Autor Tema: Relato Saurio. Autor Figor.  (Leído 4068 veces)

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Karnak

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Relato Saurio. Autor Figor.
« en: 21 de Noviembre de 2005, 07:33:26 pm »
   ¡Ufff! Parece que los he despistado, pero... ¿Por cuánto tiempo?, se preguntó Verselis, dejándose caer entre un par de cubos de basura y respirando atropelladamente en un intento de recuperar el aliento. Un buen momento para planear el próximo movimiento, pensó, sin dejar de echar nerviosas miradas a la entrada del callejón, esperando ver aparecer de un momento a otro a los matones a sueldo de Umbrax. Umbrax, que Seth maldiga su nombre hasta la eternidad. No parecía tan listo cuando Verselis empezó a trabajar para él. ¿Cuánto tiempo hace ya de eso? ¿Tres, cuatro ciclos? ¡Bah! Que mas da, tarde o temprano, algún día tenía que enterarse… aunque ojalá hubiera sido mas tarde, al fin y al cabo, tampoco es para tanto. ¿Qué es lo que le he escamoteado?, se preguntó mientras su respiración se volvía poco a poco mas acompasada ¿Un par de monedas en cada entrega? Bueno, tal vez fueran tres o cuatro, incluso cinco en alguna ocasión, pero ¿Qué significa eso para él? Tiene docenas de agentes a su servicio, y somos nosotros los que hacemos todo el trabajo, ¿por qué ha de sacar él tanta tajada? No, no es justo que sea mi cabeza la que quieran hacer colgar de la viga mayor del Puente Mayor…

   Lentamente, tras conseguir un ritmo de respiración mas pausado que evitara delatarle, salió de su escondite y avanzó silenciosamente por las oscuras calles que serpentean y se entrecruzan una y otra vez, por el día bulliciosas, llenas de saurios dedicados a sus quehaceres diarios, pero ahora solitarias y amenazadoras. Muchos de los habitantes de Meraska podrían incluso perderse entre ellas, pero Verselis no, él conoce estas calles como la palma de su mano, y aunque podría parecer que su rumbo es errático, nada más lejos de la realidad, ya que sus pasos se dirigen a un punto muy concreto del centro de la ciudad. En una calle aparentemente como las demás, empieza a trepar rápidamente por una reja y se desliza hacia dentro del edificio por una desvencijada ventana. Antes de desactivar la ingeniosa trampa de alambre que ha preparado contra visitantes no deseados, deja transcurrir unos segundos de tensa espera, pero tan sólo escucha el corretear de las ratas y el crujir de la madera. Perfecto, el sitio está limpio, piensa, agradeciendo a Ssshish su buena suerte. Rápida pero minuciosamente, se dedica a recoger sus cosas mientras lamenta una vez más la pérdida de su otro escondrijo, el del Puerto.

 Realmente era una buena idea el pasar allí la noche para luego embarcar en cualquiera de los mercantes que salían a primera hora; sí, bueno, los esbirros de Umbrax ya estaban sobre su pista desde la puesta de sol, al no acudir a la cita en la que con toda seguridad pretendían tenderle una emboscada, pero allí no debían haberle encontrado, aquel era un lugar seguro. ¿Cómo demonios habrán dado con él? Tal vez me siguieron o tal vez alguien les dio el chivatazo, esta visto que la vida fácil le agarrotaba su instinto. Hace unos pocos ciclos, nadie hubiera logrado encontrar ninguno de sus sitios seguros pero ahora… En fin, tampoco importa demasiado, no han logrado cogerle ni… ¡Maldita sea, sí que importa! ¡El dinero estaba allí!

Tras asegurarse que se lleva todo lo importante, sale de nuevo a la calle maldiciendo entre dientes una y otra vez. ¡Que estúpido, mira que haber dejado allí el dinero…! Pero lo cierto es que no tuve elección, apenas tuve tiempo para salvar mi propio pellejo. Bueno, ya nada puede hacerse, será mejor pensar en otra cosa. Lo importante ahora es: ¿Qué voy a hacer a continuación? Meraska es muy grande, pero no puedo seguir escondiéndome siempre bajo sus piedras, y mucho menos hacer frente yo solo a Umbrax, así que parece que la mejor opción que me queda es abandonar esta ciudad durante una temporada… Bueno, al fin y al cabo ya empezaba a aburrirme, no había retos para alguien de mi nivel. Pronto será de día, y habrá un gran trasiego de gente entrando y saliendo por las Puertas del Este, así que si consigo algo de dinero de algún paleto incauto, podría ser el momento ideal para escabullirme entre la muchedumbre. Eso, claro está, que Umbrax o alguno de sus matones no me encuentre antes…

Muchas mentiras contadas unas pocas veces se convierte en conspiraci?n.? Una mentira contada muchas veces se convierte en realidad.