vía. Exalta la idea de nación frente a la de individuo o clase; suprime la discrepancia política en beneficio de un partido único y los localismos en beneficio del centralismo.
El concepto de régimen fascista puede aplicarse a los sistemas políticos autoritarios de la Europa de entreguerras y a los que se imponen por todo el continente durante la Segunda Guerra Mundial; de un modo destacado y en primer lugar a la Italia de Benito Mussolini (1922) que inaugura el modelo, seguida por la Alemania de Adolf Hitler (1933) que lo lleva a sus últimas consecuencias, y cerrando el ciclo la España de Francisco Franco (1936) que se prolonga mucho más tiempo y evoluciona fuera del periodo
De lo cual se deduce que “fascista” es aquella persona que sigue éstas doctrinas políticas.
PROF: ¡Desde luego que es usted un caso perdido! Si en vez de dedicarse a leer libracos subversivos atendiera en clase sabría que el significado de la palabra fascista es, exactamente, el de “mala gente que no piensa como yo”.
Una última pregunta, hábleme de la palabra burro, su significado y significante.
ALUM: La palabra polisémica burro…
PROF: No, no, mejor cállese que ya le tenemos a usted como ejemplo presente y viviente de dicha palabra. ¡Siéntese! ¡Un suspenso como una catedral!
ALUM: Insulto, acoso, persecución, abuso de poder, lo pondré en conocimiento del Consejo Escolar, a este tío… bla bla bla bla… (Larga perorata acerca de los mediocres profesores que en vez de forma alumnos se limitan a pedirles que aprendan memoristicamente unas enseñanzas que, en algunos casos, son erróneos).