14
« en: 23 de Mayo de 2008, 03:17:57 pm »
Reino de Francia
(Cristiano Romano Civilizado Nación Abierta)
Rey Enrique II
El fallecimiento del rey Louis IV había dejado la corona en manos de Enrique II que aunque se había apresurado en coronarse rey de Francia, sabia que no contaba con el apoyo de todos sus súbditos. Los rumores sobre la rebelión de su hermano Philippe, Gran Maestre de la orden de San Andrés, y el conocido malestar de los territorios de la antigua Borgoña, hacia temer a Enrique por su trono.
El 1 de Enero de 1110 el rey Enrique fue coronado rey de Francia, y para su alivio el príncipe Robert estuvo presente en la ceremonia y fue el primero en jurar lealtad a su alteza. Si el príncipe normando estaba de su lado, muchos se le unirían, pues pertenecía a una de las familias más respetadas y temidas de toda Francia.
El primer acto del rey, fue firmar la orden de ejecución del general René, quien fue detenido en Paris por los hombres de Robert 3 días después de la coronación, con pruebas evidentes de estar confabulando contra el rey.
El general Jean Claude, el conde de Flandes y el duque de Poitou enviaron escritos jurando lealtad a Enrique durante las primeras semanas de Enero, probablemente después de valorar las opciones disponibles. Desgraciadamente no ocurrió lo mismo con François, Conde de Maine, y uno de los más poderosos aliados de Louis IV. Cerró sus fronteras y se negó a reconocer a Enrique como su rey. Rumores quizá malintencionados hablaban de una posible alianza de Francois con Philippe aunque si algo hubo de eso, no se supo en aquel momento.
Por supuesto los territorios ocupados de Lyonnais, Aquitaine, y Orleáns fueron los primeros en rebelarse, además Jean Claude, que se había mantenido fiel a Enrique, quedo bloqueado con sus fuerzas en Lyonnais tratando de sofocar a los rebeldes, aunque su labor fue fútil y acabo por costarle la vida en Marzo.
Siguiendo el ejemplo de las regiones de la antigua Borgoña, Auvergne, Brittany, Limousin, Ponthieu, y Provence declararon su independencia en Febrero.
Las ciudades de Toulouse, Dijon, e incluso la recientemente construida Limoges también aprovecharon el caos general para librarse de la influencia de la corona. Lyons también trato de aprovechar la coyuntura para librarse de los invasores, pero no lo logro gracias a la magnifica actuación de la guarniciones que allí se encontraba.
Una vez mas el reino de Francia volvía a dividirse. Francia, esplendorosa, podría tener un gran futuro por delante, pero Enrique, que había recibido lecciones de historia de los mejores profesores del reino, sabía que habían sido incontables las veces que había habido levantamientos contra los reyes de Francia, y sentía que esto se repetiría una y otra vez.
No obstante bien sabia el rey que resuelta la crisis nunca había costado demasiado tiempo a sus antecesores reconstruir el reino, y si el salía como esperaba fortalecido tras este conflicto, no tenia porque no lograrlo también. Un reino único y unido bajo una bandera.
Un reino a mi merced. Eso pensaba Philippe mientras recorría los caminos hacia Paris.
Philippe había partido de Languedoc al mando de todas sus fuerzas. Portaba el escudo de la orden únicamente para abrirse camino con más facilidad, pero en la práctica había dejado su puesto con intención de no volver. O rey o nada.
Tras de si, uno de los caballeros de la orden había quedado encargado de supervisar todo en su ausencia. Un hombre de languedoc llamado Bernard, cuyos honores para convertirse en el segundo al mando habían sido ser el primero en entrar en el despacho de Philippe tras recibir este la noticia de la muerte de su hermano Louis.
Bernard sin embargo seria una decisión acertada, aun cuando ni siquiera se pudiese llamar decisión (Ver NF de San Andrés).
En Mayo de 1110 Philippe llego a Ille de France al frente de apenas 1000 hombres. No obstante no era un suicida, de joven había servido como sus hermanos en el ejército. Bueno, no como sus hermanos, por supuesto, mucho mejor que ninguno de ellos. Sus meritos y su valía, su habilidad comandando soldados y peleando con ellos eran las armas que esgrimiría Philippe para que los ejércitos franceses se le uniesen a su paso.
Pero Philippe, poderoso, inteligente, hábil y experimentado, no había planeado encontrarse con el príncipe Robert. Si bien Philippe sabia que Enrique nunca lograría ser respetado ante sus soldados, Robert de Normandia estaba hecho de otra pasta. No era un mequetrefe con corona, sino otro soldado. Al frente de las guarniciones de Ille de France Robert recibió a Philippe con las lanzas en ristre, y aunque Philippe utilizo todo su ingenio, su carisma y su elocuencia para ganarse al príncipe, no lo logro. Demasiado lejos había llegado para rendirse y al ver que aquel gusano no deseaba unirse a el decidió acabar con su vida. Las tropas de robert no eran muy numerosas, pero estaban fortificadas en posiciones ventajosas y preparadas para resistir al enemigo. Philippe lucho con gran valor y aniquilo a casi todos los hombres de Robert, pero cada hombre que caía se llevaba consigo a varios enemigos, y al final ambos ejércitos quedaron prácticamente aniquilados.
En el fragor de un asalto, un joven recluta de 17 años, llamado Pierre, atravesó con su lanza casi accidentalmente el cuello de Philippe, que murió desangrado en pocos segundos.
El joven Pierre fue condecorado por su valor en combate, aunque todos sabían que había sido más la suerte que la habilidad la que lograse aquella proeza.
Al ser preguntado el rey Enrique, algún tiempo después, sobre el nombramiento del joven Pierre como lugarteniente del reino (ocupando el lugar del deshonrado y ejecutado Rene), el rey contesto “Quedaos vos con los hábiles, con los fuertes y con los listos, y a mi dejadme a los afortunados”.
Buena razón tenía Enrique para pensar de este modo. Si Robert había estado en Ille de France para enfrentarse a Philippe, fue solo porque la rebelión de Orleáns le impidió cumplir las ordenes recibidas. La fortuna de Pierre era también la fortuna de Enrique.
Si 1110 fue un año sombrío manchado por la guerra y las rebeliones, los años siguientes fueron buenos años. Quizá se cumplía la predicción del nuevo rey respecto a su futuro. Las inversiones continuas en aumentar el numero de empleados de la corona dio sus frutos, y pronto se dispuso de nuevos y preparados escribas y secretarios que ayudaran en la gestión del reino, no solo eso, sino que también se aumento enormemente el numero y la eficacia del los funcionarios del tesoro.
Solo la evidente paralización de las obras de Tours a Limoges pudo ser fruto de descontentos.
En 1114 Enrique comenzó a planear como recuperar los territorios que le permitiesen llegar a Languedoc, que se había mantenido sorprendentemente leal pese a encontrarse aislada del resto del reino. Además también había que hacer un esfuerzo para alcanzar las guarniciones de Marseilles y Lyons que también seguían siendo leales pese a no tener fácil comunicación con la corte.
Orden de los Píos Caballeros de San Andrés
(Cristiano Romano Civilizado Orden Religioso-Militar)
Gran Maestre Bernard
Cuando Bernard ingresó en la orden a instancia de su padre, lo hizo por ser el menor de tres hermanos. El mayor heredaría el titulo y la hacienda del padre, el segundo se había unido al clero, y Bernard, que no se sentía atraído por la vida de clausura, tuvo que decidirse por la tercera opción, unirse a la recién creada orden de San Andrés.
Cuando Bernard juro lealtad a la orden y a Philippe, el gran maestre, tanto la una como el otro tenían su nombre en entredicho, pero para Bernard era la única salida, y según su hermano Guillerme, ayudante del obispo de Narbonne, todos los rumores eran falsos por necesidad, ya que el propio pontífice romano y el mismísimo rey de Francia (que en paz descanse) habían creado la orden.
Luego las cosas se precipitaron. A penas unos meses después de su juramento, su capitán le encomendó que enviase un despacho al propio Philippe pues los caballeros se encontraban listos para partir. La noticia del fallecimiento de Louis IV era muy reciente y al parecer Philippe partía hacia Paris con toda urgencia. Cuando Bernard entro en el despacho del gran maestro, lo hizo como mensajero, para informar que los hombres estaban listos y a la espera de órdenes.
Sin embargo Philippe aprovecho la situación para nombrarlo Maestre en funciones hasta su regreso. Bernard estaba sorprendido de que se hubiesen fijado en el, pero su sorpresa duro hasta que los incidentes se desarrollaron, y el gran Maestre fue muerto en Ille de France.
Pese a su ego que le decía que era un hombre valido, tuvo que admitir que su rango se debía únicamente a haber cruzado una puerta en un momento. Era evidente que al Gran Maestre no le preocupaba en absoluto el destino de la orden, pero a Bernard si le importaba, quizá porque tras meses de gazapos y errores, había logrado hacerse de respetar, o quizá porque ahora los caballeros mas experimentados se giraban hacia el esperando que asumiese el mando de la orden.
Bernard sabia que la única razón de que todos le diesen su apoyo para convertirlo en el nuevo Gran Maestre era que esperaban que el rey Enrique le hiciese pagar por la participación de la orden en el fútil intento de Philippe, pero aun así, estaba dispuesto a asumir el riesgo.
Confiando en la providencia, Bernard envió una misiva a su alteza, jurándole lealtad y preguntando si su presencia era requerida en Paris, pero Enrique estaba demasiado ocupado en reconstruir su malogrado legado.
Cuatro años de vida, pensó Bernard, cuando en 1114 aun no había recibido noticias de la corona, ya veremos si llegan a cinco.