El Papa Negro cree que todos actúan como él. Dado que él usa la fuerza para someter a Venecia o aniquilar a Borgoña, asume que los demás harán lo mismo. El Papa Negro ha blandido con tanta profusión la espada como los manejos ocultos y secretos. Y con la misma intención maligna ha blandido la palabra, que para él es solamente un arma y no un vehículo de entendimiento. Que el Papa Negro hable de cinismo no es sorprendente: no conoce otra cosa.
Cordoba siempre ha confiado en la amistad y las buenas relaciones con los reinos cristianos. Décadas de paz en la Península Ibérica así lo atestigüan, a pesar de los esfuerzos papales por romper esa armonía.
Cordoba tan sólo ha restituido la justicia y el cumplimiento de los pactos. Esos pactos que el obispo de Roma se complacía en minar, incluso en forzar a incumplir. Una vez restaurada la justicia, las relaciones entre Venecia y Cordoba pueden volver a ser buenas, como fueron buenas antes de que el Papa interviniera sometiendo a Venecia bajo su yugo y emponzoñando su política exterior.
Sobre la retirada de las negociaciones... ¿de qué negociaciones habla? El Papa Negro nunca ha querido negociar, y ya hace tiempo que ni siquiera finge hacerlo. Mal puede retirarse si no está presente.
Los reyes del mundo sólo tienen que ver lo sucedido en Ceuta, donde las vidas y los bienes de los ciudadanos han sido plenamente respetados y están a disposición del rey veneciano. Que comparen con lo sucedido en la misma Venecia, donde el vasallo del Papa Negro saqueó la ciudad y esclavizó a sus ciudadanos. O en Borgoña, con las tropas papales masacrando a los cristianos y destrozando el reino para repartir sus despojos a su gusto. Esa es la Palabra y esos son los Actos del Papa Negro. Que vean y juzguen.
Hammad, embajador de Cordoba